Doctor Fision para Muy Interesante
Las temperaturas están aumentando y una colonia de hormigas pronto tendrá que tomar una decisión colectiva. Cada hormiga siente el calor creciente debajo de sus patas, pero sigue adelante como de costumbre hasta que, de repente, las hormigas cambian de rumbo. Todo el grupo sale corriendo como uno solo: se ha tomado la decisión de evacuar. Es casi como si la colonia de hormigas tuviera una mente colectiva más grande.
Las hormigas son socialmente avanzadas porque sus cerebros están estructurados por un sistema neuronal de organización por castas: especializa las funciones de cada miembro, ya sean machos fértiles, reinas u obreras, y permite a la colonia funcionar como un superorganismo.
Un nuevo estudio sugiere que, de hecho, las hormigas como grupo se comportan de manera similar a las redes de neuronas en un cerebro.
Daniel Kronauer de Rockefeller y el asociado postdoctoral Asaf Gal desarrollaron una nueva configuración experimental para analizar meticulosamente la toma de decisiones en las colonias de hormigas. Como se informó en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, descubrieron que cuando una colonia evacua debido al aumento de las temperaturas, su decisión depende tanto de la magnitud del aumento de calor como del tamaño del grupo de hormigas.
Los hallazgos sugieren que las hormigas combinan información sensorial con los parámetros de su grupo para llegar a una respuesta grupal, un proceso similar a los cálculos neuronales que dan lugar a decisiones.
“Fuimos pioneros en un enfoque para comprender la colonia de hormigas como un sistema de tipo cognitivo que percibe entradas y luego las traduce en salidas de comportamiento”, dice Kronauer, director del Laboratorio de Evolución y Comportamiento Social. «Este es uno de los primeros pasos para comprender realmente cómo las sociedades de insectos se involucran en la computación colectiva».
En su nivel más básico, la toma de decisiones se reduce a una serie de cálculos destinados a maximizar los beneficios y minimizar los costos. Por ejemplo, en un tipo común de toma de decisiones llamado umbral de respuesta sensorial, un animal tiene que detectar entradas sensoriales como el calor más allá de cierto nivel para producir un cierto comportamiento costoso, como alejarse. Si el aumento de temperatura no es lo suficientemente grande, no valdrá la pena.
Kronauer y Gal querían investigar cómo se produce este tipo de procesamiento de información a nivel colectivo, donde entran en juego las dinámicas de grupo. Desarrollaron un sistema en el que podían perturbar con precisión una colonia de hormigas con aumentos de temperatura controlados. Para rastrear las respuestas de comportamiento de las hormigas individuales y de toda la colonia, marcaron cada insecto con puntos de diferentes colores y siguieron sus movimientos con una cámara de seguimiento.
Como esperaban los investigadores, las colonias de un tamaño establecido de 36 obreras y 18 larvas evacuaron su nido de manera confiable cuando la temperatura alcanzó los 34 grados centígrados. Este hallazgo tiene sentido intuitivo, dice Kronauer, porque «si te sientes demasiado incómodo, te vas».
Sin embargo, los investigadores se sorprendieron al descubrir que las hormigas no responden simplemente a la temperatura en sí. Cuando aumentaron el tamaño de la colonia de 10 a 200 individuos, la temperatura necesaria para desencadenar la decisión de desalojo aumentó. Colonias de 200 individuos, por ejemplo, resistieron hasta que las temperaturas superaron los 36 grados. “Parece que el umbral no está fijado. Más bien, es una propiedad emergente que cambia según el tamaño del grupo”, dice Kronauer.
Las hormigas individuales desconocen el tamaño de su colonia, entonces, ¿cómo puede depender su decisión de ello? Los investigadores sospechan que la explicación tiene que ver con la forma en que las feromonas, los mensajeros invisibles que transmiten información entre hormigas, escalan su efecto cuando hay más hormigas presentes.
Usan un modelo matemático para mostrar que tal mecanismo es realmente plausible. Pero no saben por qué las colonias más grandes requerirían temperaturas más altas para empacar las tiendas. Kronauer se aventura a decir que podría ser simplemente que cuanto mayor sea el tamaño de la colonia, más onerosa será la reubicación, elevando la temperatura crítica por la cual ocurren las reubicaciones.
En estudios futuros, Kronauer y Gal esperan refinar su modelo teórico del proceso de toma de decisiones en la colonia de hormigas interfiriendo con más parámetros y viendo cómo responden los insectos. Por ejemplo, pueden alterar el nivel de feromonas en el recinto de las hormigas o crear hormigas modificadas genéticamente con diferentes habilidades para detectar cambios de temperatura.
