Cuando el Sol se pliegue y el universo entero se enrolle como un pergamino en la Mano del Creador, ¿qué permanecerá en ese espacio, ahora vacío? ¿Qué es lo que todavía quedará cuando no quede nada? Quizás sólo un grito, el grito de los que piden que se haga justicia, el grito de los que han sufrido tanta opresión bajo la insolencia de los tiranos, esos que se creían dioses y abusaban de sus semejantes. Ese grito ensordecerá el abismo del tiempo y se establecerá la balanza. ¡Qué mal día para los tiranos!
No hay una página del Qur-an en la que no se hable de ellos, en la que no se les mencione, en la que no se les describa –sus acciones y su suerte final.
Mas estos tiranos, estos taghut, no tendrían ningún poder si no se lo diéramos nosotros, si no los adorásemos, si no les obedeciéramos y siguiéramos sus órdenes mundiales. Veamos, pues, cómo se producen las secuencias de este fenómeno que ha trastocado el orden divino.
Allah el Altísimo nos aclara en esta aleya coránica el proceso completo a través del cual el hombre se va alineando junto a la creencia, o junto al encubrimiento.
(257) Allah es el protector de los creyentes. Los saca de las tinieblas y los lleva a la luz, pero los protectores de los encubridores son los taghut. Los sacan de la luz y los llevan a las tinieblas. Ésos son los que serán arrojados al fuego.
En él penarán para siempre.
Qur-an 2 – al Baqarah
En un primer instante, el hombre es yahil (ignorante) en cuanto a su realidad ontológica de criatura; ha olvidado que una vez –antes de venir a la existencia– testificó que Allah era su Señor y su Creador:
(172) Cuando tu Señor se dirigió a la descendencia de los Banu Adam e hizo que testimoniaran sobre ellos mismos: “¿Acaso no soy Yo vuestro Señor?” Respondieron: “Atestiguamos que lo eres.” Y ello para que el Día del Resurgimiento no dijerais: “En verdad que desconocíamos este asunto.”
Qur-an 7 – al ‘Araf
Busca en la satisfacción de sus deseos o en la pertenencia a un sistema (político, filosófico, esotérico… todos ellos chamánicos) la justificación de su propia existencia y de la del universo entero.
Algunos individuos, sin embargo, logran, a través de la reflexión y de la observación, intuir la existencia de un Creador. Mas esta intuición necesita concretizarse. Ahora necesitan contactar con Él para saber Quién es, para saber cómo se pueden relacionar con ese Creador; para saber qué deben hacer o qué deben evitar hacer; qué espera de ellos; qué Le satisface y qué Le repulsa. Necesitan contactar con ese Creador para saciar su sed de conocimiento; para despejar las incógnitas que su razón no ha podido despejar; para hallar respuesta a un sinfín de preguntas que surgen de su estructura cognoscitiva.
Han encontrado su realidad ontológica de criaturas, pero siguen desvinculados del Proyecto Divino, fuera de la Órbita Celeste.
Esa búsqueda suya, sin embargo, ese ahínco y esa sinceridad, son puntos de contacto a través de los cuales el wahy (la inspiración) del Creador se manifestará en sus vidas en forma de libros, conversaciones, escenas… que irán penetrando en sus corazones y mostrando su verdad al quedar iluminadas por la luz de Allah.
El Altísimo los ha sacado de las tinieblas de la ignorancia, de la subjetividad, y los ha llevado a la luz de Su objetividad, a esa luz que nos permite ver las cosas como son.
La cosmogonía de su tribu, de su comunidad, de su nación, constituía sus tinieblas, ya que estaba enmallada por la subjetividad cultural de esa tribu, de esa comunidad o de esa nación. Todo lo veían a través de lentes culturales subjetivas. La realidad, la verdadera forma de los objetos, quedaba apenas intuida. Donde había un mar a ellos les parecía que había un bosque; donde había unas montañas nevadas, ellos veían un verde prado.
Y es esa desesperada búsqueda de la verdad lo que hace que el Misericordioso retire sus coloreadas lentes y las substituya por la objetividad de Su luz.
Atrás ha quedado una multitud de seres humanos a quienes ni la reflexión ni el oír la Verdad les ha logrado sacar de la ignorancia. Sin embargo, su posición ahora no es la de ignorantes, pues poseen las capacidades cognoscitivas propias del ser humano y, además, han recibido esa Verdad de forma clara y explícita a través de alguno de los muchos caminos que el Altísimo ha pavimentado para que el hombre pueda llegar hasta Él.
Así pues, lo que en un principio era yahilia (ignorancia), ahora se ha bifurcado, originando el grupo de creyentes:
(13) En cuanto a nosotros, cuando hemos oído la guía, hemos creído en ella.
Qur-an 72 – al Yin
y el grupo de encubridores que tapa la Verdad con los argumentos que le proporciona la subjetividad de su cultura:
(170) Cuando se les dice: “Seguid lo que Allah ha hecho descender,” dicen: “¡No haremos tal cosa! Seguiremos lo que seguían nuestros padres.” ¿Incluso si sus padres no razonaban sobre aquello que adoraban ni estaban guiados? (171) La imagen de los encubridores es como la de quien le grita a lo que sólo percibe llamadas y voces. Sordos, mudos y ciegos –son incapaces de razonar.
Qur-an 2 – al Baqarah
El primer grupo ha salido de yahilia, de la ignorancia ontológica. Saben que hay un Creador que les ha conformado en las matrices y que ha dado forma y medida a todo cuanto existe; saben que ese Creador se ha servido a lo largo de la historia humana de Libros, de Ángeles y de Profetas para guiar al hombre; sabe que Su nombre es Allah; sabe que habrá resurrección y, tras ella, habrá juicio y, tras él, habrá jardines para unos, y fuego para otros. Sin embargo, los taghut, los elementos venenosos que actúan desde la subjetividad de la cultura, de cualquier cultura, no han tirado la toalla, no se han dado por vencidos. Saben que muchos de esos “creyentes” no tienen la base suficiente para sostenerse y mantenerse en la creencia cuando hagan soplar los vientos de las apariencias, de la falsedad disfrazada de verdad, de los susurros de esa cultura subjetiva todavía viva en sus corazones.
