El cofundador de Pink Floyd denuncia la «censura» sobre Ucrania

Los medios de comunicación sugirieron que Roger Waters había cancelado sus conciertos en Polonia debido a la presión local.

Redacción de RT News

El cofundador de Pink Floyd, Roger Waters, negó los informes de los medios de que había cancelado dos conciertos en Cracovia, Polonia. Acusó a las autoridades locales de censurarlo por sus críticas a la participación occidental en el conflicto de Ucrania. En una publicación de Facebook el domingo, Waters se dirigió a The Guardian y al periódico polaco Gazeta Krakowska. “Sus documentos están equivocados en sus afirmaciones de que yo o mi gerencia hemos cancelado mis próximos espectáculos en Cracovia, no lo hemos hecho”, dijo. Continuó confirmando, sin embargo, que un concejal de la ciudad de Cracovia, Lukasz Wantuch, presentó una moción para declarar a Waters persona non grata. Según el músico, esto se debe “a mis esfuerzos públicos para alentar a todos los involucrados en la desastrosa guerra en Ucrania… a trabajar por una paz negociada”. Waters continuó afirmando que Wantuch había instado a la gente a boicotear su programa, y ​​señaló que este impulso «no es muy democrático». El cofundador de Pink Floyd dijo que, si estos esfuerzos conducen a la cancelación de los conciertos, será “una triste pérdida” para él, pero también para la gente de Cracovia que quería ver sus actuaciones. “La censura draconiana de Wantuch de mi trabajo les negará la oportunidad de tomar sus propias decisiones”, dijo el músico.

La publicación de Facebook se produjo en respuesta a artículos que aparecieron en varios medios de comunicación polacos y más tarde en The Guardian. Los informes citaron al representante del lugar, Lukasz Pytko, diciendo: “El gerente de Roger Waters decidió retirarse, sin dar ninguna razón”. Se dice que los dos conciertos están programados para abril de 2023 en el Tauron Arena de Cracovia, aunque no figuran en el sitio web de la gira “This Is Not a Drill” de Waters. La veterana estrella de rock ha acusado repetidamente a Estados Unidos y Occidente de alimentar el conflicto al suministrar armas a Ucrania. A principios de este mes, Waters escribió una carta abierta a la primera dama de Ucrania, Elena Zelenskaya, acusando a las “fuerzas del nacionalismo extremo” en Ucrania de arrastrar al país al conflicto.

SONDAS: Roger Waters sea, quizás, la última referencia que nos queda para entender los equívocos conceptos de “izquierda” y “derecha”. Y decimos que es la última referencia porque en 1965, cuando se funda el grupo Pink Floyd, todavía la izquierda representa unos valores bien determinados, al igual que la derecha. En ese sentido Roger Waters, desde sus comienzos musicales como miembro del grupo Pink Floyd, mostró siempre una concepción izquierdista, una visión anti-sistema, que denunciaba la opresora educación que recibían los niños en la escuela, los adolescentes; una concepción que denunciaba las invasiones imperialistas a terceros países por parte de Occidente… Y con esta misma línea de pensamiento nos encontramos con el mismo Roger Waters en 2022. Mantiene la misma posición izquierdista de 1965, pero, curiosamente, su posición izquierdista es hoy la posición de la derecha; y la posición de la izquierda de hoy es la posición de la derecha de entonces.

En numerosas ocasiones Waters ha denunciado la intervención y la manipulación de Occidente en Siria, así como el desestabilizador trabajo que están realizando los White Helmets, tratando de convencer al mundo de que el presidente sirio está utilizando armamento químico contra la población civil siria. Ésta y muchas otras denuncias sobre la intervención estadounidense y europea para derrocar gobiernos y llevar a cabo asesinatos selectivos, los ataques continuos de Israel contra los territorios palestinos, han llevado a muchos medios de comunicación a tacharle incluso de anti-semita.

Por otro lado, la izquierda de hoy, los demócratas, los partidos socialistas, han apoyado la invasión de Afganistán y de Iraq, han intentado derrocar al gobierno sirio, han apoyado al narcotraficante Guaidó contra el presidente electo Maduro; han apoyado el golpe militar contra Evo Morales, poniendo en el poder a la ultra-derechista Jeanine Áñez, ahora ultra-izquierdista en la nueva escala de valores. Desde hace siete meses todo Occidente está armando a Ucrania, un país claramente neo-nazi y fascista, algo que Roger Waters ha denunciado desde su izquierdismo, ahora ultra-derechismo.

Obviamente, y siguiendo la lógica de 1965, Estados Unidos y Europa deberían coincidir con Waters. Ambas potencias deberían denunciar el altercado político Guaidó en favor de Maduro, deberían apoyar el gobierno de Bashar al Assad en Siria frente al poder imperialista judío de Israel, deberían tener buenas relaciones con Corea del Norte. No deberían haber permitido el golpe de estado de Áñez en Bolivia, y habrían evitado por todos los medios la confrontación entre Ucrania y Rusia. Esa sería la posición izquierdista si prevaleciese la misma ideología de 1965.

