¿Quién pecó, él o sus padres?

sondas.blog, 13 de junio de 2020.

A veces lo peor es no darse por aludido. Sobre todo, si ello implica fabricarse un dios particular, todopoderoso, que condene al resto de la humanidad a la miseria y la esclavitud. Sobre todo, si esa humanidad se divide en ricos y pobres, blancos y negros, sanos e informes… unos bendecidos y otros maldecidos; unos señores y otros esclavos.

Otorgamos a los judíos que acompañaban a Isa (Jesús) la mejor intención cuando se encontraron con un ciego de nacimiento y le preguntaron al maestro bueno:

Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?

La pregunta contiene en sí una cierta malacia, pues no da opción a otro escenario que el del pecado –o éste o sus padres han pecado. La respuesta de Isa, no obstante, fue clara y concluyente:

No es que pecó éste ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. (Juan 9:2-3)

Sin embargo, no se dieron por aludidos. Fue como si ninguno de los que estaban allí hubiera oído las palabras del maestro. Y siguieron haciendo la misma pregunta siglo tras siglo, milenio tras milenio.

Mientras continuaban lanzando al aire esa pregunta retórica, iban implementando su agenda de dominación –unas veces eran los negros los que habían pecado, condenándose a sí mismos a la esclavitud y a la animalidad; otras eran los nativos de aquellos territorios a los que llegaban por orden divina, camuflados de cristianos protestantes. Tampoco se libraban de la ira divina sus propios compatriotas que, como el ciego del Nuevo Testamento, habían nacido pobres. Nadie lograba escapar a su misión exterminadora. Se trataba de librar al mundo de endemoniados, informes y miserables. Cuando le hicieron esa pregunta a Isa, comenzó la supremacía blanca. Se trata, pues, de una vieja historia. Tan vieja que ya casi nadie la recuerda.

El propio concepto de “pueblo elegido” está mal entendido desde el momento mismo que se acuñó, ya que nunca se ha especificado para qué se supone que ha sido elegido este pueblo. Ellos concluyen que para dominar y esclavizar al resto de naciones, pero esta finalidad no puede provenir del Creador. Él no puede elegir un pueblo para hacer daño a otros y encima ensalzarle. Los Banu Israil fueron elegidos para vivir según la Ley de Allah el Altísimo y trasmitirla a todos los demás pueblos –cosa que no hicieron; antes bien han seguido diciéndole al mundo que son el pueblo elegido y que, por lo tanto, todo les pertenece –ellos son los únicos que nunca han pecado.

No habrá solución para las revueltas de Minnesota, ahora extendidas por todos los Estados Unidos, mientras no sean los ciegos de nacimiento los elegidos.

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