Lo que en un principio era una bifurcación que se originaba a partir del estado de yahilia, se ha convertido, de facto, en tres caminos o tres posiciones existenciales.
Por una parte, tenemos al grupo de encubridores que nunca han conocido la luz de la Objetividad Divina:
(11) –como la gente de Firaun y los que hubo antes de ellos. Encubrieron Nuestros signos con pertinaz insistencia…
Qur-an 3 – ali ‘Imran
No quieren saber, y su gran pasión es encubrir la Verdad allí donde la encuentran; encubrirla y luchar contra ella y contra quienes la defienden.
El segundo camino, el camino de los creyentes, se bifurca a su vez y genera otros dos caminos distintos. El primero de ellos es el de los creyentes que han aceptado la Verdad Objetiva de Allah con todo su ser y sin ningún tipo de ambages:
(20) –esos que cumplen el pacto que han hecho con Allah y no lo rompen después de haberse comprometido a ello…
Qur-an 13 – al Ra’d
.
(5) Esos son los que siguen la guía de su Señor y los que saldrán victoriosos.
Qur-an 2 – al Baqarah
El segundo de ellos es el de los creyentes con “síndrome quraish”. Aceptan que Allah es el Creador de los cielos y de la tierra:
(38) Si les preguntas: “¿Quién ha creado los Cielos y la Tierra?”
Sin duda que dirán: “Allah.”
Qur-an 39 – az Zumar
Mas no aceptan que sea el único dios, el único ilah. Todo ese entorno cultural subjetivo sigue formando parte de su creencia. Tenemos de un lado a Allah, pero de otro lado tenemos a occidente, la tecnología, los derechos humanos, el humanismo, la democracia, la igualdad de géneros, la televisión, internet, el ecumenismo, los diálogos interreligiosos, el dinero, el bienestar, la salud, la fama, las universidades, los doctorados… y un largo y encubridor etc.
¿Cómo ha ocurrido tal intromisión? ¿Cómo se han metido todos esos taghut en la creencia de los creyentes que habían declarado públicamente que no había más dios que Allah: “La ilaha illa Allah”?
Decir que no hay más dios que Allah, no basta. Esta frase es como el password que nos permite entrar en un ámbito protegido. Una vez dentro, debemos utilizar otras herramientas para poder llegar a nuestro objetivo.
A esos creyentes les falta base, les falta la base de la creencia que es el tatbiq (la aplicación).
(22) No encontraréis a nadie que creyendo en Allah y en el Último Día sienta afecto por quien se opone a Allah y a Su Mensajero, aunque se trate de sus padres, sus hijos, sus hermanos o los de su tribu. Ha grabado la creencia en sus corazones, les apoya con un Ruh que emana de Él y les hará entrar en Jardines por cuyo suelo fluirán ríos. En ellos morarán para siempre. Allah estará satisfecho de ellos y ellos lo estarán de Él. Esos son los del partido de Allah. ¿Acaso no son
los del partido de Allah los que saldrán victoriosos?
Qur-an 58 – al Muyadilah
En esta aleya vemos qué significa en la práctica que no haya más dios que Allah. El verbo wadda وادَّ tiene muchas acepciones, como “hacerse amigo”, “querer bien”, “tratar de ganarse su afecto”, “buscar contentar”… y otras, pero todas ellas hacen referencia a una actitud servil por parte del sujeto, a una especie de adoración: “buscar contentar”; cuando esos sentimientos deben albergarse únicamente para Allah, para Su Mensajero y para los creyentes.
La aleya comienza con una rotunda negación: “No encontrarás a nadie…” de entre los creyentes. Es decir, no puede haber un creyente que sienta afecto, quiera o busque contentar, a quienes se oponen a Allah y a Su Mensajero, aunque haga la salah, y ayune en el mes de Ramadhan, y haya hecho mil ‘umrah y mil hayy. Y este afecto incluye a toda la creación –aunque se trate de sus padres, sus hijos, sus hermanos o los de su tribu (su comunidad, su nación).
Esta misma creencia es la creencia de Ibrahim (a.s), su mil-lah, su tatbiq
(4) Tenéis un hermoso ejemplo en Ibrahim y en los que se mantenían firmes con él, cuando le dijeron a su gente: “Nada tenemos que ver con vuestra forma de actuar ni con lo que adoráis fuera de Allah. Renegamos de vosotros. Habrá enemistad y odio entre nosotros hasta que no creáis en otro que en Allah.”
Qur-an 60 – al Mumtahanah
Ibrahim no habla a gente extraña que se ha encontrado en el camino. Está hablando a su gente, a su padre, a sus amigos, a sus vecinos. Sin embargo, sus palabras son rotundas, sin paliativos ni concesiones: “Habrá odio y enemistad…” a menos que creáis en Allah y sólo en Él. De esta forma, Ibrahim despeja de su discurso el síndrome quraish: Sólo Allah.
Mas estas palabras de Ibrahim no son el producto de una reacción neurótica, o de un enfado repentino; más bien corresponden a la última fase de su llamada a la Verdad, al tawhid. Antes ha hablado a su padre con toda la dulzura con la que un hijo puede hablar a un padre. En el Qur-an, el Altísimo pone en boca de Ibrahim el término “papaíto” con el que se dirige a su progenitor. Ibrahim, pues, sigue el consejo del Amoroso:
(125) Llama al camino de tu Señor con Hikmah (sabiduría) y con buenas exhortaciones, y discute con ellos de la mejor manera.
