Dentro del mundo del satanismo en el Reino Unido

Mientras la tranquila ciudad de Bungay, en Suffolk, se revela como la capital que adora al diablo, los líderes de los grupos satánicos informan de un aumento del 200% en la membresía en los últimos cinco años a medida que los jóvenes se desilusionan cada vez más de las religiones «obsoletas».

Harry Howard para Mail on Line

Esta semana hemos sabido que la antigua ciudad de Bungay en Suffolk se ha convertido en el centro de los adoradores de Satanás en el Reino Unido. Los números del censo de 2021 muestran que uno de cada 120 habitantes de esta localidad respondió ‘Satanismo’ cuando se le preguntó sobre su religión, 100 veces el promedio nacional. Pero no es solo en Bungay donde la adoración al diablo es popular. Un número creciente de jóvenes se están uniendo a grupos satánicos en Gran Bretaña después de desilusionarse con las religiones tradicionales que consideran obsoletas.

Leopold, co-líder de la principal organización del Reino Unido, Global Order of Satan UK, afirmó que ha habido un aumento del 200 por ciento en la membresía en los últimos cinco años. Hablando con el Telegraph el mes pasado, el empresario de pompas fúnebres con sede en Londres mencionó dos razones principales del aumento del satanismo. Una, la disminución de la popularidad de las «religiones dogmáticas tradicionales» y un «movimiento hacia la autoidentificación y la autorrealización». Según él, los jóvenes se están alejando cada vez más de lo que llamó «puntos de vista increíblemente obsoletos, muy obviamente sofocantes».

En contraste con la descripción popular del Diablo como la personificación del mal, la Orden Global de Satanás insiste en que ésta ha sido ‘tergiversada’. Es su sitio web afirman: ‘El satanismo se basa en la autosuficiencia y el cuidado, la responsabilidad y la compasión. El satanismo se basa en uno mismo y en la realización del trabajo de Satanás con la humanidad. Este trabajo se hace cuando damos voz a los que no tienen voz; cuando desafiamos el autoritarismo y la injusticia; en los actos de compasión y la práctica de la empatía; y cuando buscamos la verdad y el conocimiento. No solo el conocimiento contenido en las palabras escritas, sino también el conocimiento de uno mismo. Es a través del amor propio y de la práctica vigilante del cuidado propio como nos encontramos en condiciones de dar libremente a los demás; con facilidad y sin expectativas. Porque la virtud de la compasión abrirá las puertas del infierno y nos hará completos’. El grupo también insiste en que están en contra de ‘todas las formas de intolerancia’, incluidas la homofobia y la transfobia.

Y a pesar del nombre de su organización, insisten en que no creen en la existencia de Satanás, sino que son ateos. Dicen que esto significa ‘sin dios, sin demonios, sin ángeles, sin fantasmas (sagrados o no) y sin diablo’.

Afirman que la razón por la que todavía se llaman satánicos es porque el diablo, descrito como un ángel caído en la Biblia, fue el ‘primero en hablar y expresar una pregunta racional a un Dios autoritario que exigía obediencia ciega’.

Agregan que siguen las ‘lecciones’ de la descripción del diablo en los textos religiosos, que supuestamente incluyen ‘la importancia del disenso, la investigación racional, la autoevaluación vigilante’ y la ‘lucha continua por la justicia’.

Según los datos del censo reciente, el número de satanistas en Inglaterra y Gales se ha más que duplicado entre 2011 y 2021: de 1893 en 2011 a 5054 en 2021. El mayor número de satanistas se encuentra en el sureste, con un aumento del 165 por ciento, según el último censo.

En 2019, las ovejas fueron apuñaladas y marcadas con estrellas de cinco puntas en el pueblo de Bramshaw, Hampshire, lo que generó temores de que los ataques pudieran haber sido obra de satanistas. Luego, a fines del año pasado, los feligreses de la iglesia local encontraron un gato colgando ‘horriblemente’ de una asta de la bandera. A esto siguió al descubrimiento de un zorro muerto en el umbral de la Iglesia de San Pedro en Bramshaw. El vicario de la iglesia, el reverendo David Bacon, dijo que no estaba seguro de quién estaba detrás de estos actos, y que podría ser gente simplemente «enojada con el mundo» o que podría ser un elemento de brujería. ‘No tenemos idea de quién estaba detrás de esto. ¿Están simplemente enojados con la vida en general, o contra la iglesia, o está relacionado con la brujería? No puedo decir’, dijo.

