AlchemistCity
El arquitecto Liam Young ha ideado una ciudad ficticia (en parte, concepto de diseño; en parte, eco-filosofía) a través de su nuevo proyecto de video llamado Planet City, que propone una metrópolis mundial hiperdensa y autosuficiente que albergue a 10 mil millones de personas.
La película de 15 minutos de duración fue encargada por la Galería Nacional de Victoria para la Trienal de NGV, que se inauguró en Melbourne, Australia, el mes pasado.
En una entrevista, Young habló sobre su inspiración para Planet City: «¿Qué pasaría si alcanzásemos un consenso global para retirarnos de nuestra vasta red de ciudades y cadenas de suministro enredadas en una metrópolis hiperdensa que albergase a toda la población de la tierra? una ficción con forma de ciudad. No pretende ser una propuesta ejecutable», añadió.
La idea proviene de algo así como el concepto Half Earth acuñado por el biólogo Edward O Wilson, quien cree que la extinción masiva se puede evitar reconstruyendo y dedicando la mitad de la superficie de la tierra a la naturaleza.
Los residentes de esta ciudad ficticia: vivirían en montañas residenciales construidas con materiales reciclados, comerían alimentos cultivados en mega granjas interiores y huertos verticales, y la ciudad funcionaría como un circuito cerrado que no generaría residuos.
Sus cálculos conceptuales incluyen:
221,367 kilómetros cuadrados de edificios de hasta 165 pisos de altura.
4.311.543.982 bicicletas para transporte.
Energía generada a partir de 49.445.671.570 paneles solares y 2357 granjas de algas que filtrarían la contaminación y proporcionarían alimentos complementarios.
«Mediante este proceso de especulación fundamentada, Young se propone demostrar que la mitigación del cambio climático en todo el mundo ya no es un problema tecnológico, sino ideológico, arraigado en la cultura y la política».
La película de 15 minutos sigue a un “festival planetario” ininterrumpido que viaja por la ciudad y muestra celebraciones de diferentes culturas durante todo el año.
SONDAS: Después de la segunda guerra mundial, Europa quedó destruida. Reconstruirla no era ya un problema meramente arquitectónico. Se trataba de iniciar una nueva era para nuevos individuos que debían aceptar vivir en colmenas, en rascacielos –de alguna forma, incomunicados entre ellos. Era el primer paso para acabar con la vecindad, para aislar a la gente en un mismo edificio. Este paso lo dio el arquitecto Le Corbusier con sus propuestas arquitectónicas que poco a poco fueron asumidas por Occidente como el nuevo modelo de viviendas y de edificios comerciales.
Maqueta del Plan Voisin de París de Le Corbusier expuesta en el Pabellón Nouveau Esprit (1925)
Sus proyectos, como este de la foto, proponían un sentido de involución hacia dentro, sin espacios abiertos dentro de los bloques, algo compacto, en contraposición a las conclusiones a las que llegaron los arquitectos del llamado “Manifiesto de la Alhambra” de 1952. Este grupo de arquitectos e ingenieros españoles se reunió en Granada, precisamente, para tratar de encontrar una solución arquitectónica de futuro a una nueva Europa y a un nuevo mundo surgido de las cenizas de la segunda guerra mundial. El resultado al que llegaron era diametralmente opuesto al del suizo Le Corbusier. Para ellos, se debían combinar espacios cerrados dentro de espacios abiertos que albergasen a la naturaleza –agua y vegetación. Así como el uso de materiales sencillos, duraderos y naturales, como el tapial, el yeso, el estuco… Aquellas conclusiones ponían en evidencia que el modelo a seguir era la Alhambra. No se trataba, por supuesto, de ir construyendo alhambras por todo el mundo, sino de imitar el concepto sobre el que se había construido esta edificación inigualable.
Sin embargo, la propuesta contenida en el Manifiesto de la Alhambra no prosperó, como era de esperar. Le Corbusier habría el camino para una salvaje especulación de las grandes constructoras –pared con pared, tabicación cada vez más precaria, techos cada vez más bajos… A partir de ahora tendríamos que vivir como las termitas y como las abejas.
Mas lo que nos propone Liam en su nuevo trabajo es vivir como las cucarachas, en bloques construidos con materiales reciclados y levantados sobre charcos llenos de algas. ¿Quién querría vivir en esa mega-ciudad destartalada, una especie de barrio chino interminable? Posiblemente nadie, o todos si no hay otro lugar para la “mayoría”, para la “gente común”.
Las elites tienen otros gustos, otras expectativas, como la casita que Le Corbusier les construyó a sus padres.
Villa Jeanneret-Perret, también conocida como Maison Blanche, construida para sus padres en 1912 en La Chaux-de-Fonds.
Para nosotros la ciudad-mundo construida con deshechos, y para ellos una vasta red de pequeñas zonas residenciales rodeadas de jardines, fuentes y vegetación. Para nosotros Le Corbusier, y para ellos el Manifiesto de la Alhambra. Para nosotros las ruinas encharcadas, y para ellos las Maison Blanche.