Nadie lo esperaba, pero todos lo necesitaban. Sin embargo, a nadie le va a servir el resultado final. Todas las opciones políticas han tenido su día, su protagonismo, sus medios… pero ninguna ha logrado mantenerse el tiempo suficiente como para mostrar su eficacia. Los sistemas económicos, las monedas, la usura bancaria, los negocios sucios protegidos por los legisladores… Todos han colapsado. Las castas sacerdotales han enmudecido y Hollywood se ha quedado sin teatros en los que proyectar sus estrenos.
Nadie está realmente sorprendido, pero sí algo contrariado –se han suspendido cruceros, viajes exóticos, fiestas patronales… Se han cerrado mezquitas, iglesias, sinagogas… símbolos que ya no guiaban a nadie. No es una hecatombe. En todo caso se puede hablar de una ligera frustración para la cual se han puesto en marcha mecanismos alternativos que minimicen los efectos víricos –se cierran los colegios, clases particulares; se cierran bares, pubs y cafeterías, más internet, más Facebook, más Netflix. Las sociedades occidentales no tienen recambio para la fiesta, para la diversión, para el vicio, ya que eso es lo único que ofrecen a sus ciudadanos –drogas que les hagan olvidar el absurdo que mueve sus vidas.
Algunos analistas, que escriben desde dentro de la burbuja, intentan hacerse los graciosos imaginando cómo será el mundo una vez cese la pandemia. No podemos imaginar la transformación que sufrirán los individuos, pues todavía no sabemos cuan profundo pueda ser el agujero del conejo. De lo que sí tenemos una clara percepción es de que hemos fallado –no hemos sido capaces de mantener nuestra verticalidad, de proteger los atributos propios del hombre, de preservar la creencia en Ajirah (la Otra Vida), de transmitir a las siguientes generaciones los valores afines a nuestra naturaleza. Hemos desmantelado la forma de vida en la que todo esto tenía sentido, era lógico… incuestionable.
El coronavirus ha puesto de manifiesto la fragilidad de las sociedades occidentales, la insatisfacción de sus ciudadanos; pero, en realidad, no hacía falta pasar por este susto fabricado para darse cuenta de ello. ¿Acaso no basta que haya un aumento de suicidios del 30% en todos los Estados de Norteamérica para deducir que algo va mal? ¿No es suficiente que en 2018 muriesen en Estados Unidos 76.000 personas a causa de los opioides para entender la desesperación que sienten por evadirse de su devastadora realidad? ¿No es una clara indicación de que en Europa hay una creciente insatisfacción, lo que ha provocado 60.000 suicidios en el pasado año? Pero la fiesta nunca se detiene –aumentará el alcoholismo, las enfermedades cardiovasculares, el autismo social, los suicidios, la inconsciencia… pero no la reflexión, la observación, el análisis, la proximidad social, las micro sociedades.
Durante decenios Europa y USA alardeaban de su maravilloso sistema político y social basado en democracias capitalistas liberales, pero hoy vemos al ministro de sanidad hablando en una rueda de prensa flanqueado por un alto cargo de la policía y otro del ejército. Mas esa imagen era típica de los soviéticos y maoístas. ¿Dónde han quedado las sociedades multi-culturales europeas? Los jóvenes abuchean y escupen a los ancianos. ¿Son los mismos jóvenes que se manifestaban ayer para defender los derechos humanos, los derechos de los animales, contra el cambio climático? ¿Era todo una farsa? ¿Cómo, si no, ha colapsado el sistema en 3 meses por un virus, por una gripe, por 15.000 muertos en todo el mundo?
No solo era una farsa. Las sociedades europeas, sus ciudadanos, llevan apoyando más de 500 años a sus ejércitos, animándoles para que conquisten naciones, destruyan su historia, quemen sus manuscritos, eliminen sus lenguas… alegando exigencias de la civilización. ¿Cuánto tiempo más podía durar esta infame representación? ¿Acaso no es hora de que acabe la función, de que veamos qué hay detrás de la tramoya?
La hipocresía es la característica más ruin del ser humano, y es esta característica la que más predomina en y mejor define a las sociedades occidentales. Ahí las hemos tenido acusando a China de utilizar métodos medievales y draconianos para combatir el virus; y ahí las tenemos de nuevo aventajando en severidad a las medidas chinas. Europa se ha quedado sin política, pues se ha quedado sin elites, y todos esos mequetrefes que pretenden ser jefes de estado tendrán que desaparecer. Se los llevará por delante el coronavirus, aunque preferiríamos que fuese un camión el que los dejara como unas estampillas.
No nos han engañado. Hemos fallado nosotros. Teníamos los medios suficientes como para saber lo que estaba pasando en cada momento, en cada fase, pero hemos preferido desconectar la consciencia y seguir viaje río abajo. ¡Es tan agradable vivir sin esfuerzo, sin tener que remontar la corriente!
(142) ¿O acaso contáis con entrar en el Jardín sin que Allah sepa quiénes de vosotros han luchado y quiénes son los que han resistido?
Qur-an 3 – ali ‘Imran
Los gobiernos, exhaustos de tantas reuniones y de tanta información cruzada que no entienden ni saben cómo procesar, se evaporizarán en alguna UCI. Mas también los ejércitos perderán el control, la policía se dispersará y los bomberos es posible que se queden sin agua. ¿Quiénes entonces se salvarán? Desde luego, no los de la foto. A estos posiblemente los linchen.
Como siempre, la materia prima más interesante serán los niños. Una materia prima fácilmente moldeable y adaptable al nuevo tipo de sociedades que se irán configurando, teniendo en cuenta los errores del pasado. No funcionará. Toda sociedad que no esté basada en la transcendencia y en la creencia en Ajirah, terminará descomponiéndose como las sociedades que se pretenden substituir. El ser humano tiene resortes que le impiden vivir en el absurdo de forma prolongada. ¿Y qué mayor absurdo puede haber que el de existir en un universo casual e incomprensible? Queremos entender el sentido de la vida, el objetivo de esta creación. Ningún orden mundial ha resuelto el problema, pues el paraíso no se puede construir en este mundo –la enfermedad y la muerte abrogan este concepto.
¿Para quienes será el futuro? Cada cual puede elegir la respuesta que más le convenga, pero lo cierto es que el futuro ya ha llegado. Llegó hace 1400 años cuando un hombre de Meca declaró al mundo que no había otro dios que Allah y que él era Su profeta. El resto de noticias son irrelevantes.
Reblogueó esto en DESPOJOS DE OCCIDENTEy comentado:
Un demoledor artículo de nuestra web hermana «SONDAS.BLOG»
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