En una esquinita de Argentina nació el que ahora se hace llamar el papa Francisco. Y ya el hecho de haber nacido en la nación de la plata y de haber llegado a tan alto rango eclesiástico, nos hace suponer que sea de ascendencia judía, un judío; un camaleón, disfrazado de cristiano o de budista o de musulmán, poco les importa el camuflaje. Y la peculiaridad más destacada del carácter judío es la de ser perforadores. Horadan como un taladro los muros de contención, las murallas detrás de las cuales se protegen los creyentes. Las agujerean y van agrandando el orificio hasta que el muro entero colapsa. Es lo que hizo Pablo de Tarso, otro judío, con el muro que levantara el Mesías, el profeta Isa, hijo de Mariam.
Utilizó la broca de la duda para perforar las enseñanzas de Isa. Cuando el boquete se hizo lo suficientemente grande, echó por él a los cristianos la blasfemia de divinizar a Isa, su parentesco filial con el Creador de los Cielos y de la Tierra. Rompió el credo de la Unicidad de Allah el Altísimo y encubrió la doble misión del Mesías:
1 -Anunciar la venida del Paráclito, de Ahmad, del profeta Muhammad, quien había de transmitir el último cántico –el Islam; y el último libro revelado por el Altísimo –el Corán, el Furqan.
2 -Entregar la carta de divorcio a la comunidad judía. Allah los divorciaba por haber colmado el vaso de Su ira –por haber matado a numerosos profetas; por haber renegado de todos ellos; por haber sembrado la corrupción en la Tierra; por haber tergiversando los libros revelados; por haber cambiado los registros de la historia.
Más tarde se levantaba la muralla del Islam y tampoco en este caso han cejado los judíos en su intento por horadarla. Y la han horadado –fabricando dichos del profeta Muhammad, falsificando la historia, malinterpretando los orígenes de la creación y del hombre… Mas no han conseguido derrumbarla; pero la han hecho tambalearse, pues todas las fuerzas políticas, económicas y culturales se están globalizando en un mismo objetivo –alcanzar la más absoluta secularización de las sociedades humanas. Y ello significa, ante todo, eliminar el concepto de transcendencia, de Ajirah, de la vida post mortem, del Día del Levantamiento, del Juicio Final, del Jardín y del Fuego.
Pero ya hemos visto a lo largo de la historia que todas las maquinaciones judías acaban volviéndose contra ellos. Sin embargo, el deterioro físico, intelectual y espiritual es inevitable, pues el paso del tiempo va arrastrando y llevándose, como el agua se lleva a la escoria de las fundiciones, todo aquello que no esté firmemente asentado en el compromiso.
(172) Cuando tu Señor se dirigió a la descendencia de los Banu Adam e hizo que testimoniaran sobre ellos mismos: “¿Acaso no soy Yo vuestro Señor?” Respondieron: “Atestiguamos que lo eres.” Y ello para que el Día del Resurgimiento no dijerais: “En verdad que desconocíamos este asunto.” (Corán 7 – al Araf)
Cada uno está haciendo su trabajo y el papa Francisco el que más, pero en sentido contrario, pues el muro que está derribando no es el que construyera Isa, sino el de Pablo, el del judío; un muro de falsedad, como su pontificado, como sus discursos, como sus connivencias satánicas con los dirigentes occidentales.
Nos parece bien que se derrumbe ese muro putrefacto, que se separe el grano de la paja, para que de esta forma los creyentes puedan distinguir mejor, más claramente, la verdad de la mentira.
Francisco se va de este mundo con un buen legado de fuego a sus espaldas. ¿O acaso no lee su libro? ¿No lee el Antiguo Testamento ni el Nuevo Testamento? ¿No lee que Allah el Altísimo condena a la liga LGBTQ y tacha su prácticas de abominaciones y aberraciones. ¿Acaso no sabe que en el Corán Allah el Altísimo repite esas mismas calificaciones para esas mismas prácticas? ¿Estará Francisco por encima de Dios? ¿Será Dios el representante de Francisco en los Cielos?
Mas no es ese el problema. Es que Francisco, sus cardenales, su curia, Muhammad bin Salman… se han unido a la fiesta de Samirí aprovechando que el profeta Musa se había ausentado para recibir las tablas de la Ley de su Señor; se han unido a las bacaneles navideñas; se han unido a los sacrificios humanos y al canibalismo.
Mas los creyentes no forman parte de las sociedades. Están en ellas como apariencias. Forman la red dorada de la fe; y la destrucción y aniquilación solo les alcanza a los que beben, bailan y fornican alrededor de becerro de oro.
El papa Francisco anunció de soslayo que no había Infierno. Mas el Corán le arroja a la cara esas palabras. Y el Corán será el juez cuando se establezca la Balanza.
(20) En cuanto a los rebeldes, tendrán el fuego por morada. Cada vez que quieran salir de él, allí serán devueltos y se les dirá: “¡Gustad el castigo del fuego, ese que negabais!” (Corán 32 – as Saydah)