“¡Quién demonios eres tú para decirme que eso no es real!” Con esta perturbadora frase acaba Virtual Revolution, una película producida por Lidderdalei Productions, Cyberpunk. Cine independiente USA, dirigida por Guy-Roger Duvert y estrenada en 2016. Si bien la película carece de un guión más elaborado, el planteamiento base es claro y contundente, y está presentado en forma de una ecuación irreductible:
Cuanto más aborrezcamos la realidad, más nos inclinaremos hacia mundos virtuales
El mundo que hoy se nos presenta como real ha dejado de tener atractivo para nosotros, ha dejado de interesarnos. Es un mundo sin oportunidades y sin esperanza, al mismo tiempo, en un más allá glorioso y paradisíaco –se nos ha prohibido creer en él. No hay transcendencia y la vida inmanente a este mundo nos ofrece, como lo mejor de su jardín –desempleo, inflación, nomadismo urbano o hipoteca, delincuencia, enfermedades, trabajos cuya actividad no nos incumbe, divorcio, secuestro de los hijos a manos del estado, individualismo, aislamiento, confinamiento, control de los más rutinarios movimientos… ¿Quién desearía permanecer en este mundo 70 u 80 años?
Frente a la desilusión existencial de una realidad mezquina y opresora, vida online
Estamos viviendo una aceleración de las fases que nos lleven a esa vida online y ello hace que se entremezclen y causen una inquietante esquizofrenia –confinamiento, reapertura, clases online, turismo, prohibición de viajar a destinos turísticos… En Virtual Revolution ya estamos en la última fase, vemos de qué se trata –trabajo – casa – sillón online. Una deseada, anhelada escapada a mundos virtuales, a historias virtuales en las que de nuevo poder vivir el amor verdadero, la nobleza, el coraje, la hermandad… Algo que ya ha desaparecido del mundo real. ¿Para qué complicarnos la vida?
La llamada realidad ha dejado de ser emocionante. El hombre ha sufrido un proceso irreversible de domesticación, de irreflexión, de comprensión materialista de la existencia… y los paisajes urbanos se asemejan hoy a cañadas reales por donde circulan los rebaños. No hay nada allí que nos pertenezca, que nos seduzca… que nos llene.
Sin embargo, los contrarrevolucionarios no tienen éxito, son masacrados por aquellos que apoyan la revolución virtual, que apoyan la tecnología que les permite abstraerse de la insalubre realidad y saltar a mundos virtuales en los que vivir miles de emocionantes historias.
“¡Quién demonios eres tú para decirme que eso no es real!”
Así podríamos acabar nosotros, diciendo esta misma frase.