Según los informes, los investigadores de Oxford están preocupados de que el plan de la agencia estadounidense para comunicarse con extraterrestres pueda ser peligroso.
Redacción de Daily Telegraph NZ
Según los informes, los científicos de la Universidad de Oxford del Reino Unido han hecho sonar la alarma sobre los planes de la NASA para transmitir datos de ubicación y otra información al espacio, advirtiendo que este plan podría tener consecuencias peligrosas no deseadas, incluida la activación de una invasión extraterrestre.
Se trata del plan llamado “Beacon in the Galaxy” (BITG), una transmisión de datos por parte de un equipo de investigadores dirigido por la NASA con el objetivo de saludar a las “inteligencias extraterrestres”. La agencia espacial de Estados Unidos quiere transmitir la señal desde el conjunto de telescopios Allen del Instituto SETI en California y del radiotelescopio esférico de apertura de quinientos metros (FAST) de China. Incluiría información como la composición bioquímica de la vida en la Tierra, la posición de tiempo del Sistema Solar en la Vía Láctea, imágenes digitalizadas de humanos y una invitación para que los extraterrestres respondan.
Anders Sandberg, investigador principal del Future of Humanity Institute (FHI) de Oxford, argumentó que tal transmisión podría ser arriesgada. En el improbable caso de que una civilización alienígena reciba el mensaje, dijo, la respuesta podría no ser solamente un saludo amistoso.
La búsqueda de vida extraterrestre tiene un factor irisorio, dijo Sandberg al periódico Telegraph del Reino Unido en un artículo publicado el domingo. “Muchas personas se niegan a tomar en serio cualquier cosa relacionada con eso, lo cual es una pena porque es algo importante”.
Otro científico de FHI en Oxford, Toby Ord, sugirió que debería haber un debate público antes de enviar señales a los extraterrestres. Incluso escuchar los mensajes entrantes podría ser peligroso, agregó, ya que podrían usarse para atacar a los terrícolas. “Estos peligros son pequeños, pero ni se comprenden ni se manejan de manera satisfactoria”, dijo.
Ord insistió en que no existe un consenso científico sobre el número de civilizaciones pacíficas u hostiles en la galaxia. “Dado que la desventaja podría ser mucho mayor que la ventaja, no me parece una buena decisión la de tomar medidas activas hacia el contacto”, dijo.
En el pasado, se han transmitido señales más débiles al espacio utilizando tecnologías anteriores, como el mensaje de Arecibo enviado en 1974. Los científicos rusos realizaron una serie de tales transmisiones, llamadas Cosmic Calls, en 1999 y 2003. Sandberg teorizó que «los pobres extraterrestres ya podrían haber recibido varios mensajes enviados por todo tipo de razones”.
Los científicos del grupo BITG han especulado que una especie alienígena lo suficientemente avanzada como para lograr la comunicación a través del cosmos «muy probablemente habría alcanzado altos niveles de cooperación entre ellos y, por lo tanto, conocería la importancia de la paz y la colaboración». El futurista canadiense George Dvorsky descartó esa teoría como un «viejo tópico», diciendo que se puede imaginar la existencia de una «gran cantidad de escenarios» con extraterrestres que muestran tendencias malévolas.
SONDAS: Nadie responde. Estamos solos y a veces bien acompañados. Ahí fuera no hay nadie. La NASA lo sabe, aunque haya algún que otro necio que piense que su trabajo de enviar ondas al espacio sea el más relevante de cuántos pueda haber hoy en el mundo. Mas la NASA lo sabe. En realidad, lo saben todos, pero hay una duda razonable, aunque sea irracional y absurda, de que, quizás, después de todo, haya otras civilizaciones en algún planeta del Universo.
Esta idea, que no hace mucho hacía reír a los científicos, ahora hace reír a la gente común, pues tras las transitorias y pasajeras modas, la mayoría de la gente ha dejado de creer en estas fábulas. El Corán es taxativo a este respecto. “Todo cuánto hay en los Cielos y en la Tierra lo hemos creado para vosotros…” pues no hay nadie más en este Universo observable. ¿Para qué, entonces, tantos trillones de galaxias, quintillones de planetas? Buena pregunta. Respondamos con lógica y no necesitaremos ninguno de esos costosísimos telescopios. Obviamente, para nada, y por eso no hay galaxias, pues la economía es uno de los factores claves de esta creación –nada sobra ni nada falta.
Como en el caso de un reloj de pulsera, todas sus piezas son necesarias para que funcione con precisión, y el Universo es un reloj en el que todas sus piezas interactúan entre sí para que el hombre pueda vivir en la Tierra, pueda respirar un aire afinado con su organismo, para que pueda medir el tiempo…
Mas si aceptamos este escenario, entonces forzosamente tiene que haber un Creador, un Diseñador, de la misma forma que al observar el mecanismo de un reloj, deducimos que alguien, un relojero, ha tenido que fabricarlo. Mas para que el materialismo pueda seguir siendo una teoría plausible, necesitamos un universo aleatorio, casual e infinito. Desde este punto de vista es previsible que haya otras tortas como la terráquea.
Mas para que un silogismo funcione, todas sus premisas tienen que ser correctas. Si una no lo es, el silogismo colapsa. La primera premisa ya es falsa, pues no considerar el que haya sido un Creador, un Agente Externo, un Diseñador, quien haya originado esta creación, nos llevará necesariamente a una conclusión falsa.
Mas hay otra razón para que se hayan involucrado en este asunto instituciones aparentemente científicas como la NASA o el Future of Humanity Institute de la Universidad de Oxford; hay otra razón para que el Pentágono y las agencias espaciales europeas y rusas apoyen esta posibilidad de vida extraterrestre como si fuera la premisa más lógica a plantear. Y la razón de ello, como ya hemos apuntado en numerosas ocasiones, es que tras la pandemia y la guerra de Ucrania –con sus catastróficas consecuencias económicas y energéticas, se fabrique un nuevo Metaverso en el que el caos, la ruptura de las cadenas de distribución, la carencia de transporte, las catástrofes… sean el resultado, ahora, de una invasión extraterrestre. Hemos visto este escenario en centenares de películas con las que Hollywood nos preparaba para hacernos verosímiles los ataques alienígenas.
Es una posibilidad que nunca han descartado y tras el éxito estrepitoso de la pandemia y de Ucrania, nada hace temer que las invasiones venidas del espacio profundo no vayan a ser creíbles.