Mientras PP y Vox felicitan la Pascua de Resurrección, el Gobierno celebra el Día de la Visibilidad Trans

Pedro Sánchez y sus ministros han omitido en sus redes sociales la Semana Santa, pese a que el catolicismo es la religión mayoritaria en España

Redacción de El Debate

Este domingo, se celebra la Resurrección de Cristo, comienzo de la Pascua y día fundamental para los católicos. Se trata del acontecimiento que da sentido a su fe, puesto que recuerda que Cristo no murió en la cruz y con ello acabó todo, sino que la vida venció a la muerte. A pesar de que el catolicismo es la religión mayoritaria en España, desde el Gobierno han omitido en sus redes sociales cualquier mención al respecto.

Su silencio contrasta con la rapidez con la que, en cambio, felicitan otras festividades como el Ramadán. En Navidad, por ejemplo, en los últimos años Pedro Sánchez ha evitado pronunciar la palabra y ha optado por desear unas «felices fiestas», sin simbología cristiana alguna. De lo que sí se han acordado este domingo es de conmemorar el Día de la Visibilidad Trans.

El PSOE ha retuiteado un mensaje de su secretario de Políticas LGTBI, Victor Gutiérrez, que ha señalado que hoy recuerdan «la dura realidad y la discriminación a la que se enfrentan las personas trans» y celebran «su lucha histórica». También la cuenta oficial de La Moncloa se ha hecho eco del mensaje difundido por el Ministerio de Igualdad celebrando este día: «Desde las instituciones debemos visibilizar las realidades trans y reivindicar respeto y dignidad».

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha publicado un único tuit hoy en el que afirma que «las personas trans sufren una mayor discriminación en el mundo laboral y han estado condenadas al empleo precario y a la marginación. Esto está cambiando, pero queda camino». La líder de Sumar ha tenido, sin embargo, no ha tenido ningún recuerdo para la festividad católica.

PP y Vox recuerdan la Resurrección

Por el contrario, tanto el Partido Popular como Vox han trasladado un mensaje para felicitar la Pascua de Resurrección públicamente. «Que el mensaje de esperanza que hoy se celebra guíe los pasos de los cristianos en todo el mundo», han escrito los populares en su cuenta oficial, como así también algunos de sus dirigentes, como el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida: «Madrid culmina hoy su Semana Santa. La capital de España ha vivido estos días con devoción y orgullo sus tradiciones», ha expresado.

El líder de Vox, Santiago Abascal, ha recordado, además, especialmente a todos los cristianos perseguidos en el mundo, acompañando su mensaje de una fotografía del sepulcro vacío, un tuit que ha sido compartido. También ha felicitado la Resurrección el resto de la cúpula del partido.

Además, dirigentes de ambos partidos han participado esta Semana Santa en diferentes regiones de España, como también han compartido estos días en sus redes sociales.

SONDAS: En verdad que el destino no está exento de ironía. El gobierno de Sánchez ha optado por adorar a los transgéneros –no caben ídolos más nefastos que esos. Sin embargo, hacen bien –aunque sea por rebeldía– en no participar de la “farsa santa”. Veamos por qué:

Los judíos habían logrado cambiar la Torá al traducirla al griego koiné (la llamada Biblia Septuaginta). Habían alterado la historia de la antigüedad –su geografía y su cronología (siendo Josefo uno sus grandes artífices). Habían hecho desaparecer el Inyil (el Libro revelado a Isa) y las primeras “páginas” –las de Ibrahim y las de Musa. Habían suplantado nombres e identidades… pero aún quedaban dos lugares, dos símbolos, dos testigos incorruptibles que había que eliminar u ocultar como se oculta a un muerto bajo la tierra -Mecca y la Ka’bah.

