Un cuerpo desmembrado es alimento de buitres.

Si retiramos el hígado, ese cuerpo morirá. Cada uno de sus órganos cumple una función específica, pero todos juntos forman una unidad indivisible, dentro de una estructura epidérmica que los envuelve y protege del exterior. Si amputamos un brazo, el cuerpo perderá maniobrabilidad. Y si sacamos un ojo de esa estructura, el cuerpo perderá visión y reflejos. Todo el cuerpo es una unidad indisoluble que no puede desmembrarse sin perder fuerza, agilidad, equilibrio y salud.

(89) Diles: “Yo soy el claro advertidor.” (90) Como el que hicimos descender sobre los que dividían y separaban, (91) esos que han desmembrado el Corán. (92) Por tu Señor que les pediremos cuentas a todos ellos (93) por lo que hicieron. (Corán 15 – Sura de al-Hiyr)

En esta aleya vemos claramente que el término “Corán” hace referencia al Corán Karim (Kitab) en el que están contenidas todas las revelaciones que se irán descargando sobre los Profetas a lo largo de la historia. Esos que dividían y separaban eran los Banu Isra-il, y más tarde los judíos y los cristianos. Sobre ellos se fue descargando el Corán Karim en forma de Suhuf de Ibrahim, la Torá, el Zabur, el Inyil… pero lo fueron alterando, ocultando gran parte de él y cambiando muchos de sus significados. Están denunciados en las siguientes aleyas:

(14) Los que han heredado el Kitab después de ellos divagan sobre él, llevados por la duda. (Corán 42 – Sura de la consultación, ash-Shura)

(91) Pregúntales quién entonces hizo descargar el Kitab con el que vino Musa –luz y guía para los hombres –nas. Lo transcribís en pergaminos, algunos de los cuales mostráis, pero la mayor parte de ellos los ocultáis. (Corán 6 – Sura de los rebaños, al-Anam)

En esta aleya se nos informa de que hay un Kitab que se va heredando, pero no en el sentido de un objeto, de un libro que va pasando de mano en mano. Ese Kitab es el Kitab de Allah. Esas aleyas se irán juntando en bloques determinados y específicos que se irán revelando a los Profetas elegidos, en el tiempo prescrito, pasando a ser Corán, recitaciones, algunas de las cuales recibirán un nombre concreto para de esa forma diferenciar unas de otras. También se nos informa de que una vez que les llegó la guía y la verdad en forma de recitaciones, de Corán, de bloques del Kitab, se dividieron y fueron desmembrando, así, el Corán Karim. Y lo mismo están haciendo muchos de los musulmanes con el último bloque del Kitab, con la última recitación, con el último Corán.

Lo que vemos hoy en el mundo islámico es que el Corán ha dejado de ser la guía que otrora seguían los musulmanes. No encuentran en este libro referencias al mundo de hoy, tan complejo y tecnológico. Parecen sus relatos leyendas de los antiguos y ello porque no lo escudriñan como una unidad, como un todo indisociable. Lo que no entienden, lo obvian; lo que contradice su forma de vida, lo ignoran o lo interpretan abusivamente para que se adecue a sus ideologías. Y concluyen: “Este libro ya no sirve hoy. Cuando fue revelado al Profeta Muhammad, no se sabía nada de la célula, del ADN, de la genética.” Y ello porque lo recitan apresuradamente, de corridas, como un papagayo.

Es cierto que el Profeta Muhammad y sus compañeros no sabían nada de la célula ni de la genética, al menos no con esta terminología, pero seguro que Allah el Altísimo tenía conocimiento de todo ello. No fue Mendel quien creó los genes, pues Quien los creó, lo creó también a él.

Acaso no leen:

(6) Es Él Quien os configura en las matrices siguiendo Su plan. (Corán 3-Sura de la familia de Imran)

De esta forma el Corán nos advierte que los trabajadores de Allah el Altísimo, sus empleados, sus malaikah, nos van configurando durante el periodo de gestación, en el que permanecemos en la matriz de nuestras madres; van configurando nuestro ADN, originando una combinación de genes que darán lugar a hombres y mujeres determinados, únicos. Esta aleya nos informa de que el Altísimo ha establecido, a través de un alfabeto genético, un sistema de producción y de formación para todos los seres vivos, incluido el hombre. Y ese ADN tiene infinidad de marcadores que separan las secuencias que deben ser transportadas hasta los ribosomas, que serán los encargados de formar la proteína que necesita cada célula.

