El equipo Biden podría responder al incendio de Maui declarando una “emergencia climática” similar a una pandemia

Redacción de World Tribune

En una entrevista con el Weather Channel a principios de este mes, Joe Biden dijo que su equipo está “preparando al ejército” para “lidiar con las cuestiones climáticas”. Lo que eso implica, advirtió un grupo de expertos en políticas públicas, es que el Equipo Biden declare una “emergencia climática” para que el gobierno federal se otorgue amplios poderes para “salvar el planeta” del “calentamiento global”. “Hay señales” de que la administración Biden declare una “emergencia climática” que implicaría “racionamiento de gasolina, restricciones en el uso de electricidad y límites a los viajes aéreos”, informó el Heartland Institute el 11 de agosto. Aunque muchos meteorólogos y ecologistas afirman que el cambio climático no tuvo nada que ver con el incendio de Maui, el equipo Biden lo utilizará en parte como justificación para declarar una “emergencia climática”, afirman los críticos.

Los demócratas se apresuraron a achacar el devastador incendio de Maui al cambio climático. El gobernador demócrata de Hawái, Joshua Green, afirmó: “Ese nivel de destrucción, y un huracán de fuego, algo nuevo para nosotros en esta era de calentamiento global, fue la razón fundamental por la que tanta gente hay muerto”. La representante demócrata de Missouri, Cori Bush, tuiteó: “Se me rompe el corazón al escuchar la devastación en Maui. La crisis climática está aquí y está matando. Es hora de que el Presidente declare emergencia climática”. La representante demócrata de California Barbara Lee tuiteó: “El clima está en crisis y eso no se debate. Debemos declarar emergencia climática y actuar antes de que se pierdan más vidas”.

Los representantes de la industria energética temen que el equipo Biden esté planeando declarar emergencia climática similar a la de la pandemia. «Se están inclinando en esa dirección», dijo a Just the News el presidente de la Asociación de Petróleo y Gas de Estados Unidos, Tim Stewart. «Si se conceden estos poderes de emergencia al presidente, será como ocurrió con la pandemia del Covid».

Una declaración de “emergencia climática” podría otorgar a Biden y a los demócratas “una autoridad enorme, fuera de todo control, para cerrar el país, desde las comunicaciones hasta la infraestructura”, advierte Stewart. “Literalmente pueden hacer exactamente lo que hicieron durante la pandemia Covid. Realmente debemos prestar atención a eso porque ese poder podría extenderse indefinidamente hasta que termine la ‘emergencia climática’, y quién sabe cuándo sería”.

Estas advertencias se producen después de que apareciera un vídeo de un panel de debate del FEM en el que Nicole Schwab, la hija de Klaus Schwab, el fundador del Foro Económico Mundial (FEM), afirmase que se avecinaban “confinamientos climáticos”, como informó Slay News, añadiendo que las restricciones tiránicas durante la pandemia de Covid sirvieron como precursoras de los próximos “confinamientos climáticos”. Según Nicole Schwab, Covid fue una “tremenda oportunidad” para probar cómo el público cumpliría con medidas autoritarias que podrían usarse para marcar el comienzo de la agenda del “Gran Reinicio” del FEM.

Mientras tanto, incluso con la creciente evidencia de que el incendio forestal de Maui no fue causado por el cambio climático, ¿por qué los medios más influyentes continúan profundizando en esta narrativa? “Se les paga por hacerlo”, responde Anthony Watts, señalando que The Associated Press a principios de 2022 anunció haber recibido una subvención de más de un millón de dólares “para contratar escritores que hablasen específicamente sobre el cambio climático”. “Y he visto una y otra vez que The Associated Press está cumpliendo con esa misión,» añadió Watts.

