Sigamos los textos objetivos para entender la creación

En la naturaleza hallamos dos tipos fundamentales de células –las procariotas (bacterias) y las eucariotas (plantas, animales y humanos). Las células procariotas se componen de una membrana externa que rodea y encierra al citoplasma –masa acuosa en la que flotan indiferenciados todos los organelos de la célula. No hay núcleo. Incluso el ADN flota en él desparramado. Esta simplicidad le proporciona a la célula procariota una gran versatilidad a la hora de asumir diferentes y, a veces, hábitats extremos; hábitats en los que las células eucariotas, mucho más complejas, no habrían podido sobrevivir ni cumplir las funciones de aquellas.

Una de las tareas fundamentales de las células procariotas ha sido y es la de formar parte, junto a otros elementos como los volcanes, del metabolismo terrestre –modificando ciertos componentes, activando otros o eliminando aquellos que ya han dejado de tener una función en el proceso transformador de la Tierra.

Esta actividad metabólica tuvo como resultado la adquisición de una atmósfera idónea para la vida vegetal y, por lo tanto, para la aparición de las primeras células eucariotas de las que se generarán las plantas, encargadas de continuar y apoyar el trabajo metabólico de las procariotas a través de la función clorofílica –transformarán la luz en energía (moléculas de azúcar), producirán oxígeno y absorberán dióxido de carbono. Este proceso lo podemos expresar con la siguiente fórmula:

energía (solar) + CO2 + H2O → moléculas de azúcar + O2

El nuevo afinamiento de gases permitirá el surgimiento de un grupo de seres vivos algo más complejos –los animales. Estos no sólo serán deudores del trabajo realizado por las plantas, sino que además las necesitarán hasta el final de sus días para adquirir, al ingerirlas, el elixir de la vida –el azúcar, la energía sin la cual es imposible la vida. Las células eucariotas de los animales y de los humanos carecen de la capacidad para transformar la luz o cualquier otro elemento en moléculas de azúcar, ya que en su estructura celular no existe el organelo llamado cloroplasto, encargado de realizar en las células de las plantas el proceso clorofílico por el cual se transforma la luz solar en energía, emitiendo además oxígeno como resultado de esta reacción. A su vez, los animales –entidades vivas con una enorme capacidad de movimiento, irán poblando los mares, la tierra y el aire, removiendo continuamente estos tres elementos para evitar su estancamiento, y para ser unos alimento de otros. En este sentido, sin duda que son las corrientes marinas el elemento fundamental e imprescindible de esta “respiración” oceánica.

No obstante, todas estas apariciones de vida, o de entidades vivas, se han llevado a cabo según un orden preciso. Ya hemos visto que la base de la vida es el azúcar, la energía que todo ser vivo necesita para vivir, para moverse y realizar sus funciones específicas; y también hemos visto que sólo las plantas producen esta energía, este azúcar. Por lo tanto, los primeros animales que aparecerán sobre la tierra serán los herbívoros; es decir, los que se alimenten de plantas en cualquiera de sus formas. De ellas tomarán el azúcar que ellos mismos no pueden producir. Sin embargo, la reproducción incontrolada e inevitable de estos animales podría, al final, acabar con la vegetación del planeta. Ello hace que sea necesaria la aparición subsiguiente de los animales carnívoros; es decir, de los que se alimentan de herbívoros, portadores de las moléculas de azúcar que han adquirido al ingerir las plantas que hay en su hábitat. De esta forma se consigue un extraordinario equilibrio entre la masa de vegetación y el número de animales que se alimentan de ella, haciendo que los niveles de oxígeno y de dióxido de carbono se mantengan dentro de los márgenes propicios para la vida.

Una vez establecido este equilibrio, ya pueden hacer su aparición los humanos –la última fase vital en la Tierra. En cuanto al hombre, éste se abastecerá de azúcar al ingerir frutas, verduras y cereales, así como la carne de los animales herbívoros, los que forman rebaños, como la vaca, el camello, la oveja y la cabra; animales sometidos al hombre a pesar de su corpulencia –trabajan para él, transportan sus mercancías, y de ellos sacan leche, carne, pieles y lana.

