En su libro «Luchando por someterse» Jeffrey Lang menciona el comentario de uno de sus colegas:
Un compañero del Departamento de Estudios de Religiones veía en la coherencia del Qur-an la prueba del genio de Muhammad, quien, en su opinión, realmente ‘perfeccionó’ la Biblia. Con eso quería decir que mientras Muhammad tomaba de las fuentes judías y cristianas, estaba lo suficientemente precavido como para omitir los detalles cualitativos y cuantitativos, tales como las referencias a fechas, lugares, cantidad –que pudieran resultar contradictorios en algún momento del futuro.
La coherencia de la que habla el compañero citado por J. Lang es el resultado de un hecho que, aparentemente, él es incapaz de advertir –el Qur-an es el Libro de Allah y no de Muhammad. Siendo así, debemos aceptar tanto lo que su Autor incluye en él, cómo la forma en la que lo hace. Allah no tiene que dar explicaciones a nadie ni explicar por qué mencionó este hecho y no aquel otro. Ni siquiera esperamos esta disposición en un autor humano, asumiendo plenamente que no tiene por qué justificar que el protagonista del libro muriese violentamente en el capítulo cuarto en vez de morir de una enfermedad contagiosa en el capítulo sexto.
(23) Él no tiene que dar cuentas a nadie de lo que hace, pero ellos sí tendrán que darlas.
Qur-an 21 – al Anbiya
Si un crítico considerase que ese autor había cometido un grave error estilístico por ese y otros detalles, nada le impediría escribir un libro en el que mostrar su buen hacer literario. De igual modo, nada le impide a ese profesor del Departamento de Estudios de Religiones perfeccionar aún más el Qur-an –dada la ingente cantidad de información que creemos poseer ahora, así como las «poderosas» herramientas que están a nuestra disposición: ordenadores, bases de datos, Internet…– y veamos si su libro se mantiene1400 años sin incurrir en contradicciones o en sin sentidos.
(23) Si realmente dudáis acerca de lo que hacemos descargar sobre Nuestro siervo, traed una sura como ésta y llamad a los testigos que tengáis aparte de Allah si es verdad lo que decís. (24) Mas si no podéis hacerlo, y nunca podréis, tened presente el fuego cuyo combustible serán los hombres –nas– y las piedras, preparado para los encubridores.
Qur-an 2 – al Baqarah
El Qur-an, muy al contrario que la Biblia, no es un libro de cronologías ni de genealogías, precisamente porque es un Libro revelado, Divino, más allá de los conceptos de tiempo y espacio en los que se encuentra atrapada esta existencia y nosotros mismos. Es una Revelación para los que son capaces de reflexionar en base a los signos claros que contiene. El Qur-an menciona 49 veces el verbo ‘aqala –reflexionar, meditar, razonar, comprender; y 18 veces el verbo tafakkara –pensar, ponderar… y nos exhorta a que lo hagamos, tanto en lo que se refiere al contenido del Qur-an como a la observación cotidiana de la Creación.
Es un Libro revelado hace algo más de 1400 años, válido para todas las épocas y para toda la humanidad, hasta el final de los tiempos. Nos habla de todos los aspectos de la vida en este mundo y en el Otro, de cómo fue creado este universo, de su estructura interna, de la historia, de las relaciones familiares y sociales, de cómo heredar, cómo casarse y cómo divorciarse, de cómo lavarse y cómo adorar a nuestro Creador y, sobre todo, cómo no merecer el Infierno; y mientras un libro cualquiera se hace obsoleto en un unos cuantos años; mientras las leyes y las constituciones establecidas por el hombre resultan deficientes al cabo de unas cuantas décadas, debiendo los parlamentos hacer unas nuevas, el Qur-an ha permanecido inmune a todos los cambios sociales e históricos.
¿Acaso es omitir detalles denunciar la manipulación y la falsificación que ha sufrido la Torá –que encontramos reproducida en lo que llamamos Antiguo Testamento– a lo largo de los milenios? Si el Profeta Muhammad (s.a.s) hubiera querido «precaverse» de cometer contradicciones que pudieran salir a la luz en un futuro, ¿acaso no habría mencionado a Isaías, a Jeremías, a Ezequiel… reproduciendo las mismas contradicciones y manteniendo nombres de profetas que nunca han existido y que encontramos en ese libro manipulado, que los judíos se empeñan en seguir llamando la Torá, aunque todo el mundo sabe –al menos el especializado en el tema– que es falso y ajeno totalmente al libro revelado a Musa? Sin embargo, es el Qur-an el primer Libro que lo denuncia, siendo la prueba de que proviene de la misma fuente:
(91) Pregúntales quién entonces hizo descargar el Kitab (libro) con el que vino Musa –luz y guía para los hombres. Lo transcribís en pergaminos, algunos de los cuales mostráis, pero la mayor parte de ellos los ocultáis. Así aprendisteis lo que no sabíais ni vosotros ni vuestros padres.
