Parece como si el mundo estuviera colgado en el aire y nosotros conteniendo la respiración. Esta inmovilidad, este silencio, parece indicar que ya no hay pandemia. Incluso cabe la sospecha de que nunca la ha habido. Mas eso es agua pasada que, como ya se sabe, no mueve molino. Los aeropuertos estaban colapsados, las fronteras, la gente vacunándose o presentando una prueba de PCR para poder trasladarse a otro barrio, a otra ciudad, a otro país. Había tantas variantes del virus que era difícil diagnosticar si aquellos estornudos provenían del Covid-19 sin más o del Delta o del Ómicron… Lo importante es que era un caso más de infección vírica que de nuevo probaba que estábamos en peligro.
Después, algunos dirigentes políticos empezaron a echar marcha atrás en lo de la obligatoriedad de vacunarse, pues en realidad era un tipo de gripe que la OMS interpretó como la peste negra, lo que provocó que se impusieran estrictas normas como la cuarentena y los campos de exterminio vírico, sin quedar claro si los exterminados eran los virus o los infectados.
De momento, todo eso, al igual que el mundo, ha quedado suspendido en el aire y Trudeau ha dejado el gobierno de Canadá, su palacio, para refugiarse de los camioneros en un lugar secreto. Es una actitud la de Trudeau típica de villanos, pues cómo puede ser Primer Ministro un tipo que cuando hay problemas, se esconde como las ratas en alguna guarida preparada para tales contratiempos. Y ello se debe a que los canadienses no son de allí. Son invasores que se han apropiado de lo que no es suyo y ello les ha despojado de todo honor. ¿Dónde está el presidente de este país? Los funcionarios responden: “No lo sabemos, pero supongamos que lo supiéramos, tampoco se lo diríamos por razones de seguridad, pues carece de lógica esconderse y después decirles a todos dónde te has escondido. Digamos que el presidente está ausente, ocupándose, por supuesto, de los asuntos de estado.” Mas ¿cómo puede ocuparse de asuntos tan graves quien ante una situación embarazosa, situación que él mismo ha creado, se esconde y se refugia en paradero desconocido? Ningún gobierno del mundo tiene respuesta que dar a los camioneros de Canadá.
El mundo ha vuelto a caerse al suelo y hemos vuelto a respirar, pues aunque no hay pandemia, hay una guerra entre Ucrania y Rusia. Mas no hay ninguna guerra entre Ucrania y Rusa. El mundo ha vuelto a quedarse suspendido, flotando en un limbo de incertidumbre.
No hay pandemia ni hay guerra. El mundo no sabe si volverse a caer o quedarse suspendido.
Putin resuelve el dilema al declarar que no podrá haber buenas relaciones con Estados Unidos si no se establece un nuevo orden mundial; pero ya sabemos lo que significa para el hombre común, para los ciudadanos, un nuevo orden mundial. Significa un orden que vaya eliminando mientras avanza cualquier tipo de diversidad. Se ha progresado mucho en este sentido. Culturalmente, por ejemplo, la torta terráquea se ha llenado toda ella de chocolate y nadie piensa en términos de nata o mermeladas. Mas todavía hay zonas que se oponen a la liga LGBTQ y ello hace que las sociedades vivan atenazadas por una variante esquizofrénica.
Por otra parte, la globalización política y económica de la Tierra necesita más fases. Por ejemplo, la fase de la re-agrupación. Por eso no hay guerra, pues el objetivo es ensamblar a todas las naciones del mundo en cuatro o cinco bloques, y la economía fluyendo on-line. En las fases superiores la comida será sintética y la ropa, al menos la moda, no tendrá mucho sentido, pues no hará falta un amplio armario ropero cuando se lleva una vida on-line, cuando desaparece la calle, cuando desparece el turismo, los viajes, los acontecimientos sociales o deportivos.
Mas aún se habla de la pandemia, de la guerra con Ucrania, pues todavía no se ha establecido ese nuevo orden mundial. La mitad de nuestro intelecto debe seguir adherida a las viejas tradiciones, mientras que la otra mitad ya debería estar inmersa en la nueva virtualidad que nos ofrece la tecnología.