Los descendientes de Ismail permanecieron junto al Santuario, junto a la Casa, hasta la llegada del profeta Muhammad, mientras que la gente de Israil, los Banu Israil, se alejaron de allí y se desperdigaron por el mundo entero, olvidándose con el transcurso del tiempo de su verdadero origen. Buscaban la tierra prometida, el paraíso terrenal, pero no encontraron, sino esclavitud y perdición. En un momento determinado de la historia, comenzaron a buscar Sión, la Jerusalén perdida, modificando sus propios textos, cambiando los nombres y la geografía hasta hacerlos coincidir con sus aspiraciones.

Sin embargo, no lograron borrar todas las huellas, todos los indicios de esta falsificación. Y así en el Antiguo Testamento hay suficiente evidencia para probar que la verdadera Jerusalén, la originaria, es Mecca; y Sión –la Ka’bah.

A la mayoría de los investigadores les ha resultado imposible rastrear la etimología de la palabra Sión –o Zión. Sin embargo, si tomamos el término original, en árabe o siriaco “sihiun”, sin transliterarlo a ninguna lengua europea, no resultará tan difícil llegar hasta sus primeros significados. El sufijo «un» actúa como intensificador. Si añadimos «un» a una palabra, ésta queda engrandecida, magnificada. El término en sí es “sihi”o “sii” si hacemos muda la “h”. Su primera acepción es “lo más alto y lo más bajo”, y también “el lomo del caballo”. Ambos significados proyectan la imagen de un valle, una zona baja entre dos zonas altas; exactamente como el lomo del caballo, o como decir que un valle representa lo más bajo (el desfiladero) y lo más alto (las montañas). Una imagen muy acertada de la Ka’bah. Por una parte, es una torre muy alta –10 metros– lo que, sobre todo en aquella época, significaba la edificación más alta del lugar; y al mismo tiempo se encuentra en una hondonada, en un valle, por lo que resulta ser lo más bajo entre las montañas que la circundan.

Dice el profeta Ibrahim en el Corán:

¡Señor nuestro! He hecho habitar a parte de mi descendencia en un valle en el que no hay cultivos, junto a Tu Casa Inviolable. (Corán, sura 14, aleya 37)

Según el diccionario Al Lisan, “sihi” también significa “torre sobre la montaña” o “torre debajo de la cual corre agua”. Si pidiéramos a un beduino que nos describiera la Ka’bah, muy probablemente utilizaría esta misma descripción –el agua de Zamzam fluyendo hasta hoy por debajo de la Ka’bah.

Sin embargo, ya en los primeros textos del Libro de los Salmos, Zion no se refiere a la Ciudad de David, sino a la casa de Yahweh, a la “colina sagrada” de Yahweh. De esta forma, el término Zion se referiría al área del Templo o, incluso, a toda la ciudad de Jerusalén. Al mismo tiempo, Zion era un símbolo de seguridad, un lugar de refugio, especialmente para los pobres. Todos estos nombres han dado lugar a la noción de Zion como un lugar inviolable hasta el punto de que Zion permanecerá incluso después de la destrucción de Jerusalén. (The Oxford Companion to the Bible, Zion)

En esta descripción de Ben C. Ollenburger vemos que las características de Sión son las mismas que las de la Ka’bah: Es la Casa de Allah; en ella hay seguridad e inviolabilidad, y es lugar de refugio.

Y cuando hicimos de la Casa un lugar de reunión para la gente y un lugar seguro… (Corán, sura 2, aleya 125)

En verdad que la primera Casa que fue erigida para los hombres fue la de Bakka, bendita y guía para todos los mundos. En ella hay signos claros: La estación de Ibrahim; quien entre en ella, estará a salvo. (Corán, sura 3, aleyas 96-97)

Es la misma descripción con la que Isa profetiza el Hayy y los lugares santos, todo ello encubierto en el libro de Isa-ías:

Pero Sión dijo: Me dejó el Señor y se olvidó de mí.

¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide, yo nunca me olvidaré de ti.

He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros.

Tus edificadores vendrán aprisa; tus destruidores y tus asoladores saldrán de ti.

