16 de marzo de 2018, Damasco.
El feminismo, como todo movimiento promovido por shaytan, llega a nosotros por la derecha; se presenta como la mejor opción posible a la hora de solucionar todos los problemas sociales; va acompañado de una retórica fácil de comprender y difícil de rebatir desde la posición que establece el código de los derechos humanos –otro movimiento satánico que pretende substituir el kitab de Allah. En un hadiz del profeta Muhammad (s.a.s) que transmite Lane en su lexicón se habla de un libro –mazna (مثناة)– que al final de los tiempos se leerá públicamente y cuyo contenido expresará los deseos más secretos de los banu Israil. Este libro habrá surgido de una fuente distinta a la del kitab de Allah y en él se prohibirá y se permitirá lo que más les plazca. Ese tiempo parece haber llegado, pues todas las cartas magnas parecen verdaderos mazna.
Las innovaciones que los encubridores promueven para apagar la luz de Allah y sacar a la humanidad del camino de rectitud que el Todopoderoso le ha enseñado al hombre a través del sistema profético se presentan como un intento de mejorar las cosas en la tierra. Sin embargo, la verdadera intención que subyace en su retórica de justicia, paz y libertad es la de sacar al hombre de su fitrah, alejarlo de la guía de su Señor y arrojarlo a las aguas turbulentas de la confusión que genera el subjetivismo humano.
Shaytan no puede introducir sus argumentos con éxito en una sociedad fuertemente estructurada según los rangos con los que el Altísimo ha distinguido a unos por encima de otros –no son iguales los que creen y los que encubren la verdad; los que actúan con determinación y los pusilánimes; los que tienen percepción de los negligentes… no son iguales y hacerlos iguales significa invertir el orden natural y, por lo tanto, dislocar el mecanismo social.
Los movimientos feministas, apoyados por todas las constituciones del mundo, reclaman justicia, igualdad, y denuncian los abusos que sufren las mujeres en todos los países a manos de los hombres. ¿Quién podría posicionarse en contra de sus reivindicaciones?
La verdad de los hechos, sin embargo, nada tiene que ver con esos lamentos bien orquestados por los taghut, por los poderes reales que actúan desde la sombra a través de sus marionetas políticas, militares y económicas. Los taghut se camuflan y protegen en el caos que ellos mismos producen para manipular las sociedades de forma que vayan aceptando las nuevas situaciones que han generado sus caos –ellos lo llaman órdenes mundiales, guerras preventivas, sanciones, resoluciones del consejo de seguridad, invasiones democráticas… Destrucción tras destrucción.
¿Qué hay entonces detrás del feminismo? ¿Por qué un movimiento que lucha por la justicia, la igualdad y la libertad está generando en todas las sociedades en las que ha logrado implantarse con fuerza un desorden familiar e individual?
Vemos mujeres gobernando en numerosos países alrededor del globo; vemos mujeres dirigiendo agencias de inteligencia como la CIA; vemos mujeres presidiendo consejos de administración en bancos y grandes empresas; vemos mujeres policías y soldados… pero no vemos en qué ha mejorado la situación del mundo a pesar de que son ellas las que dirigen buena parte de los asuntos que lo mueven.
Nos encontramos con que el feminismo ha aflorado a la superficie como manifestación de la corriente mesiánica que ha ido atravesando la historia a veces subterráneamente y a veces de forma visible como en el caso de las revueltas campesinas del siglo XVI en Alemania con las que Thomas Müntzer pretendía elevar al campesinado al rango de clase dirigente, pues había sido en ellos en quienes el Todopoderoso había colocado la pureza, la fe y las cualidades que les permitirían gobernar con absoluta justicia y hermandad. En 1525, Thomas Müntzer fue detenido, torturado y más tarde ejecutado. Los campesinos fueron masacrados ante la atenta mirada de Lutero y Erasmo. Cuatrocientos años más tarde volvería a florar esa corriente mesiánica en forma de revolución rusa, con bastante más éxito que la alemana. Esta vez eran los proletarios los elegidos por la divinidad materialista para gobernar y dirigir el mundo.
