Los Netanyahu y los Huckabee están de celebración

El 15 de diciembre de 2025 el Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pronunció ante numerosos soldados israelíes y en presencia del embajador estadounidense Mike Huckabee y su esposa, un discurso “histórico” durante una ceremonia de encendido de velas de Janucá en el Muro Occidental en Jerusalén, Israel. En dicho discurso, Netanyahu comparó las luchas actuales de Israel con la revuelta macabea contra el Imperio seléucida, una revuelta conmemorada por la festividad de Janucá. Invocó a los Macabeos como símbolos de la resistencia y la supervivencia del judaísmo y de la civilización occidental en general, aplicando esa imagen al conflicto actual israelí-palestino. Lo que sigue es la transcripción completa de sus palabras publicada por el gobierno israelí en su web:

“Queridos amigos, Sara y yo nos sentimos profundamente conmovidos al estar con vosotros, valientes soldados de Israel. Los miro a los ojos y veo la determinación, el coraje y el heroísmo de los Macabeos. Ustedes son los Macabeos de nuestro tiempo. No lo digo a la ligera, no como una afirmación vacía, sino con la profunda convicción que sé que comparten: que estamos realizando los mismos milagros que los Macabeos hicieron hace 2200 años. Se enfrentaron a una fuerza que intentó exterminar al pueblo de Israel. Ese fue el decreto, y los decretos que vinieron de Antíoco, quien intentó borrar a los judíos de la faz de la Tierra. A lo que nos enfrentamos fue esencialmente la aniquilación. Y si esos héroes no se hubieran alzado, él habría triunfado. Y en esta guerra, ante todo, salvamos a nuestro pueblo, pero también libramos la guerra del pueblo de la cultura, el pueblo de la luz, contra el pueblo de las tinieblas. Y estamos ganando. Vosotros estáis ganando. Realmente estáis realizando milagros con supremacía y valentía. Mike, has mencionado a nuestro gran amigo, el presidente Trump. El presidente Trump me ha preguntado una vez: «¿Cómo lo logras? Israel es tan pequeño, y ellos son tantos; un país pequeño y sus vecinos tan grandes. ¿De dónde viene esta fuerza?». Proviene de la herencia de Israel. Proviene de nuestra fe. Proviene de nuestra comprensión de que no permitiremos que nadie corte el hilo de la vida del pueblo de Israel. Esto es algo tremendo e inmenso, y lo supera todo. Estáis realizando milagros en nuestros días, en este tiempo, igual que ellos en aquel tiempo. Y os saludo aquí, junto al Muro de las Lamentaciones, donde nuestros héroes los Macabeos dedicaron el Templo.”

Curiosamente, hay en ese discurso una indirecta, pero clara, referencia al Corán:

Allah es el protector de los creyentes. Los saca de las tinieblas y los lleva a la luz, pero los protectores de los encubridores son los Taghut. Los sacan de la luz y los llevan a las tinieblas. (Corán, sura 2, aleya 257)

Como vemos, Netanyahu describe a los griegos, cuya civilización es generalmente aceptada como la base de la civilización occidental, como “el pueblo de las tinieblas”. Sin embargo, la versión oficial del discurso de Netanyahu es incompleta, ya que el Primer Ministro habló también en inglés (no está claro en qué momento de la celebración exactamente, pero circulan vídeos fácilmente verificables) diciendo:

«Hoy estamos librando la batalla que libraron los Macabeos. Lucharon por la supervivencia del pueblo judío y la fe judía contra el enemigo que quería extinguirnos, borrarnos de la faz de la Tierra. Estamos librando nuestra batalla, pero también estamos librando la batalla de la civilización, porque nuestra civilización se basa en la tradición judeocristiana, y si los Macabeos hubieran fracasado, no habría judaísmo, no habría civilización judeocristiana. No existirían los Huckabees, no existirían los Estados Unidos. No habría civilización de la libertad, ni tampoco respecto por nuestra tradición común, nuestros valores comunes.«

Los Macabeos eran “judíos” fundamentalistas que odiaban la influencia helenística del imperio griego en la vida “judía”. Su revuelta contra el Imperio seléucida, tuvo lugar entre 167 y 164 a. C. Netanyahu los utiliza para enmarcar el conflicto moderno como algo existencial: los soldados israelíes como guardianes de la continuidad judía, Janucá como una analogía histórica viva, no solo una festividad. Ancla su discurso en fuentes históricas clásicas, intentando reforzar la legitimidad de esta analogía. Sin embargo, su interpretación de los hechos dista mucho de lo que afirman los historiadores, que ven -en primer lugar- los acontecimientos que cita como una guerra civil entre los judíos tradicionalistas contra judíos helenizados y afirman que la intervención seléucida intensificó meramente una disputa interna. Aunque resulta fácil comprobar todas las discrepancias de Netanyahu con la versión de los historiadores, no es ese nuestro objetivo. Así pues, el término “histórico” lo hemos utilizado aquí en el sentido de “perteneciente o relativo a la historia” no en el sentido de “lo que ha tenido existencia real y comprobada”.

Es rigurosamente cierto que sin el judaísmo no habría Occidente juedocristiano, que no existirían los Estados Unidos ni los Huckabees, ni tampoco existirían los Netanyahu. No es una coincidencia que en la película “Matrix” aparece la referencia a los merovingios, representados por “the Frenchman”. Y Netanyahu dijo lo que dijo porque -naturalmente- quiere llevarse el mérito, indirectamente como un individuo, pero directamente como “un pueblo”; quiere que el mundo reconozca y contemple el hecho que considera transcendental. Sin embargo, no encontraremos en ningún lugar de la Biblia ni el término “judaísmo” ni el término “judío”. Son términos muy posteriores, introducidos por autores anónimos o a través de los escritos rabínicos. Y este hecho tiene importancia vital porque la existencia del “estado de Israel”, sus fronteras incluidas (todavía no existentes), se justifica en base a lo que afirma la Biblia.