Alza tus ojos alrededor y mira: Todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice el Señor, que de todos como de vestidura de honra serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia.

Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de los moradores, y tus destruidores serán apartados lejos.

Aun los hijos de tu orfandad dirán a tus oídos: Estrecho es para mí este lugar, apártate para que yo more.

Y dirás en tu corazón: ¿Quién me engendró estos? Porque yo había sido privada de hijos y estaba sola, peregrina y desterrada; ¿Quién, pues, crió estos? He aquí, yo había sido dejada sola; ¿dónde estaban éstos?

Así dijo el Señor: He aquí yo tenderé mi mano a las naciones, y a los pueblos levantaré mi bandera y traerán en brazos a tus hijos y tus hijas serán traídas en hombros.

Reyes serán tus ayos y sus reinas tus nodrizas; con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y conocerás que yo soy Jehová, que no se avergonzarán los que esperan en mí. (Isa-ías 49:14-23)

El texto comienza con un diálogo imaginario entre la Ka’bah y Allah: “Me dejó el Señor y se olvidó de mí.” Después de haber sido el centro del Tawhid(la Unicidad de Allah) y lugar de peregrinación, quedó abandonada durante siglos y convertida en mero almacén de ídolos, pero en los versículos siguientes Allah el Altísimo le asegura que jamás se olvidará de ella, y describe cuán amada Le es y cómo es Su símbolo en este mundo. A continuación, se anuncia que los que quieren destruirla, los que quieren ocultar su verdadero significado se irán de allí. Ni judíos ni cristianos dieron a la Ka’bah ningún valor y ambos grupos ocultaron su verdadero significado –»La Casa de Allah en la Tierra», centro de peregrinación y lugar de adoración para los hombres, y ello a pesar de que fue Ibrahim quien la construyó. Hoy vemos cómo esta profecía se ha hecho realidad con la llegada del Islam, y cómo judíos y cristianos han sido expulsados de Mecca y Medina, y nunca más han podido volver a circunvalar la Ka’bah, la Casa de Allah, que durante tanto tiempo habían ocultado.

En el siguiente versículo, Allah el Altísimo le dice: “Alza tus ojos alrededor y mira: Todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice el Señor, que de todos como de vestidura de honra serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia.” Bellísimo pasaje en el que se describe la sorpresa y felicidad de la Ka’bah al verse de nuevo visitada por los creyentes venidos de todo el mundo. Si tuviéramos ante nuestros ojos una imagen de la Ka’bah desde lo alto, la veríamos vestida con un rico atuendo y circundada por miles de peregrinos vestidos de blanco que parecen ceñirla como a una novia. ¿Es esta la imagen que vemos en la Jerusalén palestina? ¿Alguna vez en su dilatada historia ha ocurrido algo así?

En el versículo 19 se refuerza esta idea recordando cómo esa Ka’bah abandonada y desierta se ha convertido en el centro de reunión de multitudes: “Ahora será estrecha por la multitud de los moradores. Y ya no habrá quién la destruya, pues éstos serán apartados lejos.” Aquí se habla de un lugar de reunión, de congregación, a donde las multitudes acudirán ahora –después de haber estado abandonado– en tal número que no cabrán en la propia ciudad. La segunda idea que nos transmite este versículo es la de que este lugar, esta ciudad nunca será destruida, ya que los que deseaban que lo fuese han sido alejados de ella.

Fuera de Mecca resulta imposible imaginar otra ciudad a la que pudiera referirse este texto. La Ka’bah fue abandonada como lugar de peregrinación y adoración durante mucho tiempo, hasta el punto de que las naciones del mundo se olvidaron de ella. Se podría pensar que Allah se había desentendido de su otrora «Casa en la Tierra», como se lamenta la propia Ka’bah; pero tras establecerse Islam en toda Arabia, Mecca volvió a ser el centro de adoración y peregrinación de antes –ahora de forma universal y multitudinaria– convirtiéndose en paradigma del concepto mismo de peregrinación. Vemos, pues, que Mecca y la Ka’bah cumplen históricamente con la descripción del versículo 19.

