ARTÍCULOS DEL EXTRARRADIO
Al Jazeera
El Papa León XIV ha reiterado la insistencia del Vaticano en una solución de dos Estados para el conflicto israelí-palestino, afirmando que es la «única solución» que puede garantizar justicia para ambas partes. León hizo estas declaraciones durante su vuelo de Turquía al Líbano el domingo, en la segunda y última etapa de su primer viaje internacional como Papa. Durante el vuelo, los periodistas preguntaron al pontífice sobre sus conversaciones privadas con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a su llegada a Ankara, y si abordaron las guerras en Gaza y Ucrania. Leo confirmó que sí y afirmó que Turquía tiene un papel importante que desempeñar para poner fin a ambos conflictos.
En cuanto a Gaza, reiteró la postura sostenida desde hace tiempo por la Santa Sede en apoyo a una solución de dos Estados para Israel y los palestinos. La creación de un Estado palestino en la Jerusalén Oriental ocupada, Cisjordania ocupada y Gaza se ha considerado internacionalmente durante mucho tiempo como la única vía para resolver el conflicto que dura décadas. “Sabemos que, en este momento, Israel no acepta esta solución, pero la consideramos la única que puede ofrecer una solución al conflicto que viven”, declaró Leo. “También somos amigos de Israel y nos esforzamos con ambas partes por ser una voz mediadora que pueda ayudarles a acercarse a una solución con justicia para todos”. El Papa ha evitado cualquier mención directa de la guerra genocida de Israel contra Gaza durante su visita a Turquía. No hubo respuesta inmediata de la oficina del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Netanyahu ha afirmado durante mucho tiempo que la creación de un Estado palestino beneficiaría al grupo palestino Hamás y, con el tiempo, conduciría a un Estado aún más grande, gobernado por Hamás, en las fronteras de Israel. A principios de este mes, Netanyahu afirmó que la oposición de Israel a un Estado palestino no ha cambiado en absoluto y no se ve amenazada por presiones externas ni internas. «No necesito afirmaciones, tuits ni sermones de nadie», afirmó.
Alrededor del 30% de la población del Líbano es cristiana, mientras que la gran mayoría es musulmana, y aproximadamente la mitad pertenece a las ramas chií y sunita del islam. Viajar al extranjero se ha convertido en una parte fundamental del papado moderno, ya que los papas buscan reunirse con los católicos locales, difundir la fe y ejercer la diplomacia internacional.
Su convoy pasará por los suburbios del sur de Beirut, una zona dominada por Hezbolá y cuyo terreno fue devastado por los ataques aéreos israelíes del año pasado. La agenda de Leo incluye una oración en el lugar de la explosión de 2020 en el puerto de Beirut, que mató a 200 personas y causó daños por valor de miles de millones de dólares. También oficiará una misa al aire libre en el paseo marítimo de Beirut y visitará un hospital psiquiátrico, uno de los pocos centros de salud mental del Líbano, donde el personal sanitario y los residentes esperan con impaciencia su llegada.
Leo no viajará al sur, objetivo de los ataques israelíes. A pesar del alto el fuego negociado por Estados Unidos en noviembre de 2024, Israel continúa lanzando ataques aéreos casi a diario contra el sur del Líbano. El Papa «viene a bendecirnos y por el bien de la paz», dijo Farah Saadeh, residente de Beirut. «Tenemos que esperar a ver qué sucederá después de su partida. Esperamos que no ocurra nada después de su partida», añadió Saadeh.

SONDAS: Dudemos mucho de que las expectativas de Farah Saadeh sean realistas. Recordemos que las visitas papales anteriores, bajo los mandatos de Juan Pablo II y Benedicto XVI, estuvieron marcadas por la ocupación y la inestabilidad regional. Y lo que siguió a esas visitas fue más guerra y más violencia.
