La alquimia del engaño

Ante un posible colapso anticipado de la civilización debido al desesperado intento por parte del hombre de agarrarse incluso al mal para sobrevivir, se han activado los resortes de salvamento que siempre están disponibles debajo del asiento en los aviones o en algún lugar visible en los barcos… o en los medios de comunicación, como última terminal del poder.

¡No hay futuro! Esa ha sido la consigna interior que todos pronuncian en voz muy baja cuando se hace el silencio después de una catástrofe. En este caso, en el caso en el que ahora estamos, parece que no se trata de una consigna o de una frase hecha, sino de una clara percepción de que, esta vez, va en serio –no habrá futuro. Mejor, pues, renunciar al plan A y al plan B y lanzarnos en picado sobre la multitud o sobre alguna central nuclear que aún funcione.

“¡Un momento, chicos! ¿De qué estáis hablando? No puede haber un futuro más prometedor que el que os espera a la vuelta de la esquina… ¿Eh?… Pues no lo sé, de cualquier esquina, de esa esquina, por ejemplo, que tenéis delante de vuestras narices. Os falta fe, determinación… No habéis hecho otra cosa desde que nacisteis que ir a discos, drogaros y follar en algún baño mugriento. ¡Qué esperabais! La desesperación siempre es fruto de la ignorancia, vuestra principal característica. Sin embargo, os han perdonado y planifican, clandestinamente, un luminoso futuro para vosotros y vuestros hijos, lejos de los cataclismos naturales.” Así habla la raposa mientras se come el hígado de vuestros pequeñuelos. “No son nuestros, son el resultado de un proceso biológico inevitable. Nada que nos concierna. Cómete sus hígados si quieres, pero déjame en paz, déjame escuchar esta canción, es mi favorita, dice que me ama y que siempre estará a mi lado.”

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Esta vez la ecuación tiene demasiados factores como para equilibrarla. Hace unos días aparecía un artículo en Alquimist City que hablaba de nuevas ciudades en China regidas por Inteligencia Artificial.

Esta ciudad se ubicará en la zona de desarrollo industrial de alta tecnología de Chongqing, que también albergará al aireado Cloud Valley, que será la sede, estilo campus, del grupo.

Cloud Valley está concebida como una ciudad donde las personas, la tecnología y la naturaleza conviven juntas, con espacios diseñados para todo tipo de vida: vida humana, vida vegetal, vida animal e incluso vida artificial.

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Este tipo de artículos, insustanciales, que carecen de verdadera información sobre cómo se van a construir estas ciudades, cómo se van a mantener, quién podrá vivir en ellas… hacen soñar a no pocos ciudadanos occidentales. Ante la desesperación de los confinamientos, se aferran a un futuro prometedor en el que en esos nuevos hábitats ya no tendrán cabida los virus ni las enfermedades. Serán ciudades tan tecnológicamente avanzadas que ni siquiera la muerte se atreverá a irrumpir en ellas. Será como vivir en el paraíso.

Sin embargo, los hay a quienes ni siquiera estás fantasías arquitectónicas les hacen soñar. Odian la Tierra –demasiadas catástrofes, demasiados imprevistos. Hay, para ellos, ofertas mejores –la Luna, Marte, Júpiter… otras galaxias, quizás. Se trata de empezar desde cero en un planeta estéril, sin vida. El hombre entonces podría construir ciudades, zonas, perfectamente planificadas. Incluso la posible naturaleza que allí pudiera generarse estaría siempre bajo control.

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En 1977, la NASA publicó un libro titulado Space Settlements: A Design Study. Este extenso estudio de 155 páginas contiene esencialmente una guía de planificación urbana sobre el futuro de las ciudades en el espacio. El libro se centra exclusivamente en los hábitats civiles orbitales, del tipo que girarían y se asentarían en puntos de gran alcance alrededor de la Tierra.

Cincuenta años después lo único que tenemos es este librito y sus fantasías que no solo no se han llevado a cabo, sino que, lejos de construir ciudades orbitales, han dejado de ir a la Luna y han montado una estación espacial internacional a 400 kilómetros de la Tierra. Es difícil de imaginar cómo desde una sospechosa huella de bota en suelo lunar, podamos a pasar a ciudades habitables en ese mismo suelo o en órbitas espaciales.

En asociación con la Agencia Espacial Europea (ESA) y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), SOM presentó un diseño conceptual para su Moon Village. En un comunicado de prensa, el socio de diseño Colin Koop habló sobre los nuevos desafíos necesarios para el diseño arquitectónico en el espacio.

El proyecto presenta retos completamente nuevos para el campo del diseño arquitectónico. Este Moon Village debe poder sustentar la vida humana en un entorno inhabitable de otro modo. Tenemos que considerar problemas en los que nadie pensaría en la Tierra, como protegerse de la radiación, los cambios de presión y cómo proporcionar aire respirable.

Volvamos a la Tierra. Entendamos que este universo no es infinito. Tiene un comienzo y todo lo que tiene un comienzo tiene que tener, inevitablemente, un fin. Vamos hacia ese fin. Nos acercamos al final y, como en el caso del ser humano, lo que nos espera al final es la decrepitud, la degradación. Vemos cómo la humanidad rueda ladera abajo y cada vez a mayor velocidad.

El hombre llegó a la cima de sus posibilidades cuando dejaron de venir más profetas, cuando se reveló el último libro y se transmitió el último mensaje. Desde entonces, hace ahora 1400 años, el hombre comenzó a estar en pérdida, a olvidar, a hacerse ignorante, a maquinar, a desarrollar una alquimia del engaño en cuyos alambiques destilar un estúpido y devastador materialismo.

(1) ¡Por la corriente del tiempo (2) que arrastra al hombre a la perdición. (3) Mas no así a los que creen y actúan con rectitud –se exhortan a la verdad y a resistir.

Qur-an 103 – al Asr

 (Ver Esquema 1 y su texto)

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