Dr. Oscar I.Vilca-Romero para Magnesol
“Estos microorganismos (gérmenes) se alimentan del material venenoso que encuentran en el organismo enfermo y lo preparan para su excreción. Estos pequeños organismos se derivan de organismos aún más pequeños llamados microzimas. Estas microzimas están presentes en los tejidos y en la sangre de todos los organismos vivos donde permanecen normalmente inactivos. Cuando la armonía del cuerpo humano se ve amenazada por la presencia de material potencialmente dañino, se produce una transmutación. La microzima se transforma en una bacteria o virus que inmediatamente se pone a trabajar para eliminar del cuerpo este material dañino. Cuando las bacterias o los virus han completado su tarea de consumir el material dañino, automáticamente vuelven a la etapa de microzimas”. Antoine Bechamp
Muchas personas han escuchado la desgarradora historia sobre Nikola Tesla y cómo Thomas Edison robó su trabajo y lo llevó a la quiebra. Todo el tiempo Tesla ha sido borrado de los libros de historia… Pero, ¿cuántas personas saben sobre Antoine Bechamp y el fraude masivo de un hombre que fue Louis Pasteur? Bechamp mostró repetidamente que los «hallazgos» de Pasteur incluían frecuentes plagios (y distorsiones) de su propio trabajo.
Cuando Bechamp y otros se opusieron al plagio, Pasteur se propuso usar su influencia política para destruir la carrera y reputación de Bechamp. Lamentablemente, Pasteur tuvo mucho éxito. Era más hábil que Bechamp para la política y sabía asistir a las reuniones correctas. Las ideas, así como las personalidades, de estos dos hombres eran fundamentalmente opuestas.
Pasteur abogaba por lo que ahora llamamos la «teoría de los gérmenes» de la enfermedad, mientras que el trabajo de Bechamp buscó confirmar el pleomorfismo –la idea de que toda la vida se basa en las formas que adopta una determinada clase de organismos durante las diversas etapas de sus ciclos de vida.
Las bacterias y los virus no causan la enfermedad, sino que es la calidad del terreno (los organismos vivos) en el que actúan, la que la causa. No son las bacterias o los virus en sí mismos los que producen la enfermedad, sino que son los subproductos químicos y los componentes de estos microorganismos los que actúan sobre el metabolismo celular desequilibrado y defectuoso del cuerpo humano, produciendo la enfermedad. Si el metabolismo celular y el pH del cuerpo están perfectamente equilibrados, no será susceptible a ninguna enfermedad o dolencia. El ambiente celular ácido enfermo se crea por una dieta tóxica, exposiciones ambientales tóxicas y un estilo de vida tóxico que apoya los cambios mórbidos de gérmenes a bacterias, bacterias a virus, virus a formas fúngicas y formas fúngicas a células cancerosas en el cuerpo.
Este error clásico de referirse a los síntomas como la enfermedad se perpetúa hasta el día de hoy en todas las facultades de medicina, desde los profesores (cuyo pan es untado con mantequilla por la industria farmacéutica), hasta los estudiantes de medicina, con la intención de lavar el cerebro a los jóvenes.
La razón por la cual se sigue apoyando la teoría de los gérmenes de Pasteur en las universidades es que si se enseñase la verdad –que es la condición interna del paciente (es decir, la depravación de oxígeno, deficiencias nutricionales, pH ácido, toxinas acumuladas en y alrededor de las células, la mala circulación, las emociones tóxicas, etc.), no los gérmenes que crean el medio de crecimiento para bacterias, virus, parásitos o el crecimiento de células cancerosas, la mayoría de los médicos tirarían su libreta y bisturí y enfocarían sus protocolos de tratamiento en restablecer un ambiente celular saludable, que mantenga los gérmenes, bacterias y virus bajo control. Al matar los virus, las bacterias o las células cancerosas con sus armas de guerra destructivas, desencadenan la evolución de las microzimas que fortalecen a los patógenos enemigos al crear cepas resistentes que cosecharán más enfermedades en el futuro. Un año después, nadie correlaciona su enfermedad recién formada con la terapia farmacológica pasada. Parece que el asesinato científico histórico de Antoine Bechamp resultó en la monopolización de la investigación de productos farmacéuticos y vacunas por parte de la ciencia médica.
El descubrimiento de Bechamp en su investigación inicial –todos los seres vivos contienen gránulos diminutos, a los que llamó microzimas– fue el descubrimiento más profundo del siglo XX. Las microzimas pueden desencadenar la vida o la muerte. Las microzimas, que significa “pequeños fermentos”, habitan en las células, sangre y líquido linfático. Actúan como constructores y recicladores de organismos. Habitan en las células, el líquido entre las células, la sangre y la linfa en condiciones de un terreno sano. Las microzimas actúan armoniosamente y la fermentación se produce de manera normal y beneficiosa, lo que produce microbios aeróbicos saludables como acidophilus y bifidus.