Qur-an 6 – al An’am
Si hacemos recuento de cómo y cuándo se comenzó a sospechar sobre la falsedad del Antiguo Testamento, para después afirmar categóricamente que ese libro no tenía nada que ver con el que se reveló a Musa, veremos que es muy reciente:
El primer balbuceo crítico sobre la autenticidad del Pentateuco como los libros revelados a Musa viene de Isaac ibn Yashush, un médico judío andalusí que se dio cuenta de que la lista de los reyes de Edom que aparece en Génesis 36 contenía muchos nombres de monarcas que vivieron después de la muerte de Musa. Se trata de una tímida crítica que podríamos tachar de insignificante, pues no será hasta el siglo XVII cuando el filósofo inglés Thomas Hobbes y, unos pocos años después, Isaac de la Peyrere, un calvinista francés, afirmen rotundamente que Musa no es el autor del Pentateuco. Esto significa que lo que llamamos «la Torá» pasó más de 1000 años de la era cristiana sin que nadie hiciese un estudio crítico desde el punto de vista lingüístico, histórico o literario. Este hecho contrasta con la repetida advertencia que se hace en el Qur-an a los judíos del castigo que recibirán por reescribir su libro y ocultar gran parte de los manuscritos (rollos):
(79) Por ello –¡Ay de los que escriben el Kitab con sus propias manos y luego, para venderlo a bajo precio, dicen: “Esto viene de Allah”! ¡Ay de ellos por lo que han escrito sus manos! ¡Ay de ellos por la ruina que se han buscado!
Qur-an 2 – al Baqarah
(13) Por haber violado el pacto los maldijimos y endurecimos sus corazones. Alteraron el orden de las palabras y olvidaron una buena parte del mensaje que habían recibido. Salvo unos pocos, el resto no cesará de incumplir sus compromisos. Por ello, apártate de ellos e ignórales.
Allah ama a los que actúan con rectitud.
Qur-an 5 – al Maidah
En caso de haber querido el Profeta Muhammad (s.a.s) guardarse las espaldas, ¿no habría omitido el nombre del Creador como han hecho todos –cristianos y judíos? No deja de ser significativo que en la nueva versión de la Biblia St. James hayan desaparecido todos los nombres de la Divinidad quedando únicamente formas adjetivales como Señor, Dios o Padre. Sí, de acuerdo, pero ¿cómo se llama ese Padre, ese Dios y ese Señor? ¿Cuál es Su nombre propio? El Qur-an nos lo revela: Allah -ألله. No hay ni ha habido otro nombre. Su pronunciación puede haber variado de una lengua a otra a lo largo de la historia, pero sus tres consonantes básicas se han mantenido siempre: I l h (ا ل ه). En Génesis 33-20, leemos: Y erigió allí un altar, y lo llamó El-Elohe-Israel.
Que significa, según se nos explica en la nota a pie de página: «Dios, el Dios de Israel». No obstante, no parece que esta explicación explique mucho. De lo contrario, ¿por qué se repite, innecesariamente, la palabra «dios»? Si «El» significa «Dios», ¿para qué añadir «Elohe», que según parece también significa «Dios»? Aquí debemos tener en cuenta el hecho de que la lengua que los expertos llaman «hebreo», pero que se debería llamar más correctamente «dialecto o idioma derivado del árabe», era una lengua consonantal, es decir, solamente se escribían las consonantes, y las vocales se sobreentendían, lo mismo que ocurre actualmente con la lengua árabe. Si quitamos las vocales de la frase bíblica, veremos que no existe ninguna repetición, ya que las consonantes son I l h. Si ahora vestimos con vocales el fonema, tendremos «A l l a h», el nombre verdadero del Creador.
El mismo nombre encontramos en el Nuevo Testamento, Mateo 27-46: Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz diciendo: Elí, Elí ¿Lama sabactani?
Que significa, según la nota explicativa que encontramos a continuación de la frase citada: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Para un conocedor de la lengua árabe, esta frase es perfectamente entendible, ya que las únicas diferencias entre ambas se encuentran, como siempre, en la vocalización: «Lama» en vez de «Lima» que en árabe significa: «¿Por qué?» Elí es una forma posesiva de Allah en la que se ha omitido la «h» por error de transliteración al alfabeto latino. Vemos esto más claramente en Marcos 15-34: Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi ¿Lama sabactani?
En el texto de Marcos se ha añadido la vocal «o» que estaba omitida en la versión de Mateo. En ambos textos falta la «h» aspirada que no existe en ninguna lengua europea, por lo que resulta muy fácil y cómodo eliminarla. De nuevo, si cambiamos las vocales de la palabra Eloi por las correctas, tendremos Alai. Ahora añadimos la «h» aspirada y el resultado es Allahi, es decir, Allah en su forma posesiva.
