Las primeras migraciones del pueblo judío son anteriores al reinado de Sulayman y están relacionadas con la idolatría que prevalecía en Misr, donde vivían desde los tiempos de su ancestro el Profeta Lut (a.s). Los seguidores del Tawhid, durante el gobierno de Firaun, vivían bajo una continua presión para impedir que tomaran preeminencia en aquellas tierras, especialmente económica y política. La única manera que tenían de aliviar esa carga era aceptando la divinidad de este tiránico gobernante. No obstante, la persecución que sufrían los Banu Isra-il era más étnica que religiosa, debido por una parte a que habían sido ellos los que habían introducido el Tawhid en una Arabia mayoritariamente politeísta; y por otra, a que su negligencia a la hora de mantener el Pacto con Allah el Altísimo les había debilitado y había hecho que una buena parte de ellos se diera a prácticas paganas, dejando de ser un poder espiritual para convertirse en un gueto separado del resto de los ciudadanos y fácilmente reconocible.
En este escenario, en el que reinaba la más absoluta confusión espiritual y doctrinal, aparece la figura del Profeta Musa (a.s), quien por orden de su Señor intentará despertar la consciencia de Firaun a su errónea visión de la existencia, a su ateísmo y a su intolerable soberbia (ver Info 24). Tras el pertinaz rechazo por parte del “señor” de Misr a las exhortaciones de Musa, Allah el Altísimo permite a Su Profeta abandonar aquel lugar con los Banu Isra-il y con todos aquellos que habían seguido su llamada al Tawhid.
A lo que este gran Profeta les insta es a huir de aquel malsano lugar para establecerse en un nuevo territorio en el que poder adorar debidamente al Creador del universo y llevar después Su Mensaje a todos los rincones de la Tierra. Pero lo que muchos de esos Banu Isra-il albergaban en su corazón era un deseo de poder y de establecer sociedades paganas. Por ello, cuando Musa acude a la cita a la que le ha emplazado el Todopoderoso dejando a su hermano Harun a cargo de la comunidad, un grupo de los Banu Isra-il, liderado por Samirí, un enigmático personaje que los historiadores han preferido obviar, se entrega a la adoración del becerro.
(83) “¿Y qué te hizo adelantarte a tu gente, Musa?” (84) Respondió: “Ellos iban tras mis pasos y yo me apresuré a Tu encuentro, Señor, buscando Tu complacencia.”
Sura 20 – Ta Ha
Con esta lacónica observación Allah el Altísimo recrimina a Musa por haberse alejado precipitadamente sin darse cuenta que el suyo no es un pueblo de creyentes y que en el momento que se vean libres de su vigilancia, se entregarán a sus habituales prácticas paganas; por ello le informa de lo que están haciendo en su ausencia.
(85) Dijo: “Pues sabe que después que los dejaste, los hemos puesto a prueba
y el Samirí los ha extraviado.”
(86) Regresó entonces Musa a su gente airado y afligido, y les dijo: “¡Gente mía! ¿Acaso no os hizo vuestro Señor una hermosa promesa? ¿Se os ha hecho larga la espera o es que queréis
que se desate la ira de vuestro Señor? Habéis faltado a vuestro compromiso.”
(87) Dijeron: “No hemos faltado a la promesa que te hicimos por voluntad propia, sino que nos cargaron con las joyas de la gente y las lanzamos, y así también arrojó el Samirí.”
(88) E hizo que emanara para ellos el cuerpo de un becerro que mugía.
Dijeron: “Éste es vuestro ilah y el ilah de Musa, pero lo ha olvidado.”
(89) ¿Es que no veían que no les contestaba ni tenía poder para perjudicarles ni beneficiarles? (90) Ya antes les había advertido Harun: “¡Gente mía! Con esto se os está poniendo a prueba. Vuestro Señor es el Rahman, seguidme pues y haced lo que os ordeno.”
(91) Dijeron: “No vamos a dejar de adorarlo hasta que vuelva Musa.”