Anthony Watts, investigador principal del Heartland Institute y meteorólogo desde hace 45 años, afirma que en el incendio de Maui están en juego muchos factores que no están relacionados con una crisis climática. «Hawái es uno de los estados más propensos a los incendios debido a su topografía», dijo Watts. «Los vientos alisios arrojan humedad en el lado este de la isla de Maui, y cuando el aire pasa sobre las montañas y baja por el otro lado, se seca y se calienta». Watts señaló también que los campos de Maui solían ser ricos en plantaciones de caña de azúcar antes de que los habitantes de Maui dejaran de procesar este cultivo. La última cosecha se recogió en 2016. Los campos de caña de azúcar desatendidos fueron superados por pasto seco y fácilmente inflamable. “Entonces lo que pasó es que tenemos una combinación de vegetación nativa, que es muy inflamable y seca, y fuertes vientos que van de este a oeste. Nadie podría haber hecho nada al respecto una vez que comenzó el incendio. Fue simplemente una tormenta perfecta de factores coincidentes, a diferencia del cambio climático”, dijo Watts.

Clay Trauernicht, profesor de la Universidad de Hawaii en Manoa y especialista en ecología de incendios, estuvo de acuerdo: “Echarle la culpa al tiempo y al clima es engañoso. El problema de los incendios en Hawái se debe a las vastas áreas de pastizales no nativos no gestionados, producto de décadas de agricultura en declive”.

La declaración de emergencia del Equipo Biden también permitiría al gobierno imponer límites al consumo de carne y lácteos para cumplir con los objetivos “Net Zero” de la agenda verde globalista, señaló el Heartland Institute, añadiendo que la administración Biden ha estado cooperando con las Naciones Unidas para preparar estas autoritarias restricciones. De hecho, el sitio web de la ONU acaba de actualizarse con una nueva página sobre “emergencia climática” y a finales del mes pasado, el Secretario General de la ONU, António Guterres, proclamó: “La Tierra es irrespirable. El calor es insoportable y el nivel de ganancias de los combustibles fósiles y la inacción climática es inaceptable. La era del calentamiento global ha terminado”, declaró Guterres. «Ha llegado la era de la ebullición global”.

SONDAS: Podría estar aquí el cabo que, al tirar de él, desmadejase el embarullado ovillo con el que se ha envuelto en los últimos años los elementos de un apocalipsis largamente anunciado. Y este cabo se llama «emergencia climática».

Se estaban acumulando numerosos enigmas en los últimos años, lo que proyectaba un futuro incierto e inquietante. Seguía pendiendo de nuestras cabezas la espada de la pandemia, pues al tiempo que se anunciaba el final del Covid-19, se repetía una y otra vez que nuevos virus ya estaban de camino –un caso aquí, dos casos allá… El mensaje era claro: no había que bajar la guardia ni tirar las mascarillas a la basura.

Mas ahora el panorama es mucho más amplio –pandemias incipientes y virulentas, catástrofes climáticas, explosiones nucleares, ataques de extraterrestres… Parece incuestionable la declaración «global» del estado de emergencia.

Y aquí, como de costumbre, se están matando varios pájaros de un tiro. Fijémonos si no, en la situación política que viven los Estados Unidos, con unas elecciones presidenciales pisándoles los talones y sin candidatos creíbles tanto en el lado demócrata como en el republicano. En el 2020 se falsificaron los datos y Biden se hizo con la presidencia. Todos lo sabemos y todos lo saben. Mas en 2024 resultaría imposible repetir este fraude. Y, sin embargo, los demócratas no tienen otro candidato que el alzheimérico Biden –alzheimérico y delincuente. El propio ex fiscal general de Ucrania ratificó las acusaciones de corrupción que incluyen sobornos, chantaje y cientos de millones de dólares conseguidos por la familia Biden a cambio de favores presidenciales.

Por otra parte, el Deep State no puede permitir que ganen los republicanos –una formación política que está en contra de las vacunas, de la guerra de Ucrania; que no apoya la farsa del cambio climático ni el reinicio 2030. ¿Qué hacer entonces?

