Nuestra nueva normalidad: inflación, pobreza, hambre, colapso económico, fascismo, capitalismo, comunismo y asesinato

Gary D. Barnett para Lew Rockwell

“Mientras el pueblo no se preocupe por ejercer su libertad, los que quieran tiranizar lo harán; porque los tiranos son activos y ardientes, y se dedicarán en nombre de cualquier número de dioses, religiosos o no, a poner grilletes a los hombres dormidos.” (Voltaire)

La credulidad del hombre parece no tener límites, porque si los tuviera, ¿cómo tantos podrían ser tan ciegos? Al reflexionar sobre los últimos 18 meses, más o menos, es bastante alarmante comprender el alcance de esta estafa llamada «pandemia» y cómo todo este país (y el mundo) ha abrazado mentiras, engaños y tiranías de tal magnitud. El asesinato masivo a manos del estado ya ha comenzado, pero con el lanzamiento de inyecciones mortales y venenosas etiquetadas deliberadamente como «vacunas», el asesinato de un gran número de personas, que es genocidio, se hará evidente entre toda la población durante los próximos años. Los perpetradores de esta toma de control genocida de la sociedad están ahora persiguiendo a todos los niños e intentarán envenenar a tantos como sea posible con sus «vacunas» en el transcurso de este año y del próximo.

Solo una nación de patéticos y cobardes tontos permitiría un destino tan abominable para su propia descendencia indefensa. Este tipo de comportamiento indica una falta total de intelecto y una ignorancia masiva de la realidad. También indica una generalizada indiferencia, que es la encarnación de una sociedad enferma e inmoral.

Entonces, parece que la llamada «nueva normalidad» del gobierno totalitario sobre una sociedad esclavizada, no es solo culpa de aquellos que desean gobernarnos, sino más aún de la gente en general por permitir que esto suceda sin resistencia adecuada. Culpar al enemigo es fácil, pero se evita a toda costa aceptar la culpa, y esta actitud es incluso peor que la de los tiranos. Se acepta que exista el mal entre los que son la clase dominante entre nosotros, pero el mal de la apatía de las masas nunca puede ser aceptado ni excusado.

En el transcurso de los últimos meses, los ciudadanos de este país han accedido plenamente a la voluntad de un régimen totalitario y en el proceso han dejado al descubierto sus debilidades debido a un miedo infundado. Muchos creen que hay seguridad en los números, pero esa es la mentalidad solamente de los animales de la manada, no de los humanos.

Al permitir voluntariamente la muerte y destrucción de parte de la manada, el resto sobrevive para vivir un día más, pero cuando las personas aceptan esta actitud, también tienen que aceptar la muerte y destrucción de su familia, amigos y vecinos como algo normal para su supervivencia. Si ese es el caso, parece que la evolución de la especie humana está retrocediendo, y eso es exactamente lo que se pretende lograr con el colectivismo.

Con esto vienen las consecuencias de la falta de acción y bajo estas circunstancias, esas consecuencias siempre quedan a discreción de los tiranos. Lo que ha sucedido hasta la fecha debería ser suficiente para que cualquiera pueda ver la locura de tener confianza en cualquier estado o nación. Lo que comenzó con confinamientos y cuarentenas, condujo a cierres de empresas, pérdida de empleos, estrés extremo, interrupción de las líneas de suministro, escasez, precios más altos de bienes y servicios (inflación) y, por supuesto, caos económico. Esto, a su vez, condujo a mucha más pobreza, desesperación y hambre, preparando el escenario para la siguiente fase de esta toma de poder. Para entonces, la gente debería haber reconocido la naturaleza totalitaria de lo que estaba sucediendo, pero, por desgracia, permanecieron obedientes y pasivos, y vieron cómo su mundo era diezmado. Para reconocer una señal evidente, uno debe buscar y aceptar la verdad, independientemente del riesgo que implica hacerlo. Evitar la verdad en favor de esconderse de ella con la esperanza de que el otro «arregle» las cosas, es exactamente lo que todos los gobernantes tiránicos buscan en las poblaciones que intentan controlar. El asalto por conseguir el control se basó completamente en el hecho de que la clase dominante sabía que la población en general estaba demasiado asustada, demasiado dependiente y demasiado apática para luchar contra este autoritarismo dictatorial que había sido planeado desde hace décadas. El momento ha sido elegido a la perfección, porque las masas actuaron exactamente de la manera deseada.

Si bien en realidad no existe lo que se suele llamar «Covid-19″ ni nunca se ha identificado, la amenaza real se había dejado de lado hasta el momento adecuado y a principios de este año se lanzó la “pandemia de la vacuna». La “vacuna” es el arma biológica y las llamadas variantes inexistentes de un virus inexistente son el resultado de las mortales “vacunas”. En otras palabras, la “vacuna” es la verdadera pandemia y todos aquellos que se hayan puesto voluntariamente las inyecciones serán las víctimas de esta pandemia escalonada. Una vez que las muertes por estos pinchazos alcancen cifras sin precedentes, y lo harán, se culpará al sector de la sociedad que no haya sucumbido a la idiotez de tomar un brebaje tan peligroso. De hecho, todos habrán sido atacados por el estado criminal, hayan recibido la inyección o no. El grupo «vacunado» estará enfermo y moribundo, mientras que el grupo no vacunado será perseguido por el estado. Por eso nuestra sociedad ya se ha dividido sigilosamente para enfrentar a los vacunados contra los no vacunados; un complot siniestro destinado a solidificar el control de ambos grupos.