(92) Dijo: “¡Harun! ¿Qué te impidió seguirme cuando viste que se extraviaban?
(93) ¿Acaso te has rebelado contra mí?”
(94) Dijo: “¡Hijo de mi madre! No me cojas de la barba ni de la cabeza. Temí que dijeras: ‘Has dividido a los Banu Isra-il y no has esperado a ver lo que yo tenía que decir al respecto.’”
Sura 20 – Ta Ha
Musa se siente entre furioso y desolado. No puede entender cómo un pueblo que ha sido protegido constantemente por el Todopoderoso a través de portentosos milagros ha podido actuar de manera tan denigrante. Se vuelve incluso contra su hermano Harun y le increpa mientras le agarra de la barba. Pero pronto descubre de quién se ha servido el shaytan para corromper a los Banu Isra-il. El Qur-an menciona su nombre –Samirí, pero en la Biblia se borra y se substituye por el de Harun, dando a entender de esta forma que fue él quien modeló el becerro y ordenó a su gente adorarle. Sin embargo, en las aleyas que acabamos de citar se muestra claramente cuál fue el escenario real. Es evidente que entre la gente que conformaba la comunidad de Musa había dos grupos: el de creyentes, que se habían mantenido fieles en su intención al pacto con Musa –su participación en la fiesta pagana de Samirí habría estado motivada por el temor a que sus partidarios hubieran podido causarles algún daño si se negaban a lanzar al fuego sus alhajas y todo lo que tuvieran de oro: “No hemos faltado a la promesa que te hicimos por voluntad propia, sino que nos cargaron con las joyas de la gente y las lanzamos, y así también arrojó el Samirí;” y el de los inclinados al paganismo, a la idolatría, que junto con él se habían dado a la adoración del becerro. En Éxodo se describe aún más este escenario, dando a entender que la adoración del becerro estuvo acompañada de una auténtica bacanal, incluyendo sacrificios (holocaustos) que pudieron incluso haber sido humanos.
Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse. (Éxodo 32:6)
(95) Dijo: “¿Y tú, Samirí, qué tienes que decir a todo esto?” (96) Dijo: “Percibí lo que ellos no percibían. Entonces tomé un puñado de las huellas del Mensajero y lo lancé. Así me lo sugirió mi propia nafs.” (97) Dijo: “¡Ahora vete! Mientras vivas dirás: ‘No me toques.’ Y sabe que tienes una cita que no podrás eludir. Mira a tu ilah, ése a cuyo culto te entregaste. Lo quemaremos y esparciremos sus restos por las aguas.
Sura 20 – Ta Ha
En estas aleyas se encuentran encriptados los dos elementos básicos que van a señalar a Samirí, a su descendencia y a sus seguidores como la tribu de los Banu Isra-il mejor camuflada de la historia –los gitanos. El primer elemento es la estrecha relación entre Samirí y determinadas entidades no humanas –shayatin y yin, que le hicieron ver lo que el resto de la comunidad de Musa no vio, ordenándole que tomara un puñado de la tierra marcada por sus huellas y lo lanzara. En el Qur-an se utiliza la palabra “Mensajero”, es decir, alguien que es enviado con una misión, y en este caso pudo haber sido también un ángel al que se le habría encomendado poner a prueba al Samirí. Su relación con estas entidades dará lugar más adelante al desarrollo de prácticas conectadas con la magia, la adivinación: “Vi lo que ellos no vieron” y un tipo de vida chamánico; el mismo tipo de vida de los judíos, verdaderos inventores del Tarot e introductores de la magia y la adivinación en las logias masonas.