(5) Ha creado para vosotros los animales de rebaño. Os sirven de abrigo sus pieles y su lana. En ellos tenéis muchos otros beneficios, y de ellos coméis. (6) Os sentís orgullosos cuando regresáis con ellos al atardecer y cuando los lleváis a pastar por la mañana. (7) Transportan vuestras mercancías y equipajes hasta lugares a los que no podríais llegar, sino con gran fatiga –vuestro Señor es el Indulgente, el Compasivo– (8) y los caballos, los mulos y los asnos sobre los que montáis y a los que engalanáis. Y crea lo que no sabéis. (Corán 16-Sura de la abeja, an Nahl)

Así ha sido diseñado el ciclo de la vida –células procariotas seguidas de células eucariotas (plantas, animales herbívoros, animales carnívoros y humanos). Elementos transformadores y elementos consumibles. Todo ello con el objetivo de crear un hábitat propicio e idóneo para los humanos –  bashar; y el hombre –insan.

(13) Os ha subordinado todo cuanto hay en los Cielos y en la Tierra. En eso hay signos para la gente que reflexiona. (Corán 45-Sura de las congregaciones, al Yaziyah)

Si ahora nos dirigimos al firmamento y nos trasladamos hasta sus orígenes, veremos un universo procariota encerrado en una membrana exterior o techo protegido.

(32) Hemos hecho que el Cielo sea un techo protegido. Sin embargo, ellos se desentienden de los signos que hay en él. (Corán 21-Sura de los profetas, al Anbiya)

(27) ¿Sois vosotros más difíciles de crear o el cielo que Él edificó? (28) Levantó su techo y lo conformó. (Corán 79-Sura an Naziat)

Dentro de esta membrana externa está el citoplasma cósmico o masa acuosa en la que flotan indiferenciados los elementos que más tarde conformarán la sólida estructura del universo. Como en el caso de la célula procariota, todavía no hay núcleo.

Una vez afinados los elementos que conforman el universo, éste tomará la estructura propia de la célula eucariota con su núcleo –Arsh– o centro de control desde el que se dirigirán todas las funciones de los “organelos” que flotan en el espacio intersideral, así como los acontecimientos que deban ocurrir en la creación, pequeños o grandes.

(4) Es Allah Quien creó los Cielos y la Tierra y lo que entre ambos hay en seis días. Luego se estableció en el Arsh. (Corán 32-Sura de la postración, as Saydah)

El término árabe Arsh significa –refugio hecho de cañas con techo de ramas o de hojas de palmera, y también cabaña o kiosco o construcción circular y abovedada en general; una descripción muy similar a la que podríamos hacer del núcleo de cualquier célula eucariota.

Utilizando la ley de plantillas vemos que las primeras células en la Tierra, las procariotas, corresponden al primer tramo de la creación del universo. En ambos casos, sus elementos flotan en una masa acuosa (el citoplasma celular) en la que no hay núcleo, centro de control (Arsh). Las siguientes células en aparecer, las eucariotas, corresponden al último tramo de la creación. En ambos casos hay núcleo, centro de control –Arsh– donde se encuentra el registro general de la célula –ADN– y del universo –Lauh Mahfudh.

(21) Es un Corán sublime contenido en una Tabla Protegida –Lauh Mahfudh. (Corán 85-Sura de los torreones, al Buruy)

Cualquier aspecto que estudiemos de la creación nos revelará, siguiendo la ley de plantillas, su perfecta correspondencia en todos los dominios –macrocosmos, antropocosmos, microcosmos. Y de la misma forma, se manifestará en el mundo espiritual e intelectual, siendo la célula el patrón para todos ellos. Veamos más ejemplos.

