Sí, soy un realista de la conspiración: Todo gobierno es una conspiración.

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“Por primera vez en su historia, la civilización occidental está en peligro de ser destruida desde dentro por una camarilla gobernante corrupta y criminal que se centra en los intereses de los Rockefeller, y que incluye elementos como Morgan, Brown, Rothschild, Du Pont, Harriman, Kuhn -Loeb, y otras agrupaciones. Esta junta tomó el control de la vida política, financiera y cultural de Estados Unidos en las dos primeras décadas del siglo XX”. (Carroll Quigley, “Tragedia y esperanza: una historia del mundo en nuestro tiempo”)

Gary D. Barnett para Lew Rockwell

El término «teórico de la conspiración» lo acunó la CIA muy convenientemente para marginar cualquier cuestionamiento del asesinato políticamente planeado de John F. Kennedy a manos de la CIA, el FBI, Johnson y otros. Todavía se utiliza para desacreditar cualquier argumento que vaya en contra de la narrativa oficial. Cualquiera que pronuncie esta frase ignorante, idiota e inútil como una forma de «argumento», debe ser ignorado de inmediato, ya que tal individuo no tiene la inteligencia para hablar con alguien que representa el pensamiento crítico. Más aún, quienes utilizan este término no merecen respeto ni respuesta porque ya han abandonado toda posibilidad de escuchar o pensar.

Vivimos en un país donde todo lo que proviene del estado se basa en mentiras y engaños destinados a apoyar o encubrir la conspiración del gobierno. Recordemos que la definición de la palabra “conspiración”, es un acuerdo secreto entre dos o más para realizar algún acto dañino o ilegal. Del latín, literalmente significa “respirar juntos”; o ponerse de acuerdo, unirse o tramar. Todo gobierno, especialmente el gobierno estadounidense, es completamente conspirador. La probabilidad de que cualquier verdad provenga del estado, con sus burocracias, sus secuaces encargados de hacer cumplir la ley, de su ejército, o de cualquier medio principal de comunicación controlado por entidades estatales, es casi nula. Todo lo que se les dice a las masas puede verse instantáneamente como propaganda dañina y, por lo tanto, como una conspiración.

Considerando los Estados Unidos; su historia, sus agendas ocultas, sus colusiones, sus encubrimientos, sus abusos contra la libertad y sus propios ciudadanos; su brutalidad y sus guerras contra la humanidad –cada una de las declaraciones del estado debe ser primero ignorada y analizada a fondo antes de cualquier aceptación. Una vez que se exponen las mentiras y las conspiraciones, y se encuentra y acepta la verdad, la precaución en el futuro debería ser automático, pero este nunca ha sido el caso.

La era estadounidense de engaño, mentiras y conspiraciones comenzó con los llamados «Padres Fundadores» y sus intentos de solidificar en la mente de las masas la necesidad de un gobierno central poderoso para proteger su libertad. A la luz de esta idea, redactaron un documento político en secreto, en la oscuridad de la noche, a puertas cerradas, todo con el fin de desechar por completo los Artículos de la Confederación a favor de un gobierno totalmente centralizado e ilimitado, contra el pueblo bajo los falsos auspicios de la libertad, y por medio de la nefasta Constitución. Ese fue el principio del fin de este país en opinión de este escritor.

Para los propósitos de este artículo, se supondrá que el comienzo de este país es el año 1776 cuando se redactaron los Artículos de la Confederación. Esa es una historia de 246 años, y en ese tiempo Estados Unidos ha estado guerreando durante aproximadamente 230 de esos años. Se podría argumentar que nunca hubo un momento en que este gobierno no estuviera planeando y tramando, o estuviera y esté activo en guerras de agresión. Hoy, el gobierno de este país está librando una guerra contra sus propios ciudadanos, así como contra terceros países. Para argumentar que la conspiración del gobierno está en curso y para siempre, es necesaria una cronología comprimida de sus abusos.

Deberíamos comenzar por las guerras, asesinatos y matanzas de las tribus indias, así como el robo de sus territorios. Mas las conspiraciones más grandes y atroces comenzaron con lo que erróneamente se llama la ‘Guerra Civil’, una guerra contra los estadounidenses, y luego las atrocidades de la Primera Guerra Mundial. Estas atrocidades han continuado hasta hoy y probablemente continuarán mucho más allá.

La Guerra ‘Civil’, la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, Corea, Bahía de Cochinos en Cuba, Vietnam, la Guerra del Golfo, la guerra de poder contra Irán, Bosnia, Kosovo, Afganistán, Irak, Libia, Siria, toda la falsa ‘guerra contra el terror’ y ahora Estados Unidos organizó y apoyó la guerra en Ucrania, son solo algunas de las abominaciones cometidas por este gobierno.