Por su parte, la Orden Global de Satanás del Reino Unido ha comunicado que no practican el sacrificio de animales y que no están asociados de ninguna manera con la matanza o el abuso de animales.

SONDAS: El satanismo no es una novedad, ni tampoco se trata de uno de esos atropellos a la razón con los que a menudo nos sorprende la cultura «woke», la cultura de los progres. Antes bien, se trata de un fenómeno chamánico que no ha dejado de acompañar a la civilización occidental judeo-cristiana.

La fascinación que ejerce este personaje, poseedor de muchos nombres –Satanás, el Demonio, el Diablo, Lucifer… Shaytán– se debe en gran medida a las falsas transmisiones que se han ido infiltrando en el Antiguo y el Nuevo Testamento, empañando la cosmología profética.

En el caso de los grupos satánicos que se mencionan en el artículo, no reivindican a este personaje en cuanto que objeto de adoración, pues ni siquiera piensan que exista. Como reconoce Leopold, más bien se trata de un símbolo –el símbolo de una entidad ficticia que se enfrentó al autoritarismo de Dios, que para ellos es otra entidad ficticia y, por lo tanto, «ese» autoritarismo tendrá que ser, como nos dicta la lógica, tan ficticio como serían en su caso Dios y Satanás.

Resulta sumamente perturbador que, a pesar de todo ello, hayan elegido el nombre «satanismo» para una organización que pretende luchar contra la injusticia y promover la realización personal y la compasión. Quizás también sea paradójico y no exento de una cierta estulticia.

Mas lo que aquí nos interesa resaltar es la idea errónea de que Satanás era un ángel caído. Se trata de una extrapolación del mito de Prometeo por parte de los escribas, que, a su vez, éste es una extrapolación de la verdadera historia transportada por el relato profético. Se habla en los textos testamentarios de la rebeldía de Lucifer, de su soberbia, pero no se dice en qué se tradujo la arrogancia satánica. Se han dado a lo largo de la historia diferentes interpretaciones al respecto, pero no son, sino elucubraciones que a veces rozan lo absurdo y lo grotesco. Lo que llama la atención es que un acontecimiento de este calibre no haya sido transmitido por la Biblia con todo lujo de detalles, ya que este Satanás es sin duda una de las piezas fundamentales del motor que mueve la historia.

Sin embargo, el verdadero relato se perdió o se encubrió en el tejemaneje que sufrió, y sigue sufriendo, el texto bíblico –algo de lo que ya nos advirtió el Corán hace 1,400 años.

No han evaluado debidamente el método que Allah ha establecido para guiar a la gente. Por ello dicen: “Allah no ha revelado nada a ningún ser humano.” Pregúntales quién entonces hizo descargar el Kitab (revelación) con el que vino Musa –luz y guía para los hombres. Lo transcribís en pergaminos, algunos de los cuales mostráis, pero la mayor parte de ellos los ocultáis. (Corán, sura 6, aleya 91)

Y de esta forma la Torá dejó de ser luz y guía para los hombres, convirtiéndose, por el contrario, en un texto cada vez más confuso y contradictorio, pues no han dejado desde entonces de añadir y omitir todo aquello que en cada momento interesaba a las castas sacerdotales judías y después –cristianas.

El caso del “ángel caído” es un ejemplo más de las falsificaciones y extrapolaciones de la mitología griega en los textos revelados (Torá e Inyil). Y ha sido este continúo proceso de añadidos y omisiones lo que ha hecho necesario el descenso de la última revelación, el Corán, portadora del mensaje profético y de las rectificaciones necesarias para entender que solo ha habido un mensaje, siempre el mismo, a través de todas las revelaciones a los profetas, y que han sido los hombres –los escribas, los sacerdotes– los que han cambiado ese mensaje sempiterno.

