¿Todavía existe un país llamado Siria?

Siria, que alguna vez fue un país antiguo con una influencia profunda en el mundo, se encuentra hoy en una encrucijada histórica. ¿Aún existe un «país» llamado Siria? ¿O Siria no es más que una idea pasajera, en la que se mezclan la realidad con la ilusión, y las transformaciones políticas con las identidades fragmentadas?

Al examinar la situación actual de Siria, nos enfrentamos a una pregunta fundamental: ¿cómo podemos imaginar un país que fue en su día un símbolo de resistencia y resistencia, ahora entregando sus tierras al poder ocupante junto con su gente y sus recursos? La tierra es despojada, los recursos saqueados, y el pueblo sirio enfrenta su destino entre los escombros de su patria. Y sin embargo, el pueblo sigue celebrando todos los días una victoria y liberación que están grabadas a fuego y hierro en las mentes de la nueva generación. Mientras algunos se preguntan sobre la naturaleza de esta «victoria», una victoria que no cambia nada de la realidad, sino que solo la empeora, empobreciéndola aún más. Cuando sus tierras son distribuidas entre el mundo, se imponen decisiones externas y los recursos se agotan, el hambre, la muerte y el desplazamiento continúan su marcha.

No es más que una negación de la verdad a cambio de la ilusión de derrocar al tirano, ya que desde el principio, nuestra demanda, amor y lealtad pertenecían al embustero. Y el resultado es conocido por cualquier mente sensata, conocido por aquellos que no tienen voz ni influencia sobre el terreno frente al sonido del becerro de oro y sus juegos de fuegos artificiales y disparos de armas de fuego.

Mientras tanto, el pueblo vive en un estado de fragmentación, temeroso de lo desconocido, en un estado de desesperanza, intentando en vano encontrar una explicación lógica a lo que ocurre a su alrededor. Algunos se preguntan, ¿qué medicamento necesita el pueblo para despertar de su profundo letargo?

Esta última pregunta plantea una pregunta aún más grande: ¿es posible que el pueblo sirio recupere su país, su soberanía, y todo lo que ha perdido, y lo que se le arrebata minuto a minuto? Esta es la pregunta que sigue acechando a todo corazón y mente conscientes. Y el juego continúa, revelando nuestra impotencia y nuestra falta de capacidad para hacer algo día tras día. ¿Todavía hay un lugar en el que un creyente pueda escuchar la voz de la verdad, o es que el fin del mundo ha llegado y solo nos queda el silencio ante la falsedad, marchando hacia el abismo?

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