El feminismo se presenta también rodeado de un cierto mesianismo, con la misión de salvar al mundo de la barbarie en la que ha sucumbido tras milenios de gobierno masculino. Sin embargo, los argumentos del feminismo no son sino excusas o tapaderas para llevar a cabo el gran proyecto de Samiri, la gran fiesta, el gran aquelarre. Varios han sido los obstáculos que han impedido que pudiera triunfar plenamente dicho proyecto. Uno de ellos, quizás el más decisivo, fue el propio sistema profético. Como nos informa el qur-an, estaban convencidos los banu Israil de que ya no habría más profetas después de Yusuf:
(34) “Ya antes os había llegado Yusuf con la clarificación, pero dudasteis de aquello que os transmitía. Cuando murió, dijisteis: ‘Allah no enviará nunca más a ningún otro mensajero después de él.’”
Sura 40 – Ghafir
Uno tras otro iban llegando mensajeros de Allah acusándoles de corruptos y de haber traicionado el pacto que habían hecho con su Señor –a los que no mataban, los negaban. Después del profeta Muhammad (s.a.s) estaba claro que esta vez ya no habría más mensajeros ni profetas –este factor desaparecía para siempre. No obstante quedaba el kitab, este qur-an que no han podido tergiversar como hicieran con la taurah y el inyil. Había, pues, que generar sociedades en las que la “religión” no interfiriese con los asuntos “civiles” –nacía así el concepto de laicismo, de sociedad laica. Se trataba, por supuesto, de un eufemismo que no tardaría mucho en mostrar su verdadero rostro –el ateísmo: materialismo dialéctico, evolución, progreso y una paulatina eliminación de las prohibiciones proféticas –vuelta a Hegel y a su historia como dios absoluto. Se trataba ahora de ir dando vueltas hasta colocar las leyes constitucionales a 180 grados de la ley de Allah –todo lo que el Altísimo había prohibido quedaría ahora permitido y santificado y, de la misma forma, todo lo que había permitido estaría ahora reprobado y prohibido, de forma que la virtud pareciese vicio y el vicio, virtud.
La fórmula, una vez eliminados los factores mensajeros y sistema profético de valores, parecía funcionar sin que nada pudiera frustrar el resultado final. Para ello, había que introducir un factor decisivo que ocupara el vacío que habían dejado los factores eliminados –frente a la declaración de fe “no hay dios, sino Allah”, el nuevo orden mundial, la nueva fórmula contemplaría esta otra: “Juro por mi vida y por mi amor por ella que nunca he de vivir para otro ni nunca pediré a otro que viva para mí.” Es la nueva declaración de fe que Ayn Rand acuñara hace 60 años en su libro Atlas Shrugged. Es la gran apología del egoísmo, la total irresponsabilidad, la búsqueda incesante de la felicidad a través de un sistema de libertad que me permite vivir con los demás como si fueran piedras que utilizo para salvar obstáculos. Una sociedad organizada de forma que los “héroes” puedan realizar en ella todos sus caprichos, liberar todos sus impulsos. ¿Cómo podría coexistir en una sociedad así la ley divina con las aspiraciones de sus individuos? De nuevo nos enfrentamos al dilema –una cosmogonía cerrada en la que no hay más vida que la que vivimos en este mundo o una cosmogonía abierta en la que la vida es un flujo continuo que va atravesando diferentes geografías y estados, sin fin, más allá de nuestra propia imaginación.