La respuesta la tenemos en el mismo cabo del ovillo que hemos encontrado. Si se declarase el estado de emergencia en Estados Unidos, las elecciones presidenciales se suspenderían indefinidamente y ya no harían falta ni fraudes electorales ni improvisados candidatos.

Obviamente, el asunto no se limitaría a Estados Unidos. Casi simultáneamente Reino Unido y Alemania también declararían estado de emergencia; y de forma paulatina –el resto de las naciones, como ya hicieran en la pandemia.

El Gran Reinicio debemos entenderlo, más allá de todo eufemismo, como el gran ataque a la diversidad, a la individualidad… a la libertad. El Gran Reinicio implica, ante todo, confinamiento, ruptura de relaciones sociales, comida sintética… despoblación. En realidad, nos han estado preparando para este momento desde la Segunda Guerra Mundial. Todos pensábamos que vivíamos en el paraíso. En 2030 entenderemos que durante todos estos años nos hemos estado preparando para caer en el infierno.

En 2022 se declararon 390 incendios en fábricas de reciclaje

En 2022 los incendios en instalaciones de residuos y reciclaje alcanzaron un máximo histórico de 390 incidentes en Estados Unidos y Canadá, según datos de Fire Rover, una empresa de sistemas de extinción de incendios. Tan sólo en los primeros 17 días de agosto se han producido al menos 9 incendios en plantas de reciclaje. ¿Qué los causó? Las baterías de iones de litio son sólo una de las teorías no probadas.

Incendios registrados en plantas de reciclaje este mes:

• 1 de agosto: Vinton, Texas

• 3 de agosto: Jacksonville, Florida

• 6 de agosto: Albuquerque, Nuevo México

• 9 de agosto: Oakland, California

• 11 de agosto: Brockton, Massachusetts

• 11 de agosto: Houston, Texas

• 12 de agosto: Glendale, Arizona

• 12 de agosto: Boston, Massachusetts

• 16 de agosto: Pensacola, Florida

El 8 de abril, se ordenó la evacuación de más de 2.000 personas de una ciudad de Indiana después de que se produjera un incendio masivo en una planta de reciclaje. Las autoridades emitieron una orden de evacuación para todos aquellos que se encuentren dentro de un radio de media milla del incendio en la planta de Richmond, a unas 30 millas al oeste de Dayton, Ohio. Las escuelas locales cancelaron todas las actividades al aire libre. «El humo es definitivamente tóxico», dijo a Fox 59 Steve Jones, el jefe de bomberos del estado de Indiana. «Este incendio arderá durante unos días».

En 2022, los incendios en instalaciones de residuos y reciclaje causaron 56 lesiones y 2 muertes, dijo Ryan Fogelman, socio de Fire Rover, durante un seminario web organizado por la Asociación Nacional de Residuos y Reciclaje. Los riesgos de incendio siempre han existido en las plantas, pero ¿a qué se debe el importante aumento de incidentes en los últimos años?

Las baterías de iones de litio son un buen punto de partida, afirman los analistas. Las baterías representan un riesgo de incendio cada vez mayor debido a su tendencia a encenderse cuando se aplastan o doblan. En un análisis del 15 de agosto, el columnista de WorldTribune.com Stephen Moore señaló que el Departamento de Bomberos de Nueva York ha informado de 108 incendios de baterías de iones de litio en la ciudad de Nueva York en lo que va del año, que han herido a 66 personas y han matado a 13. Según el comisionado del FDNY Laura Kavanagh, “No es que haya una pequeña cantidad de fuego. El vehículo literalmente explota”. El incendio resultante es «muy difícil de extinguir y, por tanto, especialmente peligroso».

El año pasado hubo más de 200 incendios provocados por baterías de bicicletas eléctricas, vehículos eléctricos y otros dispositivos en la ciudad de Nueva York. «Estamos empezando a ver algunos incendios realmente graves relacionados con baterías de iones de litio», dijo Fogelman de Fire Rover. A modo de ejemplo, los operadores de la Estación Central de Transferencia del Condado de Seminole en Florida, que experimentó un incendio en diciembre de 2022 que causó daños por casi 500.000 dólares, dijeron a la estación de noticias local WESH que el incendio probablemente fue causado por baterías de iones de litio.

