Mirándose al espejo los nuevos biólogos se dijeron: “Pienso, luego no existo;” y por ello dejaron de pensar.

Al haber fallado en originar la vida, dio-tec, el último residuo divino del Olimpo, decidió centrarse en su evolución. Jonathan Wells tituló su libro “Los iconos de la evolución” (“Icons of Evolution”). El icono es una imagen-objeto de adoración; deriva del griego eikōn, imagen; muy emparentado con otro término griego, eidōlon –imagen, ídolo. Sabía bien lo qué hacía porque la evolución realmente es un objeto de adoración, un icono tan mal pintado que incluso Darwin tenía sus dudas. Así lo expresó en su carta a Joseph Hooker de 1 de enero de 1871, en la que reconoce que el problema básico de su teoría es el de la producción misma de la vida:

Si pudiera demostrarse que existía un órgano complejo que no podría haber sido formado por numerosas, sucesivas y ligeras modificaciones, mi teoría se derrumbaría por completo.

Por aquel entonces, en la época de Darwin, el mundo todavía era joven. Se sabía muy poco, por ejemplo, de la célula. Más tarde se ha descubierto que es un sistema tan extraordinariamente complejo, en el que todos sus elementos interactúan entre sí, que no podría haberse formado mediante “numerosas, sucesivas y leves modificaciones” –uno de los supuestos básicos de la teoría de la evolución; teoría, pues, que se ha derrumbado hace más de 70 años. No obstante, el señor Darwin puede seguir descansando en paz, aunque no sea un descanso exento de pesadillas.

Ya hemos dicho que cuando algo no sale bien en la propuesta materialista, se da marcha atrás disimuladamente y se retoma algún elemento, ya olvidado, del otro sistema, del que conduce al inevitable asesinato de dios. En este caso fue la evolución –una propuesta que viene de algunos de nuestros ancestros. Podemos citar a Anaximandro y Empédocles quienes sostenían que ciertos organismos podían haber derivado de otros diferentes. Estas mismas teorías fueron asumidas por el poeta y filósofo romano Lucrecio en su obra “De rerum natura”. El filósofo taoísta Chuang Tzu (siglo IV a.E.) rechazaba el fijismo de las especies biológicas, y especulaba sobre la posibilidad de que éstas hubieran desarrollado características diferentes en respuesta a ambientes diferentes. ​ Adentrándonos algo más en nuestra era, el teólogo cristiano Agustín de Hipona afirmaba que el relato de la creación del Génesis no debería interpretarse literalmente. Como expone en su libro “De Genesi ad litteram”, en algunos casos las nuevas criaturas se habrían formado debido a la “descomposición” de formas de vida más primitivas. Tampoco los sabios musulmanes se quedaron atrás a la hora de imaginar escenarios sin tener en cuenta la estructura básica de la existencia. Al Yahiz, de origen etíope y educado en Iraq, fue una de las mentes más lúcidas del siglo IX. Algunos historiadores le han llamado “el padre de la teoría de la evolución”:

Los animales se encuentran involucrados en una lucha por la existencia: por los recursos, para evitar ser devorados, y para reproducirse. Los factores ambientales influyen en los organismos para desarrollar nuevas características que aseguren su supervivencia, transformándose así en otras especies. Los animales que sobreviven y se reproducen pueden traspasar sus características a la descendencia. (Al-Yahiz, “El libro de los animales”)

La primera teoría evolucionista europea que enlaza de forma elaborada con sus predecesoras es la de Lamarck –el ambiente produce modificaciones de los caracteres, la función crea el órgano y los caracteres adquiridos se heredan. Lamarck estaba convencido de que era la necesidad la que producía los cambios evolutivos, y que dichos cambios eran hereditarios. Finalmente, en 1859, Charles Darwin se coló disimuladamente en la línea teórica evolutiva proponiendo una nueva teoría de la evolución, recogida en su libro “El origen de las especies”. Un año antes había publicado una serie de artículos junto a Alfred Wallace, investigador que había llegado de forma independiente a las mismas conclusiones que Darwin.

Es evidente que el susurro del que se ha hecho la “ciencia” es el de promover una creación sin Creador. No olvidemos que ya en el Jardín shaytan se lo propuso a Adam:

Pero le susurró el shaytan y le dijo: “¡Adam! ¿Quieres que te indique el árbol de la inmortalidad y de un dominio que no se extinguirá jamás?” (Corán 20:120)

Una línea de razonamiento a menudo citada como evidencia de la evolución es la similitud entre embriones de diferentes animales. Como señala Wells en “Icons of Evolution” –Darwin concluyó que los embriones tempranos nos muestran, de alguna manera, la condición del progenitor de todo el grupo en su estado adulto. En otras palabras, las similitudes en los embriones tempranos no solo demuestran que descienden de un ancestro común, sino que también revelan cómo era ese antepasado. Darwin consideró este hecho “el argumento más sólido en favor” de su teoría, pero confió para esta información en otros. El principal de entre ellos fue el biólogo alemán Ernst Haeckel. Sus dibujos mostraban similitudes entre embriones de especies muy diferentes. Estos dibujos se han utilizado durante aproximadamente 150 años para apoyar la teoría de la evolución. En la edición del 5 de septiembre de 1997 de la revista “Science”, Elizabeth Pennisi informa sobre los hallazgos de Michael Richardson, un embriólogo de la Escuela de Medicina del Hospital St. George de Londres. Pennisi señala:

Richardson tenía dudas desde hacía mucho tiempo sobre los dibujos de Haeckel. Así que él y sus colegas hicieron su propio estudio comparativo, reexaminando y fotografiando embriones emparejados por especie y edades con los dibujados de Haeckel. Y he aquí, los embriones “a menudo parecían sorprendentemente diferentes”. No solo Haeckel agregó u omitió características, sino que también manipuló la escala para exagerar las similitudes entre las especies, incluso cuando había diferencias de tamaño de 10 veces mayor o menor.

Parece que también el fraude científico es muy antiguo, en este caso tan antiguo como la akademia.

Más grave aún es el hecho de haber construido la teoría de la evolución sin tener en cuenta la existencia y funcionamiento del ADN, molécula ésta que estaba fuera del alcance del microscopio de Darwin. Si bien la primera observación documentada del ADN la realiza Friedrich Miescher en 1868, no será hasta 1953 cuando James Watson y Francis Crick publiquen su estructura en la revista “Nature”.

Con la estructura del ADN en mano, dio-tec se lanza a la conquista de los cielos con el claro propósito de sentarse en el trono. Sin embargo, los resultados de la investigación en este campo son devastadores para la teoría de la evolución –el ADN se ha vuelto contra sus “descubridores” y ahora es la prueba evidente de que no ha habido ni hay evolución en la naturaleza, en ninguno de sus elementos. El grupo de investigadores que se presenta bajo el nombre “The Intelligent Design”ha dejado claro que la complejidad de la célula, una complejidad que sobrepasa la imaginación humana, no puede provenir de la casualidad o de la espontaneidad.