“En la ciudad de Derdghaya, al sur del Líbano, un lugareño se subió a las ruinas de lo que fue la iglesia del pueblo, diezmada por el Israel sionista, colgando con cariño fotos del Papa y banderas del Vaticano. Explicó que deseaba que el «Santo Padre» visitara el sur, una región que ha pagado con sangre y escombros más de lo que nadie parece dispuesto a reconocer. Pero seamos sinceros: el Papa no tiene prisa por pisar el sur del Líbano. ¿Y qué hay de los funcionarios libaneses que le extienden la alfombra roja en Beirut? Desde luego, no lo están llevando por los puestos de control para mostrarle la destrucción ni a las personas que realmente necesitan un gesto espiritual. Así que los habitantes hicieron lo que pudieron: decoraron los escombros como una bienvenida simbólica, conscientes de que lo único que los visitaría pronto sería más indiferencia. (Marwa Osman/MidEaStream)
El comentario de Marwa Osman lo dice todo -se trata de una farsa, no de una solución. Es una declaración de conveniencia política que no llevará consecuencias en la práctica. La primera indicación de que se trata de una farsa es el hecho de que “el Papa ha evitado cualquier mención directa de la guerra genocida de Israel contra Gaza durante su visita a Turquía”. La segunda indicación la constituye su afirmación: “También somos amigos de Israel y nos esforzamos con ambas partes por ser una voz mediadora que pueda ayudarles a acercarse a una solución con justicia para todos”. ¿Puede alguien ser amigo de un genocida? Así pues, se trata de una puesta en escena a través de la cual se está lanzando al mundo el mensaje de que todas las partes implicadas en el conflicto tienen razón.
Netanuyahu, en cambio, no necesitan mantener esta farsa, pues tiene el poder. Los judíos controlan los medios de comunicación, el cine, las televisiones, el sistema bancario y financiero, la ciencia, la tecnología… Se trata, en última instancia, de normalizar el golpe de estado contra la humanidad que se consolidó después de la Segunda Guerra Mundial. La nueva tarea es la de desmontar el andamio religioso que ha sostenido buena parte de su agenda y transformarlo en el flujo natural de la historia. Éstos son sus planes, sus nuevas estrategias. Mas no va a ser fácil que funcionen.
Con Netanyahu o sin él, el problema real a la hora de establecer dos estados soberanos es, fundamentalmente, el de las fronteras. ¿Con qué parte del territorio se va a quedar cada uno de ellos? ¿Van a aceptar los judíos volver al 5 % de las tierras palestinas que ocupaban en el año 1948? Y si esta porción les resulta inaceptable, ¿van a resignarse los palestinos a ver reducido su territorio a un 30 o 40 % de la extensión que históricamente han ocupado? ¿Quién de los dos va a explotar la riqueza que subyace en las aguas territoriales palestinas? ¿Cómo va a unirse la Franja de Gaza con Cisjordania? ¿Quién va a controlar los pasos fronterizos con Egipto? Y han sido estas incógnitas imposibles de despejar las que han hecho que, tras 70 años de hablar de la creación de dos estados soberanos, el pueblo palestino siga viviendo en un campo de concentración controlado por los invasores judíos y británicos. Así las cosas, la insistencia del Papa en la solución de dos estados nos parece un discurso para fingir o aparentar.
Sin embargo, aún queda más leña que arrojar a la hoguera de la farsa. Nos referimos aquí al altercado semántico que una y otra vez se utiliza para enturbiar las aguas de la historia. Al hablar del conflicto palestino-israelí se contrapone a menudo al término «árabes» el término «judíos». Sin embargo, si la categoría «judíos» hace referencia a un sistema religioso (el pretendido judaísmo), entonces su contraparte será la de «musulmanes». Y así diríamos que hay una Palestina musulmana y una Palestina judía. Mas nunca utilizará Occidente esta terminología, pues es en la ambigüedad donde reside el derecho de Israel a ocupar estas tierras. Fijémonos, si no, en esta otra posibilidad:
Si la categoría «árabes» hace referencia a una etnia, entonces la categoría «judíos» es inapropiada, ya que, en cuanto que etnia, los «judíos» son árabes del Yemen y del actual Sudán –lugares estos a los que fueron llegando desde diferentes partes de Arabia, reagrupados bajo el nombre de Banu Isra-il. Mas estos Banu Isra-il se fueron dispersando y mezclándose con los diferentes pueblos a los que llegaban, y nadie hoy puede encontrar la gota de tinta negra que alguien echó en el océano. Por lo tanto, debemos asumir que la última etnia o pueblo del que proceden la gran mayoría de los judíos actuales es el de los antiguos jázaros, que se fueron extendiendo por el Cáucaso, por Ucrania, Rusia, Polonia, Alemania occidental –los llamados Ashkenazi. Ello nos lleva a concluir que a la categoría «árabes», en cuanto que etnia, se debe contraponer la categoría «jazareses» y no la de judíos, israelitas, hebreos… Debemos acabar de una vez por todas con este tipo de ambigüedades malsanas, que no hacen, sino distorsionar la realidad de los hechos.
La solución al conflicto, la única, pasa -pasaría- por la creación de un solo estado soberano, donde podrían integrarse otros pueblos –como los jazareses– bajo gobierno palestino.