A finales del siglo XV, la familia Sinclaire, de ascendencia judía, estaba fuertemente asentada en Escocia formando parte de su más distinguida nobleza y de la incipiente franco-masonería. Un siglo más tarde, la situación de los gitanos en el reino escocés se deterioró hasta el punto de que las nuevas disposiciones ordenaban estigmatizarles marcándoles a fuego en la mejilla o incluso cortándoles una oreja. William Sinclaire, por aquel entonces Presidente del Tribunal Supremo de Justicia de Escocia, hizo todo lo posible por protegerles, aunque no obtuvo, sino un precario éxito. En 1616 se introduce una legislación todavía más severa resultando en una deportación en masa hacia Virginia, los Barbados y Jamaica, lugares éstos que más tarde se convertirán en verdaderos centros de la magia, de la música “esotérica” y del chamanismo. Resulta difícil de entender el decidido y arriesgo apoyo que los Sinclair brindaron a los gitanos si lo desligamos del hecho de que ambos grupos –judíos y gitanos– tienen un mismo origen –los Banu Isra-il. Desde su mismísimo comienzo, la adivinación formará parte de las prácticas masonas como queda reflejado en el siguiente poema:
Pues formamos parte de la hermandad de los Rosa Cruz;
tenemos la palabra Mason, y la adivinación;
lo que ha de venir podemos sin error predecir…
Henry Adamson, The MusesThrenodie. 1638
El segundo elemento lo constituye la maldición que Musa (a.s) arroja sobre Samirí y su descendencia, la misma maldición que arrojó el Altísimo sobre Iblis.
(35) La maldición te seguirá hasta el Día de la Rendición de Cuentas.”
(36) Suplicó entonces: “¡Señor! Dame de plazo hasta el Día del Resurgimiento.”
(37) Dijo: “Así será. Tendrás de plazo
(38) hasta el Día que ya ha sido fijado.”
(39) Dijo: “¡Señor! Por haberme extraviado les haré ver lo falso verdadero
y lo verdadero falso, y de esa forma los descarriaré a todos,
(40) salvo a Tus siervos sinceros.”
Sura 15 – al Hiyr
Son las mismas palabras con las que Musa maldice a Samirí. Hasta que llegue la Hora podrán él y su descendencia, y todos aquellos que les sigan, incitar a los hombres a que adoren al becerro y pasen su tiempo comiendo, bebiendo y “regocijándose”. Pero en la maldición de Musa hay un elemento nuevo y determinante a la hora de entender por qué el pueblo gitano es el único pueblo de la Tierra que lleva, desde los tiempos de Samirí hasta hoy, asentándose en todas las naciones sin asimilarse a ninguna de ellas: “mientras vivas dirás: no me toques”. Aquí, “no me toques” tiene un valor recíproco. Los gitanos son impuros para los no-gitanos de la misma manera que los gentiles lo son para aquellos.
Samirí, pues, se aleja de la gente de Musa y vemos reaparecer a sus descendientes en los Banu Murrah en su contienda contra los Banu Kilab que nos relata una tradición popular árabe llamada Harb al-Basus. El héroe de esta transmisión, recogida por la historia, es al-Zira Salama, de la raíz “salma”, de la que deriva el nombre Sulayman. Muy probablemente los gitanos de aquella época, los descendientes de Samirí, aprovechasen la situación que se había creado en los dominios del Profeta y monarca más poderoso de la Tierra para hacerse con el poder aliándose con los yin y los shayatin. Ante esta rebelión, Sulayman reacciona de forma contundente –aplastando la revuelta de los Banu Murrah y añadiendo a la maldición de Musa nuevas imposiciones que jugarán un papel decisivo a la hora de determinar la forma de vida gitana. Sulayman les prohíbe portar armas y participar en guerras o revueltas. Les ordena vivir errantes, sin tener casas propias; y dado que corrompieron a la gente con sus “regocijos”, se ganarán la vida bailando y cantando, acompañándose de panderos y flautas, con la magia y la adivinación. A partir de esta derrota sufrida por los gitanos en la batalla de al-Basus comenzará su diáspora por toda la Tierra.