Lo primero que descubrimos al observar el ADN es su estructura de texto informativo codificado. Sin embargo, toda información, del tipo que sea, proviene necesariamente de una entidad inteligente. Si además esa información es tan compleja que rige el funcionamiento de todos los sistemas del cuerpo humano, incluso cómo construirlo, nos encontraremos ante el absurdo de tener que reconocer que unas cuantas bases nitrogenadas hayan diseñado el complejísimo cuerpo humano y hayan informado a cada una de las células que lo componen su función y cómo llevarla a cabo. Este perturbador absurdo sólo podrá disiparse admitiendo que una entidad inteligente, en este caso una inteligencia non plus ultra, ha inscrito en el ADN esa información.

No obstante, los evolucionistas tenían otra carta debajo de la mesa –el ADN basura. De hecho, ya el calificativo de “basura” está definiendo la altura intelectual de los que lo han acuñado. Según ellos, la mayor parte del ADN no tiene ninguna función, son simplemente remanentes de procesos anteriores en la escala evolutiva que demuestra la continua transformación de la estructura celular. Tampoco esta vez ha habido suerte –el proyecto ENCODE (Encyclopedia of DNA Elements) ha descubierto que el “ADN basura” es en realidad imprescindible. El proyecto ha sido liderado por el National Genome Research Institute (NHGRI) en EEUU y el EMBL –European Bioinformatics Institute (EMBL-EBI) en Reino Unido y ha coordinado el trabajo de 442 científicos en 32 laboratorios del Reino Unido, Estados Unidos, Singapur, Japón, Suiza y España.

El llamado “ADN basura”, o ADN no-codificante, del que hasta ahora se pensaba que no tenía utilidad alguna, ha resultado ser un elemento imprescindible dentro del genoma humano, ya que constituye un gran panel de control con millones de “interruptores” que regulan la actividad genética. Sin estos interruptores, los genes no funcionarían y se podrían originar mutaciones que, a su vez, desencadenarían una continua degradación. Los resultados obtenidos ofrecen el conocimiento que se necesita para mirar más allá de la estructura lineal del genoma y ver cómo toda la red está conectada. El proyecto ENCODE presenta un mapa detallado de la función del genoma que identifica cuatro millones de interruptores de genes. Como afirma Ewan Birnay, coordinador de análisis del proyecto, «Nuestro genoma sólo funciona gracias a los interruptores: millones de lugares que determinan si un gen se enciende o se apaga. Hemos encontrado que una gran parte del genoma –de hecho, una cantidad sorprendente– está implicada en controlar cuándo y dónde se producen las proteínas, más allá de simplemente fabricarlas. Debido a la compleja estructura tridimensional de nuestro genoma, estos controles a menudo están lejos del gen que regulan si leemos la secuencia linealmente, aunque si se hace de forma tridimensional veremos que se encuentran envueltos a su alrededor para contactar con ellos. Hemos mirado en lo más hondo del circuito de regulación que muestra cómo todas las partes se unen para crear un ser complejo”. 

Los estudios posteriores al ENCODE no han sido mucho más halagüeños para los evolucionistas. En 2015 se han publicado los resultados del proyecto GTEx (Genome-Tissue Expresion Pproject) a través del cual se han localizado muchas regiones del genoma humano que determinan cambios en la expresión de los genes “normales” en los distintos tejidos y órganos de personas sanas y que, sobre todo, con sus variaciones de unos individuos a otros, pueden estar en la base de enfermedades como el cáncer.

La misma imposibilidad de atravesar los firmamentos que separan los cielos actúa en el genoma humano –un sistema complejísimo de interruptores que activan y desactivan genes según patrones que el hombre no conoce ni puede imaginar. No es sólo una cuestión de estadística que quizás potentes sistemas algorítmicos podrían resolver –el hombre no puede incidir en el plan de Allah. Estamos fuera y todo lo que vemos son reflejos funcionales del sistema operativo que ha creado y controla el programa genético humano. No podemos manipular la estructura genética celular sin causar en ella graves daños que se traducirán en enfermedades y mutaciones indeseables. La creación es un guión cerrado que no se puede alterar en sus aspectos operativos. Todas las alteraciones que produzcamos en los aspectos funcionales formarán parte del guión general.

En los siguientes dos textos recogidos por RT (Russia Today) y la prensa estadounidense (Theblaze.com) –respectivamente– vemos esta realidad manifestarse en la irresponsable práctica de los científicos que trabajan para los grandes consorcios farmacéuticos y militares en programas de manipulación genética, aunque disfracen sus investigaciones de trabajos cuya finalidad es curar graves enfermedades.

En el primero de estos dos artículos se alaba el editor genético CRISPR/Cas9, y en el segundo se reprueba este mismo elemento.

La investigación pionera en genética podría ayudar a diagnosticar y curar el cáncer en los niños

El estudio sugiere que los investigadores utilizaron el revolucionario algoritmo iExCN, que combina el análisis bayesiano, un método de inferencia estadística, y CRISPR/Cas9, una herramienta de edición de genes relativamente nueva y experimental que examina y verifica las predicciones estadísticas.

Según el Dr. Lin Xu, instructor en los Departamentos de Ciencias Clínicas y Pediatría, aunque el algoritmo iExCN requiere más tiempo para procesar los resultados, es altamente efectivo ya que generalmente proporciona una estimación más precisa de las asociaciones estadísticas.

Este innovador descubrimiento sugiere nuevas posibilidades para el diagnóstico y tratamientos potenciales de este tipo agresivo de tumor. Además, el Dr. Skapek sugirió que su método de investigación representaba un «enfoque general» que podría allanar el camino para futuros estudios que pudieran identificar controladores oncogénicos y genes supresores de tumores en otros tipos de cáncer.

A continuación, reproducimos el segundo texto que refrena drásticamente el entusiasmo del Dr. Skapek.

Durante la edición del ADN, CRISPR/Cas9 puede provocar un grave daño genético

Los investigadores de CR han hecho saltar la alarma sobre el rey de las herramientas de edición del genoma, CRISPR, después de que se detectaran importantes eliminaciones de ADN durante el proceso de edición de genes, lo que sugiere que el riesgo de daño genético es mucho mayor de lo que se pensaba. CRISPR/Cas9 es una de las herramientas de edición de genoma más nuevas y se considera muy potente. Puede alterar secciones de ADN en células cortando en puntos específicos e introduciendo cambios en esa ubicación.

Si bien la herramienta ya se utiliza ampliamente en la investigación científica, también está destinada a convertirse en el editor de genes de elección en contextos clínicos con potencial para tratar enfermedades como el VIH, el cáncer o la anemia de células falciformes. Sin embargo, el nuevo estudio, llevado a cabo en el Instituto Wellcome Sanger del Reino Unido, sugiere que la técnica no es tan segura como se pensaba anteriormente, ya que podría provocar cambios peligrosos en algunas células y, potencialmente, incluso causar cáncer. Allan Bradley, coautor del estudio, comentó:

“Esta es la primera evaluación sistemática de eventos inesperados resultantes de la edición CRISPR/ Cas9 en células terapéuticamente relevantes. Descubrimos que anteriormente los cambios en el ADN se habían subestimado seriamente.”

Los investigadores que llevaron a cabo un estudio sistemático completo en células de ratón y humanas, descubrieron que CRISPR/Cas9 frecuentemente causaba extensas mutaciones, pero a una gran distancia del sitio elegido para realizar la edición.

