El bien, que a punto estuvo de ceder terreno al mal

Todos se preguntan ahora por Afganistán. ¿Qué está pasando en aquella región terráquea tan lejana de nuestras vidas, de nuestras rutinas? Mas nadie se pregunta ¿qué pasó que ahora pasa lo que está pasando? Demasiado complicado para una vida rutinaria. Aquella invasión forma parte de una historia olvidada. Lo que importa es acabar bien lo que mal empezó.

Las narrativas se entre mezclan para impedir que nadie pueda seguir la trama, en caso de que haya alguien que lo intente. Se habla de la tragedia de los colaboracionistas afganos que se han quedado en tierra –probablemente mueran asesinados por los talibanes. No parece que esa sea la preocupación mayor del Pentágono, pues ya se sabe que Roma nunca ha pagado a traidores. Después, hay niños caídos en las alambradas, familias separadas. Algunos altos cargos militares confiesan que decenas de norteamericanos de origen no han embarcado en los aviones enviados a Afganistán para sacarles de aquel infierno. Suponemos que “norteamericanos de origen” se refiere a los nativos americanos, los anasazi, los hopi, los indios pueblo… No, se refiere a los descendientes de los colonos anglosajones. Es aquí donde empieza la historia de América. Y la de Afganistán, con la invasión.

Se trataba de acabar con el eje del mal –Corea del Norte, Iraq, Siria… No es un eje finito, fácilmente medible, pues va desde el cielo hasta el infierno. El mundo había sido arremolinado por este eje maldito o malvado, pues al mal le van ambos calificativos, y el caos dominaba todo el escenario terráqueo. Por otro lado, el bien trataba de reestablecer el equilibrio, manteniendo a raya al mal, que solo pensaba en dañar al resto de las naciones.

¿Y quién era el bien en este caso? En este y en todos los casos, el bien está representado por Estados Unidos, Reino Unido y Francia. ¿Quién soñaría con destruir París, Londres o Nueva York? Entonces ¿por qué se invadió Iraq? No podemos esperar que lo inesperado suceda. Se trata de guerras preventivas. La propia medicina moderna especifica este mismo concepto en su lema por excelencia “más vale prevenir que curar”, pues las curas no siempre son efectivas. Entonces no es descabellado soñar con un París ardiendo o un Londres descuartizado por explosiones atómicas. Son hipótesis. La realidad es que el pueblo iraquí odiaba a Sadam. Había que intervenir antes de que estallara una guerra civil.

También se puede ver de otro modo. Supongamos por un momento que el eje del mal estuviese formado por Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Entonces estaríamos hablando de teorías de conspiración, algo que es detestado por las plataformas mediáticas y la cultura woke. Es el mal el que nos hace ver malos a los buenos. Hay que despertar de ese hechizo. Corea del Norte, sin ir más lejos, es un país pequeño, achinado, pobre, aislado… ¿Cómo podría un país con estas características representar al bien? ¿Por qué no? Los hombres buenos siempre han sido perseguidos, encarcelados, asesinados… por los malvados representantes del mal –el poder nunca ha sido sinónimo de bondad. Es una hipótesis disparatada. En Corea del Norte no hay libertad sexual para los homosexuales. La juventud ni siquiera se puede cambiar de sexo. Es lógico que en el ámbito del bien no haya cabida para las anomalías morales.

Según las reacciones recogidas por los medios de comunicación más relevantes, lo que más ha exasperado a la conciencia occidental ha sido la supresión de la liga femenina de futbol. Con esta medida han caído por el abismo de la desesperación las esperanzas que se habían puesto en unos talibanes liberales, democráticos y patéticos como ellos. ¿Qué hay de malo en que unas jovencitas bien fornidas traten de meter la pelota en la portería del equipo contrario? Agilidad, fuerza, destreza, resistencia… todas ellas características del bien. Del bien masculino, del bien guerrero, del bien intrépido. Ninguna de estas funciones es femenina y, por ello, los talibanes han separado las tareas sociales y familiares. Esta reorganización y corrección es propia del bien.

Hay otras narrativas que añaden más leña al fuego, como los grupos insurgentes que están dispuestos a luchar contra los talibanes para liberar a Afganistán de su yugo. Ahora están en negociaciones con ellos, con Estados Unidos, con Qatar… Hay fotos de futbolistas detenidas por las milicias.

Nada de todo esto es cierto. Nada. Ni siquiera la historia más reciente del mundo. Solo la lucha es cierta, la resistencia. En ello están Corea del Norte y Siria.

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