Ron Paul para Ron Paul Institute
El 24 de marzo, el presidente de Ucrania, Vladimir Zelensky, firmó lo que fue esencialmente una declaración de guerra contra Rusia. En el documento, titulado Decreto presidencial n° 117/2021, el líder ucraniano, respaldado por Estados Unidos, declaró que la política oficial de Ucrania es recuperar Crimea de Rusia.
La declaración de que Ucrania recuperaría Crimea de Rusia fue instigada por la incendiaria e insustancial afirmación del presidente Biden de que «Crimea es Ucrania».
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, quien fue uno de los principales arquitectos del golpe de Estado respaldado por Estados Unidos contra Ucrania en 2014, continuó incitando a los ucranianos, prometiendo el total apoyo de Estados Unidos a la «integridad territorial» de Ucrania.
Para no quedarse atrás, a principios de este mes, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, quien anteriormente sirvió en la junta del fabricante de misiles Raytheon, llamó a su homólogo en Ucrania y le prometió «apoyo inquebrantable de Estados Unidos a la soberanía de Ucrania». Dado que Estados Unidos considera que Crimea es territorio ucraniano, ello significa luz verde para que Kiev emprenda una acción militar.
Washington también está enviando armas. En las últimas semanas han llegado unas 300 toneladas de armas nuevas y hay más en camino.
Como era de esperar, Moscú ha respondido al decreto de Zelensky y a la retórica cada vez más belicosa de Kiev y Washington reubicando tropas y otros activos militares más cerca de su frontera con Ucrania. ¿Alguien duda de que si Estados Unidos se encontrara en la misma situación, por ejemplo, si China instalara un gobierno hostil y agresivo en México, el Pentágono no movería tropas de manera similar?
Pero según la rama de medios del complejo militar-industrial-del Congreso-mediático de los Estados Unidos, los movimientos de tropas rusas no son una respuesta a las claras amenazas de un vecino, sino que son más bien una «agresión rusa».
Los desquiciados “expertos” estadounidenses detrás del golpe de 2014 contra el presidente ucraniano electo están de vuelta en el poder y están decididos a terminar el trabajo, ¡incluso si eso significa la Tercera Guerra Mundial! El respaldo explícito de Estados Unidos a las ambiciones militares de Ucrania en la región es un cheque en blanco para Kiev.
Pero es un cheque que Kiev haría bien en no cobrar. En 1956, el gobierno de Estados Unidos lanzó una interminable propaganda a Hungría prometiendo respaldo militar para un levantamiento contra sus ocupantes soviéticos. Cuando los húngaros, creyendo las mentiras de Washington, se levantaron, se encontraron solos y enfrentados a las represalias soviéticas.
A pesar de la cruel propaganda estadounidense, al menos Eisenhower fue lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que nadie se beneficiaría de una guerra nuclear en Budapest.
¿Por qué es asunto nuestro si Crimea es parte de Ucrania o parte de Rusia? ¿Por qué es asunto nuestro si la población de habla rusa del este de Ucrania prefiere alinearse con Rusia?
¿Por qué, en realidad, las acusaciones no probadas de la intromisión rusa en nuestras elecciones son una violación del «orden internacional basado en reglas», pero un golpe real respaldado por Estados Unidos contra un gobierno ucraniano electo no lo es?
Estamos viendo la política exterior hecha por Raytheon y los otros contratistas militares estadounidenses, a través de sus agentes en el gobierno como Austin y otros. Los irresponsables “expertos” en política exterior de Estados Unidos creen en su propia propaganda sobre Rusia y están a punto de llevarnos a la guerra por ello.
Parece como si los estadounidenses estuvieran caminando sonámbulos por este peligroso campo minado. Esperemos que se despierten antes de que estallemos todos en pedazos.
SONDAS: Ningún norteamericano está en contra de la política exterior de los Estados Unidos. Juegan el papel de revolucionarios mientras se dilucidan las ganancias y se muestra al mundo que hay oposición a las estrategias belicistas. Es una farsa psico-sentimental que lleva funcionando décadas enteras y que ha servido para limpiarse la cara en Vietnam y ahora les sirve para presentarse como víctimas en Afganistán, Iraq, Siria y Yemen. Es la misma retórica de siempre que, sorprendentemente, sigue dando buenos resultados –es nuestro glorioso destino morir luchando por la libertad de los pueblos y la democracia. La verdad es que ningún mafioso ha ido tan lejos.
Ahora, frente a una más que plausible confrontación con Rusia, los cristianos norteamericanos están revisando su fe y encomendándose a su salvador contra la violencia propia de los herejes. Nada puede haber más peligroso que estas maniobras seudo-religiosas. Sobre todo, cuando se invoca lo de poner la otra mejilla.
No menos patéticos resultan los judíos y sus tablas de la ley y sus profetas –a unos los acusaron de mentirosos y a otros los mataron.
Dios está con Ucrania y no tiene más soldados para defenderla que las sacrosantas tropas estadounidenses. Todo es divino, como siempre. No obstante, los hay que prefieren la paz, prefieren sentarse con Putin y hacerle entrar en razón –tú les das Crimea y aquí no ha pasado nada.
Si hay guerra, no lo creemos, la perderá Rusia, pues el escenario volverá a estar a miles de kilómetros del suelo norteamericano –las guerras que ellos inician siempre ocurren en otro lugar y mantenerlas no les cuesta ningún trabajo, pues, además, las pagan los golfos. Si quiere ganar la guerra, definitivamente, contra Ucrania, Rusia deberá atacar Washington, no Kiev.
A Ron le recomendamos que abandone Norteamérica, rompa su pasaporte y se vaya a Afganistán a luchar con los Talibanes para echar del país a sus compatriotas invasores. Eso se llama coherencia. Lo demás, son vanas palabrerías.