Bajo condiciones patológicas internas enfermas (bajo nivel de oxígeno, desnutrición, pH ácido, mala circulación, etc.), las microzimas pueden cambiar la apariencia de los microbios como lo hace un camaleón. Esto se llama pleomorfismo. Pleo significa “muchos” y morph significa “forma”. Entonces el pleomorfismo significa cambiar a muchas formas. Estos patógenos pueden evolucionar o delegarse, dependiendo de las condiciones circundantes de la célula. La respuesta en los procesos de enfermedades radica en la condición de su equilibrio celular o ¿apoyará el desarrollo de invitados no deseados? En las primeras etapas del pH ácido en los tejidos del cuerpo, los síntomas de advertencia son leves. Estos incluyen erupciones cutáneas, dolores de cabeza, alergias, resfriados, gripe y problemas sinusales. Estos síntomas frecuentemente son tratados (manipulados) con antibióticos y medicamentos supresores. Con la supresión continua de las señales de advertencia de un ambiente ácido y deficiente en nutrientes, surgen los síntomas más graves y la enfermedad se enraíza profundamente. Los órganos y sistemas debilitados comienzan a ceder (corazón, pulmón, tiroides, glándulas suprarrenales, hígado, riñones, etc.)
Desafortunadamente, la manipulación de los síntomas por medio de los fármacos crea un juego de cambio de enfermedades, creando síntomas más graves y condiciones de enfermedad en el futuro que son totalmente diferentes de la enfermedad original. La aplicación de diferentes medicamentos de solución rápida de la medicina oficial es lo que está causando la epidemia de la enfermedad. No son los patógenos en sí mismos los que inician la enfermedad. Solo aparecen debido a un terreno celular ácido y comprometido. Los mosquitos buscan el agua estancada, pero no hacen que el pantano se estanque.
En resumen, las enfermedades e infecciones agudas o recurrentes son el intento del organismo de movilizar reservas minerales de todas las partes del cuerpo, o los intentos de crisis de desintoxicación. Por ejemplo, el cuerpo puede arrojar ácidos a través de la piel, produciendo síntomas como eczema, dermatitis, acné u otros trastornos de la piel. Los síntomas crónicos resultan cuando todas las posibilidades de neutralizar o eliminar ácidos se han agotado.
CONCLUSIONES: Antoine Bechamp pudo demostrar científicamente que los gérmenes son los subproductos químicos y los componentes de los microorganismos pleomórficos que actúan sobre el metabolismo celular desequilibrado y el mal funcionamiento y el tejido muerto que realmente produce enfermedades.
Bechamp descubrió que el ambiente celular enfermo, ácido y con poco oxígeno, se crea por una dieta tóxica, deficiente en nutrientes, emociones tóxicas y un estilo de vida tóxico. Sus hallazgos demuestran cómo el cáncer se desarrolla a través de los cambios mórbidos de gérmenes a bacterias, bacterias a virus, virus a formas fúngicas y formas fúngicas a células cancerosas.
Encontró microzimas presentes en cada célula del torrente sanguíneo, en animales, en plantas e incluso en rocas (de origen orgánico). Las encontró presentes en los restos de animales muertos muchos años después de que el cuerpo del animal se hubiera convertido en polvo.
Observó que en un organismo sano, las microzimas trabajan para reparar y nutrir todas las células; pero cuando el terreno se vuelve ácido, las microzimas se transforman en virus, bacterias, levaduras, hongos y moho y se preparan para descomponer al huésped.
SONDAS: ¿Acaso el quid de la cuestión estaría en resolver la diatriba entre el pleomorfismo y el monomorfismo? Aparentemente, sí. E incluso se podrían resolver todos los enigmas de la biología y curar todas las enfermedades. Sin embargo, según nos adentramos en los hallazgos que va presentando cada uno de estos bandos, más nos sobrecoge la decepción. Y no es de extrañar que ocurra esto, pues cada vez que intentamos penetrar en el sistema operativo, en este caso de la vida, en ese mismo instante caemos en la cuenta de que dentro de esa muñeca rusa que habíamos sacado de otra muñeca rusa, sigue habiendo una muñeca rusa –en un juego sin fin.
