No soy una teórica de la conspiración, pero ¿cómo puede un tipo con un bikini de Chewbacca burlar a los mejores de la nación y asaltar el Capitolio?

Es difícil de creer que la multitud enojada de partidarios de Trump lograra hacer lo que hizo ayer, en ausencia de policías y guardias de seguridad. ¿Fue esta la humillación final del deep state a un presidente al que odiaba?

Ayer vi las asombrosas noticias de última hora de Washington, como supongo las vieron miles de millones en todo el mundo, con la boca abierta, cuando la ciudadela de la democracia occidental era asaltada  y me hice la siguiente pregunta.

En un país que gasta alrededor de 900 mil millones de dólares al año en seguridad y defensa, que se ha hecho un nombre como el agente de policía (a menudo no invitado) del mundo, que ama ir a otros países y ‘ayudar’ a apuntalar un régimen tras otro, o deshacerse de aquellos que no le gustan, todo en nombre de la ‘democracia’ … ¿cómo es posible que un par de miles de personas mal vestidas y francamente raras irrumpan en el centro de poder de Estados Unidos?

No soy una experta en política o en historia de los Estados Unidos, pero amo a este país. Siempre me ha fascinado: la oportunidad, el sueño, su descaro y sus tonterías, y especialmente me encanta Las Vegas. EE UU sabe cómo dar un buen espectáculo, es lo que mejor sabe hacer, y el de ayer estuvo a su altura.

Porque eso es lo que era, en mi opinión: un espectáculo. Esa es la única explicación de cómo este destartalado grupo de personas entro en el edificio del Capitolio para interrumpir el proceso politico de transición de su símbolo más sagrado, el POTUS.

Vi las filmaciones del presidente dándoles luz verde a sus seguidores para marchar hacia Capitol Hill. Comparé la actuación policial en la protesta de los partidarios de Trump con las de las protestas de Black Lives Matter de hace unos meses, y solo un tonto diría que no hubo diferencia.

En la protesta de BLM había miles de agentes de seguridad armados listos y dispuestos a romper cabezas y usar las armas contra los manifestantes. Sin embargo, en el mitin de Trump, por lo que pude ver, había algunos tipos con radios en la mano corriendo. No se puede decir que les cogiera por sorpresa. En todos los medios de comunicación se anunció que el 6 de enero los partidarios de Trump intentarían entrar en el Capitolio.

Así que creo que el FBI, la policía de Washington, la policía del Capitolio, la guardia nacional, etc. sabían que iba a haber problemas, ¿sí? Mi abuela habría protegido major el Capitolio. Sin embargo, a los mejores de la nación les engañó un tipo con un bikini de Chewbacca que ahora estaba de pie en la sala de debates, junto a un tipo con una sudadera con capucha tipo Campamento Auschwitz y otros que ondeaban banderas confederadas.

Me imagino que para la mayoría de los ciudadanos estadounidenses al ver a su capital encerrada y al alcalde ordenando el toque de queda de 6 pm a 6 am, este acto simbólico de manifestantes violando un lugar que debería ser seguro y atacando el corazón mismo de la «democracia», debe haber sido realmente impactante.

Como socióloga, me han enseñado y capacitado para lo que llamamos «mapear el campo», es decir, observar la situación, evaluar la dinámica del poder, ver quiénes son los ganadores y los perdedores, y pensar críticamente sobre eso.

Sé que este campo en particular es complicado: el presidente saliente Donald Trump es un hombre jactancioso y narcisista, y sus peroratas, mentiras, propaganda y metodología deliberadamente divisiva han dañado realmente a su nación durante los últimos cuatro años. Ha provocado más divisiones en una sociedad ya dividida, erigiéndose a sí mismo como «el político antipolítico», y el resultado ha sido el caos, como demostró su inepto manejo de la pandemia de Covid.

Prometió limpiar Washington, drenar el pantano y vencer «al deep state«. Pero falló miserablemente. ¿Y si el miércoles, 14 días antes de su salida de la Casa Blanca, el deep state quisiera humillarlo a él y a sus seguidores, y mostrarlos en sus verdaderos y repugnantes colores y acabar con el «Orange Man» para siempre?

No soy una teórica de la conspiración, pero para mí tiene sentido. Ciertamente, mi análisis sociológico hasta ahora en esta situación siempre cambiante y dinámica es que el desencadenamiento de la multitud enojada en Capitol Hill fue un buen día para las fuerzas del conservadurismo, la élite de Washington, tanto republicana como demócrata, que ha odiado a Trump con pasión desde que se atrevió a levantar su cabeza bien peinada por encima del parapeto político.

Así que un buen día para la clase política y un mal día para Donald Trump. Se ha visto obligado a aceptar que la presidencia de Joe Biden debe seguir adelante sin problemas, mientras sigue resentido y lloriqueando y sin aceptar que perdió las elecciones y, oh, imagínense los síntomas de abstinencia, no poder tuitear. Un cínico podría decir que el día en que a la mafia de Trump se le permitió convenientemente atacar a la democracia estadounidense fue el día en que a Trump se le dio suficiente cuerda para ahorcarse. Trabajo de soga, chicos.

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SONDAS: Parece, a juzgar por las noticias que nos llegan de Occidente, que ha habido una gran conmoción en Estados Unidos y en el mundo ante la violación, invasión, asedio… del capitolio –lágrimas de cocodrilo. Nadie se conmocionó cuando estas mismas señorías firmaban y aprobaban invasiones y asesinatos selectivos. No protestaron cuando resultó que Iraq no tenía armas de destrucción masiva y aquel error de cálculo costó más de tres millones de vidas. Pelillos a la mar –la vida sigue. Pero la vida no sigue en Afganistán, en Libia, en Siria, en Yemen… Entonces ¿de qué es símbolo el capitolio? Después de tantas masacres y exterminios desde los tiempos del Mayflower, ¿cómo pueden los norteamericanos sentirse consternados por cuatro zarrapastrosos poniendo sus botas encima de la mesa de Pelosi?

¿Realmente ha sido un acto de venganza contra Trump? Sin duda. Una trampa más, como las muchas que le han tendido en estos últimos cuatro años. Mas la pregunta que llevamos haciéndonos todos desde 2016 es ¿por qué le odian de esa manera? ¿Les parecía mejor Ronald Reagan, un actor de tercera alzaimérico? En Trump se ha visto reflejada la sociedad norteamericana –eso es lo que son, un show the jokers tratando de ganarse la vida. Un espectáculo sangriento con sexo y alcohol entre bastidores.

La guerra, en cambio, continúa, pues la nueva presidencia va a terminar todo el trabajo sucio que el deep state no pudo hacer con el experimento Trump. Lo peor todavía no ha empezado. El siguiente espectáculo se llama: “Encierro definitivo”.