Un pueblo puede vivir sin casas, puede vivir sin escritura, sin libros, sin una lengua propia, pero no sin una identidad. Los gitanos, pertenecientes en su origen a los Banu Isra-il, portarán con ellos a dondequiera que vayan y a dondequiera que se asienten la identidad profética. Sin embargo, en cuanto que pueblo errante, ha ido añadiendo a sus tradiciones originales las de otros pueblos, como el fuego mazdeísta, que tomaron de Irán. Cualquiera que haya vivido en un barrio de mayoría gitana tendrá gravadas en su retina pequeñas hogueras que son avivadas de noche y de día. Hoy, ese fuego ha sido substituido por la televisión, siempre encendida, aunque nadie la mire. Un objeto pagano, pues; reminiscencia electrónica del mazdeísmo, que ya forma parte de la vida cotidiana de cristianos y musulmanes.
Por otra parte, la minoría de entre ellos que ha logrado que prevalezca su identidad profética sobre la chamánica, optará por el protestantismo –sin imágenes y sin intermediarios– o el Islam, que les recordará el puro Tawhid de Musa. Raras veces los veremos asociados a prácticas orientales, en las que el concepto de reencarnación entra en una clara e irreconciliable confrontación con su creencia en el Día del Juicio y, por lo tanto, en la resurrección.
Como en el caso de los judíos, la corrupción, la tentación… es siempre hacia fuera. Se corrompe, se engaña, se roba, a los no gitanos, pero dentro de sus comunidades imperan rigurosos principios morales con severos castigos para quienes los transgredan. Únicamente gitanos y judíos tienen dos leyes –una que aplican exclusivamente a su gente y otra con la que juzgan al resto de la humanidad.
Cuando observamos a judíos y gitanos a lo largo de su devenir histórico, vemos que se trata de un mismo pueblo que un día, hace ahora miles de años, Musa separó para siempre. Sin embargo, sus destinos discurren por caminos paralelos. De todos los pueblos que habitan la Tierra, solamente sus nombres han pasado a ser un atributo. Decimos de alguien que es un “judío” o un “gitano”, queriendo significar prácticamente lo mismo.
Y serás motivo de horror,
y servirás de refrán y de burla
a todos los pueblos a los cuales te llevará el Señor.
Deuteronomio 28:37
Son los únicos dos pueblos en toda la historia de la humanidad que no han conseguido jamás tener una patria ni asentarse en un territorio que les sea propio, a pesar de que nada, objetivamente hablando, se lo ha impedido nunca.
Son las dos comunidades representadas en una misma característica –el judío errante, el gitano errante. La misma forma de vida. Siempre despreciados y siempre perseguidos.
Su única forma de escapar a esta maldición es entrar de lleno en la corriente profética de su tiempo. Hoy, algunos miembros de estas dos comunidades las han abandonado para unirse a la ummah de Muhammad (s.a.s) y librarse, así, del maleficio lanzado contra ellos por Musa y Sulayman.
Iblis se mantiene fiel a su misión de sacar al hombre del recuerdo de su Creador, susurrándole que no hay más vida ni más realidad que la de este mundo. Y de la misma forma, los Banu Samirí –el nombre que en todo rigor mejor denomina a los gitanos, han sido fieles a la suya, dando lugar allí donde se han asentado a sociedades chamánicas, basadas en la misma bacanal que la gente de Musa –comida, bebida y “regocijo”, los tres elementos propios de la negligencia, del olvido y de la inconsciencia.
¿En qué se ha convertido la vida de los occidentales? Trabajan, por un salario, realizando actividades que en nada les incumben, y su tiempo libre lo pasan en restaurantes, cafeterías, discotecas, salas de fiesta, clubes nocturnos, cines y teatros, como si fueran a vivir eternamente, como si no les estuviera esperando, tras la muerte, una angustiosa pregunta: ¿En qué habéis pasado la vida? A la que la mayoría de los hombres, los que prestaron oído al susurró del shaytan y siguieron la forma de vida gitana, solamente podrán responder: “Comiendo, bebiendo y regocijándonos.”