Tras más de 200 años de investigaciones bipartidistas, de experimentos, de comprobaciones, siempre científicas, nos encontramos prácticamente al cabo de la calle. Y mientras un grupo determinado de médicos, como el autor de este artículo, de químicos y de biólogos, afirman que el descenso del pH en la sangre, y, por lo tanto, un aumento de acidez, es la causa principal del desequilibrio celular y causa de las enfermedades, otros defienden que una dieta alcalina puede ser igualmente dañina y no el remedio a ese trastorno celular. Y ello porque el número de muñecas rusas es infinito.
Según nos vamos adentrando en el sistema operativo de la biología, vamos encontrando más y más partículas; más y más componentes, elementos con determinadas funciones, que van complicando el proceso hasta llevarlo a un nivel inconmensurable para la comprensión humana.
Para la mayoría de las personas es impensable guardar en el intelecto las posibles jugadas de nuestro oponente en una partida de ajedrez. Y tan solo se trata de seguir el movimiento de 16 fichas. ¿Qué diríamos de un juego de ajedrez en el que el tablero fuese un cuadrado de 8,000 por 8,000 casillas, lo que implicaría 16,000 fichas? Parece imposible imaginar que hubiese dos personas dispuesta a empezar ese juego. Sin embargo, en este juego se encuentra la biología y la astrofísica de hoy. Y quizás en este caso se trate de un tablero aún mayor que el que hemos propuesto.
Tampoco nos sorprende la suerte que corrió Tesla y Bechamp, pues la Gran Mentira ha absorbido siempre a lo más mediocre de su tiempo, utilizando el plagio y el fraude. Ahí tenemos a Newton, a Einstein y más recientemente la NASA. Mas lejos de nosotros el compadecernos, pues si a cualquiera de ellos dos se le hubiera presentado el Corán y algunos pasajes del Génesis como textos a tener en cuenta en sus investigaciones, los habrían rechazado con la misma virulencia que los rechazaron a ellos. Más aún, dejando a un lado lo que podría tacharse de “religioso”, en la madurez intelectual de Bechamp ya había desarrollado Samuel Hahnemann su teoría médica y había publicado su “Organon”, en el que expresaba sus conclusiones sobre la enfermedad y los procesos curativos. Y, precisamente, en ese “Organon” se superaba el dilema pleomorfismo o monomorfismo, dirigiendo su atención al sistema funcional y no al operativo; y ello no solo porque el sistema operativo de cualquier fenómeno, mecanismo o proceso es impenetrable para la cognición humana, sino, sobre todo, porque su conocimiento resultaría inútil y vano para el hombre. Cuando compramos un coche, lo hacemos con la sola intención y el solo objetivo de que nos transporte cómodamente de un lugar a otro. No lo hemos comprado para averiguar cómo funciona el mecanismo que hace que los pistones se revolucionen dentro de la culata; ni tampoco nos interesa comprender cómo ha instalado el fabricante todo el sistema de amortiguación. Sin embargo, hemos dedicado tiempo y práctica para conocer lo mejor posible el sistema funcional de este coche. Tenemos ante nosotros un volante que mueve las ruedas. Y tenemos un tablero de mandos que nos indica las funciones que puede realizar este vehículo. Conocer este sistema funcional es lo que nos interesa para poder dirigir a nuestro coche con seguridad y facilidad hasta el lugar deseado. Para este objetivo conocer el funcionamiento del motor no nos aportaría ningún beneficio, pues el fabricante ha instalado un sistema funcional que nos permite conducir este coche de forma eficaz.
Esto es lo que comprende Hahnemann –la enfermedad forma parte del sistema operativo; los síntomas –del sistema funcional. Es decir, en todo mecanismo hay un sistema operativo que se expresa en un sistema funcional. En vano trataremos de visualizar la muerte a través de un microscopio. Sin embargo, podremos deducir que un organismo que estaba vivo ha muerto por los síntomas que presenta –falta de movimiento, de reflejos; no hay respiración ni el corazón late. Y ante estos síntomas concluimos que ese cuerpo está muerto. ¿Qué nos aportaría a este conocimiento funcional saber qué ha pasado en la sangre; qué papel han jugado las microzimas; o qué substancias químicas han deteriorado determinadas células y tejidos?
Por lo tanto, Hahnemannn observó dos realidades funcionales. Una, que lo similar cura lo similar. ¿Por qué? Intentar responder a esta pregunta le hubiera llevado a Hahnemann a comenzar una investigación del sistema operativo de la vida, y ello habría tenido nefastas consecuencias –esa inútil investigación nos habría privado de su sistema médico, la homeopatía. Afortunadamente, Hahnemann se dedicó de lleno al sistema funcional. Lo similar cura lo similar. Esta observación le llevó a generar una materia médica basada en diferentes substancias extraídas de plantas, venenos y minerales, y a anotar los síntomas que producía su ingestión.