Este es un intento del asalto al poder que tiene todos los elementos del fascismo, el capitalismo y el comunismo en uno. Es el momento más peligroso de la historia para los habitantes de este planeta, ya que es un intento de lograr una toma de control globalizada de todos con el fin de convertirse en un sistema controlado tecnocráticamente, con una “elite selecta” en la cima, sus ejecutores y socios corporativos, incluido el gobierno, debajo y el resto –una clase de esclavos conocida como proletariado.

Si bien se cree que esta “pandemia” se debe a un virus misterioso, no lo es, ya que la narrativa del virus es solo la herramienta que se utiliza para lograr la agenda real, que tiene sus raíces en el disfraz del “desarrollo sostenible”, comercializado a través de la idiotez del cambio climático provocado por el hombre. Esto se ha descrito detalladamente en la Agenda 21 y la Agenda 30 de la ONU, y en la agenda acertadamente denominada «Gran reinicio», elaborada por Klaus Schwab y el Foro Económico Mundial. En realidad, tiene un solo objetivo –el de lograr una gobernanza global absoluta y un control universal sobre todos. Para que esta empresa tenga éxito, será necesario asesinar a muchos cientos de millones, o más probablemente miles de millones. La «vacuna» es el arma del asesinato, por lo que es imperativo evitar estas inyecciones a toda costa.

No es una amenaza nueva, pero ésta vez ha sido cuidadosamente manipulada para que ocurra en este preciso momento a fin de coincidir con la ignorancia e indiferencia del pueblo, su división orquestada, su debilidad y dependencia del Estado, y por lo tanto su cobardía ante la adversidad. Esta «vacuna» es la clave del éxito de los gobernantes malvados y criminales, por lo que cuantos menos tomemos este brebaje de las brujas, más podremos luchar contra este atroz intento de destruir a la humanidad.

SONDAS: Lo más probable es que Gary no estuviese en este mundo cuando se hizo esta fotografía, pero no nos cabe duda de que a lo largo de su dilatada estancia en la torta terráquea la habrá visto reproducida miles de veces en libros, periódicos, películas, documentales… Mas como la mayoría de la gente, intelectuales incluidos, analistas políticos… habrá concluido que se trata de una foto histórica en la que las tres grandes potencias –Unión Soviética, USA y Gran Bretaña– decidieron repartirse el mundo para bien de todos, pues eran los vencedores y ya se sabe que los vencedores siempre tienen razón por el mero hecho de haber vencido.

Sin embargo, es una foto elocuente, perturbadora, inquietante, que muestra que ese complot del que habla Barnett –el fascismo, el capitalismo y el comunismo– ya se estaba fraguando en la conferencia de Yalta en 1945 –Churchill (fascismo), Roosevelt (capitalismo), Stalin (comunismo). Y de aquel encuentro trilateral, con su Guerra Fría incluida, llegamos a 2021, a la globalización, en la que esos tres conceptos –fascismo, capitalismo, comunismo– se unifican en un supra-poder universal. Nos preguntamos qué artículos escribía Barnett en aquellos años teatrales, en los que se nos presentaba un mundo en conflicto perpetuo, en guerras por la democracia y la libertad, en mentiras propagandísticas; un mundo en el que las poblaciones de ambos sistemas eran diariamente engañadas y transportadas a espacios virtuales en los que cada una de ellas se sentía vivir en el mejor de los mundos. ¿Tenían aquellas comunidades humanas algún control sobre la política exterior de sus países? ¿Alguna vez se les pidió su opinión sobre qué mundo querían construir? Puro fascismo, camuflado en el capitalismo democrático y el socialismo.

Mas tendríamos que echar marcha atrás en el tiempo, pues en la conferencia de Yalta se sientan tres poderes ateos. Ya se ha asesinado a Dios y el futuro post mortem queda enterrado bajo una pesada losa. La muerte de Dios fue uno de los objetivos de la Revolución Industrial, inspirada por los yinn, que convencieron a los humanos de que era mejor utilizar el fuego para producir potentes máquinas, que el barro –que ya Iblis lo desdeñó en su tiempo.

Y así, viajando por el túnel del tiempo, podemos ver las etapas por las que ha pasado la humanidad hasta llegar a esa indiferencia y apatía de las que habla Barnett. Mas se equivoca maliciosamente cuando culpa a las masas de no comprender lo que está pasando y de no reaccionar ante el autoritarismo con el que se está controlando a las naciones.