La verdadera historia de este enigmático personaje, de esta entidad que se ha infiltrado en la vida de los hombres, deberemos pues, buscarla en el Corán –el texto revelado que no ha sufrido alteración alguna; un texto que se mantiene hasta hoy en el mismo idioma en el que fue revelado –el árabe, el árabe puro– y cuyos significados son, por lo tanto, claros y comprensibles para todo aquél que conoce esta lengua (hoy, millones de hombres y mujeres).

Empecemos por su verdadero nombre –Iblis– que, curiosamente, no se corresponde con ninguno de los que le han ido apodando a lo largo de los siglos y adjuntemos a ese nombre su identidad:

Cuando dijimos a los malaikah (ángeles): “Servid a Adam,” todos aceptaron servirle, salvo Iblis que era de los yin. (Corán, sura 18, aleya 50)

Y los yin son la otra entidad, junto con los insan –los hombres, dotada de consciencia, y, por lo tanto, responsable de sus actos.

Veamos ahora el escenario que había en la Tierra antes de que este yin, Iblis, se rebelase contra aquello que se le ordenaba.

La Tierra estaba habitada por tres tipos diferentes de criaturas: los malaikah que habían sido asignados a este mundo –con tareas precisas; los yin –entidades conscientes creadas a partir del fuego; y los bashar –los primeros humanos que carecían de lenguaje conceptual, hecho éste que les impedía servirse de la consciencia. Por ello, en los Cielos se decide actualizar a este bashar, a este humano “incompleto”, y producir a partir de él, por intervención divina, a los insan –a la entidad hombre poseedor, éste sí, de lenguaje conceptual y de plena consciencia.

Os hemos dado preeminencia en la Tierra y facilitado el sustento. ¡Qué poco es lo que agradecéis! Os hemos producido de lo que habíamos creado antes. (Corán, sura 7, aleyas 10-11)

El hecho mismo de la “perfección” de este insan implicaba una complejidad hasta ahora nunca vista en la creación del Altísimo. Se trataba de un mecanismo tan complicado que el más mínimo desajuste podía dar al traste con su integridad. Por lo tanto, hasta consolidar este mecanismo, hacía falta que las otras dos entidades inteligentes –capaces de realizar funciones que el hombre no podía llevar a cabo– le sirviesen, le ayudasen, le enseñasen a desenvolverse en el mundo en el que había sido producido.

En un principio, los malaikah no entienden esta decisión divina, pues no ven una clara diferencia entre el bashar y el insan.

Cuando dijo tu Señor a los malaikah: “Voy a poner un sucesor en la Tierra,” dijeron: “¿Vas a poner en ella a quien siembre la corrupción y derrame sangre, siendo que nosotros declaramos Tu perfección y alabamos Tu pureza?” (Corán, sura 2, aleya 30)

Los malaikah tienen la experiencia de haber convivido con los bashar. Han sido testigos de su agresividad, de su violencia a la hora de relacionarse entre ellos y ello les lleva a albergar en su interior el deseo de ser ellos los sucesores de los bashar.

Dijo: “Yo sé lo que vosotros no sabéis.” (Corán, sura 2, aleya 30)

En realidad, se trataba de una entidad muy diferente a la de los bashar. Ésta sí podía comunicarse con su Creador, entender el universo y la finalidad de esta creación. Era capaz de admirar y agradecer a su Señor el haberle traído a la existencia. Es como si se les dijera: “Todavía no entendéis la diferencia que hay entre el insan y el bashar. Cuando la entendáis, no os resultará difícil ni penoso el servirle, el ayudarle.”

Y enseñó a Adam todos los nombres. Luego los mostró a los malaikah y les dijo: “¡Informadme de los nombres de éstos si es cierto lo que decís!” Dijeron: “¡En verdad que eres perfecto en Tus acciones y en Tu comprensión! No sabemos más de lo que Tú nos has enseñado. Posees el conocimiento y la Hikmah (sabiduría práctica).” Dijo: “¡Adam! Infórmales de sus nombres.” Cuando les hubo informado de sus nombres, exclamó: “¿No os dije que conocía el Ghaib(sistema operativo) de los Cielos y de la Tierra, lo que evidenciáis y lo que habíais estado escondiendo? (Corán, sura 2, aleyas 31-33)

Lo que habían estado escondiendo los malaikah era el deseo de ser ellos los sucesores de los bashar, pero ahora entienden que el insan –el hombre– es muy diferente del bashar. Contiene en sí mismo, en el sistema en el que ha sido creado, todas las posibilidades. Es un sistema de bloques de información que pueden activarse y desactivarse siguiendo un orden y una interacción precisos, de forma que se produzcan las configuraciones adecuadas para cada etapa, para cada estado y condición del viaje existencial.