“Lo que hemos podido hacer hasta ahora es perturbar el sistema y medir la salida con precisión”, dice Kronauer. “A largo plazo, la idea es aplicar ingeniería inversa al sistema para deducir su funcionamiento interno con más y más detalle”.
SONDAS: Hay una pertinaz insistencia, como ya hemos visto en las estériles charlas de Artur Sala, en las que durante 9 horas logra no decir nada sobre “el verdadero origen de la vida”, en otorgar consciencia incluso a elementos no vivos, como las microzimas, las células, los insectos, los mamíferos, las aves… de forma que se elimine la necesidad de un agente externo que habría realizado el diseño de las portentosas funciones que realizan todos los seres vivos. A partir de ahora, y siguiendo estas nuevas “corrientes” científicas, serán los seres vivos los que por sí mismos se auto-dirijan, adapten… decidan:
…una colonia de hormigas pronto tendrá que tomar una decisión colectiva.
Se trataría, pues, de ratificar “científicamente” el mundo Disney, donde animales y seres humanos se relacionan a un mismo nivel y, por ello, los “científicos” se ven obligados a utilizar para describir funciones animales la misma terminología que se utiliza para los humanos:
Cada hormiga siente el calor creciente debajo de sus patas.
Obviamente las hormigas no tienen el concepto de calor, ni tampoco saben que tienen patas; ni siquiera saben que son hormigas. Son programas extremadamente complicados que activan funciones de forma automática ante los fenómenos que ocurren en su medio.
…se ha tomado la decisión de evacuar.
Imaginemos lo que significa el concepto de “evacuar”. Hay un análisis de la situación. Ese análisis genera miedo y urgencia, lo que hace que una comunidad tome la decisión de abandonar su lugar, sus casas, sus tierras… para dirigirse a otra zona, en la que, supuestamente, habrá mejores condiciones. Y todo este razonamiento, propio de seres humanos avanzados, se les otorga a las hormigas; y ello porque si no hay un diseño previo, un diseño de una complejidad irreductible, ni hay Diseñador, entonces ¿quién ha generado esas funciones donde quedan implicadas la geometría, las matemáticas y sofisticados sensores.
Y así llegamos a la “paradoja de Víctor”, paradoja que se produjo al preguntarle a Sala si realmente creía que las microzimas tenían consciencia, consciencia de sí mismas. La pregunta le podía haber costado la vida a Víctor, pues Sala pesa algo más de 100 kg, y 100 kg en estado iracundo pueden acabar con cualquier Víctor. Y no era para menos, pues la pregunta cuestionaba la racionalidad de la ciencia. Si no había un Creador, un Diseñador, un Originador, algo inaceptable para el método científico, entonces tenían que ser las microzimas, las hormigas, las que se auto-gestionasen, calculasen, analizasen, decidiesen… evacuasen; lo cual, a su vez, resultaba altamente perturbador, pues no parecía sensato ni justificado otorgar consciencia, reflexión a estas entidades. Y de esta forma se originó “la paradoja de Víctor”, que solo podrá resolverse con el suicidio de la ciencia.
Las hormigas son socialmente avanzadas porque sus cerebros están estructurados por un sistema neuronal de organización por castas: especializa las funciones de cada miembro, ya sean machos fértiles, reinas u obreras, y permite a la colonia funcionar como un superorganismo.
Fijémonos en la terminología que no tienen otro remedio que utilizar, pues están hablando de complicadas funciones que solo pueden realizar conscientemente los hombres –sociedades avanzadas, castas que especializan las funciones de cada miembro, superorganismo. No solo se están describiendo las sociedades humanas, sino que incluso parecen comunidades de hombres que casi rozan la ciencia ficción.
…cuando una colonia evacua debido al aumento de las temperaturas, su decisión depende tanto de la magnitud del aumento de calor como del tamaño del grupo de hormigas.
Es decir, que aparte de sensores que evalúan la variación de calor, poseen también una clara imagen demográfica de la colonia. Estas capacidades que podemos calificar de humanas y de supra-humanas, nos obligan a tenerlas en cuenta en nuestras legislaciones, pues pisotear a estos animalillos, organizados en sociedades complejísimas, capaces de tomar decisiones, de evacuar… es, a todas luces, un asesinato que debería tener consecuencias penales. No es un chiste. ¡Seamos consecuentes! Otorgar consciencia y reflexión a un ser vivo, le hace responsable de sus actos al mismo tiempo que hace responsables a los que interactúan con ellos. Hay que ser consecuentes e ir hasta el final de nuestras afirmaciones, de nuestras teorías. No basta con decir “las hormigas deciden”, “las hormigas evacuan sus hormigueros”, “las hormigas se organizan en castas con funciones especializadas” … Hay que desarrollar estos postulados y ver a dónde nos llevan.
