La soledad está conectada al cerebro humano.

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Un estudio muestra cambios en los escáneres cerebrales de personas solitarias en el área involucrada con la imaginación, la memoria y el sueño.

Paul Ratner para Big Think

COVID-19 ha exacerbado la propagación mundial de la soledad que había alarmado a los investigadores antes de la pandemia. Un nuevo estudio señala una firma distintiva que se puede observar en el cerebro de las personas solitarias y argumenta que el aislamiento social conduce a cambios en las áreas del cerebro que utilizan la memoria y la imaginación.

Los científicos definieron la soledad como «la percepción subjetiva del aislamiento social, o la discrepancia entre los niveles de conexión social deseados y percibidos». Basaron sus hallazgos en una gran cantidad de información obtenida de unos 40.000 participantes de entre 40 y 69 años. Fue seleccionado del Biobank del Reino Unido, una base de datos de acceso abierto para científicos internacionales de la salud. Los investigadores tuvieron acceso a datos de imágenes de resonancia magnética (IRM), así como a autoevaluaciones genéticas y psicológicas.

Los científicos compararon los datos de resonancia magnética de los participantes del estudio que dijeron que a menudo se sentían solos con los que no lo hacían y descubrieron diferencias claves. Estos giraban en torno a la red predeterminada, un área del cerebro responsable de los recuerdos, así como de la cognición social y la imaginación. Se emplea cuando nos concentramos en el pasado o pensamos en el futuro o soñamos despiertos con un presente diferente.

Las redes predeterminadas de las personas solitarias estaban conectadas más fuerte e inesperadamente tenían más volumen de materia gris. Las personas solitarias también parecían mostrar más preservación en la estructura del fórnix, el haz de fibras nerviosas que transmite señales desde el hipocampo a la red predeterminada.

¿Cuál es el responsable de las diferencias cerebrales entre las personas que se sienten solas y las que no? Los científicos creen que la respuesta está en la función de la red predeterminada. Las personas solitarias tienden a usar más su imaginación, recuerdos y esperanzas, afirman los investigadores, en un esfuerzo por manejar su aislamiento.

El autor principal del estudio, Nathan Spreng de The Neuro (Instituto-Hospital Neurológico de Montreal) de la Universidad McGill en Canadá, vinculó el uso del mundo interior por personas solitarias con sus hallazgos inesperados:

En ausencia de experiencias sociales deseadas, los individuos solitarios pueden estar predispuestos a pensamientos dirigidos internamente, como recordar o imaginar experiencias sociales. Sabemos que estas habilidades cognitivas están mediadas por las regiones cerebrales de la red predeterminada. Por lo tanto, este mayor enfoque en la autorreflexión, y posiblemente en experiencias sociales imaginadas, involucraría automáticamente las funciones basadas en la memoria de la red predeterminada.

Los científicos creen que su investigación puede ayudar a pintar una imagen más completa de la soledad y de cómo tratarla, a medida que aumenta la cantidad de personas que experimentan tales sentimientos. Los estudios en personas mayores mostraron que la soledad estaba relacionada con un mayor riesgo de demencia y problemas cognitivos.

La evolución humana ha sido moldeada por presiones de selección hacia una mayor cooperación interindividual. Las interacciones sociales son cruciales para la supervivencia y la realización individual. La extraordinaria dependencia de nuestra especie en otros individuos ha llevado a caracterizar a los humanos como el «animal ultrasocial». En consecuencia, la ausencia de un compromiso social suficiente puede imponer costos físicos y psicológicos sustanciales.

SONDAS: El problema de los científicos es que no permiten que el hombre avance en la comprensión de la existencia y de su funcionamiento básico hasta que ellos no lo hagan. Y ellos no lo harán nunca, pues carecen de humildad y de ambición transcendental. Están más preocupados por sus ligues y salarios, que por una honesta y atenta observación de la realidad.

El destino de una persona va unido a su carácter y éste va unido a aquel. Nada de cuanto nos acontece nos ocurriría si tuviéramos otro carácter. Nuestras características psicológicas están afinadas con nuestro sino. Cada destino es una pista por la que solo puede circular un carácter preciso, específico… único.

No es la soledad la que produce determinados comportamientos, sino que, antes bien, son los diferentes destinos, el destino de cada uno, los que nos llevan a estados de soledad en los que desarrollar nuestras propias peculiaridades –en determinados individuos el distanciamiento origina angustia; en otros, indiferencia, o activa la imaginación y el recuerdo. Todo ello forma parte de su predestinación –hay una continua interacción entre el destino, el carácter y las características individuales que en cada circunstancia se activan.

Lo que los científicos ven en el cerebro es simplemente la manifestación física de un registro asignado en otro ámbito ontológico.

Hay un ADN celular y hay un ADN cósmico en el que están grabados todos los registros que originaran todas las acciones, individuales y colectivas, incluidas las que están registradas en el ADN celular –paquetes dentro de paquetes (ver Artículos II, IV y V).