Shaytan nos asegura que es posible construir nuestro paraíso en este mundo. Nos sugiere que nos imaginemos una vida en la que todos nuestros deseos se hagan realidad. Basta con eliminar el factor profético y toda clase de autoridades. Shaytan después se aleja mientras dice: “obviamente es imposible. Sólo un necio lo creería. ¿Acaso no está la muerte para cercenar vuestros planes? ¿La enfermedad? ¿La pobreza? ¿La traición?…”
El feminismo forma parte de ese nuevo factor. Detrás de su lamento, como el de una yegua herida, anida su más secreto deseo –vivir sin esposos y sin hijos.
Se trata de volver a la fiesta de Samiri, de adorar el becerro de oro, de bailar y cantar, de fornicar, de ser deseada, de recibir regalos, de acabar con la menstruación que todavía me recuerda que soy mujer y que todo en mí está preparado para que sea madre.
El feminismo es la declaración del suicidio colectivo. La primera fase la sufrió y la está sufriendo occidente, donde sus habitantes no se reproducen. El feminismo lo ha permitido, como ha permitido la promiscuidad sexual, el alcoholismo y todo tipo de drogas. Sólo los países del tercer mundo se reproducen, tienen religión, valores divinos en sus sociedades. Sin embargo, en la segunda fase estos países van a ir pasando a la primera fase –junto a la tecnología llega el feminismo. La tecnología nos acerca el paraíso largamente deseado. Con todos esos artilugios, drogas, leyes que promueven el vicio… qué demonios hago yo casándome y teniendo hijos. “Tengo derecho a vivir mi vida, a satisfacer mis legítimas aspiraciones. Soy un ser humano, no una máquina de parir hijos.” Sin embargo, no son, sino embustes bien representados. Lo que en verdad quieren es la fiesta de Samiri, la promiscuidad sexual, el vino, la embriaguez. Es lo que Samiri les ofrece, lo que los yibt les ofrecen, y lo que ofrecen está protegido por el poder de los taghut, por los gobiernos, por las naciones unidas, por la otan, por la declaración de los derechos humanos, por los mazna.
Acaso no te has fijado en cómo creen en los yibt y en los taghut esos a los que se les dio parte del kitab, y dicen de los encubridores: “Están mejor guiados que los creyentes.”
Sura 4 – an Nisa
Mientras el tercer mundo pasa a la segunda fase, occidente entra de lleno en la tercera, la fase de la homosexualidad y el lesbianismo. Aquí ya no hay disminución drástica de la natalidad, sino interrupción absoluta de la misma –no hay procreación. En última instancia, se trata de una invitación al suicidio de la especie humana, a una auto aniquilación.
Imaginemos el escenario de las sociedades occidentales de aquí a veinte años –gran parte de la población no se casa y no tiene hijos; los que ocasionalmente forman familias la media de hijos no pasa del 1.3%; la homosexualidad y el lesbianismo va aumentando progresivamente en esos países. Más aún, ¿qué sucederá, con qué escenario nos encontraremos, cuando el tercer mundo pase a la tercera fase?
La mayoría de los países musulmanes hace ya tiempo que ha entrado en la segunda fase y en algunos de estos países se está instalando una cierta permisibilidad hacía la homosexualidad.
Es cierto que las estadísticas engañan y en muchos casos tergiversan de tal manera los datos que el resultado final da una imagen opuesta diametralmente a la realidad. Por ello, la compañía de consulting Gallup, una de las que más encuestas de opinión realiza en el mundo, al darse cuenta de las constantes contradicciones en los números con respecto al porcentaje de homosexualidad en los Estados Unidos, decidió en 2002 pedir la opinión a la gente no de si eran o no homosexuales, sino del porcentaje de homosexualidad que creían que existía en América. El resultado fue alarmante –24% de hombres homosexuales y un 22% de mujeres.
El feminismo encubre con su retórica de libertad y de derechos una realidad que podemos expresar con la siguiente frase: “Vive sin límites y muere”. ¿Para qué dejar descendencia? No hay nada que transmitir, nada que heredar, nada que continuar. Es mejor explotar en el carnaval y ser tierra, polvo, nada.
