sondas.blog, 15 de junio de 2020.
El lema que utilizaron los activistas: “Las vidas de los negros importan” en las manifestaciones organizadas en el sur de Illinois por el movimiento BLM fue contrarrestado por grupos de blancos que proponían: “Todas las vidas importan”. No tenemos ningún problema en comprender que los blancos traten de obstaculizar cualquier intento por parte de la gente de color, especialmente de los negros, de crear una zona autónoma e independiente que abarque una buena parte de Norteamérica, como ya han empezado a hacer en Seattle. Mas el posible diálogo con las “autoridades competentes” no va a ser productivo ni siquiera interesante. No se puede perder el tiempo pretendiendo que los leones se hagan vegetarianos y dejen de comer gacelas. Su carnivorismo está dictado por su propia configuración genética. La única solución es matarlos o irse a un lugar que les sea inaccesible.
El lema “La vida de todos importa” adolece de cierta incongruencia y de una repugnante malicia, pues si todas las vidas importan, ¿por qué se mata a los negros por ser negros? Más aún, ¿por qué se esclavizó a los negros por ser negros. La esclavitud nunca ha sido racista. Nadie era hecho esclavo por su color, sino por sus circunstancias –prisionero de guerra, por ejemplo. La consigna “La vida de todos importa” significa, en realidad, “Sólo la vida de los blancos importa”. Se le acusa al movimiento BLM de que con su lema está queriendo decir que la vida de los negros importa más que la de los otros. Este movimiento “civilizado” y respetuoso con la “ley” de los blancos no quiere decir eso, pero nosotros sí. ¿Por qué no? Si durante 400 años sólo ha importado la vida de los blancos, ¿qué tiene de malo que en los próximos siglos sólo importe la vida de los negros?
El movimiento BLM (Black lives matter – Las vidas de los negros importan), creado en 2013 por tres mujeres negras, Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Tometi, tras la absolución del asesino de Trayvon Martin, George Zimmerman, en Florida, está jugando un papel inicial importante, pero si no avanza en sus objetivos, tendrá que apartarse y dejar que sean otros movimientos los que lideren esta inusitada movida.
Los dirigentes de BLM deben buscar hasta encontrar las raíces del problema, pues si no las neutralizan, las cortan o envenenan, seguirán produciendo malas hierbas que acabarán con los cultivos.
La historia la han escrito los blancos, anglosajones y protestantes, justificando su colonialismo, la trata de negros, la esclavitud racial, las atrocidades cometidas en India y en África; promoviendo su literatura basura; encubriendo sus plagios… Y esas páginas no se pueden tocar, pues se han escrito con sangre.
La inspectora de policía de Bristol, Avon y Somerset, Andy Bennett, ha pedido, quizás presionada por la ministra del interior Priti Patel, que se abra una investigación y se identifique a los manifestantes que derribaron la estatua del negrero Edward Colston (siglo XVII), ya que se trata de un acto criminal. Mas no así la trata de negros, cuya gloria es exhibida y celebrada en estatuas que simbolizan la civilización occidental. ¿Puede el BLM sentarse a dialogar y a buscar soluciones pacíficas con Andy o con Priti? ¿Cuáles podrían ser estas soluciones? Obviamente, no se nos ocurren otras que dejar las cosas como están y esperar a que estos asesinatos circunstanciales contra negros no vuelvan a suceder. Y si vuelven a suceder, volveremos a lamentarnos por ello. Mas la estatua de Colston debe mantenerse en pie, pues su posición de traficante de negros forma parte de la historia pasada. Pero los asesinatos diarios de negros y de otros hombres de color no es historia pasada y, por lo tanto, la actividad de Colston es hoy tan delictiva como lo fue en su tiempo –su estatua debe descansar en el fondo del mar y en su lugar debe colocarse una piedra en la que se haya inscrito: “¡Nunca más!”.
Los blancos, anglosajones y protestantes,
nunca permitirán que se les iguale a
cualquier otra raza…
Los negros deben perder el miedo a ser racistas, pues si no lo hacen, nunca podrán levantar su liderazgo; y si no lideran volverán a ser esclavos, ya que los blancos, anglosajones y protestantes, nunca permitirán que se les iguale a cualquier otra raza. Es la misma ecuación que la del bien y el mal –no hay convivencia posible.
El profeta Muhammad (s.a.s) declaró en su último discurso: “Los blancos no son superiores a los negros ni los negros son superiores a los blancos, y el mejor de los hombres ante Allah el Altísimo es el que más en serio toma Sus advertencias.” Sin embargo, estas palabras sólo pueden tener efecto cuando los negros son considerados iguales a los blancos. Mientras haya discriminación hacia los negros, esta declaración no podrá aplicarse, pues significa, en última instancia, que los negros deben dar a los blancos sus derechos, pero no éstos a los negros.
¿Qué hacer entonces? Romper la compartimentación de la historia. La guerra de Vietnam es el resultado del linchamiento de negros –no son acontecimientos diferentes, sino relacionados. Numerosos negros fueron a la guerra de Iraq. Muchos murieron y otros volvieron a sus casas, sin dinero, sin gloria, con deudas acumuladas, con una petición de divorcio encima de la mesa, con un hijo muerto a causa de una enfermedad cuya cura su esposa no pudo pagar. Tendrá que robar o traficar con droga si no quiere perder la casa. Irá a la cárcel o lo matará algún policía blanco. Todo está enlazado. Los negros, los hombres de color, no pueden seguir participando de la historia de los blancos, pues esa no es su historia, no forman parte de ella, no los menciona en sus interminables páginas –esclavos que morían en el viaje a las Américas o trabajaban para sus amos. Los negros, los hombres de color, deben forjar su propia historia; deben separarse de los blancos; crear sus zonas independientes, sus leyes, su religión, su economía. Deben salir de esas iglesias evangélicas, metodistas, anglicanas… Deben alejarse de las cruces, del símbolo de los cruzados y del Ku Klux Klan –es la misma historia, la misma gente, la misma supremacía blanca.
Nada hay más patético que escuchar a esas celebridades negras que hablan en favor de sus hermanos. Siempre acaban recordándoles que la violencia sólo engendra violencia, y que deben manifestarse, porque es su derecho constitucional blanco, pero pacíficamente, como los japoneses. Llevan pancartas en las que dan las gracias a los Estados Unidos por haberles tirado dos bombas atómicas y haber inundado Tokio de napalm. Siempre los mismos traidores, los mismos negros azotando a los negros para recibir algún favor de sus amos blancos.
Si no lo lográis ahora, ya no lo lograreis nunca. ¿Acaso no es hora de sacudiros 400 años de esclavitud? ¿Acaso no es hora de abandonar el sentimiento de inferioridad que os paraliza, que os impide avanzar con determinación? ¿Acaso no es hora de dejar de sentiros negros, como si ser negro fuese una maldición? Sí, es hora.