Putin quiere un «buen trato»: asesor de Erdogan

RT News

El presidente ruso, Vladimir Putin, quiere llegar a “un nuevo buen trato” con Occidente para borrar las humillaciones del período posterior a la Guerra Fría, dijo el sábado a la CNN un alto asesor presidencial turco. En una entrevista con la emisora ​​estadounidense, Ibrahim Kalin predijo que el conflicto de Ucrania inevitablemente terminará en un acuerdo negociado, con la única pregunta de cuándo “y cuánto daño se habrá hecho para entonces”.

Tal acuerdo irá más allá de las fronteras de Rusia y Ucrania, continuó, argumentando que lo que Putin realmente pretende hacer es renegociar el equilibrio de poder entre Moscú y Occidente, después de que una Rusia debilitada aceptara varias rondas de expansión de la OTAN como el resultado de las secuelas de la Guerra Fría.

“Entendemos que el presidente Putin quiere tener un nuevo trato, una nueva negociación”, dijo Kalin. El dignatario turco hizo referencia a los acuerdos firmados por Moscú y la OTAN a principios de la década de 1990, que incluían el Acta Fundacional OTAN-Rusia de 1997, que establecía que la alianza continuaría expandiéndose, y el Memorando de Budapest de 1994, en el que Rusia acordó no usar la fuerza contra sus vecinos –como decisiones que a Putin le gustaría rehacer.

La percepción de Putin es que la Rusia de ese día, la que firmó ese acuerdo, es decir, la Rusia de los Gorbachov y los Yeltsin, se acabó”, afirmó Kalin. “Hay una nueva Rusia, hay un nuevo mundo, hay una nueva realidad y quieren tener un nuevo trato”.

Putin declaró la semana pasada que “el colapso en curso de la hegemonía occidental es irreversible” y que “las cosas nunca volverán a ser igual”. Un mundo multipolar, dijo, brindará a las naciones no occidentales “una oportunidad para fortalecer su soberanía”. Según Kalin, “Esto pone a prueba, por supuesto, todo el orden global, el orden liberal,” añadiendo: “Hasta ahora, la respuesta ha sido la guerra por ambas partes”.

Los líderes occidentales no han indicado que tengan la intención de negociar el fin del conflicto de Ucrania en un futuro próximo. La línea oficial de Washington es que continuará canalizando armas por valor de decenas de miles de millones de dólares a Kiev “durante el tiempo que sea necesario”, y permitirá que Ucrania dicte sus términos para poner fin al conflicto.

En medio del conflicto más amplio entre Rusia y Occidente, Türkiye se ha posicionado como un intermediario, con Ankara organizando conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania en marzo que finalmente fracasaron. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pidió el jueves a ambas partes que volvieran a las negociaciones y declaró que “incluso la peor paz será mejor que la guerra”.

SONDAS: Resulta hasta cierto punto comprensible que Gorbachov vendiera a Occidente una Unión Soviética resquebrajada antes de que se derrumbase por sí misma y nadie pagase un duro por los escombros. Se puede, incluso, pasar por alto los nefastos acuerdos a los que llegó Nikita Krushchev con Kennedy. Son errores del pasado; agua que ya no mueve molino.

Mas resulta inadmisible que tras 30 años de experiencia, de comprobar una y otra vez lo que significa firmar acuerdos con Occidente, sea la nación que sea la que los firme, Putin siga pensando que tener tratos con Estados Unidos y Europa podría ser la solución no solo para Rusia, sino para el mundo entero. Se puede tropezar dos veces en la misma piedra, pero tiene que llegar un momento en el que un hombre juicioso, sensato… normal, deje de hacerlo; se dé cuenta de que es la misma piedra.

Mas tiene que haber algo en el carácter ruso que le hizo congeniar con la ideología marxista, organizar una revolución, establecer una Unión Soviética que ocupaba la mitad del mundo, para 70 años después, 70 años, no 700 años, la vendiese a saldo y ahora se encontrase la Gran Rusia arrinconada contra las cuerdas.

Sin duda que Putin quiere re-negociar el lugar que debería ocupar la Rusia post-soviética, pero esas negociaciones deberían llevarse a cabo con los rusos, con ellos mismos, y no con sus enemigos. Es Rusia la que está enferma, la que adolece de un nefasto e inexplicable complejo de inferioridad. Putin, como Gorbachov, no está echando un pulso con Estados Unidos. Está suplicando un huequecito en el tejido tercermundista en el poder vivir “a su manera”.

Putin ha tratado una y otra vez de demostrarle al mundo que Rusia es parte de Europa y, por lo tanto, parte de Occidente. Sin duda, que lo es, pero su inmenso territorio, con una población de 150 millones de habitantes, su tremenda riqueza natural, su alta tecnología militar… le impide ser aceptada como un miembro más de la Comunidad Europea. El Reino Unido y Francia saben que, si Rusia ingresase en la Unión Europea, pronto la dirigiría. Podría formar parte de Occidente en la misma línea que lo hacen Canadá, Australia o Japón, prescindiendo de una verdadera relevancia, de un verdadero poder. Mas el tamaño y la musculatura de Rusia le impiden aceptar esa posición subalterna, de segunda clase.

Por lo tanto, Putin debe abandonar la idea de configurarse como la pieza que le faltaba al rompecabezas occidental, debe salir de ese dibujo. Debe hablar al mundo desde una posición, precisamente, independiente, que actúe como contrapeso para frenar el paranoico impulso hegemonista de Occidente. Debe, pues, contraponerse, no alinearse. No puede haber otro papel para Rusia que el de ser un elemento de equilibrio.

Mas ello implicaría desarrollar un sistema económico y financiero propio, algo que tanto Rusia como China llevan años anunciando, sin llegar a ningún resultado concreto, práctico. Deben ambos países abandonar todas las instituciones “internacionales”, como la ONU, que no son, sino coartadas para lastrear su soberanía, una soberanía que deber ser impuesta por la fuerza y no por la cínica diplomacia, pues el lobo nunca dejará de ser carnívoro.

Rusia ha perdido 8 meses, 8 preciosos y decisivos meses, en la guerra de Ucrania, y ello para agradar a Occidente y a sus leguleyos internacionales. Y no es la primera vez que le ocurre. Ya ha perdido 11 años en Siria. Y se sentó a negociar los acuerdos con Irán junto a Estados Unidos, Francia y Reino Unido. ¿Cómo puede estar en la misma mesa que ellos? Rusia debería haber estado en la mesa de Irán. Mas Putin es una oveja que se siente honrada al ser devorada por los lobos, a los que ve como entidades superiores.

Todo ello nos hace predecir que, si la historia retrocediera hasta los años 1990, se volverían a firmar los mismos acuerdos y 30 años después algún Putin diría que hace falta re-negociar esos acuerdos.