En el 21 se describe la sorpresa de la Ka’bah –privada de hijos, sola, desterrada– al verse rodeada de miles y miles de peregrinos: “¿Quién me engendró éstos, quién pues crió éstos, dónde estaban éstos?” Después de haber estado abandonada y como mujer estéril, vuelve a ser el centro de la Tierra, el lugar de encuentro de todos los creyentes del mundo, de todos los seguidores del verdadero monoteísmo, del verdadero Tawhid –Islam.

Y en el versículo 23 la descripción se vuelve aún más detallada y precisa: “Con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies”. ¡Sorprendente en verdad! Como si se tratara de un fotograma, se describe el acto de adoración por excelencia enseñado por todos los profetas –la postración.

A lo largo de estos diez versículos se detalla el periodo anterior al Islam –la desolación que rodeaba la Ka’bah, la conquista de Mecca y el establecimiento del Nuevo Cántico, del nuevo Dīn, Islam.

La idea de que Sión es la Ka’bah está esparcida por todo el Antiguo Testamento. En Joel 3, leemos:

Y conoceréis que yo soy Jehová, vuestro Dios, que habito en Sión, mi santo monte; y Jerusalén será santa, y extraños no pasarán más por ella. (Joel 3:17)

¿Qué ciudad podemos decir hoy que sea santa y por la que no puedan pasar extraños –es decir, extraños al Dīn que en ella se practica? ¿La Jerusalén palestina? Sólo Mecca reúne estas condiciones; sólo la Ka’bah es lugar santo al que no tienen acceso sino los creyentes purificados.

“Jerusalén” no es el nombre de la ciudad, sino uno de sus atributos. Si tomamos el término original en árabe, “orsalin”, veremos que se trata de una descripción –lugar de paz; lugar sano, santo. Este territorio purificado, esta Jerusalén, Orsalin, se encuentra en el valle de Bakka y su nombre propio es Mecca, donde vivió Ibrahim, quien junto con Ismail construyó la Ka’bah, la Casa de Allah en la Tierra. De esta forma, todo este valle se convirtió en lugar de adoración, en un lugar inviolable, al que sólo tienen acceso los creyentes que siguen el Tawhid.

En Miqueas encontramos estas reveladoras palabras:

Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos.

Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. (Miqueas 4:1-2)

Se habla aquí de los “postreros tiempos” y se dice que hacia la Casa de Allah correrán muchos pueblos y acudirán muchas naciones. ¿En qué otra ciudad, aparte de Mecca, acontece esta reunión de naciones? Al final del versículo 2 se da una noticia definitiva en cuanto a la verdadera identidad de Sión y Jerusalén: de Sión saldrá la ley y de Jerusalén la palabra de Jehová. Isa ha dado a los judíos la carta de repudio. Allah no ha roto el Pacto con Ibrahim, pero ya no enviará más profetas a los Banu Israil. Será ahora de la rama de Ismail de la que surja la Profecía. La nueva Ley, el Nuevo Cántico saldrá de Mecca y será transmitido por el último profeta –Muhammad, a quien se le ha revelado el último mensaje –el Corán.

¡Señor nuestro! He hecho habitar a parte de mi descendencia en un valle en el que no hay cultivos, junto a Tu Casa Inviolable… (Corán, sura 14, aleya 37)

Isa entró el “domingo de ramos” en la ciudad de Jerusalén, pero no en la que todos celebran, sino en Mecca, Orsalin; y circunvaló la Ka’bah como lo habían hecho los profetas antes de él, y los creyentes. En el Nombre de Allah divorció a la casta sacerdotal judía y anunció la llegada de Ahmad, y con él del último cántico –Islam.

¡Qué terrible ironía para los judíos! Han creado el movimiento sionista para reivindicar una tierra que nunca ha sido la suya, perdiendo de esta forma para siempre su origen y su conexión con el Relato Profético.