Los rabinos habían logrado cambiar la Taurah al traducirla al griego koiné (ver referencia F17). Habían alterado la historia de la antigüedad –su geografía y su cronología. Habían hecho desaparecer el Inyil y las primeras hojas –las de Ibrahim y las de Musa. Habían suplantado nombres e identidades… pero aún quedaban dos lugares, dos símbolos, dos testigos incorruptibles que había que eliminar u ocultar como se oculta a un muerto bajo la tierra –Makkah y la Ka’bah.

Los hijos de Ismail se quedaron junto al Santuario, junto a la Casa –la Ka’bah, en el Valle de Bakkah, mientras que los hijos de Ishaq se alejaron de allí y se desperdigaron por el mundo entero, olvidándose con el transcurso del tiempo de su verdadero origen. Buscaban la tierra prometida, el paraíso terrenal, pero no encontraron sino esclavitud y perdición. En un momento determinado de la historia, comenzaron a buscar Sión, la Jerusalén perdida, modificando sus propios textos, cambiando los nombres y la geografía hasta hacerlos coincidir con sus aspiraciones.

Sin embargo, no lograron borrar todas las huellas, todos los indicios de esta falsificación y, así, en el Antiguo Testamento hay suficiente evidencia como para probar que la verdadera Jerusalén, la originaria, es Makkah; y Sion –la Ka’bah.

A la mayoría de los investigadores les ha resultado imposible rastrear la etimología de la palabra Sión –o Zion. Sin embargo, si tomamos el término original, en árabe o siriaco, sihiun, sin transliterarlo a ninguna lengua europea, no resultará tan difícil llegar hasta sus primeros significados. El sufijo un actúa como intensificador. Si añadimos un a una palabra, ésta queda engrandecida, magnificada. El término en sí es sihi o sii si hacemos muda la “h”.  Su primera acepción es –lo más alto y lo más bajo, y también el lomo del caballo. Ambos significados proyectan la imagen de un valle, una zona baja entre dos zonas altas; exactamente como el lomo del caballo, o como decir que un valle representa lo más bajo –el desfiladero, y lo más alto –las montañas. Una imagen muy acertada de la Ka’bah. Por una parte, es una torre muy alta –unos 10 metros– lo que, sobre todo en aquella época, significaba la edificación más alta de la ciudad; y al mismo tiempo se encuentra en una hondonada, en un valle, por lo que resulta ser lo más bajo entre las montañas que la circundan.

Dice el Profeta Ibrahim en el Qur-an:

“¡Señor nuestro! He hecho habitar a parte de mi descendencia en un valle (todo el Valle de Bakkah)
en el que no hay cereales, junto a Tu Casa prohibida;
Qur-an 14: 37 – Ibrahim

Según el diccionario Al Lisan, el término sihi también significa “torre sobre la montaña” o “torre debajo de la cual corre agua”. Si pidiéramos a un beduino que nos describiera la Ka’bah, muy probablemente utilizaría alguno o varios de estos significados.

Sin embargo, ya en los primeros textos del Libro de los Salmos, Zion no se refiere a la Ciudad de David, sino a la casa de Yahweh, a la “colina sagrada” de Yahweh. De esta forma, el término Zion se referiría al área del Templo o, incluso, a toda la ciudad de Jerusalén. Al mismo tiempo, Zion era un símbolo de seguridad, un lugar de refugio, especialmente para los pobres. Todos estos nombres han dado lugar a la noción de Zion como un lugar inviolable hasta el punto de que Zion permanecerá incluso después de la destrucción de Jerusalén.

The Oxford Companion to the Bible, Zion.

En esta descripción de Ben C. Ollenburger vemos que las características de Sión son las mismas que las de la Ka’bah: Es la Casa de Allah; en ella hay seguridad e inviolabilidad, y es lugar de refugio (Ver artículo XX).

Es la misma descripción con la que Isa (a.s) profetiza el Hayy y los lugares santos, todo ello encubierto en el libro de Isaías:

Pero Sión dijo: Me dejó el Señor y se olvidó de mí.

¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide, yo nunca me olvidaré de ti.

He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros.

Tus edificadores vendrán aprisa; tus destruidores y tus asoladores saldrán de ti.

Alza tus ojos alrededor y mira: Todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice el Señor, que de todos como de vestidura de honra serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia.

Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de los moradores, y tus destruidores serán apartados lejos.

Aun los hijos de tu orfandad dirán a tus oídos: Estrecho es para mí este lugar, apártate para que yo more.

Y dirás en tu corazón: ¿Quién me engendró estos? Porque yo había sido privada de hijos y estaba sola, peregrina y desterrada; ¿Quién, pues, crió estos? He aquí, yo había sido dejada sola; ¿dónde estaban éstos?

Así dijo el Señor: He aquí yo tenderé mi mano a las naciones, y a los pueblos levantaré mi bandera y traerán en brazos a tus hijos y tus hijas serán traídas en hombros.

Reyes serán tus ayos y sus reinas tus nodrizas; con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y conocerás que yo soy Jehová, que no se avergonzarán los que esperan en mí.