Y de la misma forma funciona el Kitab, el Corán Karim, en el que también se especifican con marcadores los textos que deben ser revelados a los Profetas elegidos para su transmisión:

(1) El Rahman (2) ha marcado el Corán, (3) ha creado al hombre –insan (4) y le ha enseñado el camino de rectitud siguiendo el sistema profético. (Corán 55-Sura ar-Rahman)

Por lo tanto, hay un mismo patrón que se repite en infinidad de fenómenos. Podemos afirmar que todo funciona como una célula; que toda la información que atañe a un proceso está codificada en un tipo de lenguaje. En este sentido también hay un ADN universal, encargado de producir este universo.

(7) Es Él Quien ha creado los Cielos y la Tierra en seis días, y ha establecido Su Arsh (centro de control y producción) sobre el agua. (Corán 11-Sura de Hud)

Es la imagen del ADN asentado sobre el citoplasma, una substancia acuosa en la que flotan el resto de los organelos, o quizás podríamos llamarlos “astros celulares”.

(40) De ninguna forma puede el Sol dar alcance a la Luna ni la noche puede adelantarse al día. Todos nadan en sus órbitas. (Corán 36-Sura Ya Sin)

Un mismo patrón repetido una y otra vez en la creación.

Unas aleyas completan y explican a otras, aclarando el dibujo completo de la existencia que nos transmite el Corán. Y a pesar de que lo leen, siguen hablando de evolución sin entender que cada especie tiene su ADN originado por la mezcla de dos substancias, de dos células –el esperma masculino y el óvulo femenino. No puede un animal convertirse en ser humano, pues cada ADN es un texto genético cerrado y cualquier alteración que pueda producirse en su orden secuencial producirá graves anomalías o incluso un desbarajuste destructor.

Mas tampoco leen con la debida atención:

(38) El Sol se dirige hacia su lugar de destino. Así lo ha ordenado el Poderoso, el Sabio. (39) A la Luna le hemos fijado casas, hasta que se hace como una rama de palmera vieja. (Corán 36-Sura Ya Sin)

Siempre hemos estudiado que el Sol sale por el este y se pone por el oeste, al mismo tiempo que nos enseñaban que la Tierra gira alrededor del Sol y ni siquiera se nos explicaba que esta paradoja, que esta contradicción, se debía a la perplejidad, causada por la Gran Mentira, de tener que aceptar una teoría que contradice nuestra experiencia cotidiana, la experiencia de todos los seres humanos. Lo que experimentamos es una absoluta quietud, una total inmovilidad. Podemos, sin tambalearnos, mantenernos en un solo pie y los acróbatas recorren la cuerda floja sin caerse. Vemos un perfecto equilibrio en la naturaleza –si no hay viento ni brisa, las hojas de los árboles permanecen inmóviles. A esta inmovilidad se añade la quietud que reina en la Tierra. Si estamos en el campo, no oiremos ningún ruido ajeno a los propios del entorno –el agua de un riachuelo, el viento, el trino de los pájaros… Tampoco sentiremos vibración alguna y nada perturbará el vuelo del águila o el salto del tigre. Inmovilidad, quietud, silencio… es lo que pervive en toda circunstancia y en todo lugar.

Y, sin embargo, debemos asumir que nuestra experiencia no tiene ningún valor, que nuestros sentidos solo sirven para engañarnos, para proyectar un mundo contrario al real. Y lo aceptamos, pues forma parte de la Gran Mentira, de la visión deformada de la realidad que nos ha sido transmitida por la “academia” siglo tras siglo.

Es tiempo de unificar la lectura del Corán, de no desmembrar este texto para poder adecuarlo a la Gran Mentira. Es tiempo de tomar el Corán como la única guía que tiene el hombre para atravesar la vida de este mundo.

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