Es pues el Qur-an el que reestablece el nombre perdido del Creador.
Hay quienes defienden la teoría de que el nombre del Creador no tiene importancia. Sin embargo, en Éxodo 3-13,14 queda claro que es imprescindible conocer Su nombre: Dijo Musa a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.
No hace falta ser un exegeta avisado para ver que también aquí pasa algo extraño. Si la respuesta del Creador hubiese sido: YO SOY EL QUE ES, se trataría de un atributo y no de un nombre.
Allah es un nombre propio, y así se identifica el Creador ante Musa, y así se ha identificado siempre ante todos sus Mensajeros:
(8) Cuando llegó, se le dijo que era bendito Quien estaba en el fuego y Quienes estaban alrededor de él. ¡Perfecto es Allah más allá de toda contingencia, el Señor de Todos los Dominios! (9) “¡Musa! Yo soy Allah –el Poderoso, el Sabio.”
Qur-an 27 – an Naml
Veamos ahora cómo detalla el Qur-an la doctrina cristiana. Tres cosas, fundamentalmente, son las causantes de un creciente malestar que afecta crónicamente a los padres de la iglesia: 1) La deidad de Isa (Jesús); 2) Su muerte en la cruz; 3) Mariam (María), madre del Creador. Si hubiera querido el Profeta Muhammad (s.a.s) precaverse de caer en contradicciones futuras, ¿habría negado los pilares mismos de la dogmática cristiana? Y, sin embargo, ¿qué cristiano, seglar o clérigo, se atrevería hoy a defender esa dogmática? Ellos mismos se burlan de la «santísima trinidad».
(171) ¡Gente del Kitab! No estéis tan erróneamente apegados a vuestro din y no digáis de Allah, sino la verdad. El Masih, hijo de Mariam, no fue, sino uno de los Mensajeros de Allah, una orden Suya de creación depositada en Mariam y un Ruh proveniente de Él. Creed, pues, en Allah y en Sus Mensajeros y no digáis tres. Es mejor que abandonéis ese discurso. Allah es el Único Ilah. En Su estado de perfección más allá de toda contingencia no cabe que tenga un hijo. Suyo es cuanto hay en los Cielos y en la Tierra. Allah basta como protector.
Qur-an 4 – an Nissa
¿Acaso no habría preferido el Profeta Muhammad (s.a.s), en caso de querer evitar «problemas» en algún momento del futuro, mantener esa misma dogmática o, en el peor de los casos, pasarla por alto, no mencionarla? Mas el Qur-an desmiente categóricamente esas tres aseveraciones, esos tres dogmas de la iglesia cristiana.
(75) El Masih, hijo de Mariam, no era, sino un Mensajero antes del cual ya hubo otros. Su madre era una mujer veraz y ambos comían alimentos. Mira cómo les clarificamos las aleyas y luego mira cómo fraguan embustes.
Qur-an 5 – al Maidah
(116) Preguntará Allah: “¡Isa, hijo de Mariam! ¿Has dicho tú a la gente: ‘Tomadme a mí y a mi madre por dioses aparte de Allah?’” Dirá: “¡Oh Tú, el Perfecto más allá de toda contingencia! ¿Cómo podría decir aquello a lo que no tengo derecho? Si lo hubiera dicho, Tú ya lo sabrías. Tú sabes lo que hay en mi nafs, pero yo no sé lo que hay en Tu nafs. Eres el Conocedor de los Ghuyub.”
Qur-an 5 – al Maidah
(157) y por haber dicho: “Nosotros matamos al Masih, hijo de Mariam, el Mensajero de Allah.” Mas no le mataron ni le crucificaron, sino que el asunto se tornó confuso para ellos. Los que discrepan al respecto tienen dudas y no siguen, sino sus propias conjeturas, pues con toda certeza que no lo mataron.
Qur-an 4 – an Nisa
Si la Torá se perdió para ser luego re-escrita infinidad de veces, atendiendo cada vez a los intereses de los grupos que en ese momento detentaban el poder eclesiástico judío, no muy diferente fue la suerte que corrió el Inyil, el Libro revelado a Isa. Lo que llamamos el Nuevo Testamento son colecciones de los dichos de Isa, crónicas escritas por personas que no vivieron los acontecimientos que relatan y que, por lo tanto, no conocieron a Isa. En ningún momento pretendieron que sus escritos fueran de inspiración divina como confiesa Lucas en su dedicatoria a su discípulo Teófilo: Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos las enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.
Y si buscamos detalles aún más detallados en el Qur-an, fijémonos en las confesiones que Pablo (Saul) de Tarso hace acerca de la «revelación» que había recibido en la segunda epístola a los Corintios12:1-4, donde está claro que ni él mismo sabe cómo ocurrió: Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.