Qur-an 16 – an Nahl
También ha hablado con los sacerdotes, con sus mayores, con la gente en general; ha preparado una estratagema para enfrentarles con el absurdo de adorar unas estatuillas que ellos mismos se habían fabricado; y han entendido, han caído en la cuenta de que no tenía sentido seguir adorando lo que no puede beneficiar ni perjudicar, pero al ver claramente que admitir lo que Ibrahim les propone acabaría con su forma de vida, con la subjetividad cultural en la que viven, con su cosmogonía, los taghut les han aconsejado que enciendan una hoguera y lo arrojen a ella. “Creo en Allah, pero antes que Él están mis padres, mis hijos, mi gente, sus costumbres, sus fiestas, sus valores.” Ibrahim, en cambio, les ha dicho que no hay más cultura ni más costumbres ni más valores que someterse a Allah y actuar de forma que Le agraden nuestras acciones.
Esa fue la misión de Ibrahim, y vuelve a ser la misión de Muhammad, las dos rocas sobre las que se asienta el puente de la Profecía. Ambos Mensajeros establecen la aplicación del tawhid. Si un creyente ama a otro creyente por otra razón que Allah, en ese amor habrá shirk (asociación), y esa actitud le alejará de la verdadera ‘aqidah (creencia).
El Profeta (s.a.s) nos advirtió que hasta que no le amemos a él más que a nosotros mismos no sabremos lo que es creer –El Profeta, que Allah le bendiga y le de la paz, preguntó a ‘Umar: “¿Cómo va todo, oh Umar?” Umar ibn al-Khatab respondió: “Todo va de tal forma que amo a Allah y a Su Mensajero más que a mi familia, que a mis hijos, y que a mi riqueza, excepto que a mí mismo.” El Profeta replicó: “Ninguno de vosotros creerá hasta que yo no le sea más querido que su propio ser.” ‘Umar dijo: “Por Aquel que ha hecho descender el Libro sobre ti, te amo más que a mí mismo.” El Profeta dijo: “’¡Umar, ahora lo tienes (el iman verdadero)!» –Bujari.
¿Por qué nos pide el Profeta que le amemos más que a nosotros mismos? ¿Acaso no es un hombre como nosotros, un hombre de carne y hueso? Precisamente, para alcanzar la objetividad y salir de la subjetividad que tinta la realidad; para penetrar en la luz y salir de las tinieblas.
Amar al Profeta (s.a.s) significa, ante todo, seguirle, obedecerle, ver con sus ojos, sentir con su corazón, reemplazar nuestras costumbres y nuestros hábitos por su sunnah. El Profeta es la proyección humana de la Luz Divina, de la Sabiduría Divina. Muhammad es el lugar donde se asienta al-hamd. Seguirle a él, acoplar nuestras vidas a la suya, es llevar a cabo un devenir muhamadiano y, por lo tanto, salir de nuestra subjetividad tintada por los taghut, para entrar en la objetividad de la Luz Divina que nos muestra la realidad tal y como es, sin más tinte que el de la transparencia.
¿Qué nos impide hacerlo?
El hombre tiene ante sí cosas apetecibles, cosas que estimulan sus deseos y a las que da el poder de hacerle feliz convirtiéndolas en alihat (ídolos, dioses):
(14) A los hombres –nas– se les ha embellecido el amor por todo lo que anhelan –mujeres, hijos, inmensas cantidades de oro y plata, caballos de pura sangre, animales de rebaño y tierras de cultivo. Todo ello constituye lo más deseado de la vida de este mundo, pero la morada que Allah tiene junto a Sí
es mejor y más hermosa.
Qur-an 3 – ali ‘Imran
Es decir, todas esas cosas tan apetecibles son herramientas, medios; mientras que el único fin, el único objetivo es Allah y Su hermosa morada. Cuando los manjares, las mujeres, los hijos, la riqueza, el bienestar… se convierten en el eje sobre el que gira nuestra vida, en ese momento estaremos bajo la subjetividad de los taghut, envueltos en sus tinieblas. Todo ello son medios, y si los hacemos fines, nos habremos alejado de la ‘aqidah correcta:
(36) Hemos enviado un Mensajero a cada ummah para que les exhortara a adorar
a Allah y a apartarse de los taghut.
Qur-an 16 – an Nahl
Por lo tanto, no se puede adorar a Allah y estar con los taghut, aunque se haga la salah, se ayune o se vaya al yihad. El motivo real que nos mueve a realizar todos esos actos de adoración es otro que Allah, pero las tinieblas de los taghut no nos permiten ver la realidad de nuestra intención, la verdadera motivación de nuestras acciones:
(9) Los que antes de su llegada estaban bien asentados en su tierra natal y en la creencia aman a los que emigraron anhelando su acogida y no encuentran en sus corazones lamento por lo que les dieron. Antes bien, los prefieren a sí mismos a pesar de encontrarse en extrema necesidad. Los que se protejan de la avaricia
serán los que salgan victoriosos.
Qur-an 59 – al Hashr
La avaricia es una de las consecuencias de la subjetividad cultural de los taghut; por ello, no tendrán éxito, no triunfarán los que estén atenazados por la avaricia en las tinieblas de la subjetividad:
(69) Quienes obedezcan a Allah y al Mensajero estarán junto a los que Allah ha agraciado –los Profetas, los veraces, los que murieron por la causa de Allah y los que actúan con rectitud. ¡Qué excelentes compañeros!
