Los Estados Unidos pueden silbar cuanto quieran, pero eso no va a evitar que caigan en un abismo de fuego, de autodestrucción. Y en verdad que a él se dirigen a buen paso, como si esas llamaradas fuesen el presagio de la buena fortuna –la maldad y la estupidez no parece que estén muy lejos una de otra.
(98) El Día del Resurgimiento irá delante de su gente y les conducirá al fuego. ¡A qué mal lugar les conducirá para que abreven!
Qur-an 11 – Hud
Como ya hemos dicho en más de una ocasión, hay dos formas de liquidar un imperio:
-Desmontándolo, de forma que su derrumbe se haga paso a paso sin causar graves daños a la nueva configuración que resultará de esta delicada y bien estudiada operación.
-Dejando que colapse por sí mismo. En este caso, y todo parece indicar que es el que USA ha elegido para su imperio, el desplome se llevará a cabo sin control, destruyendo en su caída la base misma sobre la que se iba a levantar la supuesta estructura que reemplazaría a la imperial.
Es una cuestión de soberbia, de rebeldía… pero también de inconsciencia. No parece que haya un solo analista político norteamericano que se haya dado cuenta del desgarro que están sufriendo las telas pintadas con estrellas y barras, y que hasta ahora servían para tapar la ineficacia del ejército estadounidense y sus desmanes con las poblaciones civiles de los países que pretendía ocupar; las tremendas y tercermundistas desigualdades sociales; el abandono de las infraestructuras a manos de la entropía; la falta casi absoluta de un proyecto nacional que no incluya el desvergonzado enriquecimiento de las empresas que constituyen la industria armamentista; los fraudes financieros lícitos e ilícitos; la forma escandalosa de vida en la que se encuentra inmersa la elite política y financiera del país… Resulta imposible ya ocultar la degradación social y moral que sufre la sociedad estadounidense, una sociedad, fundamentalmente, enferma.
Hay signos claros que anuncian la debacle que se avecina por ambos lados –el atlántico y el pacífico. Es un imperio sitiado, impotente, desmembrado en frentes que ya no puede controlar: Venezuela, Irán, Iraq… en guerras de las que ni siquiera puede salir: Afganistán, Siria, Yemen… en negociaciones en las que no tiene ningún poder disuasorio o de presión: Corea del Norte, Rusia, China… en aventuras espaciales cuya ejecución se pospone decenio tras decenio: Viajes a la Luna, a Marte, a los confines del universo… pero no logran salir de la estratosfera.
Hay signos claros que apuntan al derrumbe inmediato de un imperio construido sobre un pedestal de arenisca que no puede sostener ya la avaricia imperial. Los otrora aliados incondicionales se han convertido hoy en sus más acérrimos detractores, ya que la antorcha amenaza con caérseles encima –incluso el triunvirato duda, se tambalea a la hora de aplicar las decisiones que le impone la Dama del puerto.
Hay signos irrefutables de este proceso de descomposición imperial: Francia, Alemania, Turquía e Italia se acercan a Rusia y a China, firman acuerdos económicos con ellos y ponen en las manos del enemigo número uno de la OTAN sus planes energéticos y de defensa. No quieren sus aviones de combate, no quieren sus misiles, no quieren su gas, no aceptan su política y se avergüenzan del constante incumplimiento de sus acuerdos.
El imperio está solo y morirá apuñalado por sus propios aliados, por sus socios, por sus “amigos”. El imperio silba y hace chistes sobre su destino ad hoc, como silbaba Calígula, quizás, y hacia chistes mientras se desmoronaba su reinado del terror y de la corrupción.
SOndaS.blog 