Pregunta sin respuesta

Desde hace unas semanas está habiendo una serie de programas organizados por biólogosporlaverdad en los que el físico Artur Sala lleva la voz cantante y en los que hace constantes referencias a su libro “El verdadero origen de la vida” –un título que podríamos calificar de improcedente, ya que el término “verdadero”, o “verdad”, hace referencia a una realidad objetiva, y en este caso se trata de la subjetividad del propio autor.

Por lo tanto, para utilizar conceptos objetivos como “verdadero”, se debería hacer referencia a textos objetivos, textos de quien posee la objetividad absoluta, pues es Quien lo ha creado todo. Mas si los científicos llevan décadas tratando de contactar con vida inteligente extraterrestre y proponen que, quizás, la primera civilización terrícola fue la de los dinosaurios, no esperemos rigor por parte de la ciencia.

Disquisiciones aparte, lo que más ha llamado nuestra atención y lo que más relevante nos ha parecido de todos los asuntos que se tratan en estos programas es la pregunta que le lanza el químico e ingeniero Víctor Guirado, otro de los participantes en estos debates: “Entonces, según tú propones, las microzimas, las plantas, tendrían consciencia, tendrían consciencia de sí mismas.” Artur Sala, y ya es la tercera vez que lo hace, se sale por la tangente o por alguna línea transversal, y habla de los procesos de la vida, pero no responde a una pregunta claramente formulada y que exige una respuesta sin ambages, pues es aquí donde bascula cualquier teoría, cualquier hipótesis, cualquier afirmación que hagamos sobre la vida y sobre la existencia en general.

Sin embargo, Artur no responde y Víctor no insiste, no le acorrala en los cerros de Úbeda, a los que de momento se ha ido a meditar, ni le obliga a una primera e irreductible respuesta: Sí o No, debiendo a continuación explicar detalladamente su respuesta, elija la opción que elija.

Lo devastadoramente cierto es que la respuesta a esta inquietante pregunta es informulable para la ciencia. Ni Artur ni Víctor pueden adentrarse en el tema de la consciencia otorgada a otros que a los seres humanos, pues ello implicaría introducir el factor Agente Externo, Diseñador, Creador, Originador… algo que la ciencia en su aspecto anti-científico no puede soportar, aunque sea la única hipótesis factible, coherente, lógica, ya que, en definitiva, se trata de mantener la misma narrativa académica en favor del materialismo aunque se haga desde un ámbito no-académico, ámbito que, por supuesto, queda englobado dentro del “amplio” y “libre” ámbito académico.

Supongamos que la respuesta de Artur hubiese sido “sí”. Las microzimas, las bacterias, las plantas, los animales, cualquier hoja que cae de un árbol en otoño, los insectos… todas las criaturas vivas tienen consciencia.

Mas la consciencia activa, necesariamente, la reflexión. Las microzimas, por ejemplo, no solo tendrían consciencia de ellas mismas, sino que inmediatamente pasarían a reflexionar sobre el papel que juegan en el proceso de la vida, y ello les llevaría a plantearse: “¿Para qué estamos manteniendo este proceso; por qué nos resulta importante, imperativo, llegar a la vida; por qué, cuando las células, mueren, nosotras nos convertimos en depósitos de su ADN, pudiendo así volver a ser células, generar otros seres vivos; en qué nos benefician todos estos fenómenos?” Esta inevitable reflexión provocada por la consciencia les llevaría a las microzimas a muchas otras reflexiones, incluso a la duda, a la depresión o al suicidio.

En este caso, en el caso del “sí”, habría caos, pues todos estos elementos interactuarían entre sí, creándose un debate biológico de una inconmensurable magnitud, con diferentes voluntades, diferentes objetivos; siguiendo sus propios subjetivismos, como hace el propio Artur Sala. La consciencia dispara todo un proceso cognitivo que vuelve a la consciencia, y de ésta, a los elementos cognitivos del ser vivo que sea. Y ello en una dinámica constante. Es como si hubiera un espejo cognitivo, iluminado por la consciencia.

Mas lo que vemos con nuestros propios ojos o a través del microscopio es un orden imposible de explicar con la inteligencia humana. Si uno solo de estos elementos tuviese consciencia y reflexionase por sí mismo, todo ese orden, toda esa portentosa interacción, colapsaría.

Mas la consciencia activaría una reflexión mucho más amplia de la que hemos descrito, ya que sacaría a estos elementos, a las enzimas, de sí mismas e iría al mundo exterior, al mundo de la célula: “Y ¿qué hay más allá de la célula? ¿Dentro de qué universo nos encontramos?”