Isaías 49:14-23

El texto comienza con un diálogo imaginario entre la Ka’bah y Allah: “Me dejó el Señor y se olvidó de mí.” Después de haber sido el centro del Tawhid y lugar de peregrinación, quedó abandonada durante siglos y convertida en mero almacén de ídolos. Pero en los versículos siguientes Allah el Altísimo le asegura que jamás se olvidará de ella, y describe cuán amada le es y cómo es el símbolo, la señalización, del Valle de Bakkah. A continuación, se anuncia que los que quieren destruirla, los que quieren ocultar su verdadero significado, se irán de allí. Ni judíos ni cristianos dieron a la Ka’bah ningún valor y ambos grupos ocultaron su verdadero significado –»La Casa de Allah en la Tierra», construcción que indica que estamos en el Valle de Bakkah, en el lugar de peregrinación, y ello a pesar de que fue Ibrahim (a.s) –el padre de todos– quien la construyó. Hoy vemos cómo esta profecía se ha hecho realidad con la llegada del Islam, y cómo judíos y cristianos han sido expulsados de Makkah y Medina, y nunca más han podido volver a circunvalar la Ka’bah, la Casa de Allah, a la que durante tanto tiempo habían estado ocultando.

En el siguiente versículo, Allah el Altísimo le dice: “Alza tus ojos alrededor y mira: Todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice el Señor, que de todos como de vestidura de honra serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia.” Bellísimo pasaje en el que se describe la sorpresa y felicidad de la Ka’bah al verse de nuevo visitada por los creyentes venidos de todo el mundo. Si tuviéramos antes nuestros ojos una imagen de la Ka’bah desde lo alto, la veríamos vestida con un rico atuendo y circundada por miles de peregrinos vestidos de blanco que parecen ceñirla como a una novia. ¿Es esta la imagen que vemos en la Jerusalén palestina? ¿Alguna vez en su dilatada historia ha ocurrido algo así?

En el versículo 19 se refuerza esta idea recordando cómo esa Ka’bah abandonada y desierta se ha convertido en el centro de reunión de multitudes: “Ahora será estrecha por la multitud de los moradores. Y ya no habrá quién la destruya, pues éstos serán apartados lejos.” Aquí se habla de un lugar de reunión, de congregación, a donde las multitudes acudirán ahora –después de haber estado abandonado– en tal número que no cabrán en la propia ciudad. La segunda idea que nos transmite este versículo es la de que este lugar, esta ciudad nunca será destruida, ya que los que deseaban que lo fuese han sido alejados de ella.

Fuera de Makkah resulta imposible imaginar otra ciudad a la que pudiera referirse este texto. La Ka’bah fue abandonada como lugar de peregrinación y adoración durante mucho tiempo, hasta el punto que las naciones del mundo se olvidaron de ella. Se podría pensar que Allah se había desentendido de su otrora «Casa en la Tierra», como se lamenta la propia Ka’bah; pero tras establecerse Islam en toda Arabia, Makkah volvió a ser el centro de adoración y peregrinación de antes, ahora de forma universal y multitudinaria, convirtiéndose en paradigma del concepto mismo de peregrinación. Vemos, pues, que Makkah y la Ka’bah cumplen históricamente con la descripción del versículo 19.

En el 21 se describe la sorpresa de la Ka’bah –privada de hijos, sola, desterrada– al verse rodeada de miles y miles de peregrinos: “¿Quién me engendró éstos, quién, pues, crió éstos, dónde estaban éstos?” Después de haber estado abandonada y como mujer estéril vuelve a ser el centro de la Tierra, el lugar de encuentro de todos los creyentes del mundo, de todos los seguidores del verdadero monoteísmo, del verdadero Tawhid.

Y en el versículo 23 la descripción se vuelve aún más detallada y precisa: “Con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies”. ¡Sorprendente en verdad! Como si se tratara de un fotograma, se describe el acto de adoración por excelencia enseñado por todos los Profetas –la postración.

A lo largo de estos diez versículos se detalla el periodo anterior al Islam, la desolación que rodeaba la Ka’bah, la conquista de Makkah y el establecimiento del Nuevo Cántico, del nuevo Din.

La idea de que Sión es la Ka’bah está esparcida por todo el Antiguo Testamento. En Joel 3, leemos:

Y conoceréis que yo soy Jehová, vuestro Dios, que habito en Sión, mi santo monte; y Jerusalén será santa, y extraños no pasarán más por ella. (Joel 3:17)

¿Qué ciudad podemos decir hoy que sea santa y por la que no puedan pasar extraños, es decir, extraños al Din que en ella se practica? ¿La Jerusalén palestina? Sólo Makkah reúne estas condiciones; sólo la Ka’bah es lugar santo al que no tienen acceso, sino los creyentes purificados.

En Miqueas encontramos estas reveladoras palabras:

Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos.

Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. (Miqueas 4:1-2)

Se habla aquí de los “postreros tiempos” y se dice que hacia la Casa de Allah correrán muchos pueblos y acudirán muchas naciones. ¿En qué otra ciudad, aparte de Makkah, acontece esta reunión de naciones? Al final del versículo 2 se da una noticia definitiva en cuanto a la verdadera identidad de Sión y Jerusalén: de Sión saldrá la ley y de Jerusalén la palabra de Jehová. Isa ha dado a los judíos la carta de repudio. Allah no ha roto el Pacto con Ibrahim, pero ha dejado que se seque la rama de los Banu Isra-il. Será ahora de la rama de Ismail de la que surja la Profecía. La nueva Ley, el Nuevo Cántico saldrá de Makkah, donde habitan los hijos de Sadoq –Ismail, y la Ka’bah volverá a ser el centro del Tawhid y lugar de encuentro de los creyentes (Ver esquemas 20 y 23).

¡Señor nuestro! He hecho habitar a parte de mi descendencia en un valle (el Valle de Bakkah) en el que no hay cereales, junto a Tu Casa Inviolable…
Qur-an 14:37 – Ibrahim

¡Qué terrible paradoja para los judíos! Han creado el movimiento sionista para revindicar una tierra que nunca ha sido la suya, perdiendo de esta forma para siempre su origen y su conexión con el Relato Profético.