(165) Es Él Quien os ha hecho sucesores en la Tierra y ha elevado en rango a unos por encima de otros para poneros a prueba con los dones que cada uno ha recibido. Tu Señor es rápido en castigar, y es el Perdonador, el Compasivo. (Corán 6 – al Anam)

Las masas necesitan la guía de las elites, es decir, de aquellos que pueden interpretar la realidad, elites que nunca han existido en Estados Unidos ni en Europa. El sistema de enseñanza, de transmisión, de educación, funciona como las ondas concéntricas que se expanden al tirar una piedra al agua –del centro a la periferia. Mas si el centro está corrupto, podrido, infectado, lo que llegue a la periferia será una aberrante deformación de la realidad. Llegarán olores nauseabundos, ráfagas con mensajes perturbadores, confusos. La periferia, entonces, enloquecerá o se encerrará sobre sí misma, abrazando al Estado que la está oprimiendo. Ese centro, del que debería emanar la capacidad interpretativa de las elites, en Occidente ha estado siempre al servicio del mal y del error. Barnett habla de libertad al mismo tiempo que habla de la evolución de la especie humana:

Parece que la evolución de la especie humana está retrocediendo.

No puede haber libertad ni justicia cuando estamos atrapados en una falsa y engañosa percepción de la existencia. Barnett no sabe cómo empezó la vida en la tierra, pero tampoco lo saben los biólogos, los antropólogos, los químicos, los filósofos… que tras repudiar la absurda teoría de Darwin, la restauraron, sacándola de la papelera de reciclaje, pues era la teoría perfecta para demostrar que no existe un creador y que la vida surge por generación espontánea y se desarrolla por un complicadísimo y casual proceso evolutivo. El marxismo explicaba mejor que el capitalismo la concepción materialista de la historia, del devenir humano, del Universo en una palabra.

Los científicos occidentales trabajaban en sofisticados institutos de investigación. Follaban con la asistenta de turno, se iban de copas a algún pub de moda, vivían en una casita con jardín, tenían al menos dos coches. Cuando encontraban a su esposa morreándose con el vecino de al lado, le decían con un tono civilizador “¿quieres que hablemos?”, a lo que ella respondía “ahora no, estoy muy cansada.” Sin embargo, ellos entendían y manipulaban lo que aparecía en la bandeja del microscopio electrónico en la misma dirección que lo hacían los científicos soviéticos. La ciencia, algo no existente en sí mismo, la tecnología, unificaba en un sistema fascista de control lo que iban descubriendo unos y otros. Gracias a este consenso, encubierto por la Guerra Fría, mucho más caliente de lo que intentaban hacernos creer, la gran mentira se iba extendiendo a todos los dominios de la vida.

¿Escribió Barnett algún artículo sobre el peligro que suponían los ordenadores y después Windows y luego Internet? ¿Seguro que no tiene una cuenta en Facebook, en Instagram o en Twitter? Le parece bien que la teoría de la evolución explique la inteligencia y la consciencia humana. Le parecen bien los artilugios tecnológicos y luego se asombra de que hayamos llegado a una situación de intolerable opresión, tiranía y totalitarismo. ¿Es que no se da cuenta que todo eso forma parte del proceso de control absoluto global?

En la conferencia de Yalta se echaban las bases para la globalización, basada en un sistema fascista de control de masas, una despoblación sistemática, una vida social basada en el confinamiento y una fuerza laboral basada en la robótica. Y la conferencia de Yalta se basaba en la Revolución Industrial; y la Revolución Industrial se basaba en las Cruzadas; y las Cruzadas –en la fiesta del becerro de oro. Y todo ello en la gran mentira, en la gran falsedad, en un continuo espejismo. Que no piense Barnett que su posición es muy diferente a la de las masas, pues él ha caído en todas las trampas y ahora se gana el sustento oponiéndose al sistema que conforma su propia vida.

La solución, pues, no es luchar contra las fuerzas del orden público, contra los ejércitos, pues ello significaría aceptar su juego. No hay otra solución que salirse del quiste en el que, al final, han logrado meternos. Y salirse del quiste no tiene nada que ver con movimientos físicos. Salirse del quiste significa desenterrar en nuestro corazón al Creador de los Cielos y de la Tierra que habíamos asesinado; significa abandonar el aberrante e ilógico concepto de la trinidad; abandonar todas las iglesias, todos los templos, todos los altares, donde cada día se sacrifica a la verdad, a la coherencia espiritual que emana de la Objetividad Divina; significa renunciar a la usura, representada hoy por las respetables compañías financieras, por los bancos, por los prestamistas. Eso es lo que las verdaderas elites de la humanidad, los profetas, nos han enseñado desde que Adam decidió comer del árbol prohibido.

Mas las elites que debían habernos transmitido esta enseñanza generación tras generación se han unido sistemáticamente a la fiesta del becerro y han abandonado a las masas a su suerte. ¡Qué malos pastores y qué mal negocio han hecho al arrojar a sus ovejas a los colmillos de los lobos!