sondas.blog, 3-Junio-2020.
También las iglesias se le están quemando a Norteamérica, pues fueron estas instituciones religiosas las que apoyaron, con sus violentas arengas o con su silencio, la esclavitud racial y los linchamientos de negros –antes, el clero católico, el papado, había hecho un llamamiento para liberar los lugares santos de Oriente Medio, pero lo que hicieron fue masacrar a sus hermanos cristianos del Este y a las comunidades judías hasta entonces protegidas por los musulmanes. ¿Cómo podría Norteamérica enseñar a sus hijos su verdadera historia, o la de sus abuelos, los piratas ingleses? Lo primero que hace un presidente cuando llega a la Casa Blanca es repetir el mantra de corte hitleriano: “Somos una sola nación, la mejor, la más poderosa del mundo”, mientras la puta de turno se arregla el pelo y sale del despacho oval metiéndose unos cuantos billetes en el sujetador que, muy probablemente, Melanie exhibiera años atrás en algún desfile de modas. La misma cadena de mafiosos y furcias que va desde G. Washington hasta D. Trump.
En la foto lo vemos sosteniendo una Biblia mientras visita por fuera la Iglesia de San Juan, al otro lado del Parque Lafayette. Parte de la iglesia fue incendiada durante las protestas del domingo por la noche.
El rabino Jack Moline, presidente de Interfaith Alliance, una organización que reúne a cientos de clérigos de diferentes religiones y denominaciones, también denunció el comportamiento de Trump:
Ver al presidente Trump pararse frente a la Iglesia Episcopal de San Juan mientras sostiene una Biblia en respuesta a los llamados a la justicia racial, justo después de usar la fuerza militar para eliminar a los manifestantes pacíficos del área, es uno de los abusos de religión más flagrantes que he visto jamás. Esto solo subraya la completa falta de compasión del presidente por los estadounidenses negros y las consecuencias letales del racismo.
Le agradecemos a Jack su solidaridad, pero su Interfaith Alliance no representa a los negros estadounidenses, sino a los negreros y cambistas catalanes, en su mayoría judíos, y a los esclavistas ingleses de las colonias –judíos o cristianos. Y Norteamérica sigue sin mover ficha. Sigue atrincherada detrás de las fuerzas de seguridad y del ejército –los únicos argumentos de los que ha hecho siempre alarde occidente.
Trump es un imbécil, pero los que dirigen su política saben que el peligro amarillo, el negro, el hispano y el árabe son reales y estos pueblos no van a cejar hasta arrojar al mar a los esclavistas anglosajones-blancos-protestantes. A los nativos los masacraron y aniquilaron –ya no queda ninguno para reivindicar sus tierras. A los negros se las robaban tras obligarles a huir después de una matanza, como la de Elaine de 1919. Millones de chinos murieron construyendo Norteamérica, construyendo el ferrocarril. Muchos hispanos son herederos legítimos de los pueblos que otrora poblaran aquellos vastos territorios. ¡Tienen que volver a recuperar lo que es suyo! Sus tierras, sus verdaderos nombres, su religión, su sabiduría. Mientras lo consiguen, su nombre ya no puede ser otro que X.