El presidente chino se expresó en contra de la mentalidad de la Guerra Fría, del hegemonismo, de la política de poder y de la confrontación de bloques.
Redacción de RT Español
El presidente de China, Xi Jinping, formuló este jueves su propia iniciativa en el ámbito de la seguridad internacional, en cuyo marco instó a rechazar la mentalidad de la Guerra Fría y abstenerse de la confrontación de bloques. El mandatario indicó que la humanidad vive en «una comunidad de seguridad indivisible».
«Se ha demostrado una y otra vez que la mentalidad de la Guerra Fría solo destruiría el marco de la paz global, que el hegemonismo y la política de poder solo pondría en peligro la paz mundial y que la confrontación de bloques solo exacerbaría los desafíos de seguridad en el siglo XXI», destacó.
Según la visión de la seguridad internacional del presidente chino, es importante:
-Seguir comprometidos con el concepto de la seguridad «común, amplia, cooperativa y sostenible», así como trabajar para mantener la paz y la seguridad en el mundo;
-Respetar la soberanía y la integridad territorial de todos los países y no interferir en sus asuntos internos;
-Cumplir con los «objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, rechazar la mentalidad de la Guerra Fría, oponerse al unilateralismo y decir ‘no’ a la política de los grupos y enfrentamiento entre bloques»;
-Tomar en serio las «preocupaciones de seguridad legitimas de todos los países», respetar el principio de la seguridad indivisible, crear una arquitectura de seguridad efectiva y equilibrada y oponerse a intentos de lograr la seguridad de una nación a expensas de la seguridad de otro país;
-Resolver las disputas entre las naciones de manera pacífica, a través de diálogos y consultas, rechazar el doble rasero y oponerse al uso de las sanciones unilaterales;
-Mantener la seguridad «en dominios tradicionales y no tradicionales» y «trabajar juntos en disputas regionales y desafíos globales, como el terrorismo, el cambio climático, la ciberseguridad y la bioseguridad».
«Los países de todo el mundo son como pasajeros a bordo del mismo barco que comparten el mismo destino. Para que el barco supere la tormenta y navegue hacia un futuro brillante, todos los pasajeros deben trabajar juntos. La idea de arrojar a alguno por la borda simplemente no es aceptable», subrayó el mandatario chino.
SONDAS: ¿Quién no subscribiría al 100 por cien los puntos que menciona el artículo y que confieren la propuesta del presidente chino para lograr una seguridad global? ¿Qué nación se atrevería a renunciar en voz alta a la paz, a la prosperidad y a la armonía entre todos los ciudadanos del mundo?
Sin embargo, el ofrecimiento de Xi está basado en una petición de principio y presupone que no hay ningún obstáculo para establecer estos objetivos. Mas por alguna razón, ajena a la voluntad de las propias naciones, estamos lejos de conseguirlos. Y decimos que es una petición de principio porque el presidente chino elude el problema de la subjetividad humana –nunca tres personas se pondrían de acuerdo en definir qué es para cada de ellas el concepto de paz, de prosperidad o de armonía; mucho menos podrían coincidir en el concepto de seguridad global. Y ello suponiendo que todo el conjunto de países que hoy se reparten el mundo tuvieran la intención de buscar estos objetivos.
Mas sigue siendo una petición de principio aceptar esta buena intención, esta visión angelical de gobiernos e instituciones. Todos sabemos que el factor “mis intereses” es el factor líder en cualquier propuesta económica, política o social, de forma que mi subjetividad se convierta en la objetividad universal que el resto de los participantes deben aceptar como la suya propia.
Así llegamos a la situación en la que Estados Unidos, por ejemplo, considera que invadir Afganistán o Iraq debe entenderse en el marco de una intención de paz, de seguridad y de prosperidad para estos países, incluso si la distancia geográfica, cultural y religiosa que los separa hace que Norteamérica sea la nación menos indicada para llevar a cabo estos elogiables objetivos.
Y aquí encontramos una tercera razón para suponer que Xi utiliza la petición de principio para encubrir la realidad, el estado de cosas en las que se encuentra el mundo de hoy –el otro factor decisivo que impide que la mayoría de las naciones obligue a la minoría a aceptar los objetivos del presidente chino es la fuerza militar. La razón, los argumentos… se desvanecen y dejan de surtir efecto ante el sofisticado armamento que poseen determinados países. Su subjetividad no tiene que estar argumentada con premisas fácilmente aceptables por la mayoría; premisas apuntaladas por una clara coherencia y racionalidad. Basta con recordarles al resto de las naciones que en la mesa presidencial hay un botón rojo que propulsa misiles con cabezas nucleares; y el asunto queda zanjado.
Esto nos hace concluir, para salir de una subjetividad extrema y acercarnos unos pasos más a la objetividad, que la paz solo se puede conseguir y mantener con la lucha y la resistencia, y con un programa político en el que la soberanía sea algo incuestionable. Mas China quiere conseguir estos objetivos, convencer al resto del mundo de que sus premisas no son falacias, y de esta forma no tener que luchar y resistir contra los poderes que, de facto, buscan justo lo contrario, buscan establecer un poder opresor y tiránico, un poder selectivo, un club de naciones elegidas por un dios de barro, para esclavizar al resto de los hombres y a sus propios ciudadanos.
Esta falacia china parte, por lo tanto, de premisas falsas. Es una segregación demagógica para eludir el problema, para eludir la realidad de que existen las fuerzas del bien y las fuerzas del mal, actuantes, y que constituyen la dinámica y la dialéctica del juego existencial. Proponer el bien al mal no parece que sea sensato e incluso puede hacernos sospechar que ese supuesto bien no es otra cosa que la hipócrita cara del mal.