WorldTribune
Los médicos que rechacen tratar a quienes no han recibido la vacuna Covid «establecerán un peligroso precedente y romperán los principios fundamentales de la práctica médica», advirtió el doctor RM Huffman.
“Un sentimiento insidioso ha comenzado a hacer metástasis en los Estados Unidos y Gran Bretaña, expresado por políticos, expertos y, lo que es más inquietante, por los propios médicos –a los no vacunados que contraigan Covid-19 se les debe negar la atención médica.”
Huffman citó algunas tendencias inquietantes que «deberían aterrorizarnos», como las de la ex senadora demócrata de Missouri Claire McCaskill, quien ha propuesto aumentar las tarifas del seguro de los no vacunados; un médico de urgencias en Arizona responde a un videoclip de personas sin mascarilla en una tienda de comestibles con un mensaje: «Déjalos morir»; un cirujano en Massachusetts sugiere que rechazar una vacuna Covid debería ser tratado por los médicos como una orden funcional de No intubar/No resucitar.
“La comunidad médica en Occidente se tambalea al borde de la negligencia filosófica y, por el bien del presente y el futuro de los pacientes, sus miembros deben dar un paso atrás y recordar por qué y cómo hacemos nuestro trabajo”, escribió Huffman.
“Un principio fundamental de la práctica médica es la no maleficencia, resumido en expresión latina: primum non nocere: en primer lugar, no hacer daño”.
Joe Biden dijo el 2 de junio: “La conclusión es la siguiente: les prometo: están a salvo. Están seguros.»
El mensaje de Biden, señaló Huffman, «ha sido repetido, sin calificación, por entidades poderosas que van desde administraciones hospitalarias que exigen la vacunación del personal hasta organizaciones profesionales: ‘La vacuna es segura'».
“Permítanme ser claro”, agregó Huffman, “creo que la vacunación es una de las innovaciones terapéuticas más importantes en la historia de la medicina. Las vacunas han salvado millones y millones de vidas. Dicho esto, también creo que la forma en la que estas vacunas Covid, con sus nuevos mecanismos de acción, se han presentado al público, como una solución milagrosa, idiota si la rechaza, clavo en el ataúd del coronavirus –es falso, hiperbólico y simplemente no está justificado por los datos existentes».
Entre los indicios de que las vacunas pueden no ser del todo seguras para todos, anotó Huffman, se encuentra el sistema VAERS, el sistema de notificación de eventos adversos de vacunas del gobierno de EE. UU. Los informes de eventos adversos de las vacunas Covid, aunque son extremadamente raros, incluyen parálisis, inflamación del corazón, coágulos de sangre y muerte.
«Estos han sido descartados en gran medida sobre la base de que los informes de VAERS no establecen la causalidad y que los casos aislados, como la presentadora de la BBC que murió después de recibir la primera dosis, no son datos, y todo eso es cierto», escribió Huffman. “Sin embargo, las terapias con medicamentos, especialmente las nuevas, no pueden tratarse como ‘inocentes hasta que se demuestre su culpabilidad’; más bien, todos los posibles eventos adversos deben ser explorados a fondo y formalmente como consecuencia del medicamento, porque ocasionalmente el verdadero daño es peor de lo que nadie imagina, como Merck descubrió con Vioxx aprobado por la FDA a principios de la década de 2000. La investigación publicada en la revista médica Lancet estimó que 88,000 estadounidenses sufrieron ataques cardíacos por tomar Vioxx, y 38,000 de ellos murieron».
Huffman señala que si bien «no hay evidencia en esta etapa de que las vacunas de Covid sean tan peligrosas» como Vioxx, «el rechazo general de la industria médica a sus peligros potenciales, hasta el punto de imponer mandatos de vacunas a poblaciones jóvenes y saludables, como es el caso en el ejército de Estados Unidos, traiciona su compromiso con la no maleficencia, y costará vidas».