Ésta es una pequeña parte de la lista de atrocidades y golpes de estado cometidos por Estados Unidos en los últimos 246 años. Es útil entender que todos los argumentos que se han esgrimido para justificar todas estas guerras, fechorías y «conflictos» fueron falsas banderas o simplemente mentiras. El ímpetu para comenzar la Guerra Civil fue un complot de bandera falsa en Fort Sumter organizado por el malvado Lincoln. El ataque al Lusitania no fue un ataque contra civiles inocentes como se informó, sino un complot de guerra que se había anunciado previamente a la gente de este país pero que se ignoró, y fue uno de los eventos organizados para ganar apoyo para entrar en la Primera Guerra Mundial. El «ataque» de Pearl Harbor fue completamente organizado y conocido con mucha anticipación, por lo que el malvado Franklin Roosevelt podría obtener apoyo para entrar en la Segunda Guerra Mundial contra Alemania. De hecho, los Estados Unidos, las corporaciones y los bancos estadounidenses financiaron y apoyaron el ascenso de Hitler al poder desde antes de 1930 hasta la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo ocurre con el ascenso bolchevique en la Unión Soviética, el apoyo total al malvado monstruo Stalin y la acumulación de la maquinaria de guerra rusa, incluida la ayuda para construir el arsenal nuclear de Rusia durante toda la Guerra Fría. El crecimiento militar de China se logró deliberadamente con la participación total de Estados Unidos durante cinco décadas. Todas estas naciones y sus brutales gobernantes han contado y siguen contando con el apoyo de los Estados Unidos.

Una vez más, la “guerra contra el terrorismo”, una descripción estúpida en el mejor de los casos, se organizó para ganar más y más poder contra la población nacional, mientras se avanzaba en las agendas geopolíticas planificadas desde hace mucho tiempo en detrimento de la mayoría en todo el mundo. El 11 de septiembre fue un trabajo interno, un engaño asesino (bandera falsa) con el propósito de ganar dinero, poder y control sobre todo este país, mientras permitía una guerra en todo Oriente Medio y más allá. Ésta fue, sin duda, una gran conspiración.

Y ahora, el mundo está siendo tomado por unos pocos de la llamada «élite», y casi todas las naciones están librando una guerra contra su propia ciudadanía. En el proceso, las conspiraciones de bandera falsa –‘Covid’ y Rusia/Ucrania– son parte de este engaño, siempre promovido por éste y otros gobiernos, la OMS, los CDC y el Foro Económico Mundial; todo a cara descubierta y sin remilgos. Ésta es una conspiración tramada desde hace mucho tiempo. Nada de esto está oculto a la vista y es fácilmente definible como conspiración. Incluso la “guerra” Rusia/Ucrania está siendo un acontecimiento financiado, apoyado y armado por los Estados Unidos durante al menos dos décadas.

Ahora estamos en medio de la Tercera Guerra Mundial, y ésta es otra conspiración destinada a acabar con la sociedad para adoptar físicamente la agenda 2030 tal y como la delineó la ONU y la aceptó el WEF con mucha anticipación. Esta conspiración está programada para ser parte de la toma de control final de las sociedades en todo el mundo. El gobierno de cada país está en guerra contra su pueblo en un esfuerzo por formar un «gobierno mundial único» con poder ilimitado, controlado por unos pocos jefes tecnocráticos de este nuevo sistema de gobierno global, al que descaradamente se hace referencia como «El Gran Reinicio».

Sí, no hay mucha «teoría de la conspiración», solo hechos y realidad de la conspiración. Casi todas las conspiraciones que han sido ignoradas por las masas obedientes y consideradas «teoría de la conspiración» durante décadas, se han hecho realidad una a una.

¿Qué será de aquellos de nosotros que sabemos que vivimos en un mundo conspirador? ¿Qué va a pasar con aquellos que no se creen nada y lo cuestionan todo? ¿Qué pasa si todos los que entendemos lo que realmente está pasando somos los únicos preparados para resistir y nunca obedecer? ¿Qué pasa si todos los que asumimos la responsabilidad personal por nosotros mismos y los nuestros somos los únicos dispuestos a arriesgarlo todo para salvar nuestra libertad? ¿Qué pasa si no logramos convencer a otros para que se defiendan? Si somos derrotados, ¿qué será de los demás? Sólo hay una respuesta a esa pregunta: Todos los que queden serán esclavos dependientes del muy maligno estado que reclama la propiedad total sobre sus mentes, cuerpos y almas. ¡Eso, hermanos, es un infierno!

La razón por la que es difícil es que hemos sido condicionados para reírnos de las teorías de la conspiración, y pocas personas se arriesgarán a exponerse al ridículo público al tratar de defenderlas. Por otra parte, casi toda la historia es un rastro interminable de una conspiración tras otra. Las conspiraciones son la norma, no la excepción.

