I-LA DIFICULTAD DE CREER EN AJIRAH
Si nos preguntásemos cuál es la esencia del Islam o, más aún, cuál es el sentido de la vida del hombre en este mundo, o cuál es la razón de que haya un complejísimo y afinado universo, la respuesta no podría ser otra que –Ajirah. Ningún otro objetivo que nos asignemos dará sentido a nuestra vida (ver esquema 9 y su texto).
Y sin embargo, es este concepto, el que hace referencia a la fase última de nuestra existencia, el más difícil de aceptar, de comprender y de asimilar. Hasta tal punto ha sido así, ya desde las primeras generaciones de insan, que el Qur-an nos informa de que la mayoría de los hombres creen en Allah, en un ilah, en un dios, en una fuerza creadora… pero no en Ajirah.
¿Cómo se ha producido esta disyunción, esta bifurcación, en la estructura intelectual del hombre? En una palabra, ¿cómo es posible creer en Allah y no en Ajirah?
(33) Dijeron los principales de entre la gente, los que encubrían la verdad, negaban el encuentro de Ajirah y en la vida de este mundo vivían en la opulencia: “¿Quién es éste, sino un humano –bashar– como vosotros, que come de lo que coméis y bebe de lo que bebéis? (34) Si obedecéis a un humano –bashar– que es como vosotros, estaréis perdidos. (35) ¿Acaso lo que os promete es que una vez hayáis muerto y seáis tierra y huesos carcomidos volveréis a la vida? (36) ¡Qué absurdo! ¡De ninguna forma ocurrirá eso que se os promete! (37) No hay más vida que la de este mundo. Habremos de morir, aunque ahora estemos vivos, y no seremos resucitados. (38) No es más que un hombre que ha inventado una mentira sobre Allah. No vamos a creerle.”
Sura 23 – al Muminun
En estas aleyas vemos toda una serie de refutaciones al concepto de Ajirah, basadas, principalmente, en dos argumentos –1) Quien propone tal cosa es un humano como nosotros. No es un malak o una entidad divina incuestionable –2) No parece razonable, lógico, científico, afirmar que una vez hayamos muerto y nos hayamos convertido en tierra, en polvo, vayamos a resucitar, se nos vaya a reconstruir de nuevo. Según la ley de entropía podemos tirar un vaso al suelo y hacerlo añicos, pero no podemos hacer que al tirar esos añicos al suelo vuelvan a formar ese mismo vaso.
Estas dos objeciones han sido la base argumental contra la idea de Ajirah desde los tiempos de Nuh hasta hoy.
Allah el Altísimo nos da algunos contra-argumentos, como el hecho de que más difícil fue crearnos por primera vez, de la nada, sin nada previo; o nos insta a que nos fijemos en Su creación –¿acaso alguien que ha creado estos Cielos y estas Tierras puede ser incapaz de recrearnos de nuevo? Sin embargo, parte de este proceso de regeneración pertenece al sistema operativo y, por lo tanto, escapa a nuestra comprensión.
(81) ¿Acaso Quien creó los Cielos y la Tierra no tiene poder para crear algo semejante a ellos? Sin duda que es capaz. Él es el Creador, el Sabio. (82) Cuando quiere crear algo, le basta con decirle –“Sé”, y es.
Sura 36 – Ya Sin
(66) Dice el hombre –insan: “¿Acaso cuando esté muerto, resurgiré a la vida?” (67) ¿No recuerda el hombre –insan– que lo creamos cuando no era nada?
Sura 19 – Mariam
(2) No les llega ninguna nueva advertencia de su Señor, que no la escuchen mientras están entretenidos en sus ocupaciones (3) con el corazón distraído. Se dicen en secreto los infames:
“¿No es éste un humano –bashar– como vosotros? ¿Os dejaréis seducir por la magia cuando claramente veis quién es?”
Sura 21 – al Anbiya
Aleyas con el mismo significado que el de las que acabamos de citar están esparcidas por todo el texto coránico. Una y otra vez se repiten los mismos argumentos, las mismas objeciones.
Sin embargo, el verdadero obstáculo para creer en Ajirah es la inevitable identificación de nuestra nafs con el cuerpo, con el soporte en el que se ha instalado en esta vida de dunia (ver artículos VI y XVIII). Esta inexorable identificación forma parte de la propia configuración de la estructura existencial del hombre –la nafs necesita un cuerpo, un soporte, para poder manifestarse, para poder encarnarse (ver artículo XV). Esta identificación, que en un primer momento es necesaria para evitar que haya elementos esquizofrénicos en nuestra psicología, debe ir comprendiéndose adecuadamente hasta entender que nosotros no somos este cuerpo de dunia, sino la nafs que lo utiliza como soporte, como vehículo (ver artículo XVI).