Por lo general, durante el proceso de reparación celular, algunas letras de ADN cambian en el lugar elegido, lo que permite desactivar genes relevantes. Sin embargo, durante estos experimentos, CRISPR causó eliminaciones o reordenamientos de más de 100 letras de ADN en un quinto de las células. Estas mutaciones ocurrieron en algunos casos varios miles de bases de ADN más alejadas del sitio de edición. Bradley hizo las siguientes declaraciones a “New Scientist”:

En el contexto clínico de la edición de muchos miles de millones de células, la multitud de diferentes mutaciones generadas hace probable que una o más células editadas en cada protocolo estén dotadas de una importante lesión patogénica. Esto podría causar finalmente que algunas de estas células se volviesen cancerosas. Existe el riesgo de causar cáncer en algún momento de la vida del paciente. Necesitamos entender más antes de apresurarnos a los ensayos clínicos en humanos.

Los investigadores también advierten que las pruebas estándar de ADN pueden no ser capaces de detectar el daño genético causado por CRISPR. Se espera que los hallazgos, publicados en la revista “Nature Biotechnology”, tengan implicaciones sobre cómo usar CRISPR/Cas9 en un contexto clínico en el futuro, y también reactiven el interés por encontrar alternativas a la herramienta de edición de genes. O más bien eliminar estas herramientas.

En el primero de estos dos artículos fechado 6 julio 2018 se alaba la herramienta de edición CRISPR/Cas9, mientras que, en el segundo, 17 julio 2018, se advierte del peligro de usar dicha herramienta. El resultado final siempre les dará error –no se puede manipular la maquinaria genética de la célula, ya que ello significaría manipular el sistema operativo.

Una de las estrategias favoritas de dio-tec es el bombardeo semántico en los medios de comunicación –siguiendo el lema “calumnia que algo queda”. Cada vez que se publican los resultados de un riguroso estudio sobre algún aspecto de la evolución que van en su contra, comienzan a publicar comentarios sin ninguna base argumental en contra de las tesis de dicho estudio que sí están argumentadas. Tienen a su favor que la mayoría de la gente no sigue el desenlace de estos acontecimientos científicos, no comprende su terminología y termina por aceptar la “realidad” que se le presenta. Dio-tec se da un respiro –uno solo, pues el tema de las mutaciones hace tiempo que le quita el sueño. No se trata solamente de decidir si son o pueden ser beneficiosas, pues el asunto es más complejo que eso y encierra un concepto global de la existencia.

Las mutaciones tienen que ser forzosamente malignas y destructoras, ya que cada elemento de la creación es perfecto en sí mismo y, por lo tanto, el menor cambio que se produjese en su estructura genética sería degenerativo, pues cuando se modifica la perfección, aparece, necesariamente, la imperfección. Lo que hace el ADN, entre millones de otras funciones, es garantizar, precisamente, que no haya mutaciones. Cualquier desviación, o mutación, de su código la ve como algo a rechazar y reacciona con la programada muerte de las células. Si el ADN “modificado” pasa a las siguientes generaciones, el resultado será el debilitamiento de las mismas. Las mutaciones no tienen capacidad para originar una nueva especie. Solamente corrompen el ADN –algo totalmente indeseado.

Todavía más embarazoso le ha resultado a dio-tec el término “adaptación”, ya que adaptarse o sentir la necesidad de adaptarse sólo puede darse en un ser inteligente y dotado de consciencia. Un animal o una planta no tienen consciencia de la muerte ni el concepto de estar vivos. No sienten o piensan que sea mejor vivir que morir. Simplemente desarrollan su programa existencial sin que pase por su “imaginación” la idea de cambiarlo. Por otra parte, si esa adaptación se realiza sin el deseo o voluntad del animal o de la planta, ¿qué parte de ese animal o de esa planta decide adaptarse? ¿Qué célula, qué órgano toma esa responsabilidad? El asunto es todavía más ingenuo que todo eso, ya que la adaptación de animales complejos exigiría realizarse en periodos larguísimos de tiempo, con lo que la especie moriría antes de lograrlo.

Si bien la incapacidad para demostrar cómo la vida pudo haber surgido espontáneamente es una debilidad fundamental en la teoría de la evolución darwiniana, no es la única. Otro ejemplo es el del registro fósil. Los evolucionistas organizan los fósiles según un patrón ramificado y arbolado con un solo tallo en la parte inferior y muchas ramas en la parte superior para sugerir cómo las formas posteriores podrían haberse desarrollado a partir de las anteriores. Si esta hipótesis fuera cierta, en las primeras capas de fósiles se deberían ver muy pocas formas de vida, con solo pequeñas diferencias entre ellas. Sin embargo, ocurre exactamente lo contrario.

Más aún, la llamada “explosión cámbrica” que da lugar al surgimiento de la práctica totalidad de especies que existen hoy en la Tierra, eliminaba el concepto darwiniano de que la evolución tuvo que llevarse a cabo paulatinamente y con numerosos estadios intermedios. Mas dio-tec parece un mago que siempre tiene un conejo en la chistera y así, los nuevos biólogos, ante este perturbador fenómeno, han sacado su conejo y han tachado a Darwin y a los darwinistas de retrógrados, pues es evidente que la evolución se produjo de forma repentina y sin estadios intermedios. Mas ¿puede tener algún valor esta teoría que se propone después de haberles explotado en la cara el cámbrico? ¿No debería haber sido al contrario? ¿No debería haber sido la teoría de la evolución la que hubiese previsto la repentina aparición de la mayor parte de las especies vivas? Mas para llegar a esto, primero tenían que haber predicho que la evolución tuvo que haberse producido en cortos periodos de tiempo, sin necesitar de estadios intermedios. Sin embargo, su registro fósil delata al cámbrico y entonces ellos, los biólogos, producen esta nueva teoría para que les cuadre con él.

A pesar de tener en contra tantas evidencias científicamente razonables, dio-tec, aunque algo turbado, no parece que haya perdido los papeles –tiene a su favor a la akademia. Los próximos libros de texto no mencionarán a Wells, Weismann, Anderson, Behe o Pennisi. No hablarán de los resultados a los que han llegado los científicos del proyecto ENCODE o del más cercano GTEx. Por el contrario, la fuerza de la imagen que reproducimos más abajo, imagen que nos ha acompañado desde la infancia, a veces sin ninguna explicación, meramente la imagen, es tan fuerte que acalla todo lo demás, incluida la razón.

Así pues, sin haber conocido el origen de la vida ni su evolución, el ser humano ha llegado al estado de homo –según dio-tec. Se cuenta que hace unos 100,000 años la Tierra estaba habitada por varios especímenes del tipo –Homo erectus, Homofloresiensis, Homo habilis, Homo heidelbergensis, Homo naledi, Homo neanderthalensis… Pudiera ser que hubiera surgido alguno más desde la última vez que revisamos la lista. Hoy se habla sobre todo del Homo sapiens, es decir de nosotros –el hombre sabio, y del neandertal –concepto que surgió a partir de los 16 trozos de huesos de un esqueleto encontrado en 1856 en el Valle Neander, cerca de Dusseldorf, en lo que hoy es Alemania.

