Según las últimas noticias todo parece indicar que nuestro siguiente destino será Urano. Una vez perdida la tecnología para ir a la Luna y la demora del Perseverance en traernos de vuelta muestras de rocas y tierra marcianas, la NASA ha decidido que es tiempo de acabar con las tímidas misiones con las que hasta ahora ha estado enredada malgastando millones para llevar a cabo hazañas que cualquiera podría realizar.
Ahora se trata de llegar a los confines del sistema solar y aterrizar en Urano, un astro gélido como la sangre del director de proyectos espaciales de la NASA. Nos llevará 13 años para llegar hasta allí, un par de años de reconocimiento sobre el terreno, un año de imprevisibles y otros 13 años de vuelta a casa; en definitiva, un viaje con billete de ida, un viaje sin vuelta. Mas como son quimeras, sandeces que se dicen cuando en un departamento se ha acabado el café, todo parece estar listo para despegar.
Uno no puede por menos de preguntarse si no sería más fácil adaptar la tecnología para ir a Urano a la tecnología para ir a la Luna, pues algo habrá quedado. Además, allí está la bandera, las huellas, quizás algún envoltorio; pero algo les ha impedido volver a la Luna –un viaje que ya no se lo cree nadie. Lo más relevante del caso es averiguar qué es lo que nos impide atravesar el espacio; por qué los rusos abandonaron el tema espacial; por qué los americanos siguen posponiendo las fechas de unas misiones que harían sonreír a los funcionarios de la NASA que supuestamente prepararon los fabulosos viajes lunares. Ahora resulta que una pandemia fabricada ha impedido llevarlas a cabo –un virus, una secuencia genética, ha impedido que despegue el Orión a lomos del SLS (Space Launch System):
La misión Artemis I de la NASA a la Luna ha reducido sus planes de pruebas previas al lanzamiento después de una serie de fallos y retrasos. El lunes se iba a realizar un ensayo de cuenta regresiva y una prueba de combustible para su cohete gigante Space Launch System (SLS), después de que ya se cancelara la semana pasada, pero una válvula problemática frustró los planes una vez más. Desde sus inicios, el SLS de la NASA, el enorme vehículo de lanzamiento de carga súper pesada que llevará a los astronautas a la Luna y posiblemente a Marte, se ha visto acosado por problemas financieros y retrasos en su construcción que han retrasado su ambicioso cronograma para llegar a la Luna. A pesar de estos contratiempos y una tormenta eléctrica reciente que golpeó las torres de protección en la plataforma de lanzamiento, la NASA había puesto su mira en un primer intento de alimentar su cohete SLS y realizar una cuenta regresiva de práctica a principios de abril. Sin embargo, los procedimientos de dos días, que son las últimas pruebas importantes realizadas antes del lanzamiento y se conocen como ensayo general húmedo, se cancelaron poco antes de que comenzaran, y la NASA citó como causa un problema con el lanzador móvil del cohete.
(Euronews, Misión lunar Artemis, 4 de abril de 2022)
Siguen pensando que somos idiotas y hacen bien, pues en realidad lo somos. Llevamos 70 años enredados en sus fábulas, leyendo sus fantásticos proyectos hechos realidad en las películas producidas por Hollywood. Mas seguimos soñando. Soñando ¿en qué? ¿En una Luna vacía, llena de rocas, sin agua, sin vegetación, sin animales, sin color… en un Marte arenoso, arrasado por tormentas de arena, un desierto inconmensurable que no alberga ni en su superficie ni en su interior ni una sola célula viva… un planeta gélido como un témpano de hielo? ¿Son esos nuestros sueños, nuestras aspiraciones, nuestros ideales? ¿Es ese nuestro emocionante futuro –montar colonias sobre la mismísima esterilidad, embutidos en trajes y cascos que nos permitan atravesar un mundo sin atmósfera respirable? ¿Son esos nuestros sueños? ¿Es ese nuestro luminoso futuro? ¿Por qué querríamos ir hacia él?
No hay en la Tierra, en nuestra Tierra, un solo centímetro cuadrado que no esté repleto de vida, de color, de olor. ¿Podemos contar el número de frutas que se ofrecen generosas a nuestras manos, perfectamente afinadas con nuestras papilas gustativas? Más aún, los que han fabricado la pandemia y la guerra de Ucrania ¿pueden asegurarnos un mundo feliz en aquellos astros desolados que se empeñan en colonizar? Sabemos que son Metaversos, quistes en los que tenernos encerrados y entretenidos mientras ellos van re-diseñando la vida, van destruyendo nuestra Tierra.
El proyecto materialista, también llamado “científico”, o “verdad objetiva de la ciencia”, o “subjetividad irrefutable”, se está desvaneciendo y hay que apuntalarlo con misiones espaciales que nunca se llevarán a cabo, que nunca han existido.
Marte había reemplazado a la Luna en los ambiciosos programas de la NASA. Se trataba de un planeta mucho más excitante. Es posible que hubiera allí algún charco de agua congelada e incluso aparecieron en algunas rocas los que algunos científicos describían como aminoácidos, huellas de vida. Y los voluntarios que se habían apuntado para habitar las futuras colonias lunares se dieron de baja y se dirigieron a las oficinas marcianas. Mas todo parece indicar que también esta vez se han equivocado, pues habrá que subir al piso octavo e inscribirse en el Proyecto Urano.
No sabemos para cuándo serán estos viajes. Nadie lo sabe. La propia NASA lo explica a su manera: “Es arriesgado dar fechas, pues ya vemos que si no es una tormenta de relámpagos, es una válvula; y si no es una válvula, es el manguito que llega el combustible a los motores; y si todo va bien, entonces falta dinero; y si no falta dinero, se ha caído el brazo que sostiene al cohete; y si el brazo sigue en su sitio, entonces habrán cogido los astronautas el coronavirus. Pongámoslo de esta forma: Hay un proyecto, Artemis, hay una voluntad de realizarlo. Tenemos los medios, tenemos resuelto el factor humano, mas todo está en las manos de Dios, que, al no existir, resulta un soporte relativamente inestable. Nada más.”