Su partición perfectamente vertical sigue siendo un misterio.
Saudi Archeology
En la provincia de Tabuk, en el Oasis Taima, Arabia Saudita, se encuentra un misterioso megalito al-Naslaa, descubierto por Charles Hubert en el año 1883 –un verdadero reto para las mentes científicas, ya que a pesar de una gran cantidad de teorías, los científicos aún no pueden ponerse de acuerdo sobre su origen. La roca está dividida en dos partes que se encuentran apoyadas cada una de ellas en una pequeña columna en forma de embudo, encontrándose ambas en perfecto equilibrio. Se estima que la roca tiene 10.000 años. Cada mitad del bloque tiene unos 7 metros de altura y 9 metros de ancho. En su superficie encontramos numerosos petroglifos –misteriosos diseños grabados en su capa superficial y escrituras. Muchos fueron hechos por los hombres del período neolítico.
Existen varias teorías que afirman que esta curiosa e insólita formación ha sido el resultado de una tecnología totalmente desconocida para la comunidad científica. Muchas de estas teorías apuntan a que ha sido obra de una civilización muy avanzada, aunque los arqueólogos niegan estas teorías como descabelladas. En los grabados se mencionan varios pasajes bíblicos con el nombre de Tema. Los petroglifos se remontan a miles de años y la evidencia de los habitantes humanos se remonta a la edad de bronce.
No está del todo claro cómo estas dos piedras han mantenido el equilibrio durante tanto tiempo, sin moverse, permaneciendo la distancia entre los dos bloques sin cambio alguno. La roca ha sido cortada de manera tan impecable que se puede considerar que ha sido hecha con un láser o una tecnología aún más avanzada. Incluso en los tiempos modernos, la tecnología láser aún no se ha desarrollado lo suficiente como para lograr este efecto. Y sin embargo, este megalito fue cortado hace muchos siglos. ¿Cómo la gente en aquellos tiempos podía haber tenido la experiencia de cortar piedras tan grandes y, lo más importante, con la ayuda de qué herramientas lo habrían hecho?
SONDAS: Ya hemos dicho en numerosas ocasiones que para comprender la historia necesitamos introducir en los análisis dos factores imprescindibles: el reinado de Sulaiman y los propios yin (ver el Corán en español-Libro de comentarios-Apéndices-Apéndice G, De Arabia a América y al mundo).
Lo que vemos claramente al contemplar este megalito es que se trata de un libro –un libro abierto con una abertura central como indicación gráfica de que se puede cerrar. Actuaba como una marca fija, como una señal, como un punto de referencia, pero también como soporte de máximas y sabiduría inscritas para los viajeros, como un recuerdo. Quizás los dibujos y la escritura árabe sean muy posteriores.
Sulaiman fue dejando su rastro en forma de enormes construcciones, gigantescos megalitos y estatuas sin ninguna razón de ser, excepto la de señalarnos los lugares por los que fue pasando, él y sus huestes, marcando campamentos provisionales y, sobre todo, haciéndonos comprender que con él, con Sulaiman, la civilización y el tawhid llegaron hasta el último rincón de la Tierra.