Imaginemos por un momento que alguien entre 40 y 50 años de edad, animado por las noticias sobre tal o cual hallazgo antropológico, que normalmente viene con un toque mágico y un titular llamativo, intenta refrescar su conocimiento sobre el asunto. Al fin y al cabo, es un tema apasionante. ¿Cómo llegamos a donde hemos llegado? ¿Somos realmente tan sapiens como pensamos? ¿Por qué nosotros estamos aquí y los demás están en otros sitios, la selva brasileña incluida? ¿Si todos nos hemos originado en África y luego hemos salido de allí, como es que África sigue poblada? ¿Cómo es que algunos sapiens son blancos? ¿Quién era este elusivo neandertal, el símbolo de fuerza bruta y estupidez como hemos estudiado, pero que según se ha descubierto ahora ha pintado de manera sorprendente numerosas cuevas por todo el mundo, sin que hasta ahora sepamos cómo lo ha hecho? Esta persona, pues, intenta organizar la información con la ayuda de una buena enciclopedia. Todo su esfuerzo será en vano.

Dio-tec no estaba seguro si el esqueleto neander representaba los restos de un humano arcaico y extinto o de un humano moderno anormal.

La primera opinión se demostró correcta en 1886, cuando se descubrieron dos esqueletos de neandertal asociados con herramientas de piedra del Paleolítico Medio y huesos de animales extintos en una cueva en Spy, Bélgica. (Encyclopaedia Britannica, Neandertal)

Y, sin embargo, en ningún momento después se explica por qué esta asociación se convirtió en la evidencia de que la primera opinión era la correcta –un truco muy utilizado por todas las enciclopedias: no presentar argumentos y pasar al párrafo siguiente:

Un tiempo después del descubrimiento de Spy hasta alrededor de 1910, se descubrieron una serie de esqueletos de neandertal en Europa occidental y central. Utilizando esos esqueletos como base, los investigadores reconstruyeron a los neandertales como semi humanos, carentes de una postura erguida y algo menos inteligentes que los humanos modernos. Según ese punto de vista, los neandertales eran eslabones intermedios entre los humanos modernos y los simios. No sería hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando se reconocieran los errores en esta percepción de los neandertales, y desde entonces éstos han llegado a ser considerados evolutivamente muy cercanos a los humanos modernos. (Encyclopaedia Britannica, Neandertal)

Nosotros calculamos que entre 1856 y el final de la Segunda Guerra Mundial, alrededor de un billón de personas se llevaron con ellos a la tumba esta errónea visión del neandertal y de alguna manera de ellos mismos, ya que en realidad no estábamos tan lejos en inteligencia y habilidad de nuestros hermanos menores:

Por lo tanto, se han incluido frecuentemente dentro de la especie homo sapiens, como una subespecie distinta –h. sapiens neandertalensis. Recientemente, se han clasificado como una especie diferente pero estrechamente relacionada –h.neandertalensis. Se han encontrado esqueletos de neandertal en cuevas y refugios en toda Europa, en el suroeste de Asia, y hacia el este en Uzbekistán y en Asia central, proporcionando abundantes restos de esqueletos y material arqueológico asociado para comprender a estos humanos prehistóricos. Los neandertales son ahora conocidos a través de varios cientos de individuos, representados por restos que varían desde dientes aislados hasta esqueletos prácticamente completos. La imagen de las relaciones entre h. neandertalensis y h. sapiens se hizo más compleja en 2010 después de que varios equipos de investigadores produjeran una secuencia preliminar de un genoma nuclear de ADN neandertal, es decir, el genoma derivado del material genético en el núcleo de la célula. (Encyclopaedia Britannica, Neandertal)

Los resultados de esta investigación apoyan la tesis de que hubo cruzamiento genético entre el neandertal y h.sapiens europeo y asiático, pero no con el africano.

El escenario más razonable imagina el flujo de genes de los neandertales al h. sapiens, pero aún permite que también haya ocurrido lo contrario. La selección natural podría haber actuado sobre los genes del h. sapiensancestral, produciendo procesos metabólicos particulares, cognición y desarrollo del esqueleto. Además, la selección natural podría haber causado la eliminación o la supresión de los rasgos del neandertal en el h. sapiens o en ambos. (Encyclopaedia Britannica, Neandertal)

Al acuñar el término “selección natural”, se añade una posibilidad más a las que ofrecen los ya afamados términos “naturaleza” e “instinto” de meter en ese mismo saco lo “inexplicable”. Lo veamos desde el punto de vista que lo veamos, selección significa “plan general”, “inteligencia” para discriminar entre lo que es bueno, lo que es malo y lo que es mejor. Para ello habrá que tener una escala de valores que nos indiquen cómo discriminar entre los millones de posibilidades que en cada proceso evolutivo se nos presentan. Se necesitará así mismo de los medios técnicos para poder llevarla a cabo y de una voluntad férrea para mantener ese plan, ese proyecto evolutivo, durante millones de años. Parece que se está hablando de Dios.

La idea de que los neandertales y h. sapiens se cruzaran mutuamente recibió apoyo adicional en 2011. La investigación que llevó a cabo el biólogo británico Peter Parham y sus colegas descubrió evidencias de que ciertos alelos (formas diferentes de genes) de los neandertales y otros grupos humanos arcaicos formaron el sistema inmunológico de humanos modernos con ascendencias no africanas. Además, el biólogo canadiense de origen polaco Damian Labuda y su equipo descubrieron que una región del cromosoma X humano conocida como dys44 (parte del gen de la distrofina) está presente en el 9 por cien de todas las poblaciones humanas modernas fuera de África y contiene un haplotipo, B006, que vino del mestizaje con los neandertales hace ahora entre 80,000 y 50,000 años. (Encyclopaedia Britannica, Neandertal)

Como siempre, hay más preguntas que respuestas. ¿Cuáles son estos “otros grupos humanos arcaicos”? ¿Hay entonces grupos de humanos modernos de ascendencia no africana? Aquí se nos dice que el B006 “vino del mestizaje con los neandertales hace ahora entre 80,000 y 50,000 años. ¿Cómo hacemos coincidir esta información con la que afirma que «la edad del ancestro común entre individuos con ADN mitocondrial de neandertal y ADNmt humano moderno se remonta a 690.000 años?»

El mestizaje no fue el único descubrimiento en la investigación de 2011. Se descubrió que el hombre de neandertal, como el h.sapiens, poseía el gen FOXP2, que es el gen que, como algunos científicos creen, «otorga a los individuos la capacidad de hablar y de producir lenguaje».

Sin embargo, nosotros hemos estudiado con estas imágenes del neandertal:

¡Insostenible! Rectificar es de sabios. Los maquilladores hacen su trabajo:

Nueva imagen del neandertal

El neandertal se ha convertido en una pesadilla para dio-tec y sus evolucionistas. Cuando ya parecía que fechas, orígenes, rutas migratorias, capacidad cerebral y otros componentes arqueológicos habían encajado en su árbol evolutivo, aparecen las pinturas rupestres –radicalmente antiguas y esparcidas por todo el mundo.

En la datación de estas extrañas manifestaciones “artísticas” se ha pasado de 20,000 a 115,000 años.