El Qur-an contesta a tales despropósitos:
(93) ¿Quién puede ser más infame que quien forja embustes contra Allah o dice: “Se me ha inspirado,” pero no se le ha inspirada nada.
Qur-an 6 – al An’am
Frente a la teoría de que la materia no se crea ni se destruye, solamente se transforma, el Qur-an nos desvela el siguiente detalle:
(1) Añade a la creación según Su plan. Allah tiene el poder sobre todas las cosas.
Qur-an 35 – Fatir
Hoy sabemos que es así, que Allah crea materia sin cesar. No existe un centímetro cuadrado en el cosmos que esté vacío. La materia ocupa el firmamento entero con diferentes densidades y cualidades. ¿Por qué iba a meterse en semejante enredo el Profeta Muhammad (s.a.s) si en todo momento buscaba precaverse de futuros errores o contradicciones? ¿Quién le pidió que explicase el funcionamiento del universo? Pero Allah, creador de los Cielos y de la Tierra, no temía equivocarse, y por ello habló con poder, desvelando un conocimiento que el hombre ha tardado en descubrir, parcialmente, más de mil años.
¿No es acaso una referencia cualitativa y un detalle sorprendente que el Qur’an nos haga notar que la miel que fabrican las abejas es alimento y cura para el hombre al mismo tiempo? ¿Por qué iba a arriesgarse el Profeta Muhammad (s.a.s) hablando de forma tan detallada sobre un insecto del que no se sabía, en aquel entonces, absolutamente nada? ¿No habría sido mejor hablar de las ovejas o de los camellos, todos ellos animales del desierto y bien conocidos por los árabes? Y, sin embargo, el «detalle» va mucho más allá:
(69) “Comed de todo tipo de frutos y seguid los caminos que vuestro Señor os ha facilitado”. De su vientre sale un sirope de diferentes colores que es una cura para la gente –nas. En ello hay un signo para los que reflexionan.
Qur-an 16 – an Nahl
Recientemente, un grupo de investigadores canadienses ha demostrado que la miel y sus derivados no sólo son un alimento de primer orden para el hombre, sino también una medicina que puede curar enfermedades muy graves. Hay médicos actualmente que tratan la esterilidad de la mujer con miel, jalea real y propóleo.
¿Acaso no es un signo de un poder inconmensurable hablar del universo para luego pasar a describir la vida de las abejas, uno de los animales más diminutos de la creación? Allah nos ha transmitido en Su Libro millones de datos y detalles perfectamente discernibles a condición de que reflexionemos:
(27) ¿Acaso no ves que Allah hace que caiga agua del cielo y que con ella hacemos que salgan frutos de diferentes colores, y que hay montañas de vetas blancas y rojas de diferentes matices, y también de un negro intenso? (28) Entre los hombres –nas, entre las bestias y el ganado también los hay que difieren en el color.
Qur-an 35 – Fatir
Hay cientos de «detalles» y referencias cualitativas y cuantitativas en el Qur-an para quien tiene entendimiento y discriminación. Allah describe en Su Libro de dónde surge el tipo de pensamiento como el del compañero de Jeffrey Lang:
(91) No han evaluado debidamente el método que Allah ha establecido para guiar a la gente. Por ello dicen: “Allah no ha revelado nada a ningún ser humano –bashar.”
Qur-an 6 – al An’am
¿Qué deberíamos hacer entonces con todo este material que tenemos encima de la mesa? Con un universo que fluye y que comenzó a partir de la nada o, como eufemísticamente definen los científicos, a partir de un punto inicial igual masa cero. ¿Y qué deberíamos hacer con un hombre llamado Muhammad que vivió hace 1400 años en una pequeña localidad del desierto de Arabia, que de niño era pastor y ya de joven se dedicó un tiempo al comercio, huérfano de padre y madre, e iletrado, pero que debido a un genio que podríamos definir de «sobrehumano» escribió el libro más bello de cuantos se han escrito, base de la gramática árabe y donde se incluyen las indicaciones científicas, históricas y sociales más avanzadas de la humanidad? ¿Qué explicación científica podemos dar a estos hechos? ¿Acaso es científico encogerse de hombros o decir: «Realmente es imposible, pero ha ocurrido?»
No. Esas no pueden ser las respuestas científicas pues esas no son más que respuestas encubridoras. Existe un Creador de todos los dominios, cuyo nombre es Allah, y Su último Mensajero, enviado a toda la humanidad, se llamaba Muhammad, quien recibió el Qur-an como una Revelación. Ahora sí tenemos una comprensión científica de la existencia, una comprensión razonable, lógica y evidente que la ciencia, muy a pesar suyo, no hace sino confirmar siglo tras siglo.