Rusia presenta nueva evidencia de bio-laboratorios de Ucrania financiados por EE.UU.

RT News

Moscú cree que los laboratorios en Ucrania, financiados por el ejército estadounidense, estaban fabricando componentes de armas biológicas, pero que el personal local no estaba informado sobre su investigación, dijo el 17 de marzo el teniente general Igor Kirillov, que está al mando de las Fuerzas de Protección Nuclear, Biológica y Química de Rusia, y quien presentó documentos e imágenes que muestran por qué los militares han llegado a tal conclusión. “Creemos que los componentes de las armas biológicas se fabricaban en el territorio de Ucrania”, dijo Kirillov.

Señaló que los documentos que presentaba “tienen firmas de funcionarios reales y están certificados por los sellos de organizaciones”, para aquellos periodistas y expertos en occidente que dudan de su veracidad. Un documento, fechado el 6 de marzo de 2015, confirma la “participación directa del Pentágono en la financiación de proyectos biológicos militares en Ucrania”, dijo Kirillov. Estados Unidos financió oficialmente los proyectos a través del Ministerio de Salud de Ucrania, según el Acuerdo sobre Actividades Biológicas Conjuntas. Sin embargo, la evidencia muestra que los verdaderos destinatarios de unos 32 millones de dólares en fondos fueron los laboratorios del Ministerio de Defensa de Ucrania en Kiev, Odessa, Lvov y Kharkov. Estas instalaciones fueron elegidas por la Threat Reduction Administration (DTRA) del Departamento de Defensa de Estados Unidos y el contratista Black and Veatch, para llevar a cabo el proyecto UP-8, destinado a estudiar los patógenos de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, la leptospirosis y los hantavirus, dijo Kirillov, mostrando una diapositiva con la solicitud del Pentágono.

“Desde nuestro punto de vista, el interés de los biólogos militares estadounidenses se debe al hecho de que estos patógenos tienen focos naturales tanto en Ucrania como en Rusia, y su uso puede disfrazarse de brotes de enfermedades naturales”, dijo el general.

Según la evidencia, los laboratorios aislaron tres patógenos bacterianos (que causan la peste, la brucelosis y la leptospirosis) y seis familias de virus, incluidos los coronavirus, todos los cuales eran resistentes a los medicamentos y se propagaban rápidamente de animales a humanos. Varios documentos confirmaron el envío de las muestras tomadas en Ucrania a otros países: Georgia, Alemania y el Reino Unido.

Kirillov mostró documentos oficiales que confirman la transferencia de 5.000 muestras de suero sanguíneo tomadas de ciudadanos ucranianos al centro Richard Lugar respaldado por el Pentágono en Tbilisi, Georgia. Otros 773 ensayos biológicos se transfirieron al Reino Unido, mientras que se firmaba un acuerdo para la transferencia de “cantidades ilimitadas” de materiales infecciosos al Instituto Friedrich Loeffler, el principal centro de enfermedades animales de Alemania.

Sin embargo, el análisis de la evidencia obtenida sugiere que los especialistas ucranianos no estaban al tanto de los riesgos potenciales de transferir estos materiales, y es posible que se les haya ocultado el verdadero objetivo de la investigación en curso, señaló Kirillov.

SONDAS: Al tren de la pandemia lo han desviado a vía muerta. No sabemos qué ha pasado con ese virus, con sus variantes y los hospitales colapsados, con los miles de sanitarios fallecidos por la acción combinada de tres variantes. Ese vacío inexplicable lo ha llenado la guerra en Ucrania, tan inexplicable como la pandemia. Sin embargo, en ambos casos vemos un mismo objetivo –generar una situación de pánico que les haga aceptar a los ciudadanos cualquier medida por parte de sus gobiernos.

El objetivo de la pandemia ha sido la vacuna. Había que convencer a la gente para que se inyectase una substancia desconocida que ni siquiera había pasado las más elementales pruebas de eficacia y de seguridad. Nadie lo habría admitido. Habría habido un rechazo total de las poblaciones humanas. Mas el miedo a morir y a enfermar gravemente, aireado insistentemente por los medios de comunicación, logró que la gente corriese desesperada hacia su propio degüello. Al mismo tiempo se les obligaba a llevar mascarillas, a ver a sus semejantes como enemigos temporales, portadores de un aliento letal. Había, pues, que alejarse de ellos, distanciarse de sus propios hijos, de sus padres, de sus vecinos. Se redujo drásticamente el movimiento de los ciudadanos –el tren, el avión, los autobuses… se convirtieron en los transportes de la muerte. Mejor quedarse en casa.