A pesar de todos los estudios de ADN mencionados anteriormente, los neandertales todavía se consideran criaturas sumamente inferiores al h. sapiens. Esa es la causa de que muchos investigadores se muestren claramente reacios a aceptar que sean nuestros antepasados ​​directos. Y, sin embargo, la Universidad de Southampton y el Instituto Max Planck para Antropología Evolutiva han añadido un nuevo capítulo al ya abultado libro de la historia de la humanidad, contradiciendo, incluso desechando, muchos de sus capítulos anteriores.

Un equipo internacional de arqueólogos encontró pinturas en tres cuevas en diferentes partes de España con más de 64,000 años de antigüedad, es decir, 20,000 años antes de que los humanos modernos llegaran a Europa. Obviamente, ello significa que las pinturas fueron realizadas por los neandertales, los únicos habitantes humanoides conocidos en Europa en ese momento. El Dr. Chris Standich, coautor del estudio y arqueólogo de la Universidad de Southampton, es de esta opinión. Su equipo está absolutamente convencido de que las pinturas son representaciones simbólicas y no solo manchas de pigmentos en la pared. Es la misma opinión que sostiene el Dr. Dirk Hoffmann, del Instituto Max Planck. Las tres cuevas contienen pinturas rojas y negras de grupos de animales, puntos y signos geométricos, así como dibujos de manos. El profesor Paul Pettit, de la Universidad de Durham, dijo: «El hecho de que un material parecido provenga de tres cuevas en el norte, centro y sur de España, de hace más de 65,000 años, nos muestra que fue parte deliberada de su repertorio cultural simbólico. Están tomando decisiones deliberadas sobre dónde colocarlas. Por otra parte, es normal que se encuentren en la profundidad de las cuevas, ya que claramente tienen un propósito ritual». Según el profesor Joao Zilhao, de la Universidad de Barcelona, “​​los hallazgos allanan el camino para una mirada más detallada de nuestro antepasado humano”.

Todo parece bastante claro hasta que pasa lo inevitable. Lo leemos en las noticias de antropología de Sarah Kaplan bajo el titular “Los científicos descubren los fósiles humanos más antiguos fuera de África”:

Una mandíbula descubierta en una cueva derrumbada en la costa de Israel tiene al menos 175,000 años de antigüedad y pertenecía a un miembro de nuestra propia especie. Se encontraron cerca de la cueva sofisticadas herramientas de piedra. El hallazgo, publicado el jueves en la revista “Science”, es con mucho el fósil humano más antiguo jamás descubierto fuera de África, donde se originó el homo sapiens. Hace retroceder en unos 60,000 años la línea de tiempo en la que los humanos modernos comenzaron a aventurarse a otros continentes y sugiere que la gente realizó varias excursiones cortas a Eurasia milenios antes de que finalmente conquistara el mundo. La mandíbula, con ocho dientes todavía incrustados en su interior, fue encontrada en la cueva de Misliya en la ladera occidental del Monte Carmelo de Israel. De acuerdo con la arqueóloga de la Universidad de Haifa, Mina Weinstein-Evron, coautora del estudio publicado en “Science”, este fue un refugio perfecto para los antiguos homínidos, el grupo que incluye a humanos y a nuestros parientes extintos. Weinstein-Evron y sus colegas han sido muy meticulosos en su trabajo. Pasaron más de una década analizando los restos y tratando de determinar su edad utilizando tres métodos distintos de datación. Colectivamente, los resultados indican que el fósil tiene entre 177,000 y 194,000 años de antigüedad.

La historia de la humanidad se ha vuelto contra dio-tec. Se podría decir idio-tec para ser más exactos. No obstante, Sara E. Bailey, una antropóloga de la Universidad de Nueva York especialista en dientes fósiles, dijo que encuentra convincentes las conclusiones sobre la identidad y la edad de la mandíbula, y que no está demasiado sorprendida, si bien “habrá que hacer retroceder la línea de tiempo”. En nuestra opinión, el problema no reside en hacer avanzar o retroceder la línea de tiempo, sino en dar una forma coherente al registro fósil y a las teorías que origina. ¿Qué sucederá mañana con la línea de tiempo cuando encontremos otra mandíbula u otro diente de algún individuo de nuestra especie y al datarlos nos dé que tienen 250,000 años de antigüedad? ¿Cómo reconstruiremos el mapa de las migraciones? ¿Cómo determinaremos las relaciones entre los homínidos, los arcaicos y los modernos? ¿Con qué rigor “científico” nos lo explicarán los “expertos”? ¿No sentirán vergüenza al recibir el sueldo de cada mes por simplemente decirnos cada cinco años que estaban equivocados? Primero es la teoría y después son los hallazgos. Si no construyen un armario llavero, no tendrán más remedio que ir echando las nuevas llaves a un cajón de sastre. Mas ¿en base a qué conocimiento, a qué fuentes, podrán estos arqueólogos construir esa teoría general unificada? ¿Podrá acaso un súbdito cualquiera de idio-tec llevar a cabo tan portentosa tarea? Ellos se ríen mientras sacan su sueldo de un cajero automático –sus nombres ya brillan en el cielo hollywoodense de la arqueología.

Para nosotros el asunto huele a gato encerrado y bien muerto. Tenemos una mandíbula con 8 dientes que debido a la escrupulosidad de los arqueólogos que la han descubierto se ha tardado 10 años en datarla y decidir su procedencia. La más escrupulosa datación no debería tardar en ofrecer sus resultados más de unas cuantas semanas. ¡10 años!

El New York Times anunciaba el 19 julio de 2017 en un artículo de Nicholas St. Fleur titulado: “Según un estudio reciente, los humanos llegaron por primera vez a Australia hace 65,000 años”.

El momento de la primera llegada de humanos a Australia ha sido estudiado y debatido durante décadas. Ahora, los investigadores han encontrado pruebas que sugieren que los ancestros de los aborígenes australianos arribaron en la parte norte de Australia hace al menos 65.000 años. El hallazgo, que fue publicado en la revista “Nature”, retrasa el momento en que los humanos llegaron por primera vez al continente entre 5,000 y 18,000 años. También sugiere que los humanos coexistieron con colosales animales australianos como los wombats gigantes y los wallabies mucho antes de que la megafauna se extinguiera.

¿Cómo vamos a encajar este hallazgo en la línea general de tiempo? Mientras hagamos líneas temporales parciales, por ejemplo, la de emigraciones, tendremos la engañosa impresión de que todo está en su casilla. Sin embargo, cuando intentamos dibujar en un cartón de 1 metro por 2 una línea temporal general, todo colapsa, porque es cuando tenemos que tener en cuenta que ya se están datando pinturas rupestres en España y Francia de algo más de 90,000 años, y según el artículo de “Nature” “los aborígenes australianos “anclaban sus naves” en la parte norte de la costa australiana hace al menos 65,000 años. Veamos ahora las consecuencias prácticas de todos estos hallazgos dentro de la línea general de tiempo humano.