Esta identificación produce dos fenómenos en el hombre –A) Terror a la muerte, ya que eso que se descompone y termina siendo polvo es –“yo”. Contemplamos, pues, una destrucción total, una destrucción del cuerpo, de la memoria, de los sentimientos, de las capacidades cognoscitivas… todo muere, desaparece, se extingue –B) Un devastador escepticismo a la hora de creer que ese polvo se regenerará y también nuestra memoria contenida en él, nuestra “personalidad” y nuestra “consciencia” toda, dando ello lugar a la perturbadora incongruencia de que haya cristianos, judíos, musulmanes, budistas…. que creen en una entidad-dios, pero no en Ajirah.
Esta es la razón de que el Qur-an nos recuerde a cada paso que todo el asunto reside en la creencia en Ajirah. No hay otro. La práctica de adoración, la moralidad, la Ley, las normas sociales… no son, sino medios para recordar constantemente que hay Ajirah –juicio, Jardín, fuego (ver esquema 9 y su texto).
Se acepta la existencia de una fuerza creadora, de una energía, de una materia inteligente, que podemos llamar “dios” o “agente externo” o “diseñador”, pero cuando muramos, desapareceremos para siempre. Y en este postulado tenemos otra contradicción existencial, pues nadie, realmente, se cree su muerte. Nadie puede imaginar que un día dejara de existir para siempre. Y esta es la posición real, la que alberga nuestra fitrah (ver artículo X), ya que lo que realmente somos es nafs y la nafs no muere cuando muere el cuerpo en el que se manifiesta.
Allah el Altísimo no nos dice que la nafs vaya a morir, que vaya a extinguirse para siempre, sino que “probará” la muerte, probará el efecto de separarse del cuerpo, de abandonar el soporte al que se había identificado.
(57) Toda nafs probará la muerte. Luego, a Nosotros habréis de volver.
Sura 29 – al Ankabut
Esta es la secuencia completa –la nafs experimenta la muerte en tanto que separación y no en tanto que extinción; después toma otro cuerpo apropiado para Ajirah y vuelve a su Señor. En ningún momento ha muerto la nafs, sino que ha ido cambiando de cuerpos, de soportes –cuerpo de dunia, cuerpo post-mortem, cuerpo de Ajirah (ver Info 16).
II-AJIRAH EN AJIRAH
A lo largo del texto coránico se va componiendo parte de la geografía de Ajirah, tanto en el referente a yahannam como al Jardín. No obstante, el hecho de que en Ajirah se separe dramáticamente a los encubridores de los creyentes, no quiere decir que todos los condenados vayan a estar en el mismo lugar sufriendo los mismos tormentos, ni que los bienaventurados vayan a estar juntos en el mismo Jardín y gozando de las mismas delicias.
Las diferencias entre las configuraciones de las nafs que Allah el Altísimo ha creado no pueden ser eliminadas en la Otra Vida, ya que no todos irán a yahannam con la misma carga ni las acciones de todos los que vayan al Jardín tendrán el mismo peso. En el Día de la Distinción no sólo estarán separados los encubridores de los creyentes, sino que en ambos grupos habrá numerosos subgrupos que habitarán diferentes lugares del fuego y del Jardín. El viaje continúa y cada creyente estará en el Jardín que le corresponda.
Esta idea queda claramente expresada en la siguiente aleya:
(6) Les hará entrar en el Jardín que haya elegido عَرَّفَ para ellos.
Sura 47 – Muhammad
El término utilizado aquí es ‘ar-rafa عَرَّفَ, la forma II del verbo ‘arafa عَرَفَ, y que significa – Se lo ha descrito para que, cuando entren en él, lo conozcan por esa descripción, o para que conozcan sus lugares de morada allí y los hayan deseado, o lo definió para ellos de modo que haya para cada uno un paraíso distinto.
Es decir, a cada uno de los que vayan a entrar al Jardín se le describirá el lugar exacto en el que va a estar, de modo que desee entrar en él ardientemente. Luego, cuando se le haga entrar, verá que es exactamente como se le había descrito.
No podemos imaginar ese tiempo ni esa geografía, pero es evidente que nuestras estancias en Ajirah dependerán en gran medida de nuestra condición en dunia. Es en dunia donde estamos construyendo nuestro futuro en Ajirah sin que la mayoría de los hombres se dé cuenta de ello.