Lo primero que se crea en el universo, al igual que en la Tierra, son las condiciones que permitan establecer las diferentes fases hasta completar su forma final. En la Tierra tenemos la materia propicia para la vida –el barro, el fango, mezcla de agua y tierra. De la misma forma, en el universo, la mano creadora de Allah echa en ese espacio vacío, en esa nada anterior o consciencia absoluta, un puñado de materia que se irá organizando en átomos de hidrógeno. A partir de éstos se producirán átomos de helio, y de la combinación de ambos surgirán el resto de los elementos. Al llegar este proceso a generar el elemento químico, oxígeno, éste se unirá con el hidrógeno, y de su combustión se producirá agua, siguiendo esta simple y, a la vez, inimitable reacción química H2O.

Lo que hace que los átomos de un elemento químico se unan a otro es su tendencia a completar la última capa con 8 electrones. En el caso de la molécula de agua, el átomo de oxígeno tiene 8 electrones en total, de los cuales 6 están en la última capa. Por ello, tenderá a completarla con otros dos electrones. Por su parte, el átomo de hidrógeno tiene un electrón en su única capa. Si ahora dos átomos de hidrógeno se unen a un átomo de oxígeno, éste habrá completado su capa más externa con 8 electrones (situación química ideal); y los dos átomos de hidrógeno habrán perdido su único

electrón, quedando su capa exterior vacía (situación química también ideal). (Hablamos aquí del sistema funcional que podemos estudiar y comprender. No hablamos del sistema operativo, que escapa a nuestras capacidades cognitivas.)

Siguiendo la ley de plantillas vemos cómo lo primero en formarse en el universo fue el agua, y el agua fue el primer constituyente de la vida. El espacio intersideral es agua y en ella flotaban todos los componentes químicos, todos los bloques, con los que se fue construyendo la sólida estructura del universo. De la misma forma, el citoplasma celular es agua en el que flotan los organelos. Sin embargo, sabemos que el agua toma estados diferentes. Unos los conocemos –hielo, vapor, nieve, granizo. En el citoplasma celular se convierte en una especie de gel. En el citoplasma cósmico, en cambio, desconocemos en qué estado, o estados, se encuentre el líquido elemento.

(7) Es Él Quien ha creado los Cielos y la Tierra en seis días, y ha establecido Su Arsh sobre el agua. (Corán 11-Sura de Hud)

(33) Es Él quien ha creado la noche y el día, el Sol y la Luna. Todos nadan en su propia órbita. (Corán 11-Sura de los profetas, al Anbiya)

En un estudio reciente se ha recuperado una buena parte de la literatura científica sobre las afinidades estructurales entre la sílice y el agua o, lo que es lo mismo, entre el elemento sólido básico de la materia terrestre y el elemento básico líquido. Una similitud que nos hace pensar en el agua como el elemento básico de toda la materia sólida:

Pasamos luego a las relaciones cristalográficas muy cercanas en la estructura entre sílice y agua según lo observado por Bernal y Fowler ya en 1933. Ellos ya asumieron la existencia de tres «nano-regiones» con estructuras análogas a SiO2-cuarzo y SiO2-tridimita. Weyl, Marboe y muchos otros han desarrollado estas afinidades estructurales entre soluciones en H2O y SiO2 (Véase Eitel para una discusión general).

Desafortunadamente, recientes estudios sobre H2O-cristal parecen haber pasado por alto la enorme literatura sobre SiO2 que en las formas cristalinas y vítreas son muy similares al agua. A pesar de los debates registrados en Mazurin y Porai-koshits, para cristal de sílice puro, un líquido templado coordinado tetraédricamente, con estructuras como el agua (pero mucho más viscosa), están implícitas (véase, por ejemplo, el trabajo de Patel et al., Konnert y Karle, y Roy: es decir, que el cristal SiO2 también consta de regiones con diferente empaquetados o unidades estructurales). –The Structure of Liquid Water, Rustum Roy, W.A. Tiller, Iris Bell, M. R. Hoover, 2005

Otro ejemplo de la perfecta correspondencia entre los elementos que componen los diferentes dominios de la creación lo encontramos en el funcionamiento de los átomos.