La primera pregunta que nos surge es quién pintó las cuevas que encontramos en Francia y España. No parece que haya más de dos posibilidades: el neandertal o el h.sapiens. Si tomamos como cierta la primera posibilidad, necesariamente tendremos que otorgar a los neandertales un conocimiento geológico y metalúrgico, así como una capacidad artística y simbólica que no se desarrollará en ninguna parte de la Tierra antes de 20,000 años desde nuestro tiempo presente. Por otra parte, debemos tener en cuenta que del 20,000 al 10,000 a.E. todas estas técnicas son todavía rudimentarias y se desarrollan únicamente en Oriente Medio –a ambos lados del Mar Rojo y hasta el actual Iraq y Golfo Pérsico. Al resto del mundo no llegará este proceso civilizador hasta mucho después. (En Mesopotamia hay conocimiento de curtido de pieles ya en el 2,500 a.E., mientras que en Europa no llegará esta técnica hasta el siglo III a.E. y plenamente en el siglo I d.E.) Por lo tanto, seguimos preguntándonos quién pintó esas cuevas.

La arqueóloga Carla Álvarez Romero, en su artículo “Los pigmentos en la prehistoria, Proyecto de experimentación térmica con óxidos e hidróxidos de hierro”, aparecido en el Boletín de Arqueología Experimental, Número 9, 2012, reconoce que los minerales con los que ella y su equipo pretendían reproducir el escenario en el que los “hombres primitivos” habrían fabricado los pigmentos para realizar sus pinturas en las cuevas, los habían obtenido en tiendas especializadas, ya que, como ella misma admite, “no teníamos conocimientos geológicos ni sabíamos reconocer las menas donde se encontraban estos minerales”.

Por lo tanto, si decidimos que la primera posibilidad, la del neandertal, es la correcta, no sólo tendremos que cambiar la cronología general y parcial, sino que además tendremos que eliminar el término neandertal y hablar de un hombre no sólo igual en capacidad cognoscitiva al h. sapiens, sino muy superior a él, ya que fue capaz de extraer minerales que arqueólogos del siglo XXI no saben reconocer ni extraer, y los calentó a 500OC para obtener diferentes tonalidades sin necesidad de muflas eléctricas. Seguimos preguntándosenos quién pintó esas cuevas.

Si la segunda opción, la del homo sapiens, es la candidata ganadora, tenemos un problema añadido, ya que eso significaría que el homo sapiens llegó a Europa occidental hace ahora más de 100,000 años. Según los especialistas, el h. sapiens salió de África y se dirigió a Europa a través del Oriente Medio, atravesando Anatolia y Europa central hasta llegar a Francia y España, lo cual significa recorrer en mejor de los casos 9,600 km. La pregunta por qué ese homo sapiens habría salido de África, un lugar con abundante agua y alimentos naturales, y con un clima que podríamos calificar de óptimo, y se dirigió, atravesando desiertos, cadenas montañosas inexpugnables, hasta llegar al extremo occidental de Europa –claramente anula cualquier clasificación, cualquier línea de tiempo y cualquier teoría sobre la existencia de seres humanos en los cinco continentes.

Pero imaginemos por un momento que esos homo sapiens, poseídos por una fuerza misteriosa, emprenden el viaje, supongamos, un grupo de 50 individuos, entre hombres, mujeres y niños, sin ganado, pues este todavía no existe. La ganadería, la domesticación de los animales de rebaño, no tiene más de 40,000 años. Este pequeño grupo inicia la inexplicable marcha hacia las costas atlánticas. ¿Cuánto tiempo tardaría en llegar? En el mejor de los casos estaríamos hablando de al menos diez generaciones, lo cual implicaría unos 350 años. Ello supondría un recorrido diario de unos 30 km. Obviamente, no es posible. Tendrían que hacer largas paradas para proveerse de alimentos, de agua. Seguramente encontrarían tribus hostiles, con las que tendrían que luchar (los hombres arcaicos locales que menciona la Encyclopaedia Britannica). El escenario más lógico sería su total extinción antes de llegar a Anatolia. Mas sigamos imaginando, e imaginemos que logran salvar todos esos obstáculos y llegar a la cornisa atlántica europea. Tendremos que añadir 30 o 40 generaciones más. Es decir, para que ese viaje se pueda realizar hace falta que durante 50 generaciones ese pequeño grupo no pierda de vista su objetivo –llegar a España, y mantenga incólume la determinación de proseguir ese viaje a cualquier precio. Aún imaginando todo esto, nos sentimos incapaces de imaginar para qué realizarían ese inútil y a todas luces imposible viaje. Un grupo humano, incluso un grupo humano moderno, puede cambiar su lugar de residencia unos cuantos kilómetros, y en caso de desplazarse a otro país u otro continente, será siempre por una propuesta de trabajo, con un billete de avión en la mano, una cuenta bancaria y un contrato. Obviamente, se desplazará a un lugar conocido. El hombre del renacimiento era aventurero, pero cuando realizaba largos viajes, viajes oceánicos, lo hacía con un mapa en mano, brújulas o astrolabios y con un objetivo bien definido. ¿Qué diremos, pues, de un grupo humano de hace 100,000 años? ¿Qué conocimiento tenían de la geografía terrestre? ¿Qué medios de orientarse? ¿Qué se supone que iban a encontrar desplazándose miles de kilómetros? ¿Cómo lograron mantener ese deseo de realización durante al menos 50 generaciones?

Si hubiesen sido los neandertaleslos autores de las pinturas rupestres, nos veríamos obligados a cambiar todas las clasificaciones que se han hecho de los seres humanos y de sus antecesores. Si, por el contrario, hubiese sido el homo sapiens el autor de las mismas, estaríamos en este caso obligados a cambiar drásticamente toda la cronología. En ambos casos esos cambios generarían un caos en las interpretaciones sobre el origen y las migraciones humanas.

Otra de las consecuencias de las citas anteriores es la llegada de los neandertaleso los homo sapiens a Australia. En el Mapa 1 vemos las tres posibles rutas que siguieron nuestros intrépidos antepasados desde su salida de África hasta su llegada a Australia.

La primera ruta, marcada con una flecha en rojo, implicaría un recorrido por tierra africana de más de 1,000 km, la construcción de un barco capaz de navegar en alta mar y de recorrer 8,000 km. Los barcos más cercanos a este tipo de embarcaciones, capaces de cruzar todo el océano datan de hace 7,000 años. Se han encontrado restos de maderas calafateadas en la cornisa arábiga del Golfo Pérsico. No obstante, se piensa que todavía no eran barcos capaces de adentrarse en las aguas oceánicas. La segunda ruta, marcada con flechas moradas, supondría un recorrido de 11,600 km por tierra, e implicaría, de nuevo, construcción de naves capaces de adentrarse en aguas oceánicas. La tercera ruta está marcada en el Mapa 1 con líneas naranja. Esta ruta supondría recorrer 15,300 km, atravesando toda Asia, sin que con ello pudieran eludir la necesidad de navegar cientos de kilómetros hasta llegar a Australia.

