El Pentágono quiere establecer canales militares secundarios con Moscú para evitar la escalada nuclear.

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A medida que Estados Unidos y la OTAN envían armas a Ucrania, los funcionarios del Departamento de Defensa quieren más canales militares para comunicarse con los principales líderes de Putin. Pero Rusia no contesta el teléfono.

Bryan Bender para Politico

Cuando el general Mark Milley salió de seis horas de tensas conversaciones con su homólogo ruso en Helsinki en septiembre pasado, el presidente del Estado Mayor Conjunto parecía casi optimista. “Cuando los líderes militares de las grandes potencias se comunican, el mundo es un lugar más seguro”, dijo Milley, con un tono optimista.

Ahora, solo cinco meses después, con las fuerzas militares rusas golpeando a Ucrania por aire, tierra y mar, el himno de Milley a un entendimiento común con Moscú está prácticamente muerto.
Pero su relación con el general Valery Gerasimov, el jefe del estado mayor de las Fuerzas Armadas rusas, está en la base de un esfuerzo para evitar que la guerra más grande en Europa en generaciones se convierta en un conflicto más amplio. Es una situación que se volvió más urgente el domingo, cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó a sus fuerzas nucleares estar en alerta máxima después de una serie de lo que llamó “declaraciones agresivas” por parte de las potencias de la OTAN.

Desde su reunión en Finlandia, los dos militares han hablado varias veces, últimamente en noviembre y nuevamente a principios de este mes.

Milley y Gerasimov no han hablado desde que empezaran las últimas hostilidades, declararon dos funcionarios del Departamento de Defensa a este medio. Pero los funcionarios del Pentágono dicen que esperan que su línea de comunicación, que ha sido más frecuente que la del Secretario de Defensa Lloyd Austin y su homólogo, el Ministro de Defensa ruso Sergey Shoygu, pueda ayudar a abrir vínculos más regulares con las fuerzas rusas a medida que el conflicto se intensifica.

“Ahora que el espacio aéreo ucraniano está en disputa y dado que se encuentra junto al espacio aéreo de la OTAN, hemos transmitido a los rusos que creemos que se necesita un conducto a nivel operativo para que podamos evitar un error de cálculo”, dijo un alto funcionario del Pentágono. “Y no hemos recibido ninguna respuesta de ellos en términos de si están de acuerdo, si están dispuestos a establecer algo así”.

El funcionario citó como posible modelo la línea de «desconflicto» que las fuerzas estadounidenses y rusas establecieron en Siria en 2015 para evitar que sus fuerzas, que operan en los mismos territorios, llegasen a un enfrentamiento bélico. El propósito, dijo el funcionario, sería tener un medio seguro para poder telegrafiar, por ejemplo: «Estamos a punto de hacer esto, manténganse alejados».

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SONDAS: Eso fue lo que sucedió en Siria –una auténtica invasión norteamericana y británica cuyos telegramas no transmitían, precisamente, esas corteses informaciones de las que habla el funcionario del Pentágono. Muy al contrario, les informaban de que estaban allí para acabar con el terrorismo, que ellos mismo habían organizado, y llevarse buena parte del gas y del petróleo sirios como una forma de sufragar sus gastos.

No sabemos cuál fue la respuesta de Putin a esos “telegramas”, pues siguen llevándose la riqueza de Siria, siguen realizando operaciones militares e Israel no cesa de atacar posiciones del ejército sirio, alegando que allí también hay tropas iraníes, como si Siria no fuese un país soberano, en cuyo suelo pueden permitir que se instalen los ejércitos que ellos quieran sin tener que dar explicaciones a nadie.

Pero el hecho de que todo esto ocurra ante la impávida mirada de Putin, siendo Siria no solo un aliado de Rusia, sino el anfitrión de dos bases militares rusas, indica que tanto el conflicto en Siria como ahora en Ucrania son parte de un juego cuyas reglas se han pactado de antemano entre todos los jugadores. Y, por lo tanto, lo que ocurra en esos escenarios es parte del Metaverso construido para que los ciudadanos de todos los países del mundo no perciban la realidad que se está diseñando en otro tablero.

Siria es un escenario de pruebas, como lo es Irán, Bolivia, Venezuela, Taiwán y buena parte de África.

Biden, ingenuamente, o alzhaimeramente, ha declarado a los medios de comunicación que no hay por qué preocuparse de un ataque nuclear, a pesar de que Putin haya puesto sus fuerzas nucleares en máxima alerta. Si no es en una situación como esta, ¿en qué otra situación deberían los norteamericanos preocuparse? Mas en las reglas de este juego no cabe una guerra nuclear, pues es un juego, parte de un juego en el que de momento la verdadera acción transcurre en los medios de comunicación. El objetivo práctico todavía no está claro. Por ejemplo, ha sido al final de la falsa pandemia cuando hemos comprendido que su finalidad era vacunar, introducir esas substancias en el cuerpo de la mayoría de los ciudadanos. Y todos han participado en esa agenda, Rusia y China también –han fabricado, como Occidente, una vacuna para un virus que no existe.