La OMS está desconcertada por la baja tasa de infección por Covid en África

Redacción de World Tribune

Menos del 6% de la población de África ha recibido el pinchazo de Covid. Sin embargo, al continente le ha ido mucho mejor que a los países con altas tasas de inyección.

Una encuesta reciente a gran escala en Uganda encontró que Covid ya no es ni siquiera un problema clínico.

Se dice que los señores supremos en la Organización Mundial de la Salud (OMS) están «desconcertados» en cuanto a la razón de esta insólita situación que se da en África.

Por supuesto, están “ignorando por completo los datos que muestran que cuantas más vacunas de Covid reciba una población, mayor será su riesgo de contraerlo y terminar en el hospital”, señaló el Dr. Joseph Mercola en su análisis del 12 de enero.

Los investigadores advirtieron durante el año pasado que las inyecciones de Covid “parecen estar desregulando y de hecho destruyendo el sistema inmunológico de las personas, dejándolos vulnerables no solo al Covid sino también a otras infecciones”, escribió Mercola. “Es lógico, entonces, que África, con su baja tasa de inyección, no se vea afectada por los casos de Covid provocados por sistemas inmunológicos disfuncionales”.

Aunque la ciencia lo tiene justo delante de sus microscopios, la OMS sigue pidiendo a todas las naciones que administren las vacunas contra el Covid al menos al 70 % de sus poblaciones, advirtiendo que los países en desarrollo corren un grave riesgo debido a las bajas tasas de vacunación.

“Las declaraciones hechas por la OMS contradicen una serie de situaciones del mundo real. Para empezar, mientras que las naciones desarrolladas con altas tasas de pinchazos lucharon contra el Covid-19 durante gran parte de 2021 y 2022, África ha evitado este destino, a pesar de que su tasa de pinchazos tiene solamente un dígito”, señaló Mercola.

Según afirma, las variantes del virus “se han vuelto más leves (menos patógenas) con cada iteración, aunque más infecciosas (es decir, se propagan más fácilmente). Entonces, ¿por qué la OMS está preocupada por «el riesgo de que nuevas variantes creen grandes olas de enfermedades graves y muertes en poblaciones con baja cobertura de vacunación»? ¿En qué se basa ese ‘riesgo’?

Y, continúa Mercola, “dado que la infección por Covid sigue siendo más leve y ha tenido una letalidad igual o menor que la gripe y catarros desde mediados de 2020, ¿por qué sigue siendo una ‘prioridad crucial’ acelerar la entrega de tratamientos contra esta enfermedad?”

John Campbell, un profesor de enfermería jubilado, llamó la atención sobre las contradicciones entre las directivas de la OMS sobre la necesidad de vacunas contra el Covid en África y la situación real sobre el terreno.

Campbell citó una encuesta a gran escala realizada por una agencia de salud en Uganda, que entrevistó a médicos, enfermeras y funcionarios médicos en todo el país, que afirman que “básicamente, ya no ven casos de Covid”.

Los ugandeses no se vacunan y tampoco se hacen las pruebas de Covid.

El gobierno de Uganda ha dejado incluso publicar las pautas de Covid.

“Desde su perspectiva, la pandemia ha terminado. El mismo sentimiento también parece común en otros países africanos. Dada la situación sobre el terreno, ¿es realmente una necesidad apremiante tratar a 30 millones de personas en Uganda contra una enfermedad de la que no se enferman?”

SONDAS: El planteamiento que hagamos al tratar el tema del Covid-19 debe ser aún más radical, más discriminatorio y más divisorio que las críticas de Mercola a la OMS. Ya no tienen ningún valor las insinuaciones ni las preguntas que muestran una continua contradicción en los comunicados de esta organización que ya podemos calificar de criminal.

Se trata, pues, de separar la falsedad de la realidad. Y la realidad es que no ha habido ni hay pandemia. No hay Covid-19. Hay enfermedades –cada vez más extrañas– provocadas en gran medida por la nefasta forma de vida que se originó en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y que poco a poco se ha ido propagando por el resto del mundo sin que la OMS haya declarado la pandemia del fast food, más correctamente llamada comida basura.

Tampoco le ha causado preocupación a la OMS la manipulación genética de los alimentos, la introducción de hormonas en los animales de ganado, la «fabricación» de pollos en infames fábricas, en las que en 15 días ya están listos para el consumo. Menos aún le ha causado inquietud la comida enlatada que siempre va acompañado de conservantes, antioxidantes, colorantes, endulzantes… y otras substancias que contienen minúsculas partículas de mercurio –uno de los «venenos» permitidos que más enfermedades está causando.

Mas la segunda parte, la más importante, del planteamiento radical que debemos hacer es la exposición de las causas que están llevando a la OMS a un torbellino de mentiras para apoyar la narrativa del poder. Todas las causas que hallemos en este sentido irán a parar a la causa fundamental, al objetivo prioritario –control absoluto de la humanidad. Y este control se quiere establecer a cualquier precio.

Y lo que hace la pandemia, entre otros efectos, es el de acostumbrarnos a ser manipulados, y a que esta manipulación se convierta en nuestra normalidad. Ya es normal llevar mascarillas, distanciarnos al menos 2 metros de nuestros semejantes, no visitar a nuestros amigos y familiares, no desplazarnos, no viajar, quedarnos en casa bebiendo alcohol, tomando drogas o suicidándonos… Todo eso es lo que ahora configura nuestra rutina diaria.

Y esta total aceptación de una normalidad aberrante y anómala actuará como un dispositivo que nos catapulte a medidas aún más aberrantes y anómalas. Pronto las veremos. Pronto serán obligatorias.