El átomo de hidrógeno representa la singularidad, el impar en el sentido de unicidad, al estar compuesto su núcleo de un solo protón y su capa externa de un solo electrón. Podríamos darle el nombre de witr, término árabe que significa “impar”. De la misma forma, podríamos denominar al helio, shaf´, que en árabe significa “par”, ya que el helio contiene dos protones y dos neutrones en su núcleo y dos electrones en la capa exterior. Par e impar, unicidad y multiplicidad. En el campo de las matemáticas vemos la misma correspondencia, ya que todos los números se han originado a partir del 1 –cuando el 1 se une a sí mismo, produce el 2 (1 + 1) y de la interacción entre el 1 y el 2 surgen todos los demás números.

Aunque el hidrógeno se incluye en el Grupo I en la mayoría de las versiones de la Tabla Periódica de los Elementos, no se parece en sus propiedades químicas ni a los metales alcalinos ni a los halógenos. De hecho, es el más individualista de los elementos en el sentido de que no puede considerársele como miembro de ningún grupo. El hidrógeno es un elemento único y al mismo tiempo el originador de todos los demás. La unicidad e individualidad del hidrógeno, su singularidad, le hacen ser un reflejo de Allah, una manifestación en el microcosmos de esas características propias del Creador. Podemos decir, siguiendo la ley de plantillas, que el hidrógeno representa la unicidad divina y al mismo tiempo el poder creador, el poder originador de la multiplicidad, del helio, del par, ya que el uno, el impar, contiene en potencia todos los elementos, de la misma forma que Allah contiene en Su consciencia toda la creación.

(3) ¡Por lo par e impar! (Corán 89-Sura del alba, al Fayr)

Podemos seguir analizando los movimientos y reacciones del microcosmos y ver su correspondencia con nuestro propio mundo, el antropocosmos.

Ya hemos visto que los átomos se mueven y se relacionan con otros átomos buscando el equilibrio entre tendencias contrarias –unos siguen un proceso de oxidación y son propicios a dar electrones, mientras que otros siguen un proceso de reducción y son propicios a recibir electrones, todo ello con la finalidad de alcanzar una estabilidad ideal –“si no puedo obtener 8 electrones en la última capa, mejor dar los que tenga y dejarla vacía.” Esta ineludible dialéctica nos puede ayudar a generar una nueva y más realista sociología, basada en el equilibrio de los contrarios.

Para conseguir este equilibrio, los miembros de una sociedad dada deberán estar dispuestos a asumir dos posiciones distintas y, a la vez, complementarias –sacrificio y gratitud– reconocimiento. El hidrógeno se sacrifica dando su electrón y el oxígeno agradece ese gesto aceptándolo y como resultado de esa dialéctica surge el agua, la vida, la fecundación. Es la misma dialéctica que encontramos entre el factor masculino y el femenino. El hidrógeno es masculino, es activo y es dador. El oxígeno, por su parte, es femenino, es pasivo y es recibidor y aceptador. El elemento masculino da y se da para penetrar en el ámbito femenino y fecundarlo, generar vida, movimiento y guía en él. A su vez, el elemento femenino recibe, absorbe y agradece el input masculino. Un profesor es un factor masculino, ya que su aspecto de enseñante le obliga a dar conocimiento a los estudiantes. Realiza un acto de sacrificio –investigación, búsqueda de técnicas de enseñanza, conversaciones personales con los alumnos, consejos… La mayor parte de su tiempo y de su energía estará dedicada a la tarea de enseñar. Por su parte, los estudiantes son factores femeninos, ya que reciben, absorben, las enseñanzas de sus profesores. Para que un profesor sea realmente un elemento masculino deberá dar y darse a sus alumnos. De la misma forma, para que un estudiante sea realmente un elemento femenino deberá absorber las enseñanzas de sus profesores y agradecer. Si un profesor no es capaz de sacrificarse por sus alumnos, no podemos seguir denominándole como elemento o factor masculino. De igual manera, si un estudiante no absorbe las enseñanzas de sus profesores ni agradece, habrá dejado de ser un elemento o factor femenino. El resultado en ambos casos será el caos y el conflicto –no habrá fecundación y, por lo tanto, no habrá vida… materia muerta.