MAPA 1

¿Cómo estas simples hipótesis no les hacen entender a los historiadores y arqueólogos que los nativos de cada lugar siempre han estado allí? Son los hijos de la madre Tierra. De ella surgieron en Australia, en África, en Europa, en América. Nunca se movieron, excepto en pequeñas incursiones en los territorios colindantes. La gran expansión del ser humano se llevó a cabo en tiempos de Sulayman, hace ahora aproximadamente 6,000 años. ¿Quiénes eran estos nativos que siempre han estado allí, en sus tierras, en sus continentes? Son los bashar –los prototipos de la especie humana. Se han originado de semillas, plantadas por toda la Tierra. Más tarde serán actualizados en la versión definitiva –insan. Si bien, estos insan tienen un centro en el que se ha llevado a cabo dicha actualización –el recuadro amarillo del mapa que reproducimos a continuación.

MAPA 2

Los tres siguientes recuadros son las expansiones locales, hasta la última –la expansión de Sulayman que alcanza a todos los rincones de la Tierra. Con Sulayman van los yin –poderosísimas criaturas originadas de fuego y dotadas de consciencia y de capacidades cognoscitivas –como el ser humano. Algunos de estos yin pueden desplazarse a una velocidad vertiginosa. Otros pueden volar y otros pueden levantar pesos de gran tonelaje. Fueron estas criaturas las que pintaron las cuevas de España, Francia, Europa central, Australia, Indonesia, América… Fueron ellas las que construyeron las pirámides, los ziggurat, las que levantaron los monumentos megalíticos, las que inscribieron en la tierra gigantescas marcas geométricas y de animales –todo un sistema de señalización que pervive hasta nuestros días como una guía certera de los asentamientos de Sulayman y de sus huestes. Éste es el esquema que nosotros proponemos de la línea de tiempo y de la actividad geológica y biológica que ha conformado la Tierra hasta nuestros días:

Aún hay más –el 16 de febrero de 2010 aparecía un artículo de John Noble Wilford titulado “Nueva evidencia en Creta de marinos muy antiguos”:

Los primeros humanos, posiblemente incluso antepasados ​​pre-humanos, parecen haber estado navegando mucho antes de lo que nadie hubiera sospechado.

Esa es la sorprendente implicación de los descubrimientos realizados en los últimos dos veranos en la isla griega de Creta. Según los arqueólogos, las herramientas de piedra que se han encontrado allí tienen al menos 130,000 años de antigüedad, lo que se considera una fuerte evidencia de los primeros marineros conocidos en el Mediterráneo y hace que se reconsideren las capacidades marítimas de las culturas pre-humanas.

No cabe la menor duda de que estos descubrimientos nos van a hacer reconsiderar las capacidades marítimas de los pre-humanos. Mas no sólo eso. Navegar significa construcción de embarcaciones capaces de soportar la salinidad del agua y el continuo impacto del oleaje –por lo tanto, implica calafateado. Significa conceptos tales como la búsqueda de nuevos territorios (¿Por qué?), el comercio, el establecimiento de redes de intercambio y de asentamientos (¿Qué exactamente podrían haberse intercambiado los grupos de pre-humanos?) No parece que estos descubrimientos trastoquen únicamente nuestra idea de las capacidades de los pre-humanos –habrá que rehacer todas las clasificaciones que muestran los periodos evolutivos del hombre, sus dataciones y sus capacidades (fundamentalmente, cómo han llegado a tenerlas).

Creta ha sido una isla durante más de cinco millones de años, lo que significa que los fabricantes de herramientas debieron haber llegado en barco. De modo que esto parece indicar que la navegación en el Mediterráneo comenzó 100,000 años antes de lo que se suponía, según dicen los especialistas en arqueología de la edad de piedra. Los descubrimientos de artefactos anteriores habían demostrado que los hombres habían llegado a Chipre, y a otras islas griegas, y posiblemente a Cerdeña, hace ahora entre 10,000 y 12,000 años.

Estas fechas –hace 10,000-12,000 años (quizás se deberían adelantar a 8,000-10,000) son razonables y concuerdan con la segunda y tercera expansión del insan –recuadro rojo y naranja del Mapa 2. Ya se conocía la técnica del calafateado y de forrar la estructura de madera del barco con pieles.

El viaje marítimo que se considera más antiguo comprobado fue el que llevó por mar al homo sapiens a Australia en oleadas sucesivas hace unos 60,000 años. También hay un sugestivo goteo de evidencia, sobre todo en los esqueletos y artefactos de la isla indonesia de Flores, de homínidos más antiguos que se abren camino por el agua hacia nuevos hábitats.

En este párrafo encontramos dos errores básicos que cometen todos los arqueólogos e historiadores. Como ya hemos visto en el Mapa 1, llegar a Australia desde África hace 60,000 años siguiendo una cualquiera de las tres posibles rutas era un viaje imposible. Hace 40,000 a.E. no había control del fuego, ni calafateado, ni construcción de embarcaciones, ni comercio, ni ganadería, ni agricultura, ni alfarería. Todas esas técnicas pertenecen al insan. El segundo error es el de otorgar al hombre de hace 60,000 años el mismo prurito de viajar, de abrirse nuevos horizontes, de comerciar e intercambiar productos, de imaginarse el mundo y de querer colonizarlo, que tiene el insan. Esos sentimientos y conceptos no existían en la estructura cognoscitiva del bashar.

Aún más intrigante es el hecho de que los arqueólogos que encontraron las herramientas en Creta notaron que el estilo de las hachas de mano sugería que podían tener hasta 700,000 años de antigüedad. Eso podría ser tachado de atrevimiento, admitieron, pero las herramientas se asemejan a los artefactos de la tecnología de piedra conocida como achelense, que se originó con poblaciones pre-humanas en África.

El equipo dirigido por Thomas F. Strasser (profesor de historia del arte en Providence College en Rhode Island) y Eleni Panagopoulou (Asesora del Ministerio de Cultura de Grecia) recolectó más de 2,000 artefactos de piedra, incluidas hachas de mano, en la costa suroccidental de Creta, cerca de la ciudad de Plakias. Fueron asistidos por geólogos y arqueólogos griegos y estadounidenses, incluido Curtis Runnels de la Universidad de Boston.

Es una incongruencia unir el término tecnología con el término pre-humanos, ya que estos no necesitaban ninguna tecnología. Los dos términos están mal empleados, pues los bashar no son pre-humanos, sino humanos; son los bashar. Estos surgieron de la tierra en aquellos lugares en los que prevalecía un clima templado que les permitía ir desnudos. Sus propios asentamientos en zonas selváticas y de bosques, cerca de ríos y mares, les permitían abastecerse de los alimentos que necesitaban –frutos, vegetales, pescado, moluscos y setas. Al final del periodo bashar es posible que desarrollaran algún tipo de caza menor y que utilizasen las vísceras de las presas como alimento al ser más blandas y resultar altamente nutritivas. En cuanto a los 2,000 artefactos, no son tales, sino geofacts.

El equipo de exploración de Plakias esperaba encontrar los restos materiales de artesanos más recientes, no más antiguos de 11,000 años. Tales artefactos habrían sido cuchillas, puntas de lanza y puntas de flecha típicas de los períodos neolítico y mesolítico. «Encontramos eso; luego encontramos hachas de mano», dijo el Dr. Strasser la semana pasada en una entrevista, “y eso envió al equipo a un tiempo más profundo”. «Estábamos desconcertados», dijo el Dr. Runnels en otra entrevista. «Se suponía que estas cosas no deberían estar allí».