Qur-an 4 – an Nisa
En esta aleya encontramos dos observaciones de suma importancia –La primera, que obedecer significa seguir, amar, preferir al otro antes que a uno mismo. Y este significado lo vemos explicado en esta otra aleya:
(172) –los que respondieron a Allah y al Mensajero a pesar de las heridas que sufrían. Para los que de ellos actuaron con rectitud y tuvieron temor
habrá un inmenso galardón
Qur-an 3 – ali ‘Imran
Nada deseamos más que la vida, la salud, el bienestar; y todo ello actúa en nosotros como taghut; sin embargo, los creyentes del primer camino responden a Allah y a Su Mensajero sin importarles su propia vida, el dolor, su bienestar. Han abandonado la avaricia, el subjetivismo, y ven claramente el triunfo inmenso, el verdadero bienestar y la verdadera Vida. La segunda observación se refiere a los cuatro tipos de creyentes o niveles de proximidad con el Altísimo: En primer lugar están los Profetas, quienes han recibido la hikmah, la plena objetividad divina, y quienes reúnen en sí mismos las otras tres estaciones; a continuación, el Altísimo cita a los veraces, quienes en toda circunstancia obedecen a Allah y a Su Mensajero sin albergar dudas y sin guardar nada para ellos mismos, reuniendo, a su vez, las otras dos estaciones; la tercera categoría de creyentes la constituyen los que luchan, matan y mueren en el camino de Allah, los que mantienen el pacto que han hecho con su Señor hasta la muerte, abarcando en ellos la siguiente estación, que es la de los nobles y rectos siervos del Misericordioso, los que dan de día y de noche, los que emigran buscando lo mejor para su Din, los que aman a sus hermanos creyentes por Allah y los prefieren a ellos mismos. Estas son las cuatro categorías de creyentes, y no hay ninguna más. El resto lo forman los musulmanes que adolecen del síndrome quraish, los que viven en la subjetividad cultural de los taghut, los que se han dejado llevar de la luz a las tinieblas. Se han dejado llevar por las cosas apetecibles, por el bienestar, por la salud o el dinero, por la fama; pero también por el temor. El creyente del segundo camino teme a otros que Allah, teme sus poderosos ejércitos, su depurada tecnología, su conocimiento que abarca lo aparente y lo oculto. “Hay asuntos sobre los que Allah no tiene poder”, se dicen estos creyentes mientras estrechan la mano de los dignatarios occidentales, o de algún millonario del que esperan sacar algún beneficio.
(44) Mas “no temáis a los hombres, sino temedme a Mí,
y no vendáis Mis signos a bajo precio.”
Qur-an 5 – al Maidah
Estas son palabras del Altísimo; no están sacadas de ningún tafsir, ni son reflexiones de un articulista cualquiera. Es hora, pues, de creer como creen los creyentes que no adolecen del síndrome quraish.
¿Cómo ha ocurrido este descalabro? ¿Cómo ha podido bifurcarse el camino de la creencia? Los taghut son los encargados de propagar las apariencias, de presentar lo falso como verdadero y lo verdadero como falso, de hacer pasar la luz por tinieblas y las tinieblas por luz. Si Allah se sirve de ángeles, profetas y libros, shaytan se sirve de los taghut para cambiar la realidad y darle la vuelta 180 grados hasta situarla en las antípodas de la verdad.
Si ahora volvemos a la segunda aleya que ha motivado el tercer apartado, nos encontraremos con una denuncia por parte de Allah el Altísimo, la denuncia de que hay quienes se oponen a Él y a Su Mensajero. Por lo tanto, antes de nada deberemos determinar quiénes son esos oponentes:
(2) Es Él Quien arrojó fuera de sus hogares a los encubridores de entre la Gente del Kitab en la primera emigración forzosa. No pensasteis que iban a salir y ellos pensaron que desde sus fortalezas podrían rechazar a Allah. Sin embargo, el castigo de Allah les llegó por donde no esperaban. Arrojó el terror en sus corazones. Destruían sus casas con sus propias manos y con las de los creyentes.
¡Sacad de este suceso una lección, vosotros,
los que sois capaces de percibir las cosas con claridad!
(3) Si Allah no hubiera decretado el destierro para ellos, los habría castigado
ya en este mundo. En Ajirah tendrán el tormento del fuego.
(4) Y ello por oponerse a Allah y a Su Mensajero. Que sepa quien se oponga
a Allah que Él es fuerte castigando.
Qur-an 59 – al Hashr
En esta aleya, como en muchas otras aleyas del Qur-an, Allah el Altísimo nos advierte de que los grandes oponentes a Su Din, los que más fácilmente traicionan sus pactos y compromisos, los mayores encubridores, son los judíos, los que habiendo recibido el Libro y una continua oleada de Profetas y Mensajeros se desentendieron de la misión de transmitir la Verdad que Allah les había encomendado transmitir, mataron a muchos de sus Profetas, reescribieron parte del libro, y otra parte la ocultaron.
Si tuviéramos que definir la personalidad judía diríamos que las dos cualidades que la enmarcan son la soberbia y el cinismo, las dos cualidades que encontramos en occidente, donde desde hace siglos los judíos han encontrado su “tierra prometida”, el asno sobre el que pueden montar y dirigir estirando de una u otra oreja. Por ello mismo, occidente es el gran enemigo del Islam, su más fiero oponente.
Carentes de libro y de ley, los cristianos europeos han ido fácilmente conformando su mil-lah a la mil-lah judía, pasando a ser sus más fieles lacayos, sus más aguerridos soldados siempre prestos a defender los intereses de sus amos:
(74) Sin embargo, han tomado, aparte de Allah, alihah (dioses) en los que apoyarse, (75) pero no tienen en ellos apoyo alguno, y los que han tomado a esos como alihah en vez de a Allah son para ellos un ejército siempre presto a servirles.
Qur-an 36 – Ya Sin
A la luz de esta aleya se pueden analizar los acontecimientos que han ensangrentado lo que llevamos de siglo.
¿Pero qué hace que cristianos y musulmanes sigan esa mil-lah judía? Para poder responder a esta pregunta deberemos dirigir nuestra atención a los dos entramados en los que discurre nuestra existencia. El primero es el que Allah el Misericordioso ha diseñado para nosotros teniendo en cuenta nuestra fitrah, nuestra naturaleza, nuestra constitución. Allah el Altísimo nos recuerda repetidamente en el Qur-an que todo lo que ha creado lo ha creado para nosotros, para nuestro beneficio, para nuestra comodidad, para nuestra satisfacción y para que, de esta forma, nos fuera fácil ser agradecidos:
(20) ¿Acaso no veis que Allah os ha subordinado todo cuanto hay en los Cielos y en la Tierra y os ha colmado de bendiciones manifiestas y ocultas?
