¿Por qué parece que la filosofía está muerta?

Jonny Thompson para Big Think

¿Por qué no ha aparecido últimamente ningún filósofo importante? La filosofía en sus diversas formas parece que solo les interesa a los estudiantes. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?

– Wassan, Iraq

Para profundizar en esta cuestión, tendremos que ahondar en la naturaleza y la historia de la filosofía misma.

Cuando los filósofos hablan de filosofía, suelen dividir el tema en dos: la filosofía analítica y la filosofía continental. Aunque ambas pertenecen a la misma familia, no deja de haber una cierta confrontación entre ambas. La filosofía analítica, tradicionalmente popular en la tradición anglófona, trata de lógica, lingüística y metafísica. Se trata de premisas cuidadosamente presentadas que conducen a conclusiones inevitables. A menudo puede parecer una matemática mal disfrazada. La filosofía continental, popular en el continente europeo, tiende a ser más humana. Trata sobre el existencialismo, la identidad personal, la religión y la búsqueda de nuestro lugar en el mundo. A menudo es mucho más legible y accesible que algunas filosofías analíticas. Como comentó humorísticamente el capitán Holt en Brooklyn Nine-Nine, “Cualquier filosofía francesa posterior a Rousseau es esencialmente una revista”. Cuando la gente piensa en “filosofía”, a menudo piensa en filosofía analítica. Es una búsqueda rigurosa y rígida que se toma las cosas muy en serio. Hace unos años, el filósofo Liam Kofi Bright escribió un ensayo titulado “El fin de la filosofía analítica”, en el que decía: “La filosofía analítica sufre de una triple falta de confianza… La gente no confía en que pueda resolver sus propios problemas, no confía en que pueda modificarse para que lo haga, y no confía en que valga la pena resolver sus problemas en primer lugar”. Creo que esta última cuestión es la que llega al corazón de la pregunta de Wassan. ¿Cuál es el sentido de la filosofía? ¿Por qué Bertrand Russell y Alfred Whitehead dedicaron 360 páginas a demostrar lógicamente que 1+1=2? ¿Qué sentido tiene que Zenón argumentara que una tortuga nunca superará a Aquiles? Bright habla de un “giro aplicado” en el que la filosofía sólo es popular cuando se “considera que el análisis filosófico podría tener un impacto en el mundo real”. Los filósofos pueden encontrar trabajo en áreas como la “injusticia, la opresión, la propaganda y la ideología”, tanto en el mundo académico como en el mundo real, como asesores o consultores de políticas. Es una mentalidad utilitarista que juzga el valor del conocimiento (el valor de cualquier cosa) por lo que produce. ¿Te hace ganar dinero? Bien. ¿Mejora el mundo? Bien. ¿No tiene un valor real discernible? Bueno, deja de perder el tiempo y consigue un “trabajo decente”.

Entonces, Wassan, podría ser que la razón de la marginalización de la filosofía sea que se la considera como algo que no tiene impacto en el mundo real. Carece de lo que el filósofo William James llamó “valor en efectivo”. En un mundo que exige un PIB en crecimiento y donde los gobiernos solo invierten en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, ¿qué agrega la filosofía?

Hay dos problemas con esto. El primero es que no toda la filosofía es filosofía analítica. Las preguntas que la filosofía continental intenta responder tienen un enorme “valor monetario”. Cuando Friedrich Nietzsche analiza las implicaciones de una era sin Dios, Emile Durkheim aborda la frustración cansina que sentimos en la sociedad, o De Beauvoir examina la naturaleza del amor verdadero, están hablando directamente a nuestra vida cotidiana. Ser humano es importante para la mayoría de nosotros, y tiene sentido preguntar qué significa eso realmente.

El segundo problema es que el valor no se puede medir por los resultados. Sí, la filosofía no construye un rascacielos. No inventa un nuevo fármaco, no mejora la tecnología de los cohetes ni desarrolla software. Pero el valor de las habilidades y el conocimiento de la filosofía nunca desaparece. Hay una “Filosofía de…” todo. En el mundo de los negocios, se aplica a las virtudes del buen liderazgo y la ética corporativa. En la ciencia, se aplica al método científico y la naturaleza de la prueba. En la política, se informa de la naturaleza de las leyes. Lo más importante, tal vez, es que ayuda a dirigir y comprender la floreciente era de la Inteligencia Artificial. Aunque pienses que la “filosofía” no tiene sentido, los filósofos sí lo tienen.

Entonces, ¿qué hay de cierto en lo que dice Wassan? Si hablamos de filosofía como asignatura universitaria, tiene razón. La filosofía se considera menos prestigiosa en las universidades, donde otras materias invaden cuestiones tradicionalmente “filosóficas”. Los estudiantes se inscriben cada vez menos en cursos de filosofía y optan por cursos centrados en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas o los negocios. Y parece que el problema se debe, al menos en parte, a un cambio social: valoramos la ciencia y la tecnología más que las humanidades.

Como alguien que estudió y disfrutó mucho de la filosofía, eso es un poco desmoralizante. Pero no me siento desanimado. Cuando Wassan dice: “La filosofía en sus diversas formas parece no interesar más que a sus estudiantes”, siento la necesidad de contraatacar. No estoy de acuerdo. La filosofía no se trata simplemente de programas de estudio y plazos de entrega de ensayos. Cuando Neil mira al techo, con resaca, preguntándose qué sentido tienen todas estas noches de juerga, está haciendo una pregunta filosófica. Cuando Ellen le pregunta a un amigo si el testimonio de una persona vale más que cien artículos científicos, es una pregunta filosófica. Cuando Fabi llora en el funeral de su madre y se pregunta qué le habrá pasado, está siendo un filósofo.