Ya no hay duda de que esta nueva entidad merece ser apoyada.

Y cuando dijimos a los malaikah: “¡Servid.a Adam!” Todos aceptaron servirle, salvo Iblis., que renegó de lo que se le pedía que hiciera, se llenó de soberbia y fue de los encubridores. (Corán, sura 2, aleyas 34)

No hay, pues, rebeldía en los malaikah. Todos ellos aceptan servir, apoyar y proteger a Adam. Mas entre los yin está Iblis, que se niega a realizar tal encomienda, pues considera que los yin son superiores no solo a los bashar, sino también a los insan, y no está dispuesto a sufrir la humillación de tener que servirles y protegerles.

Dijo: “¿Qué te impide servirle, habiéndotelo ordenado?” Iblis replicó: “Yo soy superior a él. A mí me creaste de fuego, mientras que a él lo has creado de barro.” (Corán, sura 7, aleya 12)

Vemos, pues, que Iblis es la primera entidad inteligente en utilizar el silogismo –la trampa mortal en la que caerá la filosofía y, más tarde, la ciencia. El silogismo parte siempre de premisas subjetivas y, por lo tanto, sujetas a error, vulnerables a erróneas interpretaciones. Es lo que le sucede a Iblis. Parte de la premisa de que el fuego es superior al barro. Al ser falsa esta concepción, serán falsas todas las conclusiones que deriven de ella. El fuego no es superior al barro, ni, por lo tanto, Iblis es superior a Adam. Mas el poder de silogismo es tal que obnubila el entendimiento de quien lo produce. A poco que hubiera reflexionado Iblis sobre su posición, se habría dado cuenta de que es una absurda y aberrante impostura, pues reconocer la existencia de Dios –Creador de los Cielos y de la Tierra, de todo cuanto existe, con toda su irreductible complejidad– y al mismo tiempo hacerle presa del error, de un error tan simple como el de no saber si el fuego es superior al barro o el barro al fuego, resulta intolerable, inaceptable desde cualquier punto de vista que se mire.

Mas el silogismo no solo lleva al error al que lo propone, sino que siempre va acompañado de soberbia. Le hace pensar que él entiende la realidad tal y como es y que todo aquel, Dios incluido, que se oponga a sus premisas estará equivocado. Y será la soberbia silogística de Iblis lo que le lleve a la perdición.

Dijo: “¡Fuera de aquí! En este lugar no cabe que seas soberbio. ¡Sal de él! A partir de ahora serás despreciado y humillado. (Corán, sura 2, aleya 13)

Iblis es arrojado del ámbito en el que se va a desarrollar la actualización de los bashar en los insan y en el que se va a desarrollar la primera etapa de su vida. Sin embargo, logrará inmiscuirse en la vida de los hombres, tomando la forma del susurro, shaytan; susurro que intentará por todos los medios que el hombre se pierda y siga sus pasos –sus pasos de perdición.

No hay, pues, demonio en el sentido que le han dado judíos y cristianos. Este demonio no era un ángel caído, sino uno de los yin. Le perdió el silogismo de la misma forma que la filosofía y la ciencia no han dejado de perder al hombre. La salvación está, pues, en la obediencia, y la obediencia está fundamentada en la comprensión de que el Altísimo sabe y nosotros no sabemos. Él conoce los oculto y lo manifiesto, el sistema operativo y el sistema funcional. Mas nosotros no podemos penetrar en el sistema operativo ni comprender en su totalidad el sistema funcional. Por lo tanto, si Allah el Altísimo nos ordena una acción, una creencia, lo correcto, lo inteligente, lo propio de una entidad consciente es declarar: “Oímos y obedecemos.”

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