Qur-an 31 – Luqman
Y esta verdad es la misma que los taghut han tenido que reconocer a través de su “ciencia”:
¡¿Cómo ha podido suceder (que las leyes de física se hayan conformado hasta originar la vida) !?… A medida que analizamos todas las evidencias, de forma cada vez más pertinaz surge la idea de que un agente sobrenatural –o más bien Agente– haya tenido que estar involucrado. ¿Es posible que, de repente, sin ninguna intención por nuestra parte, nos hayamos topado con pruebas científicas que demuestran la existencia de un Ser Supremo? ¿Ha sido Dios quien… de forma providencial ha creado el Cosmos para nuestro beneficio? (American astronomer George Greenstein. The Symbiotic Universe.)
Lo más sorprendente no es solo que el Cosmos resulte perfecto para nosotros y para nuestras adaptaciones biológicas, sino que además nos permita comprenderlo… Gracias a la posición de nuestro planeta en el borde del anillo galáctico, podemos penetrar en la noche de lejanas galaxias y hacernos una idea de la estructura del universo. Si la tierra hubiera estado en el centro de la galaxia, nunca habríamos podido contemplar la belleza de una galaxia espiral, ni comprender la estructura cósmica. (Michael Denton. Nature’s Destiny, pag. 262)
Y toda esta prodigiosa creación Allah la ha configurado según la fitrah del hombre, de su naturaleza, de manera que no haya conflicto, ni dificultad, ni absurdo, sino que, antes bien, todo se acomode a su estructura mental, a su lógica, al funcionamiento de su cuerpo.
El ser humano siente sed y ello le obliga a beber, pues sin agua su cuerpo moriría; pero, ¿a dónde irá el hombre para encontrar agua? El agua del mar es salobre, y la que se filtra de la lluvia penetra en la tierra y desaparece en sus profundidades:
(68) ¿Os habéis fijado en el agua que bebéis? (69) ¿Sois vosotros los que hacéis que caiga de las nubes o somos Nosotros los que la hacemos caer? (70) De haberlo querido, la habríamos hecho salobre. Aun así, no agradecéis.
Qur-an 56 – Waqiah
.
(30) Pregúntales qué les parecería si el agua se quedara en la profundidad de la tierra. ¿Quién podría traerles agua de manantial?
Qur-an 67 – al Mulk
De esta forma, Allah Todopoderoso nos recuerda Su inmenso favor al tiempo que nos advierte que pudo haber sido de otra forma, que pudo haber sido una creación en la que el hombre tuviera que luchar y esforzarse para obtener el más mínimo beneficio; una creación sin placeres, sin comodidades, sin sombra, con agua salobre, sin desfiladeros por los que poder recorrer la tierra, sin estrellas que pudieran guiarnos en la noche, sin Luna, sin animales de rebaño, sin animales de carga. Pudo haber sido así, pero entonces esa creación no habría estado acorde a la fitrah del hombre. Allah, en Su Sabiduría y en Su Misericordia, ha creado un mundo a nuestra medida, preparado para satisfacer nuestras necesidades de la mejor manera:
(97) Es Él Quien ha dispuesto las estrellas en el cielo para que os sirvan de guía en la noche cuando viajáis por la tierra y por el mar.
Qur-an 6 – al An’am
.
(20) Hemos puesto en ella medios de subsistencia para vosotros y para aquéllos a quienes no podéis proveer.
Qur-an 15 – al Hiyr
En numerosas aleyas Allah el Altísimo nos explica cómo es el entramado existencial que ha creado para nosotros: La lluvia cae y fecunda una tierra muerta que dará toda clase de frutos, verduras y cereales:
(57) Es Él Quien envía los vientos como buena nueva de Su rahmah. Cuando han reunido nubes bien henchidas, las transportamos hasta una tierra muerta que riegan con su agua y con ella hacemos que broten toda clase de frutos.
Qur-an 7 – al ‘Araf
Unos poderosos animales –sometidos al hombre por mandato divino– transportan alimentos y todo otro tipo de mercancías hasta lugares lejanos a los que sin ellos nunca habríamos podido llegar:
(17) ¿Es que no se fijan en cómo han sido creados los camellos?
Qur-an 88 – al Ghashiya
.
(5) Ha creado para vosotros los animales de rebaño. Os sirven de abrigo sus pieles y su lana. En ellos tenéis muchos otros beneficios, y de ellos coméis. (6) Os sentís orgullosos cuando regresáis con ellos al atardecer y cuando los lleváis a pastar por la mañana. (7) Transportan vuestras mercancías y equipajes hasta lugares a los que no podríais llegar, sino con gran fatiga –vuestro Señor es el Indulgente, el Compasivo– (8) y los caballos, los mulos y los asnos sobre los que montáis y a los que engalanáis. Y crea lo que no sabéis.
Qur-an 16 – an Nahl
El agua del mar sostiene barcos, que pesan toneladas, movidos por el viento. Miles de manantiales y fuentes nos proveen de agua dulce. Los animales de ganado, de leche deliciosa y nutritiva, al igual que las abejas que nos proporcionan la miel, alimento y medicina para el hombre; no necesitamos fabricar esos exquisitos y curativos alimentos, basta con extraerlos de las ubres del ganado, o recogerlos de los panales. Las montañas nos proporcionan piedras; los bosques madera; la tierra barro; los animales pieles; y todo ello son materiales de construcción:
(21) En los animales de rebaño tenéis una lección de la que aprender –os damos de beber de lo que hay en sus vientres y de ellos obtenéis muchos beneficios. De ellos coméis (22) y en ellos montáis, así como en los barcos que os sirven de transporte.
Qur-an 23 – al Muminun
.
(80) Allah ha hecho que vuestras casas sean un lugar de reposo, y que con las pieles de los animales de rebaño os construyáis viviendas. Son fáciles de desmontar y ligeras de transportar el día que partís. Cuando os establecéis en un nuevo territorio, las volvéis a montar con facilidad. Obtenéis grandes beneficios de la lana de las ovejas y del pelo de las cabras y de los camellos. (81) Ha establecido para vosotros que haya sombra y lugares en las montañas en los que protegeros, y vestidos que os guardan del calor y vestidos que os protegen de vuestra agresividad. Así extiende Allah Su gracia sobre vosotros para que os sometáis a Él.