La filosofía no es algo exclusivo de las ciudades con torres y las bibliotecas silenciosas; está presente en las conversaciones a la una de la mañana y en las terapias de pareja. Está presente en los debates presidenciales y en las reseñas de la base de datos de películas de Internet

Todos los que leen esto han hecho filosofía, pero simplemente no sabían que debían usar esa etiqueta (o no querían hacerlo).

SONDAS: Lo que muy probablemente quiera decir Jonny Thompson es que la filosofía propiamente dicha la han ido construyendo los filósofos “anglófonos”, mientras que los filósofos europeos –“continentales”- se han dedicado a escribir artículos en revistas de peluquería. Y ello nos hace suponer que, para él, Heráclito, Parménides, Sócrates, Platón, Aristóteles, Schopenhauer, Kierkegaard, Hegel, Kant… eran todos “anglófonos” o habrá que arrojar su filosofía al saco del humanismo. Obviamente, Thompson no sabe lo que dice, pues la filosofía nunca ha estado tan muerta como ahora. La prueba de ello es que anda esta furcia cognitiva manoseada por tipos como este “filósofo anglófono”.

Mas el asunto que nos interesa tratar aquí es otro; uno grave, devastador. Nunca ha habido filosofía isleña (analítica) ni continental, pues nunca Europa ha presentado un carácter filosófico, metafísico… ni mucho menos, espiritual -un continente controlado por los judíos desde la época de los merovingios y por lo tanto basado en una concepción materialista, mundana, de la existencia. En ningún lugar del Pentateuco encontramos el menor rastro de transcendencia. No hay ahí resurrección, juicio, jardín o fuego. No hay, pues, otra finalidad para la vida en este mundo que la de adorar al becerro de oro; que la de vivir en una continua orgía -como así han tratado de vivir todas las elites europeas desde que esos barbados provenientes de Oriente Medio se instalasen en la Champagne de Francia. Nunca ha habido filosofía en Europa, sino manuales de dominación, filosofía de estado, pero sobre todo filosofía como un sistema académico de controlar el conocimiento, de hacer que los europeos sean -fundamentalmente- ignorantes, perdidos en disparates ontológicos, supersticiones y revoluciones en las que siempre han terminado masacrados.

A estas alturas y de forma intempestiva, mas eso es lo que hacen también los científicos, Thompson plantea repasar la historia de la filosofía -entendemos que se está haciendo mención aquí a la filosofía universal. Sin embargo, se obvian los otros 4 continentes. No se habla de India, de China, de Corea, de Japón… ni mucho menos, de Oriente Medio. Es el provincianismo europeo que persiste en todas sus manifestaciones. Mas adolece este provincianismo de encubrimiento -los europeos imitan al resto de los pueblos, pero ocultan su identidad; y de esta forma parece que todo haya surgido de ellos: la historia de la filosofía comienza y termina en Europa.

Mas esta ocultación, maliciosamente infantil, alberga sus raíces en la incapacidad de Occidente a la hora de comprender el pensamiento oriental. Y ello básicamente por dos razones. La primera de ellas señala el hecho incuestionable de que la filosofía oriental está basada en la consciencia y por lo tanto en la reflexión, en la introspección. Se parte del asombro que experimenta el “yo” al caer en la cuenta, al tomar consciencia, de que existe, y ello más allá de toda contingencia, más allá de todo accidente. En Europa, por el contrario, la filosofía está basada en una continua segregación pensante -cogito ergo sum. ¿Seguro? Mas en el sueño profundo existía Descartes, aunque no produjera ningún pensamiento, lo cual nos llevaría a reformular su ecuación: solo existo cuando soy consciente. Y ello sin olvidar que más allá de la consciencia no hay, sino temporalidad, contingencia, accidentes… acciones que no alteran la quietud de la consciencia. De ahí que el pensamiento, la filosofía oriental, esté vinculada a la meditación, al recogimiento.

La segunda razón que separa irreductiblemente al pensamiento oriental de las elucubraciones occidentales es la experiencia. Los filósofos europeos son ante todo profesores de filosofía -Leibnitz, Hegel, Kant, Sartre, Deleuze, Foucault… Se trata, pues, de un pensamiento académico y -como nos recuerda el Webster -“academic” significa “algo que está fuera de la realidad”. El conocimiento académico es un mero conjunto de especulaciones transportadas por un lenguaje obtuso, casi paranoico, neurótico, pues se trata de un conocimiento que nada tiene que ver con nuestra experiencia, con nuestra vida. Estudiamos el pensamiento de este o de aquel filósofo, pero no lo vivimos. Se trata de un pensamiento que no nos transforma.

Fijémonos por un momento en la vida de estos consagrados filósofos europeos; fijémonos en la pesantez de sus rostros; en su mediocridad existencial. Nietzsche muere sifilítico, como Foucault, quien frecuentaba los más bajos clubs de homosexuales de París. Deleuze se suicida y Hegel cobra su pensión de jubilado. ¿Qué filosofía, que luz puede surgir de estos individuos atormentados por su propia vaciedad?

Y para proteger este pantano infestado de alimañas se rompe la unicidad existencial, la unicidad que es propia del pensamiento, y se construyen compartimientos impermeables unos de otros. Se habla de filosofía, de ciencia, de psicología, de religión -algo que nunca ha existido en el pensamiento oriental, donde prevalece esa unicidad básica e incuestionable. El filósofo chino o indio es al mismo tiempo un santo. Su filosofía engloba el cielo y la Tierra que se unifican en él. No hay un libro más filosófico, científico, psicológico que el Corán y por ello se le relega al compartimiento de la religión.

“Ignorancia provinciana” es la expresión que mejor define al pensamiento europeo -isleño o continental.