Como referencia a un sistema religioso encontramos el término “judaísmo” en el Segundo Libro de los Macabeos, escrito por un autor anónimo de lengua griega, aproximadamente entre 124 y 100 a. C. Es la primera referencia atestiguada, que seguramente tenía como objetivo separar el incipiente “judaísmo” del recién nacido “cristianismo”. Cabe mencionar aquí que los 4 Libros de los Macabeos no forman parte de la Biblia Hebrea (Tanaj) y por eso tampoco de la Biblia protestante. La Iglesia católica y la ortodoxa los aceptan como canónicos porque sí forman parte de la Septuaginta, la Biblia griega usada por los judíos de la diáspora. Lo que hoy llamamos “judaísmo” la Biblia lo llama “guardar la Torá (la Ley de Musa/Moisés), observar los mandamientos, caminar en los caminos de YHWH, guardar los estatutos”. También encontramos referencias a la Alianza -el Pacto que hicieron los Banu Israel con Allah. Como ya hemos comentado, tampoco existe en la Biblia referencia al “pueblo judío” o “judíos”. La Biblia habla de “Israel, de Hijos de Israel o del pueblo de Israel (Banu Israel).

En la lengua llamada hoy “el hebreo” el término moderno “judíos” tiene la forma de “yahudi”, exactamente la misma que en Árabe –“yahud”, equivalente a “hadu”, “hud”. Sin embargo, mientras que su versión “hebrea” hace referencia a “habitante de Judá” o “miembro de la tribu”, la versión árabe hace referencia al comportamiento de ciertos grupos dentro de los Banu Isra-il.

Los hadu هادوا/al-yahud اليهود eran la gente que abandonó Misr con Musa (Moisés) y todos aquellos que más tarde siguieron la creencia contenida en la Taurah (Torá). Cuando salieron de Misr, eran conocidos como los Banu Isra-il, pero transgredieron tantas veces la Ley de Allah el Altísimo y el Pacto que habían hecho con Él, y tantas veces renegaron e incumplieron sus compromisos, para después volver de nuevo al camino de rectitud, que los demás Banu Isra-il empezaron a hablar de ellos como los hadu/yahud, forma plural del tiempo pasado del verbo hada هادَ (hawada هَوَدَ en el origen), y que significa volver al bien desde el mal o al mal desde el bien; y también volver a la verdad o arrepentirse y volver a la verdad, algo que como ya hemos dicho caracteriza perfectamente a los Banu Isra-il. De hecho, nunca han dejado de moverse en ese vaivén entre el bien y el mal desde que llegaron a Misr hasta hoy.

Veamos ahora cómo se acuñó ese nombre. Lo encontramos en la siguiente aleya:

A Ti nos volvemos arrepentidos después de haber estado en el error إِنَّا هُدْنَا إِلَيْكَ. (Corán, Sura 7, aleya 156)

En esta aleya vemos que no se utiliza el término hud هود, sino el propio verbo hudna هُدْنَا para indicar la acción, la intención de volver al camino de rectitud después de haber estado en el error y en la transgresión. Es como si dijeran: “Queremos ser hud, queremos volver arrepentidos al Din de Allah el Altísimo.” Finalmente, debido a que ese grupo de los Banu Isra-il iba creciendo, fueron adoptando ese nombre como el suyo genérico, si bien no se ha abrogado el de Banu Isra-il para hacer referencia a su verdadero origen.

Los Banu Isra-il que encubrieron la verdad fueron maldecidos por boca de Daud y de Isa, hijo de Mariam, por haber desobedecido y haber transgredido todos los límites. (Corán, sura 5, aleya 78)

Los judíos modernos no son descendientes de los Banu Isra-il ni tampoco provienen de Oriente Medio, pero sí tienen la posibilidad de volver al camino de rectitud. En su origen eran tribus de Europa central y del este que se apropiaron de la Torá, convertida luego en ideología por las castas sacerdotales, atribuyéndose términos y denominaciones acuñados por autores anónimos.

Siguen esperando al Mesías… al menos eso es lo que afirman, pero el Mesías ya había llegado; y cuando llegó, intentaron matarle porque iba a destruir su fraudulenta forma de vida. Y lo mismo intentaron con el último profeta, Muhammad, anunciado en el Pentateuco (Tanaj):

Le dimos el Kitab a Musa y enviamos tras él a otros Mensajeros. A Isa, el hijo de Mariam, le dimos la clarificación y le reforzamos con el Ruh al-Qudus. ¿Acaso no os llenabais de soberbia cada vez que venía a vosotros un Mensajero, trayendo lo que no os agradaba? A unos los tratasteis de mentirosos y a otros los matasteis. (Corán, sura 2, aleya 87)

Hemos crecido rodeados de términos como semítico, Israel, hebreo, israelita, judío, judaísmo, pueblo elegido… que nos resultan tan familiares que nunca nos hemos molestado en reflexionar sobre su verdadero significado o precisión al describir pueblos e idiomas. Lo llamamos “civilización”, pero de hecho es incultura, como mínimo. Ahora contamos con suficientes datos y pruebas para remediar esta deficiencia.

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