Qur-an 16 – an Nahl
Nos resultaría penoso vivir sin fuego, pues con él cocemos los alimentos, nos calentamos, fundimos los metales y con él realizamos muchas otras tareas:
(71) ¿Os habéis fijado en el fuego que encendéis? (72) ¿Sois vosotros los que habéis originado el árbol del que surge o somos Nosotros los originadores? (73) Hemos hecho de él un motivo para que recordéis y un beneficio para los viajeros cuando se detienen en el camino.
Qur-an 56 – al Waqiah
Y todos estos favores, infinitos, todo este perfecto afinamiento entre la existencia y el hombre es lo que encubren los taghut y sus seguidores.
El Altísimo proyecta Su voluntad y crea un mundo real para el hombre en el que no hay fallos, dislocaciones, cambios, modificaciones que trastoquen su estructura lógica. Miles de veces hemos abierto la puerta de nuestra casa y siempre hemos visto el mismo paisaje. Cada día, al despertarnos, vemos la misma habitación. A lo largo de miles de años el Sol no ha dejado de salir por el Este y de ponerse por el Oeste.
(3) No verás en la creación del Rahman ninguna discordancia. Vuelve a fijarte: ¿Ves algún fallo? (4) Vuelve a mirar una segunda vez. La vista regresará a ti
deslumbrada y exhausta.
Qur’an 67 – al Mulk
Pero cuando el hombre intenta crear un mundo ficticio utilizando su tecnología, enseguida tiene fallos, contradicciones… que crean un gran malestar en la gente, que generan angustia, confusión, oscuridad:
… Pero los protectores de los encubridores son los taghut. Los sacan de la luz
y los llevan a las tinieblas.
Qur-an 2 – al Baqarah
Esta perfección y misericordia en el Entramado Divino, y la inconsistencia y tiranía del entramado de los taghut, las vamos a ver representadas en los principios que los definen.
Cuando observamos atentamente el Entramado Divino, el primer principio rector que descubrimos –es la gratuidad. Todo lo que Allah el Altísimo ofrece al hombre para su manutención, como energía, como adorno, como bienestar… es gratuito:
(33) Tienen un signo en la tierra muerta a la que vivificamos y de la que hacemos que crezcan cereales de los que se alimentan. (34) Hemos puesto en ella campos de palmeras y vides, y hemos hecho que de ella nacieran manantiales (35) para que pudieran comer de lo que no han trabajado sus manos. ¿Es que no van a agradecer?
Qur-an 36 – Ya Sin
Cae la lluvia y crecen todo tipo de plantas, de verduras, de legumbres, de hortalizas; los caballos pastan salvajes en las praderas; las abejas fabrican deliciosa miel para nosotros; el viento sopla y mueve los barcos que surcan las aguas; el sol alumbra toda la tierra, y su luz produce la clorofila que necesitan las plantas y activa nuestras encimas para que produzcan vitaminas, y todo ello sin pasarnos ninguna factura; la luna nos alumbra durante la noche, marca los meses, activa ciertas encimas en las plantas, sin que tampoco por ello exija ningún pago. Todos estos elementos y muchos más están sometidos a la voluntad de Allah para que nos sirvan y nos beneficien, y por ninguno de ellos pagamos ningún precio.
La segunda característica de este entramado divino –es la naturalidad carente de tecnología. Nada de lo que Allah nos ofrece exige manipulación tecnológica. Los caballos corren, nos transportan y arrastran carretas sin necesidad de chips electrónicos, de combustible o de cualquier otro tipo de energía. Todo ello permite que cualquier pueblo, cualquier nación, pueda disponer de estos elementos por igual. Ningún gobierno puede apropiarse del viento o de la luz solar, ni puede impedir que las vacas den leche al ser ordeñadas. Nadie tiene el control de las mareas o de la densidad del agua. No hace falta un conocimiento especial para domar un caballo o para arar un campo con la ayuda de un buey. Esto hace que ningún país pueda ejercer el chantaje tecnológico sobre otros.
La tercera característica –es la pureza de los elementos que lo componen. Nada de aquello con lo que Allah nos provee desprende sustancias nocivas. Las heces del caballo son uno de los mejores fertilizantes que existen, y también el de las vacas. Lo que sale de sus ubres es un delicioso y nutritivo líquido, la leche. La lana de las ovejas nos proporciona un material idóneo para confeccionar todo tipo de prendas de vestir: no se electriza, abriga y no irrita la piel. De la misma forma, el algodón, teniendo parejas cualidades, es un material ideal para hacer frente al calor del verano. Las aves nos proporcionan sus plumas con las que podemos escribir y fabricar edredones, almohadas y colchones. En el mar, Allah el Altísimo ha depositado infinidad de beneficios para el hombre: alimentos en los peces; medicinas en la grasa de algunos de ellos y en las algas; y adornos en el coral y en las perlas.
El segundo entramado es el que los taghut han ido tejiendo para reemplazar al entramado divino. Sus características son justo las contrarias. En este entramado no hay gratuidad, sino que todo tiene un precio que hay que pagar. Los tomates ya no están en la mata sino embotados y perfectamente alineados en estanterías de lujosos supermercados. Ya no basta con extraerlos de la tierra, ahora hay que pagar para poder llevárnoslos a casa. Los coches no pastan alegres en verdes prados, sino que son exhibidos en elegantes concesionarios con un cartel que dice que este coche vale medio riñón, aquel un hígado y ese otro un ojo de la cara. Las perlas tampoco descansan ya en los fondos de los mares escondidas en silenciosas ostras; ahora hay que ir a buscarlas a las joyerías y pagar por un collar de estas esféricas maravillas el pulmón y parte del corazón. Nada en este entramado es gratuito y para poder adquirir los alimentos, la ropa, los medios de transporte y los adornos debemos trabajar la mayor parte de nuestra vida en trabajos que no nos incumben, con la única finalidad de poder comprar lo que el entramado de los taghut nos ofrece.