Fuimos pioneros en un enfoque para comprender la colonia de hormigas como un sistema de tipo cognitivo que percibe entradas y luego las traduce en salidas de comportamiento.
Cada vez más la información que nos ofrece el artículo nos lleva a considerar a las hormigas como entidades cognitivas similares a las humanas. Sin embargo, fuera del ámbito de los estudios académicos, lo que hacemos con las hormigas es fumigarlas, aplastarlas, desarrollar potentes venenos para acabar con hormigueros enteros. En muchos lugares se prende fuego a los hormigueros que se levantan a más de 3 metros sobre el nivel del suelo –un extraño y perturbador comportamiento si damos crédito, literalmente, a los estudios que no cesan de producirse en esta o aquella universidad.
En su nivel más básico, la toma de decisiones se reduce a una serie de cálculos destinados a maximizar los beneficios y minimizar los costos.
Este comentario nos produce vértigo, pues si estos cálculos se producen a nivel más básico, nos resulta aterrador imaginar qué cálculos podrían producirse a nivel más alto.
Para rastrear las respuestas de comportamiento de las hormigas individuales y de toda la colonia, marcaron cada insecto con puntos de diferentes colores y siguieron sus movimientos con una cámara de seguimiento.
Nos parece humillante “marcar” a las hormigas y seguirlas con cámaras de rastreo, como si fueran animales. Esperemos que estas “configuraciones experimentales” y estos marcajes no dejen nefastas huellas en la psicología de estos nuestros hermanos cognitivos.
Las hormigas individuales desconocen el tamaño de su colonia, entonces, ¿cómo puede depender su decisión de ello? Los investigadores sospechan que la explicación tiene que ver con la forma en que las feromonas, los mensajeros invisibles que transmiten información entre hormigas, escalan su efecto cuando hay más hormigas presentes.
Hasta ahora hemos visto cómo se utilizaba una terminología propia de funciones humanas para describir las de los animales o insectos. Mas en este párrafo se produce un salto ontológico y se utiliza un término metafísico, casi divino –“invisible” – para explicar un fenómeno que, desde el punto de vista científico, no puede estar fuera de la materia y de sus propiedades inherentes a ella. ¿Cómo pueden ser estos “mensajeros” invisibles, inmateriales? Mas como en el caso anterior, los científicos no tienen más remedio que utilizar un lenguaje esotérico para explicar lo que según su método no tiene explicación.
De nuevo, nos encontramos con el sistema operativo –vemos los efectos, pero no el lenguaje en sí, el sistema informativo; ni podemos saber tampoco cómo se produce. Por ejemplo, decir que los ribosomas fabrican la proteína de las células, no significa que sepamos cómo la producen ni por qué, quién da la orden. Y ello porque todos esos procesos son parte del sistema operativo, sistema que el hombre no puede comprender ni ver ni observar, pues es invisible, inmaterial.
Hemos hecho bien en llamar a los investigadores de cualquier ámbito “científico” –alienígenas, pues parece que vean la Tierra y lo que en ella habita y se mueve desde algún lugar del espacio, y observasen lo que aquí ocurre con poderosos telescopios. Mas parece como si nunca hubiésemos visto un hormiguero, como si estos animalillos no nos hubiesen acompañado desde la niñez. Hemos adquirido de ellas numerosos atributos. Han sido para el hombre un ejemplo de laboriosidad, de tenacidad, de paciencia, de previsión. Las hemos visto cargando pesadas cáscaras de pipas. Las hemos visto cortar una cucaracha muerta y meterla trozo a trozo en el hormiguero. A veces han invadido nuestras casas. Se han apoderado de una buena parte del jardín.
Mas hay algo que nos inquieta en este artículo, pues ¿de qué hormigas están hablando? Hay miles de tipos, con diferentes tamaños, con diferentes colores, con hábitos y comportamientos muy distintos. También sus hormigueros difieren. ¿Qué significa, pues, hacer un estudio sobre “las hormigas”?
Probablemente se trate de una metáfora, pues de metáforas está llena la ciencia, sobre todo los estudios de famosos expertos trabajando en prestigiosas universidades y publicando en respetables revistas científicas. Aquí “metáfora” significa “retórica”, y retórica significa encubrimiento, falsedad.
Las hormigas son programas, como lo son los científicos, a no ser que activen su consciencia, su reflexión, y les haga entender que esos programas han sido diseñados y originados por ese Agente Externo del que no quieren ni oír a hablar. De lo contrario, no habrá ninguna diferencia entra las hormigas y los investigadores de hormigas. Lo que en última instancia significaría que, si suben las temperaturas a causa por ejemplo del cambio climático, tendrán que hacer las maletas y marchar con la marabunta hacia otros territorios. Kansas is going bye, bye.