La consciencia no es algo que podamos dividir, pues la consciencia es la luz que nos permite caer en la cuenta de lo que nos rodea y de nosotros mismos, y que nos lanza a la inevitable pregunta: ¿Por qué existo? ¿Cómo he llegado a la existencia? ¿Quién ha originado este universo en el que me encuentro? Por lo tanto, no puede haber consciencia sin reflexión y no puede haber reflexión sin lenguaje conceptual.

Todo ello hace que, si la respuesta de Artur hubiese sido “sí”, tendríamos que situar a Artur junto con los extraterrestres y los dinosaurios –un mundo fantasioso, un mundo Disney, un mundo con consciencia, pero sin reflexión, sin ontología.

Supongamos ahora que Artur hubiese respondido con un “no”. En este caso el programa, el debate, próximos libros, todo ello habría perdido en un solo instante su razón de ser, pues si las microzimas, las células, las bacterias, los virus, las plantas, los animales… no tienen consciencia, no pueden reflexionar, caer en la cuenta, entonces ¿cómo se ha originado un universo en el que todo sigue un orden de una complejidad irreductible? Desde el Sol hasta las microzimas, todo actúa e inter-actúa para que, precisamente, pueda haber vida inteligente y consciente; pueda haber seres humanos, hombres capaces de observar y de admirar este universo; hombres capaces de agradecer a su Creador por haberles traído a la existencia.

¿Quién ha diseñado la función clorofílica? ¿Los cloroplastos? ¿Los ADN? ¿Quién ha organizado en estas moléculas la información capaz de desarrollar tejidos, órganos, cuerpos enteros? Si no hay conciencia, si solo hay materia –electrones, átomos, moléculas… entonces algo, alguien, ha tenido que introducir la vida en todo ello, organizarla, crear el medio adecuado para que exista.

Si planteásemos estas reflexiones a Artur, nos diría que, en efecto, todo es un misterio, pero no debemos precipitarnos en las conclusiones. Que no sepamos cómo se ha originado el universo, qué había antes, qué habrá después, cómo de la materia inerte surge la vida… no significa que debamos introducir un elemento anti-científico, como un Agente Externo, Dios; y menos aún si nos atrevemos a llamar a esta Entidad Todopoderosa por su nombre propio –Allah. Esto ya sería el colmo de la irracionalidad.

Por lo tanto, lo que Artur propone es la bioenergía, una energía invisible que propiciaría que lo muerto pasase a ser vivo, sin caer en la cuenta de que estamos al cabo de la calle, como cuando explicamos fenómenos inexplicables con términos como “instinto, naturaleza, bio-sistemas…” Y decimos que estamos al cabo de la calle porque dar un nombre a lo inexplicable no lo convierte en un fenómeno explicable. Decir que las abejas construyen panales hexagonales en los que depositan la miel que ellas mismas originan y lo hacen dirigidas por el “instinto”, no explica este grandioso fenómeno, pues estamos otorgando a este término, instinto, voluntad, objetivo, inteligencia, cálculo… La pregunta permanece sin responder: ¿Quién ha diseñado y creado “el instinto” que en las abejas funciona de una forma y en los mosquitos en otra? Y si unimos todos estos instintos, caeremos en la cuenta de que se trata de un poder inteligente que controla todas las funciones de los seres vivos.

La respuesta final es siempre la misma. Los científicos, Artur, se encogen de hombros: “El tiempo lo dirá.”

Mas nosotros también tenemos algo que decir –una interesante secuencia que podría ayudarnos a entender cómo funciona la vida. Nuestra respuesta a la pregunta de Víctor es un rotundo “no”. Solamente el hombre tiene consciencia y, por lo tanto, reflexión. Todos los demás seres vivos son programas desarrollados durante el tiempo vital de estos seres. Está el programa “perro” y está el programa “abeja”, y en ambos casos las abejas y los perros deben seguir minuciosamente su programa. Y lo hacen porque carecen de consciencia, de reflexión y de voluntad propias. Desarrollan sus programas dentro de una elasticidad entre sus márgenes. Es lo que equivocada y absurdamente los científicos han llamado “adaptación”, sin caer en la cuenta de que adaptación, de nuevo, exige consciencia, reflexión y lenguaje conceptual. Determinadas avispas tienen en su programa la capacidad de vivir en determinados ambientes, a veces extremos, pero no así otro tipo diferente de avispas, que en estas condiciones mueren irremediablemente.

El programa de diseño Photoshop está compuesto por órdenes según un lenguaje informático, que una vez introducido en un dispositivo apropiado, un ordenador, desarrolla miles de funciones. El usuario, al utilizar este programa, no tiene presente a los especialistas que lo han creado; ni siquiera tiene presente al ordenador, al procesador que está dentro de la carcasa, a las tarjetas de memoria… Está él y está el programa. Por ello, cuando algo no le sale, le increpa como si fuese una identidad viva, inteligente y con consciencia.