Esto mismo lo podemos aplicar al caso familiar –el esposo será el elemento masculino de la familia, y la esposa el femenino. No obstante, la madre será el elemento masculino para los hijos, y éstos el femenino para la madre. Si trastocamos esta relación, la familia dejará de ser un elemento de estabilidad, seguridad y guía para sus miembros. En esta sociología que podríamos denominar bio-química, cada bloque masculino y femenino deberá estar siempre en su sitio para mantener firme la arquitectura social. No debemos olvidar que el término “tiranía” en árabe se expresa con la palabra dhulum ظُلُم que deriva del verbo dhalama ظَلَمَ que significa poner algo en un lugar que no le es propio.

Como ya hemos visto, estos bloques no son fijos, sino intercambiables –no siempre un mismo individuo es masculino o femenino en toda circunstancia. Una profesora actúa como elemento masculino con respecto a sus alumnos, pero como elemento femenino con respecto a su esposo. El hijo mayor en una familia es un elemento femenino con respecto al padre, pero masculino con respecto a sus hermanos más pequeños. Si estos bloques están siempre colocados en el lugar que les corresponde, la sociedad que habrán formado será fuerte y estable –no habrá dhulum en ella.

Otro ejemplo de la ley de plantillas lo encontramos en la memoria –un elemento divino del que Allah nos ha hecho partícipes. Todo cuanto existe, tanto en su forma material como conceptual, está registrado en la memoria general de la creación, en el ADN cósmico, y nada de ello se pierde.

En el caso humano, la memoria no es tan eficiente. La podríamos definir como un estanque en el que van cayendo los datos que penetran en nosotros a través de los sentidos, especialmente del oído (diálogos interiores y lecturas incluidos) y de la vista. Sin embargo, así como la consciencia de Allah está siempre activada, la nuestra permanece inactiva la mayor parte del tiempo, debido, entre otros factores, a la falta de concentración y a la dispersión –características éstas muy propias de la psicología humana. Esta desconexión de la consciencia hace que gran parte de los datos que transportan los sentidos entren en el estanque de la memoria y se depositen en el fondo sin ser registrados ni clasificados.

Es lo mismo que sucede con la memoria de los ordenadores –hay una memoria RAM, inmediata, cuyo contenido está siempre activado, presente; y está la memoria del disco duro que contiene todos los archivos, todas las carpetas, todo lo que ha entrado en él. Sin embargo, sólo una pequeña parte de la información está disponible para que la podamos utilizar. Más aún, hemos olvidado una buena parte del input que nosotros mismos hemos introducido. A este respecto, tenemos tres casos:

I- Recordamos haber insertado cierta información y sabemos en qué archivo está.

II- Recordamos haber insertado cierta información, pero hemos olvidado en qué archivo la hemos grabado.

III- No recordamos haber insertado cierta información.

En el caso humano tenemos los mismos casos. En el primero, la consciencia está activada y por lo tanto muestra al conjunto de las capacidades cognitivas el input que ha entrado en su campo de percepción a través de algún sentido. Ello hace que se clasifique esa información en los correspondientes archivos y carpetas, de forma que sea fácil para el usuario recuperarla. El mecanismo encargado de interaccionar la información, la consciencia y las capacidades cognoscitivas se denomina –fuad (en lengua árabe).

En el segundo caso, recordamos que ha entrado en el estanque de la memoria una cierta información (ideas, conceptos, percepciones intelectuales, imágenes…), pero la consciencia no estaba totalmente activada, y ha pasado como una ráfaga de viento que no ha dejado huella –pronto será olvidada, a no ser que una circunstancia determinada la saque a la superficie del estanque, y ello nos permita registrarla y clasificarla.

En el tercer caso, la consciencia está totalmente desactivada y el input entra en el estanque de la memoria sin que lo hayamos advertido. En este supuesto muy probablemente hayamos perdido esa información, lo cual no quiere decir que haya desaparecido, pues ya hemos dicho que nada se pierde. Todo permanece en la memoria del estanque. El Día del Resurgimiento se nos dará nuestro registro (a modo de memoria flash) y en él encontraremos todo lo que había entrado en el estanque de la memoria, sin que falte nada –nuestros actos e intenciones.