Y tampoco en este entramado hay naturalidad sino que, más bien, todo es artificial y tecnológico. Las cosas no andan por sí mismas, necesitan chips y algún tipo de combustible; pero esos chips sólo unos pocos los pueden fabricar, y sólo unos pocos tienen la tecnología necesaria para extraer y refinar el petróleo. Hay un club restringido de naciones que fabrica aviones, el resto debe comprárselos a él; pero estos aviones tienen piezas que hay que reemplazar cada cierto tiempo y que sólo las naciones de ese club pueden producir. Lo mismo sucede con los coches, pues además de necesitar tecnología hacen falta redes de distribución por todo el mundo, ya que el coste de producción es tan elevado que se necesita vender miles de coches diarios para que ese negocio sea rentable.
En el entramado de los taghut se ha sustituido el tapial, el adobe, la madera o la piedra por el cemento, los ladrillos y los bloques prefabricados. Estos materiales permiten levantar rascacielos en pocos meses haciendo muy rentable el negocio de la construcción, pero el cemento no yace como la tierra o las piedras en alguna ladera listo para ser recogido y utilizado; se necesitan sofisticadas fábricas donde producirlo basadas en una tecnología que muchos países no tienen.
En el ámbito armamentístico el monopolio que ejerce el club todavía se hace más patente. Esta situación obliga a que cientos de países no tengan, de facto, independencia alguna ni autonomía propia; dependen de las naciones de ese club para obtener las energías, los combustibles, los materiales de construcción, los medios de transporte y las armas que les permitan defenderse de posibles agresiones. Todas estas naciones dependientes deben sufrir continuas humillaciones si no quieren ser invadidas o saqueadas; deben aceptar formar parte de organizaciones internacionales en las que las naciones de ese club tienen el derecho de ejercer el veto, algo que ni los más acérrimos tiranos se han atrevido nunca a proponer. Para evitar su ira, deben pagar sus guerras, colgar a sus propios presidentes, enemistarse con sus socios económicos y aliados políticos, cerrar empresas solventes, dejar yermas gran parte de sus tierras de cultivo, abandonar la pesca en grandes zonas marítimas, permitir que las empresas de las naciones soberanas extraigan y dispongan de sus recursos naturales.
Para conseguir este dominio planetario, los taghut han ido confeccionando a lo largo de la historia este entramado tecnológico que sólo ellos conocen y controlan. Muchos musulmanes del segundo camino defienden la idea de que deberíamos desarrollar una alta tecnología que nos permitiera formar parte de ese restringido club; sin embargo, olvidan que Allah el Altísimo nos insta a competir en el bien, no en el mal; pues toda esa tecnología, todo ese entramado de los taghut rezuma veneno, contaminación, destrucción. Y esta es su tercera característica. Si caballos, vacas, bueyes y otros animales de carga y de transporte despiden por sus “tubos de escape” un sano y eficaz fertilizante, los coches, camiones, trenes o aviones, despiden por los suyos dióxido de carbono, plomo y otras sustancias venenosas que poco a poco han ido envenenando el aire y el agua. El cemento, compuesto de polvo calcáreo y de elementos químicos, es muy nocivo para la salud; al contrario que el barro o la madera, recalienta las habitaciones en verano y las enfría en invierno, despidiendo, sobre todo con el calor, sustancias que son muy dañinas para la salud. Toda la medicina está basada en los fármacos que se fabrican en laboratorios, cuando el Misericordioso ha hecho que surjan de la tierra los remedios para todas las enfermedades sin efectos secundarios.
Así pues, vemos que en el Entramado Divino todos los elementos que lo constituyen están basados en la ciencia, mientras que en el entramado de los taghut esos mismos elementos están basados en la tecnología. Y no son iguales ni significan lo mismo estos dos conceptos. La ciencia es un conocimiento que nos permite valernos de los recursos naturales para desarrollar una forma de vida que esté acorde a nuestra fitrah. La tecnología, en cambio, es un conocimiento que nos vemos obligados a utilizar para paliar un error de base. Si nos valemos de la ciencia construiremos casas de tapial –sin apenas coste, resistentes, fáciles y rápidas de construir– que nos proporcionarán, de forma automática, frescor en verano y calidez en invierno. Frente a un terremoto, podrán agrietarse, pero difícilmente se nos caerán encima. Si utilizamos la tecnología, construiremos casas de cemento que nos asfixiarán en verano, lo que nos obligará a desarrollar, a su vez, la tecnología de los aires acondicionados que tan dañinos son para la salud y para el bolsillo –alto precio de compra y de mantenimiento (consumo de electricidad). Vemos, pues, que los errores básicos sobre los que está basada la tecnología exigen otra tecnología que intente paliarlos.
Después de haber examinado los dos entramados, el divino y el de los taghut, podemos concluir que la elección que se haga de uno o de otro determinará la posición real del creyente. Si tomamos el Entramado Divino veremos en todo la Mano de Allah Todopoderoso, Su Generosidad, Su Sabiduría infinita y Su Misericordia, pues todo en él es gratuito, natural y beneficioso. Si tomamos el segundo entramado, veremos en todo la mano de los taghut, de los chamanes tecnológicos, la garra criminal de las multinacionales y de los consorcios judíos que nos evitan el tener que cultivar la tierra, o mirar constantemente a la luna para saber en qué mes estamos, o criar animales que transporten nuestras cargas o a nosotros mismos. Los taghut todopoderosos nos ofrecen tomates en lata, coches y aviones, calendarios y electricidad. Si nos adherimos al entramado de los taghut desaparecerá de nuestra visión y de nuestra comprensión de las cosas el Entramado Divino; y si nos adherimos al entramado divino, veremos claramente la manipulación que sostiene el entramado de los taghut.