¿Cómo entonces las mujeres musulmanas se adhieren a estos movimientos y participan en ellos? ¿Hasta qué punto hemos vuelto a los tiempos de yahilia, de la más abominable ignorancia? ¿Es que no leen el qur-an adhim? No, no lo leen. Y por qué deberían leerlo. ¿Es que acaso hay algo en él que sea referencia en este mundo de hoy, tan sofisticado, tan tecnológico, tan alejado de aquellas sociedades de la Arabia de Muhammad? Así hablan y así se envilecen a sí mismas. Se debe leer el qur-an adhim porque en él está expresada la objetividad de Allah y, por lo tanto, la guía. Todo lo demás es subjetivismo, parcialidad e insuficiencia.
Aún nos queda un punto que merece nuestra consideración y es el hecho de que una gran parte de hombres apoye los movimientos feministas y hasta luche con ellas en su esfuerzo por conseguir sus “derechos”. No deja de ser curioso e intrigante que los propios hombres echen piedras sobre sus tejados. Se pueden dar dos explicaciones a este fenómeno hasta cierto punto desconcertante.
La primera de ellas nos lleva a entender que el paso de una fase a otra conlleva una infinidad de ajustes en la psicología humana. Son cambios tan bruscos y repentinos que no hay tiempo para asimilarlos y ello produce alteraciones en la forma de razonar y de entender los asuntos. El feminismo ha provocado el inexplicable aumento de la homosexualidad en el mundo –ambos crecen y se fortalecen en una perversa simbiosis. El feminismo hace que el hombre ya no tenga un papel real en la sociedad. La mujer es independiente y sólo lo necesita como amante, pero en tanto que tal deberá competir con millones de otros amantes potenciales y sólo los más dotados tendrán acceso a la hembra, el resto tendrá la homosexualidad como consuelo y como ámbito donde no tener que luchar. La homosexualidad o la soledad –trabajo, casa, drogas.
La segunda explicación tiene que ver con la posición ateísta del hombre que, como en el caso de la mujer, le lleva a buscar en este mundo el paraíso. ¿Pero qué significa paraíso sin mujeres? Mujeres a las que no tener que pagar y con las que no contraer ningún compromiso. El hombre necesita que haya millones de mujeres “independientes” con las que pasar una noche o dos, con las que vivir un “idilio” momentáneo, con las que vivir ciertas fantasías. El hombre ateo necesita que siga el feminismo, que aumente el número de feministas, de mujeres “independientes” con las que pasar buenos ratos sin tener que pagar la dote, sin hijos, sin gastos extras, sin compromisos.
Samirí sigue bailando y embriagándose. Sigue dando vueltas alrededor del becerro. Sigue llamando a hombres y mujeres a fornicar sin ningún límite. Ya no hay Dios. Allah terminó su trabajo con el profeta Muhammad (s.a.s). Es tiempo de carnaval, pues, tiempo de aquelarres.
La respuesta lógica al adoctrinamiento feminista de nuestras mujeres es la filosofía MGTOW, hombres hartos de tanta humilación que deciden prescindir de las hembras.Occidente está acabado y la demografía caerá por los suelos. La hecatombe es inminente.
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La horda pijo-progre va a alucinar ante la despoblación que se avecia en occidente, y los grupos humanos pertenecientes a otras culturas sean cada vez más numerosos. Tengan ustedes en cuenta que en occidente la mujer ha sido adoctrinada para que le cause repulsión ser madre, pero en oriente y en africa todavía la mujer se resiste a mutilarse a sí misma anulando su fertilidad naturad y tienen muchos hijos. Cuando los pijo-progres vean como estas nuevas sociedades se resisten a abandonar su religión, en su mayoría el islám, y el heteropatriarcado, se van a dar cabezazos contra las paredes. Es más, habrá partidos islámicos ya mismo en españa, controlados por los globalistas porsupuesto.
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