Lo mismo nos sucede con los animales, programas infinitamente más complejos y bellos que cualquier programa de diseño. Cogemos un gatito recién nacido y nos parece tener entre las manos a un bebé humano. Sin embargo, es un simple programa. Si alguien nos disparase a la cabeza, este gatito no lloraría ni avisaría a la policía ni a una ambulancia. Simplemente iría al jardín a hacer sus necesidades y después a la cocina a terminarse la leche que su dueño había puesto en un platillo. No sabe que su dueño está muerto ni sabe que él mismo va a morir, pues es un programa, como el programa “abeja”, como el programa “elefante”.

Mas también el hombre en este sentido es un programa, el más complejo de todos, pero en cuanto que programa, no se diferencia de los demás seres vivos. El hombre no controla su hígado ni sus riñones. Ni siquiera sabría que existen de no haber estudiado anatomía y fisiología en la escuela. No sabe cómo funciona su ojo ni puede decidir cuándo hacer la digestión. Somos programas, pero también somos un dispositivo capaz de desarrollar la reflexión, la cognición; todo ello activado por la consciencia.

La respuesta a Víctor es “no”, pero no acaba aquí el problema. Debemos abandonar el estudio del sistema operativo para ahondar en el sistema funcional. Debemos utilizar todas las funciones de diseño que contiene el Photoshop, en vez de tratar de averiguar cómo los especialistas han creado este programa.

8 comentarios sobre “Pregunta sin respuesta

  1. El nombre del Dios Todopoderoso no es Allah, sino Jehová y es el gran diseñador y creador de todas las cosas, y todo eso lo revela en su libro La Biblia y que sin ser un libro de ciencia pone de manifiesto cual es su propósito para la humanidad, pero es cuestión de leer la Biblia para conocer a ese ser maravilloso que se da a conocer en su libro…

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  2. […] Durante estas últimas semanas, hemos tenido el placer de escuchar al físico y escritor, nuestro amigo Artur Sala en el canal de Twitch de Biólogos por la Verdad, hablando sobre el pleomorfismo como posible origen de la vida. Estas apasionantes ponencias han despertado profundos debates. Este artículo es una réplica a una crítica recibida un blog, cuyo autor ha decidido no firmar. […]

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  3. Me alegro que empiece el debate, muchas gracias. Soy Marina Castells la presentadora del programa con Artur Sala. Muchas gracias por darnos visibilidad. El día 14 de julio, dentro del marco de las jornadas de ciencia consciencia y cambio de paradigma https://cauac.org/cccp/ va a haber un debate sobre este tema y muchos más que se han abordado en las entrevistas. Es una lástima que no hayas firmado con tu nombre para que pudiéramos invitarte a este debate cara a cara. Seguimos estudiando la historia que se nos ha escondido, seguimos analizando las evidencias, crearemos hipótesis, buscaremos confirmaciones y seguiremos luchando contra un paradigma reduccionista, infantilizante y limitado que nos ha hecho caer en una profunda crisis reinada por el miedo y la ignorancia. Un abrazo.

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    1. Gracias Marina. Soy el Admin de esta web sondas.blog. Suerte con los debates, espero que sean productivos y beneficiosos para superar la superstición ateísta y que más gente se anime a la indagación espiritual con vistas al descorrido de los velos de la consciencia para que la consciencia brille por la luz del alumbramiento, y no por las cosas alumbradas, o sea, por lo perecedero. No sé si el autor quiere desvelar su nombre o si se animaría a participar en el debate. Le vamos a preguntar.
      Un abrazo.

      Uzman García. Admin de sondas.blog

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  4. Pueden existir distintos tipos de ‘consciencia’ en función de su ‘programación’, contexto o funcionalidad…?
    Conozco también a Artur, y no coincido en algunos de sus preceptos, pero no quita que haya transmitido contenido de valor alejado de los paradigmas imperantes, como la transmutación de la materia, donde personalmente lo considero un asunto apasionante. Como químico me hizo plantearme cuestiones que jamás pensaría que fuesen al menos mínimamente refutables.
    Por otra, comentarles que disponen de un blog interesante.
    Saludos,

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  5. Como dice por ahí Jordi, no estoy muy convencido de que seamos los únicos concientes. Que pasa con las personas que dicen haber conversado telepáticamente con animales? Y que está en algunos vídeos que se encuentran en YouTube emblemáticos como: Diablo la pantera, Mariví Simona que hablo con una ballena o las ocasiones dónde una persona piensa en que va a ir a su casa y la mascota reacciona en ese mismo momento, está también el caso de la gorila «Coco» o en el caso vegetal cuando una persona que piensa en quemar una planta y está documentada que su vibración energética varía en ese momento enormemente.
    Gracias y saludos, muy interesante el tema del pleomorfismo y espero sigan saliendo teórias interesantes ya que el darwinismo no se lo cree nadie, un nuevo paradigma es necesario.

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