La segunda observación de Hahnemann fue el comprobar que estas substancias, debidamente diluidas y agitadas, se convertían en eficaces medicinas. Ahora, empezaba la tarea clínica. Es decir, llevar estas observaciones a la práctica. Cuando llegaba un paciente a su consulta, no le pedía análisis de sangre o de orina, sino que anotaba los síntomas que se estaban expresando en ese paciente, y los llevaba a la materia médica hasta encontrar la substancia que producía esos mismos síntomas.
Todo lo demás se diluía en un océano de teorías y contra-teorías, de debates, de diatribas, que llegan hasta hoy. El sistema médico de Hahnemann no solo resultaba práctico y eficiente, sino que además separaba de forma radical las intrusiones en el sistema operativo vital de la expresión funcional de este sistema:
No son las bacterias o los virus en sí mismos los que producen la enfermedad, sino que son los subproductos químicos y los componentes de estos microorganismos los que actúan sobre el metabolismo celular desequilibrado y defectuoso del cuerpo humano, produciendo la enfermedad.
Imaginemos los subproductos químicos y los componentes de estos microorganismos que actúan, reaccionan e interactúan entre ellos y con los elementos químicos y los microorganismos del cuerpo. De nuevo, estamos hablando de una partida de ajedrez en la que el tablero tenga más de 20,000 por 20,000 casillas –una partida imposible; una biología imposible.
Por otra parte, el pleomorfismo, algo que observamos en todos los fenómenos y en todos los elementos existenciales, desde las microzimas hasta el hombre, contenía, no obstante, un elemento perturbador –la adaptación:
Bechamp buscó confirmar el pleomorfismo –la idea de que toda la vida se basa en las formas que adopta una determinada clase de organismos durante las diversas etapas de sus ciclos de vida.
Esas diferentes formas que van adoptando todos los organismos no son el resultado de un proceso de adaptación, un concepto que implicaría reflexión, objetivos y voluntad, y, por lo tanto, consciencia, algo que resulta totalmente absurdo cuando otorgamos esas facultades a una microzima o a una célula, a una planta o a un animal. La diversidad de formas que observamos en estos organismos no es, sino el resultado de la “elasticidad” de sus condiciones intrínsecas.
Por ejemplo, un hombre puede vivir entre los –40 grados y los +50 grados. Esa es su “elasticidad” vital. No hay adaptación, sino el desarrollo entre estos dos márgenes. Mas si hacemos vivir a este hombre en un medio en el que la temperatura ascienda a 65 grados, al cabo de un tiempo morirá.
Bajo condiciones patológicas internas enfermas (bajo nivel de oxígeno, desnutrición, pH ácido, mala circulación, etc.), las microzimas pueden cambiar la apariencia de los microbios como lo hace un camaleón.
Éste es un buen ejemplo para entender que no hay adaptación, sino diferentes expresiones de las características propias de un ser vivo. El camaleón puede cambiar de color, e incluso de forma, porque tiene esta capacidad, pero si lo llevásemos a un paisaje nevado, su piel no se volvería blanca, pues ese color está fuera de sus “márgenes”, de su “elasticidad”. Y lo mismo ocurre con todos los organismos vivos. Por lo tanto, el pleomorfismo implicaría el recorrido que pueda hacer un ser vivo entre sus márgenes de supervivencia.
Mas la pregunta ahora que sigue dejando mudos a los biólogos, pleomorfistas o monomorfistas, es cómo de la materia inerte se pasa a la vida. ¿Cómo se incrusta el ADN, el centro de control, la información, en un conjunto de componentes hasta formar una célula, que se reproduce, se replica, respira y se relaciona con el mundo exterior? Decir que hay una energía que catapulta lo muerto a la vida, es no decir nada, ya que el problema persiste. ¿De dónde surge esta energía? ¿Por qué “desea” vivificar a lo muerto?
Lo que vemos en todos estos procesos, en todos estos millones de elementos, de componentes, de reacciones químicas… es un portentoso proyecto hacia cuyo objetivo final se dirige todo lo que conforma la creación: generar un ser vivo, provisto de facultades cognitivas, de consciencia y, por lo tanto, de reflexión; un ser capaz de observar el universo que le rodea, de admirarlo y de agradecer a su Creador el haberle traído a la existencia. Mas ¿cómo ha surgido esta entidad; de dónde se ha originado esta nafs –esta unidad independiente de vida?
Las respuestas a estas preguntas requieren un estudio más amplio del que se puede ofrecer en este artículo. Por ello, recomendamos la lectura de los siguientes artículos:
El Corán en español y su Libro de comentarios: ARTÍCULOS: V (Ley de plantillas), IX (Sistema operativo/Sistema funcional) y XVII (El origen).