Si ahora volvemos a la segunda aleya objeto del tercer apartado encontraremos el elemento decisivo a la hora de elegir el entramado en el que queremos vivir:
(22) No encontraréis a nadie que creyendo en Allah y en el Último Día sienta afecto por quien se opone a Allah y a Su Mensajero, aunque se trate de sus padres, sus hijos, sus hermanos o los de su tribu. Ha grabado la creencia en sus corazones, les apoya con un Ruh que emana de Él y les hará entrar en Jardines por cuyo suelo fluirán ríos. En ellos morarán para siempre. Allah estará satisfecho de ellos y ellos lo estarán de Él. Esos son los del partido de Allah. ¿Acaso no son los del partido de Allah los que saldrán victoriosos?
Qur-an 58 – al Muyadilah
Es decir, no sentir afinidad, no querer hacerse amigo, no tratar de ganarse el afecto, no buscar contentar a los enemigos de Allah y de Su Mensajero, a Sus oponentes, conlleva que el Altísimo grave el iman, la verdadera creencia, en nuestros corazones; y que esta creencia sea reforzada con el ruh, con la comprensión, con la objetividad de la luz divina.
Si nuestra creencia está enmallada en el entramado de los taghut seremos creyentes en los actos de adoración externos –salah, ayuno, hayy y otros- pero en nuestro corazón gobernarán los taghut haciéndonos amar a los enemigos de Allah.
¿Y quiénes son estos taghut que nos hacen amar occidente, desear ser sus amigos, complacerles en todo? ¿Quiénes son estos soldados siempre prestos a servirles? Son los ‘ulamah, los shuyuj, los líderes espirituales de hoy, con sus turbantes de quince metros bien enrollados; con sus túnicas ribeteadas con hilos dorados, con sus sotanas, con sus uniformes eclesiásticos. Llevan siglos tratando de montar su Vaticano con sus papas, sus cardenales, sus obispos y prelados. Son la nueva casta sacerdotal islámica. Darían parte de sus vísceras por visitar la Casa Blanca o el Buckingham Palace. Se emocionan cuando les invitan a dar una conferencia en Australia o en Canadá, un nuevo broche de oro para su dilatado currículo; pero si se trata de ir a Burkina Faso o a Nigeria dicen que no tienen tiempo, y añaden, con un lloriqueo bien estudiado, que en sus súplicas siempre están presentes los hermanos de África. Cada día hemos visto esta actitud. Cada hora, cada segundo, se nos ha clavado como un puñal en el corazón hasta desangrarlo. Hemos visto mil veces las grandes fiestas que se preparan para recibir a judíos norteamericanos –“Son judíos que aman a los árabes”, dicen mientras se fotografían con ellos. Hemos oído a sus invitados musulmanes que viven en occidente hablar de libertad, pero cuando les preguntabas por qué iban tan bien afeitados decían que la barba la llevaban en el corazón. Han lanzado sus buitres contra los creyentes que no sienten afecto por los enemigos de Allah y les han destrozado las carnes, y después han enviado a otro tipo de buitres que han roto y pulverizado sus huesos; y cuando estos creyentes gritaban –“¡Ya estamos muertos!” han enviado a sus expertos para que disuelvan sus almas en el ácido del odio.
Estos grandes ‘ulamah son los que han metido al Islam en la “academia”, la gran institución judía que controla el conocimiento a través de sus universidades, de sus institutos, de sus publicaciones, de sus títulos académicos. Se llaman a sí mismos doctores, y han puesto su honor en tener un certificado expedido por la academia a través de alguna de sus instituciones en algún país occidental. “He terminado un máster en la Sorbonne y ahora preparo un doctorado en la Columbia University” dicen con orgullo; después les harán presidentes de alguna Asociación Musulmana para el Diálogo Interreligioso. “¿Qué piensas de esos musulmanes con barba que detestan a occidente y se sientan a estudiar con maestros que no tienen titulación académica, que no acuden a los encuentros interreligiosos ni a los concursos de Qur-an?” “Yo los llamo el cáncer del Islam, la fracción radical que impide que occidente nos acepte plenamente y sin reservas.” “Decididamente, hermano, el puesto es tuyo.”
¿Cómo salir de todo esto?
¿Cómo entrar en la órbita celeste?
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(22) No encontraréis a nadie que creyendo en Allah y en el Último Día sienta afecto por quien se opone a Allah y a Su Mensajero, aunque se trate de sus padres, sus hijos, sus hermanos o los de su tribu. Ha grabado la creencia en sus corazones…
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De esta forma, Allah protege a los que creen; los saca de las tinieblas y los lleva a la Luz. Es hora, pues, de creer como creen los creyentes.
Cuando un ser humano lleva a cabo esa búsqueda, esa desesperada búsqueda, y encuentra a su Creador, y sale de las tinieblas para ir a la luz, a la objetividad de Allah el Altísimo… ese corazón es lo más grande de la creación, el culmen del proyecto divino. Ante ese corazón se postraron y se postran los ángeles, le sirvieron y le sirven, le arroparon y le arropan. Sin embargo, cuando ese creyente en el que el Misericordioso ha grabado el iman entra en contacto con los despóticos ‘ulamah, con los chamánicos shuyuh, con los líderes musulmanes siempre a los pies del occidente judío, siempre prestos para servirles… todo su ser se derrite en la confusión; todas sus ansias de verdad quedan aplastadas en el muro de la hipocresía; su sed de conocimiento se ahoga en la más barroca de las ignorancias; su deseo de humildad y de adecuar su vida a la del Profeta (s.a.s), a la de su familia y Compañeros, tendrá ahora que escalar las inexpugnables montañas de la soberbia, del lujo, de las apariencias.
Y este creyente, este corazón sangrante, le pide a Allah Todopoderoso que le dé luz, más luz; que le dé guía, más guía para poder salir de ese bosque encantado, para poder librarse de todas esas trampas que se tienden a su paso por doquier.
En esa soledad, la más terrible de todas, el creyente se aferra a la cuerda de Allah, y Allah le envía un ruh procedente de Él, una comprensión, una luz, Su objetividad… pero también Su reconfortante complacencia.
Es hora, pues, de creer como creen los creyentes. Y ese es el gran triunfo.