Sin embargo, hoy vemos que ha habido un mágico inter-cambio de valores, pero manteniendo las mismas denominaciones. Se sigue llamando “izquierda” a lo que es una política de ultra-derecha; y se denomina “derecha” a lo que es una política de izquierdas. El enemigo de Occidente es Rusia y China –los dos países cuya política en la historia moderna es la única claramente anti-fascista, anti-imperialista, anti-hegemónica. ¿No deberían ser socios en la construcción de un mundo “justo” y “libre”? ¿Por qué el Partido Socialista Español, que ahora gobierna, se ha permitido el cobarde lujo de abuchear al toro desde la barrera y habla de Putin y de Rusia como de unos delincuentes callejeros? ¿No debería este partido socialista ver en Rusia a un aliado natural? ¿Es acaso la historia del Reino Unido, de Francia o de Alemania… más reconfortante que la de China para un partido socialista, para unos partidos democráticos?

La izquierda de hoy protege y enarbola los valores de la derecha de antaño; y la derecha de hoy se alinea con Roger Waters en defensa de los valores de la izquierda tradicional. ¿Acaso no ha sido la izquierda y los partidos socialistas, los partidos demócratas, los que han defendido el indigenismo –el derecho de los indígenas a dirigir su destino? ¿Cómo, entonces, estos partidos democráticos, socialistas que lideran Estados Unidos y Europa, han preparado el golpe de estado contra el indígena Evo Morales? ¿No debería haber sido ese movimiento propio de la derecha, de la derecha tradicional?

Veamos, por ejemplo, el caso del movimiento polaco Solidarnosc –un movimiento “liderado” por Lech Walesa, que surge en 1980 y llega al poder tras la caída del muro de Berlín. Se trataba, claramente, de un movimiento de extrema derecha, cuyo verdadero líder, aunque entre bastidores, era el papa polaco Juan Pablo II; y Walesa, para demostrarlo, siempre que aparecía en público, llevaba en la solapa una estampa de la Virgen Negra de Czestochowa; un católico, pues, fundamentalista para quien la Iglesia, el Vaticano, el Opus Dei, eran ante todo una opción política más que religiosa; un católico fundamentalista a quien Occidente concedió el Premio Nobel de la Paz –no sabemos si para honrarle a él o a la estampa de la solapa. Cómo, pues, este personaje y su movimiento revolucionario Solidarnosc fue descaradamente apoyado por los partidos de izquierda, los partidos socialistas, democráticos, ateos, materialistas, de Europa y Estados Unidos.

¿No debería haber sido la izquierda la que apuntalase a la Unión Soviética y a los regímenes de sus países satélites, con las reformas que hiciera falta, con las reformas que el simple paso del tiempo iba a establecer inevitablemente?

¿Podemos imaginar a un izquierdismo de 1965 apoyando la política del Vaticano? ¿Podemos imaginar una izquierda que aúpa al poder a un tipo con la estampa de la Virgen en la solapa? Eso correspondería a la extrema derecha. Y, sin embargo, aquí ya vemos el cambalache ideológico que justifica este altercado, a todas luces inadmisible, alegando que los partidos progresistas siempre estarán con la democracia, con un sistema electoral, con un parlamento, con instituciones que protejan los derechos de los ciudadanos. De esta forma se justifica, desde la izquierda actual, desde los partidos democráticos de Estados Unidos y Europa, el asesinato de Salvador Allende, elegido democráticamente, en favor del fascista Pinochet, que, al igual que Walesa, estaba apoyado por la Iglesia Católica.

Y aquí entra otro factor que enturbia aún más las aguas –el poder político debe ir unido al poder económico y financiero. Europa y Estados Unidos se reparten el mundo, colocando en el poder a líderes-marionetas de cualquier ideología con tal de que protejan los intereses económicos de Occidente. Por lo tanto, la extrema derecha deja de ser tal en el momento, como en el caso de Áñez, en el que favorezca los intereses económicos occidentales, incluso en detrimento de los propios intereses nacionales.

Esta reflexión nos lleva a considerar caducos ambos conceptos –derecha, izquierda, sobre todo porque son conceptos encubridores que distorsionan la realidad, generando un continuo vaivén entre los valores de la derecha y los valores de la izquierda, entremezclándolos y fomentando la confusión, la turbulencia en unas aguas en las que cada día se arrojan nuevos conceptos y una nueva terminología, como “la cultura woke”, que significa en la práctica obnubilación –justo lo contrario de lo que significa literalmente este término inglés (despertar).

Y esta ambigüedad es lógica desde el punto de vista del encubrimiento, pues ¿a qué se supone que vamos a despertar? ¿A la iluminación, a la comprensión intuitiva de la realidad, al amor universal…? Obviamente, no, pues ni la derecha ni la izquierda, las tradicionales o las actuales, buscan algo así. Se trata, más bien, de despertar al olvido, a un mundo sin principios, sin transcendencia; un mundo en el que los deseos más bajos, los deseos “woke”, se conviertan en la nueva virtud.