Discovery Institute Press, 2020, Seattle
Evidencia del diseño inteligente en el origen de la vida (Stephen C. Meyer)
Es una incoherente realidad el que muchos simplemente se nieguen a considerar la hipótesis del diseño porque no se pueda calificar como «científica». Tales críticos exponen un extra-principio probatorio conocido como naturalismo metodológico. El naturalismo afirma que, por definición, para que una hipótesis, teoría o explicación pueda ser calificada de «científica», debe invocar sólo entidades naturalistas o materialistas. Según esta definición, alegan los críticos, la hipótesis del diseño inteligente no es admisible. Sin embargo, incluso si se acepta esta definición, no significa que algunas hipótesis no-científicas o metafísicas no puedan constituir una explicación mejor, más causalmente adecuada. En este capítulo argumento que, cualquiera que sea su clasificación, la hipótesis del diseño inteligente sí constituye una mejor explicación para el origen de la información biológica especificada que la de sus rivales materialistas o naturalistas. El hecho de calificar a un argumento de metafísico no lo descalifica.
En cualquier caso, en estos momentos el naturalismo metodológico carece ya de justificación como definición normativa de la ciencia. En primer lugar, los intentos de justificar el naturalismo metodológico según los criterios de demarcación metafísicamente neutrales han fallado. En segundo lugar, aceptar el naturalismo como principio normativo para toda la ciencia tiene un efecto negativo sobre la práctica de ciertas disciplinas científicas, especialmente las ciencias históricas. En la investigación del origen de la vida, por ejemplo, el naturalismo restringe artificialmente la investigación e impide que los científicos busquen hipótesis que puedan proporcionar explicaciones mejores y más causalmente adecuadas. Para que su labor sea realmente una búsqueda de la verdad, la pregunta que se deberían hacer no es “¿Qué escenario materialista te parece el más adecuado? sino más bien «¿Qué es lo que causó realmente que la vida surgiera en la Tierra?» Claramente, una posible respuesta a esta última pregunta es esta: “La vida fue diseñada por un agente inteligente que existió antes del advenimiento de los humanos.” Si uno acepta el naturalismo metodológico como normativa, a los científicos se les impide considerar la hipótesis del diseño inteligente como aceptable. Esta lógica excluyente disminuye la importancia de cualquier reivindicación sobre la superioridad teórica de las hipótesis contrarias a la del diseño y plantea la posibilidad de que la mejor explicación «científica» (según la definición del naturalismo metodológico) puede no ser, de hecho, la mejor.
Como muchos historiadores y filósofos de la ciencia reconocen ahora, la evaluación de la teoría es una empresa inherentemente comparativa. Las teorías que logran aceptación en competiciones restringidas artificialmente no pueden mantener que sean «muy probablemente ciertas» ni «más empíricamente adecuadas». En el mejor de los casos, tales teorías pueden ser consideradas como “las más probablemente verdaderas o adecuadas entre un conjunto artificialmente limitado de opciones”. Un abrirse a la hipótesis del diseño inteligente parecería necesario, por lo tanto, para cualquier biología histórica racional –esto es, para alguien que busca la verdad sin poner limitaciones a esta búsqueda. Una biología histórica comprometida a seguir la evidencia dondequiera que conduzca no excluirá hipótesis a priori sobre las bases metafísicas. En cambio, empleará solo criterios metafísicamente neutrales –como la capacidad de explicación y adecuación causal– para evaluar las hipótesis contrapuestas. Sin embargo, este enfoque más abierto (y aparentemente racional) para la evaluación de una teoría científica sugeriría claramente que la teoría del diseño inteligente sea la mejor, la explicación más causalmente adecuada para el origen de la información que ha sido necesaria para construir el primer organismo vivo.

SONDAS: La primera condición para cualquier investigador o para alguien que busca el conocimiento con honestidad, la comprensión de la existencia –es salirse del ámbito de la ciencia y no discutir con ella ni tratar de ser aceptado en ese maléfico círculo de ignorantes charlatanes que alardean de sus doctorados y premios Nobel.
No tenemos que presentar nuestras hipótesis, nuestras conclusiones ni nuestras deliberaciones a la Bastilla académica, pues ello nos retardaría el tiempo suficiente para que sus leguleyos pusieran pesados lastres en nuestros pies: “¿Acaso tienes un PhD en astrofísica? ¿Has trabajado en algún observatorio? ¿Estás familiarizado con la mecánica cuántica?” Nunca respondáis; no os involucréis en ese laberinto sin salida. Seguid vuestro camino y, sobre todo, no recojáis sus premios, sus galardones. La ciencia es la coartada de la “Akademia” y cuando se han agotado sus argumentos, te dicen: “Eso es inaceptable para el método científico,” como si la verdad tuviese que ser aceptada o rechazada por ese método.
Y esa falta de libertad, de honestidad con uno mismo nos lleva inevitablemente a un tipo de hipocresía. Los partidarios del Diseño Inteligente sucumben en la “paradoja de Víctor”. Si dicen que ese Diseñador Inteligente es Dios, se salen del método científico, del naturalismo y del materialismo, y, por lo tanto, caen en el ámbito de la superstición, de las fantasías metafísicas o, aún peor –de la religión. Mas si dicen que se trata de un proceso inherente a la materia o de una cadena casi infinita de casualidades o el producto de reacciones químicas naturales, entonces la propia “Akademia” les pagará la publicación; pero ellos al cerrar la puerta de su casa, volverán a decir “E pur si muove”.
Fijémonos, si no, en esta propuesta del autor del artículo:
La vida fue diseñada por un agente inteligente que existió antes del advenimiento de los humanos.
¿Un desliz lingüístico? ¿Un lapsus freudiano? ¿Qué significa “un agente externo que existió antes de la aparición de los humanos”? ¿Quiere ello decir que existió después del Big Bang? ¿Después de los dinosaurios? ¿Diseñó a los humanos y desapareció? Mas todo en el Universo tiene un diseño inteligente. ¿Lo diseñó el mismo agente que diseñó a los humanos? ¿Hay más de un agente externo?
Amedrentarse ante la verdad nos lleva a este tipo de absurdos. ¿A qué tiene miedo Stephen Meyer? La aceptación de un Dios Único y Creador de todo cuánto existe nos llevaría, ante todo, a la aceptación de la vida post-mortem, de la Resurrección, del Juicio Final, del Jardín y del Fuego –algo que echaría por tierra y pisotearía todos esos hallazgos científicos, toda esa cosmogonía académica. Y Meyer prefiere seguir cargando con la Gran Mentira.