Sin embargo, los hay que señalan razones más nefastas. Los incendios de las plantas de reciclaje “presentan una oportunidad perfecta para que los globalistas y despoblacionistas liberen toxinas a la atmósfera”, escribió JD Rucker para el Discern Report el 16 de agosto. “Esto es especulación sin ninguna evidencia, pero hipotéticamente: «Si quisieran liberar ciertas sustancias químicas a la atmósfera inferior, las plantas de reciclaje para propagar incendios de costa a costa les ofrecerían las mejores cortinas de humo –literalmente– para ocultar sus planes». Después de todo, añadió Rucker, “no pueden seguir por mucho tiempo descarrilando trenes que llevan material tóxico o alguien podría sospechar”.

SONDAS: No cabe duda de que los incendios industriales son inevitables. Mas no podemos por menos de preguntarnos por qué no tienen lugar este tipo de incidentes, y con esta alarmante frecuencia, en Bulgaria, en Hungría, en China, en India, en Polonia, en Francia o en Bélgica… ¿Por qué solamente en Estados Unidos y Reino Unido descarrilan trenes con materiales tóxicos, aparecen nuevos virus, se queman fábricas en las que se procesan alimentos y ocurren todo tipo de catástrofes?

La ecuación es muy sencilla y se viene repitiendo insistentemente a lo largo de la historia. Recordemos el caso Nerón –incendió Roma para justificar la matanza de cristianos. Y sin ir más lejos, ahí está el Maine, Pearl Harbour, 11 de septiembre, armas de destrucción masiva iraquíes… Mas ahora se trata de un cambio radical en los sistemas políticos, económicos y financieros de todo el mundo. Y para que estos cambios puedan ser tolerados por las sociedades hacen falta todo tipo de catástrofes –generalmente inventadas, fabricadas– para que la gente acepte cualquier nueva situación.

Mas no son los desastres los que puedan por sí mismos justificar una transformación global que cambie todos los sistemas conocidos. Lo que estos desastres provocan es la implantación del estado de emergencia, que a su vez significa la suspensión de todas las leyes existentes y la promulgación de nuevas disposiciones que vayan pavimentando el camino hacia esa nueva humanidad.

En el libro de Ayn Rand, «Atlas Shrugged», un grupo de empresarios norteamericanos está adquiriendo un tremendo poder económico y estratégico –controlan la extracción de buena parte de las materias primas, el transporte terrestre y marítimo, así como la producción de nuevos materiales que podrían dar al traste con los tradicionales, creando una enorme dependencia de las industrias a esos nuevos productos que han sido originados por empresas privadas. Ante esta situación, alarmante para un gobierno que intenta controlar las actividades económicas y políticas de la sociedad, el presidente declara el estado de emergencia. Ahora es él quien dicta las leyes sin que haga falta que el Congreso las ratifique. Y su primera disposición es que ningún individuo, ningún consorcio, puede tener más de una empresa. El resto deberán entregarlas, donarlas, traspasarlas a personas que las gestionen mientras dure el estado de emergencia. Obviamente, siempre habrá causas –reales o fabricadas– que justifiquen la prolongación –indefinida– de esta emergencia.

El país se irá empobreciendo, pues la economía no puede ser gestionada por funcionarios. Aumentará el paro, la delincuencia, el paulatino derrumbe de las infraestructuras… hasta que se haga necesaria la intervención directa del ejército y de la policía –una dictadura global, planetaria, cuyo origen ya todos han olvidado.

Sin embargo, este dantesco escenario necesita numerosas fases antes de completarse, fases destructivas, incendiarias, pandémicas; fases que todavía no imaginamos, pero que ya están inscritas en su Agenda.