Es una tarde otoñal y una imperceptible llovizna va empapando la tierra, una tierra que parecía muerta. Millones de gotas se desparraman sin tocarse por un inmenso territorio. Es como si cada una de estas gotas llevase impreso el lugar exacto donde tiene que caer. La humedad va envolviendo las semillas que descansan por doquier, hasta que las rompe y sale de ellas la vida en forma de hierba o de plantas aromáticas o de hortalizas.
En otras zonas esa humedad ha hecho revivir los granos de diversos cereales y las espigas empiezan a crecer hasta que dan granos que una vez molidos se convertirán en harina y ésta en pan. Y éste, digerido por nuestro cuerpo, en vitaminas, en minerales, en glucosa… y más tarde los residuos que queden serán evacuados, pues ya no aportan nutrientes ni substancias beneficiosas para el hombre.
¿Puede alguien en su sano juicio obviar estos portentosos ciclos de los que, aunque queramos, no podemos librarnos? ¿Quién los habrá diseñado? ¿La casualidad? ¿Alguna mitocondria? El diseño tiene que venir del exterior de la creación, pues nada en su interior tiene esta capacidad. Ningún ser vivo tiene un objetivo existencial. Y aún si lo tuviera, carecería de los medios para conseguirlo. El hombre está vivo, pero no sabe cómo de la materia inerte se puede pasar a la vida. ¿Quién, pues, ha dado ese paso? ¿Quién ha logrado vivificar esa materia muerta?
¿Quién en su sano juicio podría obviar esta realidad y echar este grandioso mecanismo a la basura de la especulación cuando cualquier mente sana puede entender que hay un diseñador más allá de nuestra configuración ontológica?
¿Por qué hay noche y día? Y al mismo tiempo esa noche y ese día están afinados con nuestra imperiosa necesidad de descansar, de dormir, pero también de desarrollar una gran actividad. ¿Qué fue primero: la alternancia del día y de la noche o el hombre? Uno de ellos fue el primero y, sin embargo, se armonizan, como si en el diseño general de la creación ya se intuyera que el hombre va a necesitar momentos de oscuridad y momentos de claridad.
¿Quién en su sano juicio podría obviar este hecho incuestionable?
(19) Hemos extendido la Tierra y hemos puesto en ella cordilleras. Hacemos que todo lo que en ella crece lo haga hasta alcanzar el peso que le hemos predeterminado. (20) Hemos puesto en ella medios de subsistencia para vosotros y para aquéllos a quienes no podéis proveer. (21) Todas las cosas están inscritas en nuestros registros, y hacemos que se expresen en el tiempo y modo que les ha sido fijado. (22) Enviamos los vientos fecundadores que polinizan y hacemos que caiga agua del cielo con la que os damos de beber. No sois vosotros los que tenéis este poder. (23) Somos Nosotros los que vivificamos y hacemos morir. Somos Nosotros los que continuamos. (Corán 15-al Hiyr)
(57) Nosotros os hemos creado, aunque no lo admitáis. (58) ¿Os habéis fijado en lo que eyaculáis? (59) ¿Sois vosotros los que lo creáis o somos Nosotros los creadores? (Corán 56-Sura del acontecimiento, al-Waqiah)
(63) ¿Os habéis fijado en lo que sembráis? (64) ¿Sois vosotros los que lo hacéis germinar o somos Nosotros los germinadores? (65) Si quisiéramos, lo convertiríamos en desecho y os quedaríais diciendo: (66) “Hemos trabajado con ahínco, ¿dónde están los frutos? (67) No hay frutos, se nos ha privado de ellos.” (68) ¿Os habéis fijado en el agua que bebéis? (69) ¿Sois vosotros los que hacéis que caiga de las nubes o somos Nosotros los que la hacemos caer? (70) De haberlo querido, la habríamos hecho salobre. Aun así, no agradecéis. (Corán 56-Sura del acontecimiento, al-Waqiah)