Sin embargo, se ha generado demasiada tensión y todas esas medidas, disparatadas y abusivas, habían afectado a la economía y a los suministros. Quizás se había llegado a un punto en el que la desesperación, el miedo, la negrura de un futuro incierto y catastrófico, podía provocar el efecto contrario al que se quería implantar –una total obediencia al poder. Hacía falta un descanso, una relajación, pero sin bajar la guardia.

Si alguien se había imaginado que habíamos llegado al colmo de la distopía –ahí está la guerra de Ucrania como una amenaza de guerra nuclear. Mas en este caso los medios de comunicación han ido demasiado lejos en su torpeza para hacernos creíble la guerra entre una Rusia diabólica y una Ucrania angelical.

Cada día nos llegan noticias que más nos hacen reír que llorar por su inverisimilitud y exagerado patriotismo. Como en la guerra de Siria, se nos muestran imágenes de niños trizados por la metralla rusa, campos devastados, mujeres ucranianas sistemáticamente violadas por los soldados invasores, mas no a todas –a las viejitas simplemente las ahorcan. Y junto a esta descripción de una guerra total, varios jefes de estado se han ido a Kiev en tren desde la frontera polaca, recorriendo algo más de 600 km, sin que un solo trocito de metralla haya golpeado el vagón en el que viajaban.

¿Se pueden compaginar los insultos a Putin, a Rusia; la imagen de un país de violadores y asesinos dirigidos por un psicópata enfermo, con la información que nos llega de Bielorussia sobre la buena marcha de las negociaciones entre las delegaciones de Rusia y Ucrania? Sorprende la serenidad con la que tanto Putin como Lavrov responden a las pueriles acusaciones de los líderes europeos. Y todavía nos sorprende más su desenfrenado amor por Ucrania, un país con un nefasto pasado de colaboración con Hitler y de masacres de la población polaca a manos de las bandas UPA que continuaron incluso después de haber terminado la Segunda Guerra Mundial –una colaboración que sigue vigente, esta vez no con Hitler, sino con los poderes fascistas de Francia, Alemania y Reino Unido.

Obviamente, esta guerra es insostenible por mucho que se esfuercen los medios de comunicación y todo el aparato propagandístico de Occidente. ¿Cuál, entonces, es el objetivo de haberla montado? La respuesta la obtenemos con las últimas declaraciones de Rusia –sus servicios de inteligencia se han topado con laboratorios estadounidenses que encubiertamente están trabajando en la fabricación de armas biológicas a pocos kilómetros de la frontera ucraniana con Rusia. Y, como siempre, comienza el partido de tenis informativo. Primero, se niega tal información. Después se acusa al acusador. A continuación, se reconoce que el acusador tenía razón, pero solo hasta cierto punto, y un largo y tedioso blablablá.

Sin embargo, se está logrando que la atención de la gente se dirija ahora a estos laboratorios y a sus ilegales actividades en vez de a la guerra en sí. Nos podemos imaginar el siguiente escenario –las actividades bélicas se encaminan hacia la misma vía muerta de la pandemia y en su lugar surgen nuevos virus que logran escaparse de los laboratorios ucranianos y comienzan infectar a toda Europa, pero esta vez de forma mucho más letal y rápida. Vendrán nuevas restricciones, crisis económicas, crisis energética, destrucción de las cadenas de distribución… y todo ello amenizado con catástrofes provocadas por el cambio climático y los ciberataques. No cabe duda de que, en la mayor parte del mundo, ante esta situación habrá que instaurar las leyes de emergencia nacional. Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos y Alemania, al menos que sepamos, ya tienen preparados los campos de concentración para ir separando a los ciudadanos que podrán seguir viviendo de los que tendrán que desaparecer.

Mas aún queda otra inquietante pregunta a la que responder. Supongamos que lo consiguen. Supongamos que esta vez establecen su codiciado orden mundial en el que el poder logrará controlar a las masas, unas masas robotizadas, amedrantadas, pero felices con su vida on-line. ¿Para qué quieren alcanzar este objetivo? La respuesta nos la da la portada de The Economist –Redesigning Life (Rediseñando la vida).

(119) … y alterarán la creación de Allah. (Corán 4 –Sura de las mujeres, an-Nisa)