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SONDAS: Describir una realidad no tiene por qué ser, necesariamente, un proceso transformador. Barnett enumera en su artículo buena parte de las atrocidades y fechorías cometidas por Estados Unidos ya desde el tiempo de los “Padres Fundadores”, guerra civil incluida. No es el suyo el único artículo que las enumera, desesperadamente, como anhelando que, al decir la verdad, ocurra algo. Mas no ocurre nada. Todo sigue igual. Más aún, Estados Unidos, a través de su poderosa maquinaria propagandística de la que se encargan los medios de comunicación, arroja sobre sus “enemigos” sus propias atrocidades y fechorías, les acusa de sus propios delitos, quedando ellos libres de culpa, inmaculados. Lo estamos viendo en el caso del ataque ruso a Ucrania.

Acusan a Rusia y a Putin de lo que en realidad son sus propios crímenes. Es un acto inaceptable que Rusia invada a Ucrania, que es parte integrante de su territorio y que se ha convertido en una base militar encubierta de la OTAN. Sin embargo, Estados Unidos llevó a cabo una campaña de paz y democratización en Afganistán, a 12,000 km de Washington. Y a pesar de ello, a pesar de este altercado a la más elemental coherencia, el mundo entero, sabedor de que es Estados Unidos y sus aliados europeos los que han causado y están causando todas las guerras y todos los desequilibrios sociales y económicos en el mundo, considera que Estados Unidos tiene el derecho a ser injusto, a obviar la “ley internacional”, y que la impecable actitud de Rusia debe ser totalmente despreciada y vituperada. ¿Un mundo al revés?  Podríamos llamarlo así.

Mas la clave está en lo que Barnett llama “a cara descubierta”. ¿Por qué Estados Unidos ya no necesita maquillar su terrorismo? Porque ya no han quedado oponentes y el ladrón es ahora el policía que persigue al ladrón. Obviamente, nunca lo atrapará. China y Rusia son ya parte de Occidente, aunque estén fuera, aunque no les dejen entrar en el club. Y todo ello hace que no exista un tribunal con poder ejecutivo al que arrastrar a Estados Unidos y Europa, pues todos los tribunales son suyos.

Mas si hemos citado este artículo no es por su interés intrínseco, pues como hemos dicho, si no existe un poder judicial capaz de implementar de facto sus sentencias, de nada sirven las acusaciones por muy fundamentadas que estén. Lo hemos citado para poner en relieve que la posición de Barnett también es un callejón sin salida.

Normalmente, las películas de Hollywood terminan en el punto en el que deberían empezar. Supongamos que no solo Barnett, sino la humanidad entera, no se crea nada y lo cuestione todo, y caiga en la cuenta de que todas las actuaciones de los gobiernos son pura conspiración. Y supongamos, además, que Barnett y la humanidad con él tengan la capacidad de acabar con todas estas maquinaciones. ¿Qué pasará entonces? Quizás se acaben todos los conflictos bélicos. Es posible que cada uno se vuelva a su casa y entre todos paguemos los platos rotos. Mas el absurdo de una vida sin sentido, sin objetivo, seguirá taladrando nuestro cerebro, seguirá perturbando nuestro sueño. Seguiremos necesitando de opioides y anti-depresivos.

Rusia no puede destruir a Occidente porque en su concepción existencial no existe la transcendencia. Todo se cuece en la vida de este mundo y la muerte pone el punto final a nuestra existencia. Putin sigue manteniendo el mismo error básico de la ideología marxista –la religión es el opio del pueblo. Sin duda que la religión, cuando se convierte en sacerdotal, es opio y es falsedad, hipocresía. Mas ¿por qué debemos oponer el chamanismo al materialismo? ¿Por qué no la verdad, la verdadera religión, la transmitida por los profetas y por los textos que se les revelaron?

Putin, como Lenin o Stalin, lo que ofrece al mundo es una vida terrenal encorsetada por un control de masas, justificado por el deber de todo ciudadano de trabajar para construir el futuro, y después morir. ¿Quién puede aceptar esta oferta, este negocio –valle de lágrimas en esta vida y la nada, la aniquilación total después de la muerte? ¿Dónde, entonces, ha quedado el paraíso? ¿Dónde ha quedado la felicidad tan ansiada por el hombre? Y ha sido esta impostura la que hizo caer a la Unión Soviética.

Occidente ofrece un paraíso, aunque engañoso, para el que sabe aprovecharse de las oportunidades que ofrece la vida de este mundo, aunque la ciencia no permita ir más allá de la muerte. Y a mucha gente le parece bien. Mas la Unión Soviética, la Rusia de hoy, sigue llamando paraíso a vivir en casas prefabricadas, a moverse en transportes públicos… al mismo tiempo que niega la transcendencia.

Rusia tiene en su propio territorio la clave para ocupar la otra cara de la moneda. Ahí está, sin ir más lejos, Chechenia –un enclave musulmán, que tras años de guerra contra la Unión Soviética, logró poner fin a ese conflicto, manteniéndose dentro de la federación, pero con total autonomía y libertad de organizar su sociedad en base a la ley islámica. Y ahí está Siria, donde Rusia está luchando contra el terrorismo patrocinado por Estados Unidos y sus aliados.

Islam es la única alternativa a Occidente. Y si Putin se adhiriese a esta opción, entonces ya podría destruir Manhattan, Londres y Paris.