Huffman continúa: “Ninguna terapia médica viene sin riesgos, pero el consentimiento una vez informado el paciente, otro principio fundamental de la medicina, exige que incluso un riesgo minúsculo se explique con precisión al paciente. Un pequeño porcentaje no significa un número insignificante; al menos 6,000 (y en aumento) muertes atribuidas a la vacunación voluntaria contra Covid según el VAERS es el doble de las muertes por los ataques del 11 de septiembre. Eso no se puede dejar de lado con un comentario sobre «significación estadística».
“Históricamente, los médicos se han preocupado por el riesgo infinitesimal y han realizado esfuerzos concertados para informar y proteger al paciente en consecuencia. Nuestro fracaso colectivo de hacer lo mismo en el caso de las nuevas vacunas Covid-19 es inconcebible y desconcertante.
“Ignorando el hecho de que las vacunas Covid no son esterilizantes ni a prueba de transmisión: ¿aplicaremos ese estándar a los hombres homosexuales con SIDA? ¿A los usuarios de drogas intravenosas con hepatitis C? ¿A las trabajadoras sexuales con ETS? ¿A los conductores ebrios que causan accidentes automovilísticos fatales? Una vez que los trabajadores sanitarios se declaran árbitros de quién merece el tratamiento, no existe ningún principio que limite tal autodescripción a «solo a los pacientes de Covid no vacunados, y solo por ahora». Es una perspectiva espantosa».
Huffman concluye: “Para los médicos, enfermeras y todas las personas involucradas en brindar atención médica, lo que debemos hacer es simple: tratar al paciente.
“Y tratar a los no vacunados de la misma manera que tratamos a los vacunados.
«Lo he hecho y lo seguiré haciendo».
SONDAS: El caso Covid19 sigue tratándose como un problema sanitario, y ello hace que el asunto se haya vuelto “inconcebible y desconcertante”. Más aún, está envolviendo a la clase sanitaria en un insidioso desprestigio.
El doctor Huffman se adhiere a la narrativa oficial de que existe una pandemia; de que el covid19 es un virus que se transmite e infecta con gran facilidad a los humanos; de que el número de variantes puede rozar el infinito; de que las vacunas son efectivas, pero no tanto como afirman sus fabricantes; de que siguen siendo experimentales… Y concluye que se debería informar al paciente, con detalle, de los posibles riesgos que contraerá al inyectarse esas sustancias.
Es decir, el médico le informa de esos riesgos a la vez que el gobierno hace, de facto, obligatorias las vacunas –sin ellas no se puede viajar, no se puede entrar en ningún establecimiento público, puede ser despedido del trabajo… A eso sí que podemos llamarlo estar entre la espada y la pared.
A este absurdo, a esta situación “inconcebible y desconcertante” hemos llegado por no ver que la fabricada pandemia no responde a una realidad sanitaria, sino política.
Se está desmontando el turismo, una actividad absurda que se montó en su tiempo como una forma de enriquecerse, creando en la gente la sensación de movilidad, de diversión, y una oportunidad de oro para conocer el mundo. En realidad, lo único que conocen los turistas son aeropuertos, hoteles, discotecas y museos. Ahora hay otras opciones más convenientes para el deep state –la inmovilidad, el confinamiento, el control de masas.
La actividad ya nunca más volverá a ser la consecuencia de elecciones personales. Se impondrá desde el poder para el bien público –a dónde ir, cómo, con quién, qué pensar, no pensar, seguir, obedecer, desconexión… ¿Por qué no? El gobierno, los “expertos”, saben más que nosotros.
He aquí el proyecto Covid19, doctor Huffman. Y los médicos todavía están en si las vacunas son efectivas, peligrosas… en si habrá más variantes… en si bastará con el pasaporte verde o seguirá haciendo falta el PCR… Mientras la apisonadora continúa demoliendo las sociedades que antes había construido –un niño enfermo y caprichoso que imagina estructuras que luego derriba de un manotazo, ante la impávida mirada de millones de individuos sin consciencia. Ante omnia pergat spectaculum.