Y si las letras del alfabeto árabe fueran algo más que representaciones gráficas de sonidos.

Todo en el universo está muerto, inerte, desposeído de voluntad, de reflexión… sin deseo, sin miedo, sin interrogantes. Nada se mueve fuera de sus órbitas. Nada respira. La luz no pretende alterar la oscuridad de las tinieblas. Todo existe en la más absoluta indiferencia. Nada llora, nada se lamenta. Nadie observa. Hay partículas que siguen un patrón de movimiento. Mas si todo se detuviera, no habría crispación, nada se rebelaría contra ese nuevo estado de cosas.

¿Cómo entonces, desde esos gases, entre esas partículas inertes, se pudo imaginar Brooklyn o una pelea de espadachines en el viejo Madrid?

¿Quién nos observa? Nadie. ¿Desde qué planeta se está escribiendo la historia? No hay vida en el universo. Gases, partículas muertas. ¿Cómo entonces surgirá la vida? ¿Cómo se podrá imaginar el agua, los barcos, las historias de amor?

No pudo ser de esta forma como comenzó la existencia. La vida siempre ha tenido que estar ahí, encerrada, como en la célula. Mas no era la vida lo que era preexistente, sino el Viviente.

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(7) …y ha establecido Su Arsh (centro de control, ADN universal) sobre el agua (Corán 11 – Hud)

Sobre el citoplasma de la primera célula. Mas ¿cómo saldrá la vida al espacio exterior? ¿Cómo llenará ese espacio? ¿Cómo creará el espacio?

(255) La base –Kursi– sobre la que se asienta el centro de Su soberanía contiene los Cielos y la Tierra (Corán 2 – al Baqarah)

¿Cómo se expandirá lo que es infinito, ilimitado, absoluto? ¿Cómo se abrirá lo que está cerrado? Quizás la célula se transforme en la letra nun نون y el centro se desplace hacia una nueva posición.

nun

Ahora, Los elementos existenciales comenzarían a desparramarse, generando, al mismo tiempo, el espacio necesario para albergarlos. Todo quedaría abierto, indefenso, nadando entre los componentes positivos y negativos, entre los factores benignos y venenosos. Y en algún centro, en apariencia asimétrico, habría quedado la nun, como la rahmah رحمة, el locus de la misericordia, como la rahmرحم , como la matriz, como la placenta, abierta, para que pueda salir la vida que se ha estado gestando en su interior. Vida dentro, protegida; vida fuera, expuesta.

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Y, sin embargo, hay que salir, hay que exponerse para que haya guión, para que haya filmación, historia, aconteceres… para probarnos, para ver quién será mejor en obras.

Esta es la historia del profeta Yunus (Jonás). Asentado feliz en la placenta, en la rahm, se le ordena que vaya a un pueblo a enseñarles el tawhid, la Unicidad de Allah el Altísimo, pero él se niega; tiene sus propios planes y toma otra dirección; se sale de la placenta, se sale de la rahmah, de la misericordia de su Creador. Está en el espacio abierto, en el océano, en las aguas, en medio de tormentas. ¿Cuánto tiempo más podrá aguantar en ese medio tan hostil? El gran pez, nun, lo devora.

Mas la ballena no es un símbolo negativo, destructivo, por sí mismo. Muy al contrario, es un regazo, otra placenta fuera de la placenta primordial, que actúa como una posibilidad de reflexión. Ahora Yunus está solo, sin nada que distraiga su atención, sin ruidos, sin sonidos, sin susurros. Es un momento idóneo para reflexionar, para rememorar los puntos cruciales de su vida. La ballena de Malcolm X fue la cárcel. En aquel espacio limitado, en aquella placenta, pudo reflexionar sin nada que le sacase de esa concentración –sin drogas, sin alcohol, sin mujeres, sin ropa de lujo… Todo eso había quedado fuera. Ahora estaba solo consigo mismo. Cuando salió de aquella prisión, caminaba por las mismas calles de antes, pero ahora con plena consciencia de estar en la existencia.

El profeta Yunus también reflexiona: “¿A dónde podré ir fuera de la voluntad de mi Señor? ¿Acaso tengo poder para crear mi propio destino?” Yunus vuelve a la placenta primordial, a la rahmah, a la misericordia. Se arrepiente y el pez lo expulsa a una nueva tierra.

Sin embargo, no siempre la reflexión nos lleva a volver a la misericordia, a la protección de la placenta primordial. La arrogancia nos mantiene en la rebeldía y nos lanza a los quistes, a los mundos virtuales, falsos, en los que malgastar nuestras vidas.

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Al final de los tiempos, se cerrará la nun, generando la célula primordial, quedándose fuera todos aquellos que prefirieron los quistes a la placenta, a la rahm; quedándose en un espacio inerte en el que ni vivirán ni morirán.

(74) A todo aquel que vaya a su Señor siendo de los nefarios se le arrojará a yahannam donde ni morirá ni vivirá. (Corán 20 – Ta Ha)

Todos somos Yunus, Dhul-nun, los del pez. Y desde esa oscuridad, desde ese espacio cerrado, ajeno al mundo exterior, podemos reflexionar, arrepentirnos y volver a la placenta primordial, a la misericordia del Altísimo… O podemos rebelarnos y vivir enquistados en la ignorancia, en la falsedad… sin vivir ni morir.

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