No estaban allí. Hace 130,000 años no había insan y, por lo tanto, no había civilización ni tecnología lítica o de cualquier otro tipo.

La noticia del hallazgo está circulando entre las filas de los eruditos de la edad de piedra. Los pocos que han visto los datos y algunas imágenes, la mayoría de las herramientas están en Atenas, dijeron que estaban emocionados e impresionados, pero también cautelosos. La investigación, si se confirma por un estudio posterior, desbarata la línea temporal del desarrollo tecnológico y los relatos que aparecen en los libros de texto en cuanto a la movilidad humana y pre-humana.

No se confirmará nada y simplemente se arrojará este “hallazgo” al montón de otros hallazgos que nadie nunca verificará. Se darán nuevas fechas y nuevas dataciones y todo quedará pendiente de una posterior verificación que no llegará jamás.

El Dr. Runnels dijo que consideraba que ésta era una edad mínima para las herramientas mismas. Incluyen no solo hachas de mano de cuarzo, sino también cuchillas y raspadores, todos los cuales son de estilo achelense. Las herramientas podrían haberse fabricado milenios antes de que se congelasen en el tiempo en los acantilados de Creta, dijeron los arqueólogos. El Dr. Runnels sugirió que las herramientas podrían ser al menos el doble de a ntiguas que las capas geológicas. El Dr. Strasser dijo que podrían tener hasta 700,000 años de antigüedad. Se planean nuevas exploraciones este verano.

La fecha de 130,000 años pondría el descubrimiento en un momento en que el homo sapiens ya se había desarrollado en África, en algún momento después de 200,000 años. Su presencia en Europa no se hizo evidente hasta hace unos 50,000 años.

Si la presencia del homo sapiens no se hizo evidente en Europa hasta hace unos 50,000 años, ello significaría que los que trajeron esos artefactos no venían del continente europeo, digamos, de la actual Grecia. Tuvieron que venir de África o de Oriente Medio. En cualquier caso, estamos hablando de cientos de kilómetros por mar –desde la parte más cercana del continente africano tenemos una distancia a Creta de 350 kilómetros, como vemos en el Mapa 4, marcada con una línea roja; desde las costas sirias hay 150 kilómetros a Chipre y desde Chipre hay casi 500 kilómetros hasta Creta. Recorrer estas distancias exigiría embarcaciones calafateadas y muy bien hechas. Esto en el supuesto de que aquellos hombres supieran que existe tal isla y conocieran su exacta ubicación. En este caso, necesitarían estar familiarizados con técnicas de orientación en alta mar –un caso absolutamente ridículo se mire desde el ángulo que se mire. No obstante, la causa principal de nuestro rechazo a aceptar tales supuestos es que hace 130,000 años no había insan en ninguna parte de la Tierra, únicamente bashar, y éstos no navegaban, no se movían de su hábitat.

Los arqueólogos solo pueden especular sobre quiénes fueron los fabricantes de herramientas. Hace ciento treinta mil años los humanos modernos compartían el mundo con otros homínidos, como los neandertal y homo heidelbergensis. Se cree que la cultura achelense comenzó con el homo erectus.

La hipótesis común había sido que los fabricantes de herramientas achelenses llegaron a Europa y Asia a través de Medio Oriente, pasando principalmente por lo que hoy es Turquía hacia los Balcanes. Los nuevos hallazgos sugieren que sus dispersiones no se limitaron a las rutas terrestres. Pueden dar credibilidad a las propuestas de migraciones desde África a través del Estrecho de Gibraltar hacia España. La costa sur de Creta, donde se encontraron las herramientas, se encuentra a 300 km del norte de África.

No hay emigraciones. Las poblaciones anteriores al insan son muy reducidas. Si estos grupos hubieran comenzado a moverse, ¿cuántos individuos habrían quedado en el lugar central del que se originaron las emigraciones? Más aún, ¿cuántos individuos iniciaron la emigración? Supongamos que varios grupos de unos 30 miembros cada uno se alejan de su hábitat y desde África se dirigen a Turquía. Obviamente, ellos no saben que existe Turquía, ni mucho menos los Balcanes, por lo que la mayoría de ellos se quedaría por el camino y se establecería en lo que hoy es Etiopía, Sudán, Yemen y Arabia. Quizás otros grupos subirían hasta Egipto y Libia. No obstante, supongamos que unos pocos individuos han llegado a Anatolia. ¿Cuántos de esos individuos proseguirán camino hacia los Balcanes? ¿Uno, dos? Es realmente incomprensible que personas aparentemente inteligentes sean capaces de presentar semejantes interpretaciones de la historia del hombre. Basta con imaginar paso a paso los posibles escenarios que se generarían en el caso de que supusiéramos que ha habido emigraciones, para inmediatamente ver que es imposible que haya ocurrido algo así. El mejor argumento en contra de tal suposición es preguntarse ¿para qué se habrían movido de su hábitat y se habrían dirigido en dirección a lo desconocido? ¿Quién haría algo así? El bashar ha surgido de la tierra en lugares muy propicios para su existencia –climas templados, abundantes alimentos naturales y agua de manantiales o ríos; en muchos casos, cerca de mares o grandes lagos.

«No podemos decir que los fabricantes de herramientas llegaran de Libia cubriendo la distancia de 300 km», dijo el Dr. Strasser. «Si estás en una balsa, es un viaje largo; pero podrían haber venido del continente europeo por cruces más cortos a través de las islas griegas».

Pero los arqueólogos y expertos en las primeras incursiones náuticas dijeron que el descubrimiento parecía mostrar que las embarcaciones que utilizaron estos primeros marineros eran más robustas y fiables que las balsas. También deben haber tenido la capacidad cognitiva de concebir y llevar a cabo repetidas travesías por el mar recorriendo largas distancias con el fin de establecer poblaciones sostenibles produciendo una abundancia de artefactos de piedra.

El último párrafo es verdaderamente descorazonador. ¿De quién están hablando? ¿De pre-humanos que establecen poblaciones sostenibles produciendo una abundancia de artefactos de piedra? Si ese hubiera sido el caso, significaría que ha habido desde hace al menos 130,000 años un continuo tráfico marítimo por el Mediterráneo –miles de barcos surcando las aguas, decenas de miles. Sin embargo, ni un solo vestigio de ellos, ni un solo trocito de madera embreada. Sólo geofacts que ellos atribuyen a la fuerza a pre-humanos y dislocan todas las dataciones anteriores y todas las clasificaciones que ellos mismos habían originado y por las que han estado cobrando durante años en la nómina de universidades e institutos arqueológicos de todo el mundo.

Somos conscientes de que atacar a dio-tec es dar patadas contra el aguijón. Sus artilugios tecnológicos son más fuertes para la débil consciencia del hombre de hoy que todos los argumentos que se le puedan dar en contra de esta nueva magia chamánica.

Es inútil mostrar y demostrar el proceso degenerativo que está sufriendo el hombre de hoy. Hemos hecho nuestro trabajo, pero la conclusión poco tiene que ver con estas líneas. Se trata más bien de un consejo –sal de la enmarañada selva de dio-tec y vuelve a los textos revelados, en los que de forma clara y concisa se nos informa de todos los acontecimientos que han conformado este universo.

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