¿Quién es el agente Smith? Él es tú, tu opuesto, tu negativo.

A mediados del siglo XVII, mil años después de que descendiera el Corán, se establecía un nuevo sistema cuyo principal objetivo era el de sustituir el orden mundial que había prevalecido inalterable por más de 40 mil años. Durante este largo periodo de tiempo, en el que los hombres se fueron asentando en la práctica totalidad de la torta terráquea, la humanidad siguió, con sus más y sus menos, el sistema profético. Por una parte, este sistema enseñaba al hombre todo lo que necesitaba saber para servirse de las fuerzas de la naturaleza –el viento movía los barcos transportando en sus bodegas miles de toneladas; los animales de carga acarreaban sus mercancías del uno al otro confín de la Tierra; los materiales de construcción –la piedra, el barro, la madera– abundaban por doquier… Y todo en este sistema era gratuito. Más aún, todos los pueblos sabían construir barcos, levantar viviendas y domesticar a los animales.

Por otra parte, la creencia en un dios único, Creador de los Cielos y de la Tierra, se intercambiaba, inevitablemente, por algún tipo de idolatría o paganismo. Es decir, a veces prevalecía la profecía y a veces el chamanismo, pero rara vez las sociedades humanas vivían en un caos moral y alejadas de la fitrah –la naturaleza que les es propia a los hombres.

Sin embargo, a mediados del siglo XVII se desarrolla una nueva tecnología que le es ajena a la estructura cognitiva de los seres humanos. Es una tecnología basada en el fuego, que comienza con la máquina de vapor, continúa con el tren, la electricidad, el motor de explosión, los aviones, los ordenadores, los misiles y los teléfonos celulares.

Esta tecnología  tiene 3 características principales:

1- Los pueblos, la gente mayoritariamente, no controla este conocimiento ni sabe producir los artilugios propios de la tecnología del fuego. En el sistema anterior todos sus elementos eran reconocibles para la gente común. Construían sus propios barcos, sus propias casas, cultivaban la tierra, domesticaban a los animales… El agua no solamente sostenía a pesadas embarcaciones, sino que además hacía mover las ruedas de los molinos de los que salía harina de diferentes granos…. Todo el mundo sabía fabricar lo que todo el mundo necesitaba. En el nuevo sistema, en cambio, nadie entiende cómo funciona el teléfono o el motor de un avión. El hombre  vive separado de lo que utiliza en su vida cotidiana. Lo utiliza, pero no lo comprende, y eso le hace totalmente dependiente de las 4, 5 o 6 corporaciones que controlan esta tecnología.

2- Nada en este sistema es gratuito. Los barcos ya no necesitan el viento para moverse, pero sus motores son tan costosos que muy pocas navieras pueden adquirirlos. Todos los medios de transporte pertenecen a compañías privadas y para servirse de ellos hay que pagar el billete que todas esas compañías exigen comprar si queremos montarnos en ellos. La tierra se ara con tractores y se utilizan pesticidas y fertilizantes químicos que también hay que pagar. Los medios de producción están ahora en unas pocas manos. El resto de la humanidad consume productos terminados que se han elaborado en fábricas, en recintos cerrados a los que nadie tiene acceso.

3- Esta tecnología exige medios muy sofisticados para desarrollarla y producir sus artefactos. Obviamente, son muy pocos los países que tienen los medios para servirse de ella. Sin embargo, la mayoría de estos países carece de los recursos naturales necesarios para fabricar estos artilugios tecnológicos y ello hace que se introduzca un nuevo elemento particularmente nefasto –las invasiones a terceros países para robarles su riqueza y poder así desarrollar su tecnología. La venden muy cara a sus aliados. Es un tipo de chantaje. Si un país no acepta la política de cualquiera de estos países tecnológicos, no recibirá sus productos. Sus barcos quedarán flotando en el mar y sus aviones inmóviles en tierra. Tendrán que abastecerse de vehículos de segunda, tercera o cuarta mano, pues los nuevos no llegarán a sus fronteras.

Estos dos sistemas ya no son intercambiables, pues uno, el segundo, ha ido borrando las huellas del primero. Las técnicas anteriores se han disipado y el hombre ya no puede volver a vivir en este sistema natural, gratuito, conocido y asequible.

Podríamos ahora preguntarnos de dónde viene este sistema, esta tecnología que tan extraña le resulta al hombre. Para ello deberíamos averiguar de qué substancia han sido originadas las criaturas conscientes que pueblan la Tierra. Unas, los hombres, han sido creadas del barro –un material que poco tiene que ver con el fuego. Es un producto pesado, sólido, denso… Produce frescor más que calor. Otras, los yin, han sido creadas a partir del fuego y por lo tanto podemos concluir que han sido estas criaturas las que han instigado al hombre a meterse en la tecnología ígnea, que a ellos sí les es propia, y a manipularla.

A partir, pues, del siglo XVII habrá una continua connivencia entre determinados individuos de los yin y de los humanos –una asociación contra natura, cuyos efectos más nefarios los estamos viviendo ahora. El hombre se ha alejado del sistema profético y se ha entregado por completo al sistema chamánico. Se ha alejado de la serenidad y del frescor del barro para arrojarse al crispado fuego. Ha abandonado su naturaleza humana para adquirir una naturaleza artificial –la cultura yínica: frivolidad, desnudez, marcas en el cuerpo utilizando los tatuajes y las perforaciones, promiscuidad y drogadicción.

Quizás las sociedades se deslizan, impotentes, por la pendiente chamánica susurrada por los yin. Mas los individuos –tú, yo, aquél– todavía pueden resistir, volver al sistema profético y al conocimiento que sigue transportando desde hace 50 mil años.

(6) ¡Oh tú, el hombre –insan! ¿Qué te engañó, apartándote de tu Señor, el Generoso? (7) El que te creó, te conformó y te equilibró (8) en la forma en la que te quiso componer. (Corán 82-Sura del cuarteamiento)

(14) Creó al hombre –insan– de barro seco cual terracota, (15) y a los yin los creó de un fuego sin humo. (16) ¿Qué gracia de vuestro Señor podréis ambos negar? (Corán 55-Sura del Rahman)

Ver: El Corán en español y su libro de comentarios: APÉNDICES: Apéndce G (“De Arabia a América y al mundo”); ARTÍCULOS: Artículo XIX (“El sistema profético versus sistema chamánico”); ESQUEMAS: Esquema 8 y su Texto  (“Profecía versus chamanismo”)

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