No llores por el Secretario de Defensa. Llora por sus víctimas.
Phil Shiver para BlazeMedia
En un mordaz artículo de opinión publicado el miércoles pocas horas después del fallecimiento de Donald Rumsfeld, el editor del Daily Beast, Spencer Ackerman, lanzó un asalto total al legado del difunto secretario de Defensa, instruyendo a los lectores a no llorar por él, sino por «sus víctimas».
Rumsfeld, una figura destacada y respetada en la política estadounidense que desempeñó dos veces el cargo de secretario de Defensa, murió el miércoles por la tarde rodeado de sus familiares a la edad de 88 años. Pero según Ackerman, su fallecimiento no deberse como una tragedia.
«Lo único trágico de la muerte de Donald Rumsfeld es que no ocurrió en una prisión iraquí», recalcó Ackerman.
Si bien es cierto que la legendaria carrera de Rumsfeld y su reputación como un hábil burócrata casi con certeza se verán empañadas por la larga y costosa guerra de Irak, el entusiasmo de Ackerman por echar tierra sobre el nombre de Rumsfeld un día después de su fallecimiento, huele a indecencia.
En el artículo de opinión, Ackerman lamentó que Rumsfeld «nunca hubiera aceptado ninguna responsabilidad por lo que hizo, solo un eclipse político». Así que parece que pensó que era su responsabilidad periodística traer esa responsabilidad ahora en la forma de una crítica post mortem.
De esa manera, Ackerman colocaría a Rumsfeld en una «categoría de culpabilidad» por las más de 400.000 muertes que causaron sus guerras en Afganistán e Irak, echando toda su responsabilidad «sobre su cabeza».
Al clasificar la guerra de Estados Unidos en Irak como una «guerra de agresión no provocada» impulsada solo por Rumsfeld y algunos otros, Ackerman pudo mancharse las manos con sangre, junto con el ex presidente George W. Bush y el vicepresidente Dick Cheney.
A pesar de que aparentemente nunca conoció a Rumsfeld, Ackerman caracterizó a esta figura política como un individuo «cruel», «indigno» y «estafador», con una clara tendencia a disfrutar con el sufrimiento ajeno. Mentía tan fácilmente como respiraba», añadió Ackerman.
En un extraño disparo de despedida, Ackerman incluso se burló de su andar cojeando que acompañó a Rumsfeld en su vejez.
«Qué frágil era este hombre responsable de la muerte de al menos 415.000 personas, y qué amargo es que, a diferencia de ellos, su nombre será recordado, a pesar de su infamia», concluyó.
SONDAS: La ira de Ackerman le impide ver la imagen completa, diáfana, con todos sus matices. Habla de Ramsfeld como si él y un grupo de afiliados al deep state fueran los responsables de las guerras que organizaron –todos los norteamericanos lo son. Todos ellos saben que para ser la nación más “poderosa” del mundo, tienen que invadir, masacrar, robar, mentir… Y todos lo aceptan, todos son cómplices de la misma barbarie. Incluso Rusia es cómplice –Putin elogia a Biden y quiere participar en las celebraciones en honor de las víctimas del 11 de septiembre. ¿Acaso no sabe Putin quién derribó las Torres? ¿Es posible que no esté al corriente de la farsa espacial, de la farsa pandémica? Estamos solos y, hoy más que nunca, es fundamental la hermandad entre los creyentes –el resto, son enemigos unos de otros y apoyan la agenda general de las potencias. Se mueven dirigidos por los silbidos de sus amos, de sus dioses menores
Por su parte, Shiver se deja llevar por la corriente de la historia, una ramera que se acuesta con el cliente que más paga. Piensa que Ramsfeld hizo algunas cosas mal, pero como Secretario de Defensa, al igual que los padres fundadores, debe ser respetado, y máxime después de su muerte. ¿Aunque vaya a ir al infierno? Las formas son las formas y hay que guardarlas.
Es obvio que nadie va a llorar por las víctimas de Ramsfeld. Sobre todo, porque la ignorancia y el desmesurado amor por la vida de este mundo, les llevó a invadir parte del territorio iraní y comenzar una guerra fratricida para divertir al pueblo estadounidense y a sus autoridades. Después, se volvieron contra su propio gobierno y se aliaron con los invasores. Esas mezquindades se pagan. Y a punto han estado los sirios de pagarlas también, pues hay una percepción existencial transcendente y una percepción existencial mundana, terrestre, engañosa.
Y muchos son los que piensan que ambas se pueden reconciliar en una sublime ideología unificada bajo el símbolo de dos cuernos despuntando de una masa gris mezclada con sangre.