(49) Se colocará el Kitab (Registro General) y verás entonces a los nefarios aterrorizados por lo que hay en él. Dirán: “¡Ay de nosotros! ¿Qué clase de Kitab (registro) es éste que todo, pequeño o grande, está en él registrado?” Se encontrarán con sus obras. Tu Señor no actuará injustamente con nadie. (Corán 18-Sura de la caverna, al Kahf)

 El modelo original siempre es el divino y éste se va reflejando en todos los dominios. En la célula cósmica tenemos el núcleo, el centro de control –Arsh– y dentro de esa construcción abovedada se encuentra el –Lauh Mahfudh, el ADN en el modelo celular. En ese panel o tarjeta universal están inscritos todos los registros –todos los archivos, todas las carpetas o, siguiendo el símil de la biblioteca, todos los libros. Cada entidad viva de la creación tiene su memoria, y se sirve de ella consciente o inconscientemente.

La homeopatía es un buen ejemplo de ello. El principio básico de este sistema médico es el de que lo “similar cura lo similar”. Una vez establecida la materia médica –las diferentes substancias con sus propiedades– el médico homeópata dará al paciente el medicamento que contenga la substancia que en estado bruto produciría los mismos efectos que su enfermedad. El preparado se lleva a cabo disolviendo esta substancia, por ejemplo, el fósforo, en agua o en cualquier otro disolvente que sea el apropiado en una proporción de 1 a 100 (por cada 100 partes de agua, una de fósforo). A continuación, se agitará el preparado y se repetirá esta misma operación 10, 100 o mil veces (o muchas más) dependiendo de la potencia que queramos darle. Una vez terminado el proceso homeopático de disolución y agitación, se verterá una gota del preparado en una bolita de sacarosa.

Aquellos que no consideran eficaz este tipo de medicina arguyen que cuando se analiza el agua en la que se ha disuelto esa bolita que contiene una gota del preparado, en el microscopio no aparece una sola molécula de la substancia en cuestión (en este caso, de fósforo). Y es cierto, pues a partir de que se haya repetido 13 veces la operación de disolución y agitación, la substancia desaparece. Sin embargo, sus propiedades quedan registradas en la memoria del agua en forma de energía –mucho más eficaz que la substancia en sí. En el mismo documento que ya hemos citado en este mismo artículo se explica este fenómeno claramente:

Este documento no trata de ninguna manera con, y no tiene ninguna influencia en, la eficacia clínica de cualquier remedio homeopático. Sin embargo, demole la objeción contra la homeopatía cuando se basa en la afirmación totalmente incorrecta de que, dado que no existe diferencia en la composición entre un remedio y el agua pura utilizada, no puede haber diferencias en absoluto entre ellos (es decir, la medicina será simplemente agua). Mostramos la insostenibilidad de este supuesto en contra del paradigma central de la ciencia de materiales que afirma que es la estructura (no la composición) la que (en gran medida) controla las propiedades, y las estructuras pueden cambiarse fácilmente en fases inorgánicas sin que se opere ningún cambio en la composición. –The Structure of Liquid Water, Rustum Roy, W.A. Tiller, Iris Bell, M. R. Hoover, 2005

Este proceso se desarrolla dentro de una cualidad física de los materiales que estos científicos han dado en llamar Epitaxis: La trasvasación de la estructura atómica de una estructura patrón cualquiera a un líquido sin trasvasar ningún material o substancia. Y será en la memoria del agua donde se instale esta estructura patrón (por ejemplo, la de la substancia médica) modificando la propia estructura del agua (decimos estructura del agua, no estructura molecular del agua).

Por lo tanto, el concepto “memoria del agua” es muy importante, ya que el hecho de que sea el agua el medio donde flotan y nadan los cuerpos celestes, donde flotan los organelos de la célula, donde quedaron protegidos y unidos los organelos del protoplasma primigenio del que surgirán las primeras células, se debe no sólo a sus propiedades únicas e inimitables, sino también a su memoria en la que se almacenan propiedades y energías indispensables para mantener firme la edificación universal. El agua, con su aparente fragilidad, es el elemento constituyente por excelencia de la creación.

Otra de las enseñanzas que extraemos de la ley de plantillas es el hecho de que todos los seres vivos, siguiendo el modelo celular, consten de cabeza, tronco y extremidades. En la célula, estos tres elementos se corresponden de la siguiente manera:

-El núcleo equivale a la cabeza (ambos actúan como centro de control y administración).

-El citoplasma equivale al tórax (ambas matrices albergan a todos los organelos celulares y órganos corporales respectivamente).

-Los flagelos (elementos motrices de organismos unicelulares y multicelulares) equivalen a las extremidades.

También en las plantas encontramos estos tres elementos, siguiendo la misma correspondencia:

-Las ramas y hojas que producen flores y frutos y absorben los rayos solares equivalen a la cabeza.

-El tronco o el tallo que dan firmeza a los árboles y plantas en general equivalen al tórax.

-Las raíces que sostienen a los árboles y a las plantas y se van extendiendo por la tierra absorbiendo el agua y otros nutrientes equivalen a las extremidades.

Cualquier animal, cualquier insecto, tienen los mismos constituyentes.

El mismo esquema encontramos en la esfera divina: consciencia, nafs y cuerpo.

La ley de plantillas se mueve por todos los ámbitos de la existencia.

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La llamada agua hexagonal y los panales de las abejas son otro ejemplo de ello. Solo el agua no adulterada puede formar hermosos cristales hexagonales similares a copos de nieve. El agua de nieve, el agua de frutas y verduras, el agua fría que extraemos de pozos profundos y arroyos prístinos –todas estas aguas tienen la estructura ideal hexagonal. Por el contrario, el agua del grifo no puede formar estructuras hexagonales cristalinas incluso cuando se congela.

De todas las propiedades del agua, su estructura hexagonal es probablemente la más importante, pero también la más frágil. Es fácilmente destruida por contaminantes ambientales y procesos modernos de tratamiento de aguas.

Nada puede alterar la verdad de la creación de Allah, su perfección, el hecho de que sea en todo y siempre la mejor opción. Podemos destruirla, pero no mejorarla. Podemos contaminar el agua, potabilizarla con procesos químicos, pero entonces esa agua nunca formará cristales hexagonales, nunca será un agua verdaderamente potable, sana, energética, viva.

Y hexagonales son las celdas de los panelas de las abejas. Con la misma perfección que en el agua, la estructura hexagonal funciona como la mejor forma y la más rentable de almacenar la miel. Ambas entidades –el agua y las abejas– están mencionadas en el Corán, y en ello hay un signo para los que reflexionan.

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Numerosos minerales cristalizan en forma hexagonal, como la esmeralda y el aguamarina, así como el resto de los minerales de la familia de los berilos. Por lo tanto, siguiendo la ley de plantillas, podemos deducir que la forma hexagonal es otro de los patrones existenciales que veremos repetido en numerosos elementos de la creación, ya que en esa forma hay una perfección especial y útil.

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En el caparazón de la tortuga, en la cáscara de la piña o en la piel de la serpiente vemos repetido este mismo patrón hexagonal.

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Un hongo que se puede encontrar en las regiones tropicales de todo el mundo. El velo de novia es muy efímero, pero el espécimen que encontramos todavía estaba fresco con respecto al gorro cubierto de limo y la falda intacta hexagonal-teselada, casi una pieza perfecta de la arquitectura moderna.

Formas hexagonales por doquier –en rocas, en plantas, en animales, en construcciones naturales… Esta abundante reproducción de formas hexagonales nos indica que el hexágono, como ya hemos dicho, es una plantilla, un patrón, un modelo universal y, por lo tanto, significa que en esa forma hay una gran perfección e idoneidad, aunque no lo veamos ni entendamos.

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